miércoles, 3 de octubre de 2018

SANTA TERESITA DE LISEUX, Maestra de la Infancia Espiritual, el camino que siempre lleva a Jesús




LA INFANCIA ESPIRITUAL EN LOS TEXTOS DE SANTA TERESITA

           "Ser pequeño, es también no atribuirse a si mismo las virtudes que uno practica, creyéndose capaz de alguna cosa, antes bien reconocer que el buen Dios pone este tesoro de la virtud en la mano de su pequeño hijo para que se sirva de él cuando lo necesite; pero siempre es el tesoro del buen Dios. En fin, es no desanimarse poco ni mucho por sus faltas, porque los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño"

          "...la santidad no consiste en tal o cual práctica; consiste en una disposición del corazón, que nos hace humilde y pequeño, en manos de Dios, consciente de nuestra debilidad y confiado, hasta la audacia, en su bondad de Padre"

          "No me admiro de nada; no me aflijo, al ver que soy la misma debilidad; al contrario, es en ella que me glorifico, y espero descubrir cada día en mí, nuevas imperfecciones. Confieso que estas luces sobre mi nada me hacen un bien mayor que otras luces sobre la fe"

          "Cuando me ocurre que caigo en alguna falta, me levanto en seguida"

          "Una mirada a Jesús y el conocimiento de la propia miseria lo reparan todo"  

          "Cuando se acepta con dulzura la humillación de haber sido imperfecta, la gracia de Dios vuelve en seguida" 


(Santa Teresita, Consejos y Recuerdos)




LA INFANCIA ESPIRITUAL EXPLICADA POR LA IGLESIA

         "La infancia espiritual excluye de hecho el sentimiento soberbio de sí mismo, la presunción de conseguir, por medios humanos, un fin sobrenatural y la engañosa pretensión de bastarse a si mismo, en la hora del peligro y de la tentación. Por otra parte, supone una fe viva en la existencia de Dios, un práctico homenaje a su poder y a su misericordia, un confiado recurso en la providencia de Aquel que nos da la gracia, para evitar todos los males y obtener todos los bienes. Así, las cualidades de esta infancia espiritual son admirables, lo mismo si se miran en su aspecto negativo que si se estudian en su aspecto positivo y, entonces se comprende que Nuestro Señor Jesucristo la haya indicado como condición necesaria, para obtener la vida eterna"

          "Esta cándida niña, flor abierta en el jardín cerrado del Carmelo, no contenta con añadir a su nombre el del niño Jesús, copió en si misma su imagen viviente; y así podemos afirmar que quienquiera que venere a Teresa, venera, al mismo tiempo, al divino Modelo, que ella reproduce."

           "Por esto hoy, Nos concebimos la esperanza de ver nacer, en las almas de los fieles de Cristo, como una santa avidez de adquirir esta infancia evangélica, la cual consiste en sentir y obrar, bajo el imperio de la virtud, tal como siente y obra un niño llevado de su natural."

          "De la misma manera que los niños pequeños, a los cuales ninguna sombra de pecado ciega, ni ninguna concupiscencia de pasiones mueve, gozan de la tranquila posesión de su inocencia, e, ignorando toda malicia y disimulo, hablan y obran según piensan, y se revelan en su exterior tal como son en realidad, de la misma manera, Teresa aparece más angélica que humana y dotada de una sencillez de niña, en la práctica de la verdad y de la justicia. La virgen de Lisieux tenia siempre presentes, en la memoria, estas invitaciones y estas promesas del Divino Esposo: Si alguno es pequeño, que venga a Mí. Seréis llevados sobre mi pecho y acariciados sobre mis rodillas. Como una madre acaricia a sus hijos, así yo os consolaré".

          "Desde el fondo de su claustro ­dijo, en otra ocasión, este Papa 6­ encanta al mundo con la magia de su ejemplo, ejemplo de santidad, que todos pueden y deben seguir. Porque todos han de entrar por este camino ­camino de una simplicidad de corazón, que no tiene de infantil más que el nombre­, por este camino de infancia espiritual, lleno de pureza, de transparencia de espíritu y de corazón, de amor irresistible, de la bondad, de la verdad y de la sinceridad."

           "Y esta virtud de la infancia espiritual, que reside en la voluntad del alma tiene, como más bello fruto, el amor."


(Pío XI, Sermón de la Canonización de Santa Teresita, el 17 de Mayo de 1925)




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