sábado, 13 de abril de 2019

NADA QUE TEMER Y POR NADA DESESPERAR CON ELLA COMO GUÍA


              "...cuando llegó la última hora del Hijo, estaba en pie junto a la Cruz de Jesús, Su Madre, no limitándose a contemplar el cruel espectáculo, sino gozándose de que Su Unigénito se inmolara para la salvación del género humano, y tanto se compadeció que, si hubiera sido posible, Ella misma habría soportado gustosísima todos los tormentos que padeció Su Hijo.

              Y por esta comunión de Voluntad y de Dolores entre María y Cristo, Ella mereció convertirse con toda dignidad en Reparadora del orbe perdido, y por tanto en Dispensadora de todos los bienes que Jesús nos ganó con Su Muerte y con Su Sangre.




              ...por esa comunión, de la que ya hemos hablado, de dolores y bienes de la Madre con el Hijo, se le ha concedido a la Virgen augusta ser poderosísima Mediadora y Conciliadora de todo el orbe de la tierra ante Su Hijo Unigénito...

              Cristo está sentado a la derecha de la Majestad en los Cielos; María a su vez está como Reina a Su derecha, Refugio segurísimo de todos los que están en peligro y fidelísima Auxiliadora, de modo que nada hay que temer y por nada desesperar con Ella como Guía, bajo Su auspicio, con Ella como propiciadora y Protectora."


Papa San Pío X, "Ad Diem Illud Laetissimum", sobre la Devoción a la Madre de Dios




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