jueves, 16 de enero de 2020

VISITAS DE AMOR AL SANTÍSIMO SACRAMENTO. VISITA SEGUNDA. Por San Alfonso María de Ligorio


          Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás día y noche en este Santo Sacramento, lleno de Amor y de Piedad, esperando, llamando y recibiendo a todos los que te vienen a visitar, creo que estás presente en este Sacramento; te adoro desde el abismo de mi nada, y te doy gracias por tantos beneficios como me has hecho, especialmente por haberme dado en ese Sacramento Tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y por haberme concedido por Abogada a Tu Santísima Madre, la Virgen María, y haberme ahora llamado a visitarte en este Lugar Santo. 





          Adoro Tu Amantísimo Corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta preciosa dádiva; el segundo para desagraviarte por todos los ultrajes que recibes en este Sacramento, y el tercero, porque deseo en esta visita adorarte en todos los lugares de la tierra, donde estás Sacramentado con menos culto y más olvido.

         ¡Jesús mío! Te amo con todo mi corazón; me pesa de haber ofendido tantas veces Tu Infinita Bondad; propongo ayudado de tu gracia, enmendarme en lo venidero, y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Ti, y pongo en Tus divinas manos mi voluntad, afectos y todo cuanto soy y puedo.

          En adelante, haz de mí y de todas mis cosas lo que te agrade. No te pido y no quiero más que Tu Santo Amor, la perseverancia final y el cumplimiento perfecto de Tu Santísima Voluntad.

          Te recomiendo las Almas del Purgatorio, y en particular las más devotas del Santísimo Sacramento y de la Santísima Virgen María. También te ruego por los pobres pecadores. En fin, Salvador mío y mi bien, yo uno todos mis afectos a los de Tu Corazón Amantísimo, y así reunidos los ofrezco a Tu Eterno Padre, pidiéndole por Tu Amor y en Tu Nombre, se digne aceptarlos y oírlos. Amén. (1)


SÚPLICA A JESÚS OCULTO EN EL SAGRARIO

          Si hacemos la Visita a Jesús Sacramentado en compañía, uno dirigirá la primera parte de las oraciones y los otros la segunda, alternando, siendo I (inicio) y R (respuesta)

          - I     Soberano Señor Sacramentado  

          - R    Sea por siempre bendito y alabado


A continuación se reza un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria 


Esta fórmula se repite tres veces -en Honor a la Santísima Trinidad- 
o bien, si se quiere emplear más tiempo, un total de cinco 
-para honrar a la vez las Santas Llagas de Nuestro Señor.


MEDITACIÓN SEGUNDA


             Dice el devoto Padre Nieremberg, que siendo el pan alimento que se consume comiéndole y se conserva guardándole, quiso Jesucristo quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no sólo para ser consumido al unirse por medio de la Santa Comunión con las almas de los que le aman, sino también para ser conservado en el Sagrario, y hacerse presente a nosotros, recordándonos así el amor que nos tiene. 

              San Pablo dice: Se anonadó a sí mismo tomando forma de siervo. Mas ¿qué diremos ahora viéndole tomar forma de pan? Ninguna lengua es bastante, dice San Pedro de Alcántara, para declarar la grandeza del amor que tiene Jesús a cualquier alma que está en gracia; y por eso, queriendo este dulcísimo esposo partir de esta vida, a fin de que su ausencia no nos fuese ocasión de olvido, nos dejó por recuerdo este Santísimo Sacramento, en el cual Él mismo se quedaba; no queriendo que entre Él y nosotros hubiese otra prenda para mantener despierta la memoria. 

               Pues, ¡oh Jesús mío!, ya que estás en el Sagrario para oír las súplicas de los miserables que acuden a pedirte audiencia, oye ahora el ruego que te dirige el pecador más ingrato que vive entre los hombre. Arrepentido vengo a Tus plantas, conociendo el mal que hice en disgustarte; y primeramente te pido me perdones todos mis pecados. ¡Ah, Dios mío; quién nunca te hubiera ofendido! Pero ¿sabes lo que además anhelo?...Habiendo conocido Tu suma habilidad, enamorado estoy de Ti, y siento grandísimo deseo de amarte y complacerte; mas si Tú no me ayudas, no tengo fuerza para ejecutarlo. 

               Da a conocer, ¡oh gran Señor!, a toda la Corte del Cielo, Tu Sumo Poder y Bondad inmensa, convirtiendo a un rebelde miserable, como soy yo, en un verdadero amante Tuyo. Tu puedes y quieres hacerlo. Suple todo lo que me falta, a fin de que llegue a amarte mucho, o, a lo menos, tanto cuanto te tengo ofendido. Te amo, Jesús, sobre todas las cosas; te amo más que a mi vida, Dios mío, amor mío y mi todo.




                      Reina en mí Tu solo, amado Redentor mío; toma sólo Tú, posesión de todo mi ser; y si alguna vez no te obedezco perfectamente, castígame con rigor, para que en adelante sea más diligente en complacerte como Tú quieres. Haz que nada desee, ni busque otro deleite que agradarte a Ti, visitarte con frecuencia en Tus altares, conversar contigo y recibirte en la Santa Comunión. 

               Busque quien quisiere otros bienes, que yo no quiero ni deseo otra cosa que el tesoro de Tu Santo Amor. Éste solamente quiero pedirte al pie del altar. Haz que me olvide de mí para acordarme únicamente de Tu Bondad. 

              Serafines Bienaventurados, no os envidio vuestra gloria, sino el amor que tenéis a vuestro Dios y Dios mío. Enseñadme, pues, lo que he de hacer para amarle siempre y cada día con más fervor.



Oración a María Santísima

          Inmaculada Virgen y Madre mía, María Santísima! A Ti, que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza y el Refugio de los pecadores, recurro en este día yo, que soy el más miserable de todos. Te venero, oh gran Reina, y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que de los demás seas también amada.

              En Ti pongo todas mis esperanzas, toda mi salvación. Oh, Madre de misericordia, acéptame por Tu siervo, y acógeme bajo Tu manto. Y ya que eres tan poderosa para con Dios, líbrame de todas las tentaciones o, al menos, alcánzame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo, y de Ti espero la gracia de una buena muerte.

             ¡Oh, Madre mía! Por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes; pero mucho más en el último instante de mi vida. No me desampares, mientras no me veas salvo en el Cielo, bendiciéndote y cantando Tus misericordias por toda la Eternidad. Amén. Así lo espero, así sea.



Oración a San José

               Acuérdate, purísimo Esposo de la Santísima Virgen María, dulce protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Tu protección y reclamando Tu auxilio, haya quedado sin consuelo. Con esta confianza vengo a Tu presencia y me encomiendo fervorosamente a Ti. No desprecies mi súplica, ¡oh Padre Adoptivo del Redentor!, antes bien, acógela benignamente. Amén.



NOTAS ACLARATORIAS


              1- Si se reza esta oración delante del Santísimo Sacramento podemos ganar una Indulgencia de 5 años cada vez. Plenaria, una vez al mes, si la hemos rezado todos los días, confesando y comulgando y rogando por las intenciones de la Santa Madre Iglesia (Penitenciaria Apostólica, 25 de Febrero de 1933)




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