martes, 13 de marzo de 2012

CARTA A LOS AMIGOS DE LA CRUZ ( III )

"EL QUE QUIERA VENIRSE CONMIGO..."


   El que quiera... No  los que quieran, para indicar el reducido número de los elegidos (Ver Mt 20,16; Lc 13,23), que quieren asemejarse a Jesucristo cargado con su Cruz. Es, en verdad, tan reducido este número que si lo conociéramos, quedaríamos consternados de dolor.


   Es tan reducido que apenas si hay uno entre diez mil. Así le fue revelado a varios santos –entre otros a San Simeón Estilita– según refiere el santo Abad Nilo, siguiendo a San Efrén, San Basilio y otros.


   Es tan pequeño que, si Dios quisiera reunirlos, tendría que gritarles, como en otro tiempo por boca de un profeta: “Reúnanse uno por uno (Is 27,12 -Vulgata); uno de esta provincia, otro de aquella nación”.




   El que quiera... El que tenga voluntad sincera, voluntad firme y resuelta. Y esto, no por instinto natural, por rutina, egoísmo, interés o respeto humano, sino por la gracia triunfal del Espíritu Santo, que no se comunica a todos: No a todos ha sido dado conocer el misterio (Mc 4,11; Mt 13,11).



   Sepan, queridos Amigos de la Cruz, que aquellos de entre ustedes que no tengan una determinación así, andan sólo con un pie, vuelan sólo con un ala y no son dignos de permanecer en medio de ustedes, pues no merecen llamarse Amigos de la Cruz, a la que hay que amar, como Jesucristo, con corazón generoso y de buena gana (Ver 2Mac 1,3).


   Una voluntad a medias –lo mismo que una oveja sarnosa– basta para contagiar a todo el rebaño. Si alguna de éstas ha entrado en el Redil, por la falsa puerta de lo mundano, échenla fuera en nombre de Jesús Crucificado, como se echa al lobo de entre las ovejas (Ver Mt 7,15; Jn 10,1).


Carta a los Amigos de la Cruz
San Luis Mª. Grignión de Montfort

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