miércoles, 27 de marzo de 2013

LIGNUM CRUCIS, SANTA CRUZ DE CARAVACA



   La Santa Cruz de Caravaca es un ¨Lignum Crucis¨, es decir, un fragmento de la verdadera Cruz a la que Jesús Nuestro Señor fue crucificado. Se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, (de 7 y 10 cms) y de 17 cms. de alto. Tiene forma y tamaño de un pectoral grande. Según la Tradición perteneció al Patriarca Roberto de Jerusalén, primer Obispo de la Ciudad Santa una vez conquistada a los musulmanes por la Primera Cruzada (1099). 

   Ciento treinta años más tarde (1229), en la Sexta Cruzada, durante la estancia en Jerusalén del Emperador Federico II, el sucesor de Roberto en el Patriarcado, tenía posesión de la Reliquia. Dos años después la Cruz estaba milagrosamente en Caravaca. La Tradición de la aparición se remonta al 3 de Mayo de 1232, cuando la  Santa Cruz apareció en el Castillo-Alcázar de Caravaca. En aquel tiempo, reinaba Fernando III el Santo en Castilla y León, y Jaime I en Aragón. El reino taifa de Murcia estaba regido por el famoso Ibn-Hud, que se reveló contra los almohades y dominó gran parte de Al-Andalus. Es, pues, en pleno territorio y dominación musulmana, cuando se narra el hecho. 

   Entre los cristianos prisioneros de los musulmanes estaba el sacerdote Ginés Pérez Chirinos que, venido de Cuenca, predicaba el evangelio a la morisma. El Sayid interrogó a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El sacerdote contestó que el suyo era celebrar la Misa, suscitando la curiosidad del musulmán, el cual dispuso lo necesario para presenciar dicho acto litúrgico en el salón principal del Alcázar. Al poco el sacerdote se detuvo y dijo que no podía continuar por faltar en el altar el crucifijo. Y fue al momento cuando, por la ventana del salón, dos ángeles transportaron un ¨Lignum Crucis¨ que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la Santa Misa. Ante la maravillosa aparición, el Sayid y toda la corte se bautizaron. Después se comprobó que la Cruz era la del Patriarca de Jerusalén.


   A partir de entonces, la Santa Cruz de Caravaca contribuyó de una manera decisiva a dar identidad a estos territorios y se erigió en un centro de peregrinación y de fomento de la Catolicidad. De este modo la Vera Cruz marca un espacio fronterizo, ya que la aparición de la Cruz en Caravaca ocurrió en la época de la instauración de la nueva frontera de Castilla-León frente a la Granada musulmana, con la incorporación del reino taifa de Murcia a la soberanía cristiana.

   La aparición de la Cruz en Caravaca inspiró al nacimiento de las órdenes militares para luchar por la Reconquista de la España musulmana y de Jerusalen. Los cristianos que llegaban a Caravaca se sentían como ¨tocados y cobijados¨ por una fuerza sagrada. De ahí que muchos liberados del cautiverio acudieran a depositar sus cadenas, como exvotos, a la pequeña capilla interior de la fortaleza, en donde custodiaba la Cruz la Orden militar encargada del Castillo. La orden militar de los Templarios fue la primera que custodió y defendió el castillo y la Cruz, después de unos años de posesión directa por las tropas castellanas. 


   El Padre Cuenca, en su "Historia sobre la Santísima Cruz" (escrita en 1722), afirma que "apenas ha habido algún Pontífice que no haya concedido alguna gracia o indulgencia a la Cruz." Podemos citar, entre otros, la Bula del Papa Clemente VII (1392). Así mismo podemos enumerar el Decreto de Clemente VIII (1597), el de Paulo V (1606), las Bulas de los Papas Alejandro VIII (1690) y Clemente XI (1705). En 1736 se concede a la Cruz el culto de latría. Léon XIII, en el 4 de diciembre de 1893, ratifica los mismos privilegios de los siglos XV y XVII.


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