lunes, 3 de junio de 2019

EL PURGATORIO: ¿un invento católico?


LA DOCTRINA DE SIEMPRE

               La Santa Iglesia Católica, fiel a las Enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, nos ha enseñado a rezar por el alma de los Difuntos, para que libres de culpa, lleguen a la Gloria Eterna, a la Visión de Dios. La Iglesia siempre ha mostrado la Doctrina del Purgatorio como pago a través de castigo temporal por los pecados veniales, debidos y no satisfechos, al momento de la muerte.

               La existencia del Bendito Purgatorio fue negada y pervertida por muchos herejes, como Basílides (siglo II), Erio (s. IV), los flagelantes, albigenses, cátaros y valdenses (durante los siglos XII y XIII), los primeros protestantes (s. XVI); y hoy en día, sigue siendo objeto de contestación, no sólo entre los no católicos, sino incluso entre algunos que dicen serlo... llevados, probablemente por una falsa idea del mismo, por falta de formación sólida. Esto no deja de tener su importancia, porque si la Doctrina del Purgatorio fue negada desde los primeros siglos, también hay que destacar que también fue enseñada desde los primeros siglos.




              Para los católicos, es de Fe definida (de obligada creencia para permanecer en la Comunión de la Iglesia) la existencia del Bendito Purgatorio; existen numerosos documentos, siendo fundamentales las definiciones de los Concilios de Florencia y de Trento. Este último dice en su Decreto sobre el Purgatorio (año 1563): “Habiendo la Iglesia Católica, instruida por el Espíritu Santo, según la doctrina de la Sagrada Escritura y de la antigua Tradición de los Padres, enseñado en los Sagrados Concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay Purgatorio; y que las almas detenidas en él reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable Sacrificio de la Misa; manda el Santo Concilio a los Obispos que cuiden con suma diligencia que la sana Doctrina del Purgatorio, recibida de los Santos Padres y Sagrados Concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos”.

EL PURGATORIO EN LA SAGRADA ESCRITURA

               La realidad del Purgatorio se encuentra claramente expresada en la Sagrada Escritura, aunque falte el término "Purgatorio, que se adoptó con el tiempo. Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, tenemos el lugar tradicional del Segundo Libro de los Macabeos: cuando Judas Macabeo advierte que sus soldados caídos en combate tenían entre sus ropas algunos objetos idolátricos saqueados en el pillaje de Jamnia, envía a Jerusalén una importante suma de dinero destinada a ofrecer sacrificios por los muertos; y explica el libro: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (II Libro de los Macabeos, cap. 12, vers. 46). Tan claro es este texto que Lutero, dándose cuenta que con él se venía abajo su enseñanza de que la Biblia no habla del Purgatorio, negó el carácter canónico de este libro.

               En el Nuevo Testamento hay alusiones de diverso valor probativo. Las más interesantes son:

          1º) "Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro" (Evangelio de San Mateo, cap. 12, vers. 32). Esta expresión ni en el otro, deja claramente entender que hay otra clase de pecados que se perdonan, al menos, en la otra vida. Esto no puede entenderse, evidentemente, ni del Cielo ni del infierno; por tanto, se postula un lugar distinto, donde este perdón pueda tener efecto. Negar esto es hacer inútiles las palabras de Cristo, como dice San Agustín: “no podría decirse con entera verdad que algunos pecados no se perdonan ni en este mundo ni en el futuro, si no hubiera otros que pudieran perdonarse, ya que no en éste, por lo menos en el otro”.

          2º) "Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego" (1 Carta a los Corintios, cap. 3, vers. 10-15). Éste es lugar clásico del Nuevo Testamento que han invocado los Santos Padres y muchos teólogos para afirmar la existencia del Purgatorio. Habla aquí San Pablo, de los predicadores de la iglesia de Corinto; unos prudentes que edifican a los fieles sobre el fundamento que es Cristo; otros, cuyas doctrinas no se fundamentan en Cristo. De éstos dice San Pablo que su obra perecerá, pero ellos salvarán la vida pasando, primero, por el fuego. Explica el Padre Bover: “bajo estas imágenes habla San Pablo de castigos escatológicos y temporales sufridos por faltas no graves... No serán castigos de esta vida terrena, sino castigos impuestos por Dios en el día del Señor, previo al juicio divino, que dará a cada uno según sus obras. De estas afirmaciones de San Pablo se desprende una conclusión: ...después de esta vida terrena, se dan castigos temporales impuestos por faltas no graves. Los castigos escatológicos de que habla el Apóstol no son, ciertamente, el Purgatorio; pero de lo que él afirma, ¿no podemos nosotros colegir lógicamente la existencia del Purgatorio?”. Y luego de seguir analizando el texto, concluye el insigne exegeta: “De las afirmaciones de San Pablo, se deduce lógicamente la existencia del Purgatorio”. (1)




CREER EN EL PURGATORIO Y ALIVIAR SUS PENAS

               De aquí que la Tradición Católica haya sido siempre unánime al respecto, y así, por ejemplo, decía San Gregorio Magno: "Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro. En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro”. San Cesáreo de Arlés escribió: “Si no damos gracias a Dios en la tribulación ni procuramos redimir los pecados con buenas obras, seremos retenidos en aquel fuego purificador, hasta que todos los pecados leves, a modo de madera, heno, paja, queden consumidos”. Se podrían citar muchos otros testimonios.

               La Tradición predica también esta verdad del Purgatorio, con la piadosa práctica de ofrecer sufragios por los difuntos . Como enseña el Catecismo de San Pío X "podemos aliviar
a las Almas del Purgatorio aplicándoles en sufragio Misas, limosnas, indulgencias y otras buenas obras." (2)

               En este Mes, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, no olvidemos a nuestras hermanas las Almas del Purgatorio, especialmente, aquellas que en su vida terrenal fueron más devotas de ese Santísimo Corazón; recemos también por las que nadie reza, por las que llevan siglos abandonadas, purgando sin cesar porque no tienen el recuerdo de una oración por su descanso. Ten hoy esa caridad para con Ellas y alivia su tormento purificador con el rezo del Santo Rosario y si puedes, asistiendo con devoción a la Santa Misa, para ofrecer el Sacrificio del Calvario y tu Comunión por tantas almas como fueron frías e indiferentes en su vida espiritual y ahora, por ese motivo, padecen en el Purgatorio.


NOTAS ACLARATORIAS:

          1) El Padre José María Valente Bover (1877-1954), fue un Teólogo y escriturista español. Jesuita desde 1895, fue ordenado sacerdote en 1910. Profesor de Sagrada Escritura. Autor de una "Teología de San Pablo" y, en colaboración con Francisco Cantera Burgos, de una versión castellana de la Biblia.

          2) Catecismo de San Pío X, Capítulo X, apartado 5º.



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