jueves, 31 de mayo de 2018

CORPUS CHRISTI, el Cielo de nuestra alma



SOBERANO SEÑOR SACRAMENTADO
sea por siempre Bendito y Alabado

           Lo que el profeta Isaías decía a su pueblo, puedo yo decíroslo con más exactitud. ¡Cristianos, regocijaos!, vuestro Dios va a comparecer entre vosotros. Este dulce Salvador va a visitar vuestras plazas, vuestras calles, vuestras moradas; en todas partes derramará las más abundantes bendiciones. ¡Moradas felices aquellas delante de las cuales va a pasar! ¡Oh, felices caminas los que vais a estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quién nos impedirá decir, al volver a discurrir por la misma vía : Por aquí ha pasado mi Dios, por esta senda ha seguido cuando derramaba sus saludables bendiciones en esta parroquia?

           ¿Qué es lo que hace Jesucristo cuando le llevamos en procesión? Vedlo aquí. Viene a ser como un buen rey en medio de sus súbditos, como un padre bondadoso rodeado de sus hijos, como un buen pastor visitando sus rebaños. ¿En qué debemos pensar cuando marchamos en pos de nuestro Dios? Mirad. Hemos de seguirle con la misma devoción y adhesión que los primeros fieles cuando moraba aquí en la tierra prodigando el bien a todo el mundo. Sí, si acertamos a acompañarle con viva fe, tendremos la seguridad de alcanzar cuanto le pidamos.

           ¡Cuán consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estás dominado por la tristeza?, ven un momento a echarte a sus plantas, y quedarás consolado. ¿Eres despreciado del mundo?, ven aquí, y hallarás un amigo que jamás quebrantará la fidelidad. ¿Te sientes tentado?, aquí es donde vas a hallar las armas más seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha hecho temblar?, aprovéchate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estás oprimido por la pobreza?, ven aquí, donde hallarás a un Dios inmensamente rico, que te dirá que todos sus bienes son tuyos, no en este inundo sino en el otro: Allí es donde te preparo riquezas infinitas; anda, desprecia esos bienes perecederos y en cambio obtendrás otros que nunca te habrán de faltar. ¿Queremos comenzar a gozar de la felicidad de los santos ?, acudamos aquí y saborearemos tan venturosas primicias.

(Extractos del Sermón del Corpus Christi de San Juan María Vianney)


RECOMENDAMOS hacer a lo largo del día de hoy LA ESTACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
así como una continua COMUNIÓN ESPIRITUAL como DESAGRAVIO
 por tantas almas como son indiferentes al Santísimo Sacramento...


MEDITACIÓN 
sobre el Sacramento del Altar


Dios no baja del Cielo todos los días
para quedarse en un copón dorado, 
sino para encontrar otro Cielo que le es infinitamente 
más querido que el primero: 
el Cielo de nuestra alma, creada a Su imagen.


¡Qué alegría arrojar flores al paso del Señor...! 
Pero en vez de dejarlas caer, yo las lanzaba 
lo más alto que podía, 
y cuando veía que mis hojas deshojadas
 tocaban la Sagrada Custodia, 
mi felicidad llegaba al colmo...»

Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz






ORIGEN Y APROBACIÓN DE LA FESTIVIDAD
DEL SANTÍSIMO CUERPO DE CRISTO


          Según la Tradición Católica, esta fiesta tuvo su origen en el siglo XIII en la Abadía de Mont Cornillón en la región de Liége (Lieja) en Bélgica.

          Fue la religiosa agustina Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquel entonces priora de dicha Abadía, la que con sus visiones sobrenaturales, propició que se celebrase esta fiesta dedicada a la Santísima Eucaristía.

          Sor Juliana nació en Retines, cerca de Liége, en el año 1193. Al quedar huérfana a los cinco años fue confiada a los cuidados de las agustinas de Mont Cornillón, junto con su hermana Agnes, donde fueron cuidadas y educadas. A los catorce años sintió una fuerte vocación religiosa e ingresó en las mismas agustinas donde llegó a ser superiora de la comunidad. Murió en Fosses el 5 de Abril de 1258, a la edad de 65 años, y fue enterrada en Villiers. Santa Juliana deseaba que hubiera una fiesta especial en honor al Sacramento de la Eucaristía, ya que sentía una gran veneración a dicho sacramento. Este deseo se intensificó por unas visiones que tuvo de la institución de la Iglesia bajo la apariencia de una luna llena con una mancha negra y que interpretó como la ausencia de la celebración de dicha solemnidad.

          Sor Juliana comunicó estas visiones a Monseñor Roberto de Thorete, entonces obispo de Lieja, al docto dominico Hugh, quien sería más tarde cardenal legado de los Países Bajos y también al archidiácono de Lieja Jacques Pantaleón, quien sería en 1261 el Papa Urbano IV. El Obispo Roberto, convencido por las visiones y por la interpretación de las mismas y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración en honor al Sacramento de la Eucaristía se tuviera al año siguiente.

          La celebración tuvo lugar en 1247 en la iglesia de San Martín en Lieja pero sin la presencia de dicho obispo porque había fallecido. No obstante muchos consideraban las visiones de Sor Juliana como fruto de su imaginación y a la muerte de su protector fue desterrada a Namur en dos ocasiones.

          El Concilio de Trento declaró que fuese introducida en la Santa Iglesia la costumbre de que todos los años se celebrase este Sacramento con singular veneración y solemnidad.




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