viernes, 28 de abril de 2017

EL APÓSTOL DE NUESTRA SEÑORA


     El culmen de nuestra perfección consiste en hacernos conformes a Jesucristo, unidos consagrados a él. Por consiguiente, la mejor devoción es sin duda la que de un modo perfecto nos hace conformes a Jesucristo y nos une y consagra a él. Si tenemos en cuenta que María es, entre todas las criaturas, la más plenamente conforme a su Hijo, está claro que, entre todas las devociones, la que mejor consagra y hace conforme el alma a nuestro Señor es la devoción a la Santísima Virgen, y cuanto más un alma esté consagrada a María, tanto más lo estará a Jesucristo. 




     Por tanto, la consagración perfecta a Jesucristo no es otra cosa que la total y plena consagración de sí mismo a la Santísima Virgen; ésta es la devoción que yo enseño. Esta forma de devoción puede llamarse con toda razón la perfecta renovación de los votos o promesas del santo bautismo, ya que en ella el creyente se entrega todo a él a la Santísima Virgen, de manera que, por medio de María, pertenece totalmente a Cristo. 


     De ello resulta que uno se consagra simultáneamente a la Santísima Virgen y a Jesucristo; a la Santísima Virgen, ya que ella es el camino más adecuado que el mismo Jesús escogió para empezar su unión con nosotros y la nuestra con él; a Jesús, el Señor, ya que él es nuestro fin último, a quien debemos todo lo que somos, puesto que es nuestro Redentor y nuestro Dios."



EL SECRETO DE MARÍA
San Luis María Grignión de Montfort

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