martes, 18 de junio de 2013

EL ÁNGEL ACÓLITO


          Muchas veces los ojos no logran captar el arduo trabajo de los Santos Ángeles durante la Santa Misa, la delicadeza y aprensión que ellos tienen hacia Jesús sacramentado ante las torpezas humanas. Son los Ángeles encargados de ser ese "acólito" eficiente y despierto el que va junto al sacerdote vigilando que ni siquiera una sola partícula se pierda; así nos lo cuenta san Pío de Pietrelcina en el siguiente relato:



Los ángeles nos acompañan cuando estamos en la iglesia
 y ayudan al sacerdote para evitar 
profanaciones de la Eucaristía por descuido

          El Padre Alessio Parente relata:

   "Una mañana, al dar la comunión, se terminaron las hostias de mi copón. Cuando lo estaba purificando, del lado derecho de mi espalda, vi una hostia que, como una flecha, fue a meterse en el copón. Después de las confesiones, fui a la celda del padre Pío y le conté el hecho. Y el padre, en tono severo, me dijo: “Agradece a tu ángel custodio que no te ha hecho caer a tierra a Jesús. Aprende que la comunión se distribuye con amor y reverencia”.

          Otro día un religioso le presentó esta cuestión al Padre Pío: 

   "Padre, nuestros ojos no ven bien los pequeños fragmentos de hostia consagrada que se caen al distribuir la comunión. El padre respondió: “¿Qué crees que hacen los ángeles en torno al altar?”.

          Todos entendieron que los ángeles están listos para intervenir y recoger los pedacitos y llevarlos al copón.


Hna. Úrsula, de la Tercera Orden de San Francisco
Santiago de Chile


*** * *** * *** * ***

1 comentario:

  1. Pues tengo que dar fe de este hecho:

    Ayer domingo celebré cuatro Misas seguidas y con mucha prisa por llegar a la siguiente. La última, la celebré con menos devoción que ninguna, de resultas que no traté con la debida reverencia el Cuerpo santísmo del Señor. Al comulgar, purifiqué la patena con el pulgar, cuidadosamente. Pero al volver de dar la comunión a los fieles, después de haber purificado, tuve que volver a purificar por percibir en la patena infinidad de partículas minúsculas, como polvo. De seguro que recogieron los ángeles aquello que yo, insensiblemente había desperdiciado por el corporal.

    ¡Padre Pío, ruega por los sacerdotes, ruega por mí!
    ¡Alabado sea el Ssmo. Sacramento!

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