martes, 6 de noviembre de 2018

LOS ÁNGELES CUSTODIOS, Santa Compañía en el Purgatorio

"...y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham..."

(Evangelio de San Lucas, cap.16, vers. 19)


       La Mística Ana Catalina Emmerick fue agraciada desde niña con diferentes dones místicos, entre otros con el conocido como "Don de Ánimas", que es la comunicación especial con las Almas que se encuentran en el Purgatorio y que normalmente suplican oraciones y limosnas a quienes tienen la gracia de poder escucharlas en este mundo. Esta gracia es dada por Dios mismo y nada tiene que ver con la invocación de los muertos o espiritismo, condenado por la Iglesia, sino que se trata de un favor sobrenatural, como testimonio de la existencia de aquél lugar de tormentos y purificación que es el Bendito Purgatorio.


            "Estaba yo con mi Ángel en el Purgatorio y veía la gran aflicción de aquellas Almas, porque no podían valerse por sí mismas, y notaba cuán poco las socorren los hombres de nuestro tiempo. Indecible es su necesidad.

            Comprendiendo esto, vine a hallarme separada de mi guía por una montaña y experimenté tan vivo anhelo y afán de volver a su lado que casi perdí el conocimiento. Le veía a través de la montaña, pero no podía ir hacia él. Entonces, me dijo el Ángel: 




            “Ese mismo deseo que tú sientes, lo sienten esas Almas para que se les socorra”… A la vista de aquellos lugares, lloraba yo de rodillas y clamaba a Dios con los brazos abiertos hasta que Él se compadecía.

             El Ángel me exhortaba a ofrecer todas mis privaciones y mortificaciones por las Almas Benditas, las cuales no pueden valerse por sí mismas y son cruelmente olvidadas y abandonadas por los hombres.

            Yo enviaba muchas veces a mi Ángel Custodio al Ángel de aquellos a quienes veía padecer, para que él los moviese a ofrecer sus dolores por las Almas Benditas. Lo que hacemos por Ellas, oraciones u obras buenas, al punto se convierte en consuelo y alivio para Ellas ¡Se alegran tanto! ¡Son tan agradecidas!

           Cuando yo ofrezco por Ellas mis trabajos, ellas ruegan por mí. Lléname de espanto el horrible abandono y el desperdicio que se hace de las gracias de la Iglesia, que en tal abundancia son ofrecidas a los hombres y que estos tan poco aprecian, mientras las pobres Almas las anhelan y desfallecen a causa del deseo que tienen de Ellas."






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