LUNES, OREMOS POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
María Simma, vidente de las Ánimas del Purgatorio, nos cuenta este hecho real:
Una vez me visitó un campesino quejándose: “Estoy construyendo un establo. Cada vez que levanto la pared hasta cierta altura, se cae al otro lado. Hemos averiguado todo y no encontramos ningún defecto. Debe haber algo sobrenatural en esto. ¿Qué podemos hacer?”.
Le pregunté: “¿Hay algún difunto que tuviera algo contra ti?”. A lo que el campesino respondió: “¡Ay, sí!. Tenía yo razón al decir que podía ser únicamente él, ¡hasta enterrado no me deja en paz!.”
Entonces, con calma y dulzura le expliqué: “Lo que busca es que lo perdones, nada más”. El campesino, indignado por lo que le estaba exponiendo, me dijo: “¿Qué le perdone, al que tantas injusticias me hizo en su vida?, ¿para que pueda ir al Cielo?. No señor: tiene que expiar sus pecados.”
Intenté calmarlo: “No irá al Cielo inmediatamente, tendrá que expiar sus pecados y sufrirá muchísimo, pero soportará con más facilidad su castiga si tu le perdonas. No te dejará en paz hasta que lo perdones de todo corazón”.
Pero el buen campesino, que estaba muy dolido por todo lo que había tenido que padecer a causa de aquél hombre, ahora difunto, no quiso ni oírme. A pesar de todo, le pregunté: “¿Por qué entonces rezas el Padrenuestro y dices perdona nuestra deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores?. En realidad tu dices a Dios: no me perdones, como yo tampoco perdono a mi prójimo”. El campesino, emocionado me contestó: “Ahora sí que lo comprendo”.
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