miércoles, 29 de enero de 2020

SAN FRANCISCO DE SALES, Obispo, Fundador y Doctor de la Iglesia


Breve síntesis biográfica del Santo Fundador de la Orden de la Visitación

                Nació el 22 de Agosto de 1567 en el Castillo de Thorens, Ginebra, en el seno de una Noble familia de Saboya. A los catorce años fue enviado a París, en donde fue discípulo de los jesuitas durante siete años. Después estudió jurisprudencia en Padua, doctorándose en Derecho en 1592. 

                 Entregado a una vida de ardiente piedad, en 1586 sufrió una terrible tentación de desesperación al pensar que estaba destinado a manifestar eternamente la Justicia de Dios en el infierno. Recobrada la tranquilidad por intercesión de la Virgen María, abandonó el brillante porvenir humano que le esperaba y se hizo sacerdote. 

                 Sus primeros años de sacerdocio (1593-98) los dedicó preferentemente a la evangelización de la provincia de Chablais, que había sido arrastrada por el protestantismo, y que logró, tras grandes esfuerzos, recuperar para el catolicismo. En 1599 fue nombrado coadjutor del Obispo de Ginebra (Annecy), monseñor de Gránier, y poco después le sucedió como obispo de la diócesis. Es admirable la actividad que desplegó como obispo. Es él uno de los más insignes representantes de la maravillosa reforma pastoral que se llevó a cabo en la Francia de su época. 




                 Dios puso en su camino a un alma de talla excepcional: Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal. Ambos fundaron el 6 de Junio de 1610 la Congregación de la Visitación para hacer accesible la vida religiosa a quienes por su salud, su educación o sus compromisos en el mundo no tenían acceso a las formas hasta entonces existentes. No cabe un conocimiento más profundo de la psicología humana —y en concreto de la femenina— que la de las constituciones visitandinas. 

                Sin austeridades espectaculares, se logra deshacer por completo la propia voluntad y sumergir al alma en un ambiente de caridad, de amor de Dios, de continua oración y mortificación. La máxima favorita del Santo, que procuró inculcar a sus hijas, era: «No pedir nada, no rehusar nada, a ejemplo del Niño Jesús en la cu-na». Después de un viaje a París —donde conoció a San Vicente de Paúl, a quien confió el cuidado espiritual del recién creado monasterio de la Visitación— Turín y Avignon, llegó a Lyón, donde pocos días después, el 28 de Diciembre de 1622, murió santamente. 

               Tenemos otras obras maestras que brotaron de su pluma. Así, por ejemplo, el soberbio tratado de Teología, modelo acabado de controversia dogmática, digno de quien hoy ostenta el título de Doctor de la Iglesia: el primer título del Codex Fabrianus. San Francisco de Sales escribió el espléndido Tratado del amor de Dios. Y sobre todo contamos con la maravillosa colección de sus cartas. Escribió sin cansarse, a gentes de toda clase, de cualquier condición y cultura. En ellas brilla de manera maravillosa el celo pastoral, el profundo conocimiento de la psicología humana, la caridad sin límites del santo.

                Sus restos mortales fueron trasladados al Monasterio de la Visitación de Annecy, donde se veneran todavía junto a los de Santa Juana de Chantal. San Francisco de Sales fue Beatificado por Alejandro VII en 1661, Canonizado por el mismo Papa en 1665, que fijó su celebración para el 29 de Enero y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX, el 16 de Noviembre de 1877. Ha sido declarado también Patrono de los periodistas católicos por el Papa Pío XI en 1923.






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