sábado, 20 de julio de 2019

NUESTRO PADRE SAN ELÍAS, Místico Fundador del Carmelo





               "Elías, aunque no sea él quien les haya dado una Regla escrita, con todo ha sido el ejemplo y el modelo de la santa vida de los Carmelitas". Así escribió el célebre humanista benedictino, el Abad Juan Tritemio (+1516).

               A esta afirmación de un extraño a la Orden baste añadir un hecho: entre las estatuas de los Fundadores de las Órdenes Religiosas que aparecen en la Basílica de San Pedro en Roma, está también la magnífica e impresionante talla del Profeta San Elías, con la siguiente inscripción, mandada a escribir por el mismo Papa Benedicto XIII en 1725: "Universus Ordo Carmelitarum Fundatori suo Santo Eliae Prophetae erexit 1725. (La Orden entera de los Carmelitas, a su Santo Fundador, San Elías, Profeta, la erigió el año 1725").

              El entonces Procurador General de la Orden, Eliseo Monsignani, lleno de alegría, cursó a los Provinciales esta comunicación: "Ha llegado el tiempo en que, aun cuando los Carmelitas callen, las piedras y los mármoles hablarán y dirán que el profeta Elías es el Padre y Fundador de los Carmelitas".

               El historiador de la primera mitad del siglo XIII, Jaime de Vitry, dice: "A ejemplo e imitación del santo y solitario varón Elías Profeta, muchos anacoretas se retiraron en el Monte Carmelo..."

               En virtud de esta Tradición y de esta historia del patriarcado eliano, los carmelitas deben procurar ajustar su vida a la de él. Fue éste el testamento que según la tradición dejó San Brocardo, Superior General del Carmelo, a los moradores de aquella Santa Montaña antes de expirar: "Ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la Bienaventurada Virgen María y de nuestro Fundador, el Santo Profeta Elías".

               San Elías ha de ser para los Carmelitas el espejo en el que a diario deben mirarse; así lo afirma el Beato Juan Soreth (+1471) en su Exposición de la Regla Carmelita: "Nosotros somos los Hijos de los Profetas, no según la carne, sino por la imitación de sus obras. El Redentor decía a los judíos que se gloriaban de proceder del Patriarca Abrahán: "Haced las obras de Abrahán". Así hoy se debe decir a los carmelitas: "Haced las obras de Elías".



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