“Dios Padre dio al mundo su Unigénito solamente por medio de María. Por más suspiros que exhalaron los patriarcas, por más ruegos que hicieron los profetas y los santos de la antigua ley durante cuatro mil años para poseer este tesoro, sólo María lo mereció y halló gracia delante de Dios por la fuerza de sus suplicas y la alteza de sus virtudes. Como el mundo, dice San Agustín, era indigno de recibir al Hijo de Dios inmediatamente de manos del Padre, se lo entregó a María para que el mundo lo recibiese por Ella.
Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María.
Dios Espíritu Santo formó a Jesucristo en María; pero después de haberle pedido a Ella su consentimiento por medio de uno de los principales ministros de su corte.”
(San Luis María Grignión de Montfort)
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