lunes, 3 de diciembre de 2018

SAN FRANCISCO JAVIER, Patrón de las Misiones Católicas. La Novena de la Gracia


                Pertenecía a una noble familia navarra, hijo de Don Juan de Jassu, Doctor por Bolonia en ambos Derechos y experto en negociaciones políticas. Su madre, María de Azpilcueta, era de la casa solar del Valle del Baztán, heredera del Señorío de Javier. Nació el Santo el día 7 de Abril de 1506 en el Castillo de su familia, cuando aún no se habían producido las guerras entre Castilla y Francia por el Reino de Navarra.

                París le conoció como alumno y le poseyó como maestro en el período de once años (1525-1536). Reside en el colegio de Santa Bárbara, patrocinado por el Rey de Portugal. Se gradúa en Letras, es licenciado en Filosofía y hace los estudios teológicos hasta el año 1536 con la salsa de luchas intelectuales avivadas por el protestantismo naciente que encontró una de sus principales barreras en la universidad de París.




                El contacto con estudiantes como el saboyano Cornelio Fabro y el valenciano Juan de la Peña produce un cambio de esquema en su mente, abriendo el campo de sus aspiraciones eclesiásticas terrenas a otro nivel superior en el que entra ya la aspiración a la santidad. Si se añade como colofón el trato con Iñigo de Loyola (después San Ignacio) se entiende mejor la transformación, a pesar de que la distancia en cuestiones políticas entre Ignacio y Javier fueran diametralmente opuestas.

                Hace los primeros votos en Montmartre el 15 de Agosto de 1534. Luego permanecería en Roma con el Fundador de la Compañía de Jesús, haciendo unos meses de secretario. Recibe la ordenación sacerdotal en Venecia, el año 1537 y destaca por su afán de santidad y disponibilidad para el apostolado.

                Un día, el embajador lusitano, Pedro Mascareñas, llega a Roma buscando al grupo de seguidores de San Ignacio para colmar las aspiraciones del Rey de Portugal, Don Juan III, quien tiene en ese momento proyectos de atender, consolidar y extender el Evangelio en sus posesiones de Ultramar, tanto en las Indias como en Brasil.

                Como el Papa Paulo III acepta el plan y lo apoya, no hay mucho más que hablar. San Francisco Javier pasa un año en Portugal para familiarizarse con la lengua y las costumbres, sin que pase desapercibida su presencia y trabajo en la Corte, logrando por méritos propios la confianza del Rey y sus Ministros.

                Al embarcar para Goa lleva amplísimas facultades que le facilitarán la realización de su labor sin trabas; es Legado Papal y Nuncio por breves pontificios expedidos en la Curia y lleva, además, el encargo oficioso del Rey para poner orden y concierto en los asentamientos ya instalados.

                Parte en 1542; después del gran éxito en Goa durante cinco meses, extendió su labor al sur de la India y a Ceilán (hoy Sri Lanka), donde convirtió a decenas de miles de personas; también en Malabar, Travancor, y Meliapur. 

               En 1545 Malaca verá su figura enseñando el catecismo predicando por todos sitios; buen púlpito serán las plazas y las calles. Misionero sin límites geográficos irá a las islas Amboino, Cerán, Ternate, Tidoro y las islas del Moro. No lo tendrá fácil -a pesar de sus papeles y credenciales- con las dificultades y obstáculos que le ponen los mercaderes en Ceilán. No siempre y todo es llegar a gentes nuevas; a veces regresa y visita las comunidades primeras, compone catecismos, reagrupa a los cristianos, hace lo que puede para organizarlos y dejarlos preparados para que los pueda atender el clero que viene detrás. 

               Es el primer misionero del Japón, cuando pisa Kagoshima en Agosto del 1549, acompañado de otro jesuita y un hermano lego; después de aprender japonés durante un año, la táctica es la misma, predicación sencilla del evangelio con paciencia y caridad. En 1551, cuando abandonó Japón, había fundado una pujante comunidad cristiana. A veces hubo bautismos en masa, porque su impaciencia divina provoca una conmoción espiritual. Le llegó el nombramiento de Provincial cuando estaba en estas lides evangelizadoras.

               Embarcado para Sancian (Shuangzhong), le animaba la esperanza de llegar a la China, pero el Señor le llamó en 1552. Su cuerpo incorrupto se conserva en Goa, en la iglesia del Buen Jesús.

               Fue canonizado por el Papa Gregorio XV en 1622 junto a San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Isidro Labrador y San Felipe Neri.

               En 1748 es nombrado Patrono de todas las tierras al este del cabo de Buena Esperanza. En 1904 es nombrado Patrono de la Obra de la Propagación de la Fe. En 1927 el Papa Pío XI le nombra Patrono de las Misiones junto a santa Teresita del Niño Jesús.

               En 1952 el Papa Pío XII lo proclama Patrono del Turismo. Es también Patrono de la Rama Caminantes dentro del Movimiento Scout católico. Es además Copatrón de Navarra junto con San Fermín de Amiens y Santa María la Real. 


NOVENA DE LA GRACIA
por intercesión de San Francisco Javier


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ORIGEN DE ESTA DEVOCIÓN

                Con ocasión de adornar un altar en Nápoles para una fiesta de la Inmaculada Concepción en 1633, cayó desde los andamios un martillo de dos libras de peso que hirió mortalmente al Padre Marcelo Mastrilli, de la Compañía de Jesús, destrozándole la sien derecha. De día en día llego a agravarse tanto su enfermedad, que iban a darle ya la Extremaunción, pues era imposible administrarle el Viático, por no poder el enfermo ni tomar una gota de agua. Pero cuando estaban pensando en esto, he aquí que el Padre Mastrilli se levanta sano y bueno... La herida había desaparecido, la cicatriz no se notaba, el Padre se sentía restablecido de repente. Bien temprano celebró su misa y dio la comunión a muchas personas que concurrieron a ver este prodigio.




                 Subió en seguida al púlpito, y por su propia voz explico al pueblo de Nápoles el secreto. Viéndose herido y sin esperanza de vida, había hecho voto en honor de San Francisco Javier de ir a las Misiones de Indias, si le concedía la salud. La noche última se le había aparecido el Santo animándole a cumplir su voto y recibir el martirio en el Japón (como así sucedió). El Padre Mastrilli prometió la especial ayuda del Santo a cuantos le invoquen y también recomendó hacerle una Novena.

                Más tarde, el Padre Alejandro Filipucci, también curado por el Santo en 1658, compuso la Novena y fijó como fecha para su realización del 4 al 12 de Marzo (aniversario de su canonización), aunque puede hacerse en cualquier época del año. Desde entonces esta devoción se ha divulgado rápidamente por todas partes. Se la conoce con el nombre de Novena de la Gracia "por su grande y comprobada eficacia en las necesidades de la vida presente" (San Pío X).




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