jueves, 5 de abril de 2018

PRIMER JUEVES DE MES, oremos por la Santidad de nuestros Sacerdotes


Oración del Venerable Papa Pío XII
por las vocaciones sacerdotales y religiosas

           Señor Jesús, Supremo Sacerdote y Pastor Universal, que nos habéis enseñado a rezar diciendo: “Rogad al dueño de la mies que envíe operarios a su mies” (Mat. IX, 38), escuchad con benevolencia nuestras súplicas, y suscitad un gran número de almas generosas que, animadas por vuestro ejemplo y sostenidos por vuestra gracia, aspiren a ser los ministros y los continuadores de vuestro verdadero y único sacerdocio.

           Haced que las trampas y calumnias del enemigo malo, secundado por el espíritu indiferente y materialista del mundo, no obscurezcan entre los fieles el sublime esplendor y la profunda estima debida a la misión de aquellos que, sin ser del mundo, viven en el mundo, para ser los dispensadores de los divinos misterios. 

           Haced que, para preparar buenas vocaciones, continúen promoviéndose en la juventud la instrucción religiosa, la piedad sincera, la pureza de la vida y el cultivo de las ideas más elevadas. Haced que, para secundarles, la familia cristiana, consciente del honor que significa destinar al Señor a algunos de sus retoños, no deje nunca de ser un vivero de almas puras y fervorosas. 

           Que no falten nunca en Vuestra Iglesia extendida por todo el mundo los medios necesarios para acoger, favorecer, formar y llevar a término las buenas vocaciones que se le ofrecen. Y, a fin de que todo ello se convierta en realidad, oh Jesús, que deseáis tanto el bien y la salvación de todos, haced que el poder irresistible de Vuestra gracia no cese de bajar del Cielo de modo que numerosas almas reciban Vuestra llamada silenciosa, os den una respuesta generosa y perseveren, en fin, en Vuestro Santo Servicio.





           ¿Acaso no os aflige, oh Señor, la visión de tantas muchedumbres semejantes a ovejas sin Pastor, sin nadie que parta para ellas el pan de vuestra Palabra y las sacie con el agua de Vuestra gracia, quedando así a merced de los lobos rapaces, que las acechan sin cesar? ¿No sufrís al contemplar tantos campos en los que aún no ha penetrado la reja del arado y donde crecen espinas y abrojos sin que nadie les dispute el terreno? ¿No os apena considerar tantos de Vuestros jardines ayer floridos y frondosos y hoy en peligro de marchitarse y volverse áridos? ¿Permitiréis que la mies ya madura se disperse y se pierda a falta de brazos para cosecharla?

           Oh María, Madre Purísima, de cuyas piadosísimas manos hemos recibido al más Santo de todos los Sacerdotes; oh Glorioso Patriarca San José, ejemplo perfecto de correspondencia a la llamada divina; oh Santos Sacerdotes, que en el Cielo formáis alrededor del Cordero de Dios un coro de predilección; obtenednos numerosas y santas vocaciones, a fin de que el Rebaño del Señor, protegido y guiado por pastores vigilantes y solícitos, pueda alcanzar el dulcísimo pasturaje de la Bienaventuranza eterna. Amén.



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