lunes, 29 de agosto de 2011
CON DIOS A SOLAS ( VI ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
-Debo negarme a mí mismo-
Como en Adán fue desordenada soberbia y tentación aquél “seréis como dioses” que le dijo la serpiente, porque engendró en él ansia de independencia y altanería y desobedeció a Dios, quiere mi Padre Celestial que este anhelo de vivir vida divina, que Él me manda tener, engendre en mí ansia y sed no independizarme, sino de entregarme en sus manos, de ofrecerme humilde y en absoluto a su voluntad; ansia y sed de hacer desaparecer el yo, con todo mi amor propio y mi miseria para unirme rendidamente a Dios y hacerme uno con Su Voluntad, y de este modo triunfa la gracia y toma Dios posesión de mí, comunicándome Su Vida.
Debo negarme a mí mismo para poder llegar a recibir de la mano de Dios Su prometida vida, que es gracia y santidad, que es amor de Dios y gozo en Dios.
He venido al mundo, llamado por Dios, a vivir a Dios y en Dios. ¡Qué verdad más deslumbrante, más bella y encantadora!.
EL PURGATORIO Y EL LIMBO, DOCTRINA TRADICIONAL
Va al purgatorio el que muere en gracia de Dios y tiene alguna deuda de pena.
Esta deuda de pena puede ser:
1º- Por pecados veniales; y
2º- Por no haber hecho la debida penitencia de los pecados mortales, perdonados en cuanto a la culpa y pena eterna.
Con la confesión bien hecha se perdonan siempre las culpas graves y la pena eterna, pero no siempre queda perdonada toda la pena temporal.
Dios, al perdonar el pecado mortal, ordinariamente conmuta la pena eterna en una pena temporal.
Esta pena temporal debe pagarse en esta vida o en el purgatorio.
En esta vida se paga haciendo obras buenas, especialmente cumpliendo la penitencia impuesta por el confesor.
El purgatorio es un lugar de expiación temporal.
Las almas del purgatorio, cuando han satisfecho del todo por sus pecados, van al cielo.
Dios, infinitamente justo, ninguna obra buena o mala deja sin premio o castigo, aunque se trate de cosas pequeñas.
Los que mueren con solos pecados veniales no merecen el infierno, ni pueden ir al cielo, porque nada manchado puede entrar en él.
Debe, pues, existir un lugar para que las almas se purifiquen antes de entrar en el cielo.
En el purgatorio se padece la privación de la vista de Dios, el tormento del fuego y otras penas.
El mayor dolor de las benditas Ánimas es no poder ver a Dios y pensar que, siendo El infinitamente bueno, le han ofendido.
Las Almas benditas, al verse manchados con el pecado, con gusto se sumergen en aquellas llamas, y aun quisieran fueran más ardientes para purificarse más pronto.
Aprendamos de las benditas Ánimas a aborrecer el pecado, aún leve, sobre todo mal.
Los sufragios
Podemos socorrer a las benditas Ánimas, y aún librarlas del purgatorio, con oraciones, indulgencias, limosnas y otras buenas obras, y, sobre todo, con la Santa Misa.
Se llaman Sufragios las obras buenas que se hacen a favor de las benditas Animas del purgatorio.
Los sufragios son sólo a manera de súplicas, que la divina justicia acepta en la medida que cree conveniente.
Por esto un alma no siempre obtiene infaliblemente todos lo efectos de los sufragios aplicados a ella especialmente.
La Santa Iglesia aprueba que se repitan los sufragios para un mismo difunto.
Hacen muy mal los que no se acuerdan de aliviar con sufragios a las almas de los difuntos.
Algunos sólo procuran que el entierro sea muy suntuoso, y nada o muy poco hacen para el alivio del alma.
El dogma de los sufragios es motivo de alegría, no sólo para los ricos, sino también para los pobres.
Los ricos hacen muy bien en ordenar sufragios; éstos les abreviarán mucho las penas en el purgatorio.
Los pobres tienen una madre tiernísima, que es la Santa Iglesia, la cual ruega especialmente por ellos, que son sus hijos queridísimos.
La devoción a las benditas Animas del purgatorio es utilísima, porque hace practicar muchas obras buenas, causa grande gozo en el cielo y ayuda en gran manera a conseguir la salvación de quien practica esta devoción.
El voto de Animas consiste en ceder para siempre a favor de las benditas Ánimas del purgatorio, toda la parte satisfactoria de nuestras buenas obras, y todos los sufragios que otros hicieren por nosotros.
Seamos, pues, muy devotos de las benditas Animas del purgatorio.
Procuremos socorrerlas, oyendo Misa y comulgando muy a menudo, aun diariamente, si nos es posible; recemos el Santo Rosario, el Via Crucis, etc.
Esta es devoción buena y práctica, con la cual libraremos a muchas almas del purgatorio y las haremos entrar en el cielo.
Limbo de los niños.
Va al limbo de los niños el que muere con el solo pecado original.
El que muere antes del uso de razón sin el bautismo, muere con el solo pecado original.
En el limbo no se sufre nada; se goza la felicidad natural.
Dios hizo, pues, un gran beneficio a los que están en el limbo, dándoles la existencia; podría haberles dejado en la nada de donde los sacó
. Los que mueren después del uso de razón van al cielo o la infierno, según que hayan o no cumplido la ley de Dios.
domingo, 28 de agosto de 2011
ESCLAVITUD MARIANA: CONFIGURACIÓN PLENA CON NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Por tanto, tienes que encontrar de verdad, a la Excelsa Madre de Dios para hallar la abundancia de todas las gracias. Como nos recuerda Santo Tomás, Dios no se comunica de ordinario a los hombres, en el orden de la gracia, sino por medio de la Virgen María.
Así, para llegar hasta Dios y unirse a Él, es indispensable utilizar el mismo instrumento escogido por Él para descender hasta nosotros, hacerse hombre y comunicarnos sus gracias. Esto se realiza mediante una verdadera devoción a la Santa Virgen María.
Mediante la ESCLAVITUD MARIANA, obtenemos la perfecta consagración a la Virgen Madre de Dios; esta perfecta consagración coincide con la finalidad misma de la vida cristiana: nuestra PERFECTA CONFIGURACIÓN CON JESUCRISTO.
La ESCLAVITUD MARIANA que nos enseña San Luis Mª. Grignión de Montfort, se refiere a una esclavitud de amor y voluntad. Con esta debemos consagrarnos a Dios por María, del modo más perfecto que una criatura puede entregarse a su Creador.
Date cuenta además, que hay mucha diferencia entre “criado” y “esclavo”. El criado es libre de abandonar a su señor y sólo se compromete con él por tiempo determinado; mientras que el esclavo se compromete con su señor por tiempo completo y para siempre. El criado no concede a su señor derecho de vida y muerte sobre su persona; el esclavo se entrega totalmente a su amo, de suerte que éste podría hacerle morir sin que le inquiete la justicia.
¡Feliz, una y mil veces, el que, después de haber sacudido en el bautismo la tiránica esclavitud del demonio, se consagra a Jesús por María, como esclavo de amor!
(San Luis Mª. Grignión de Montfort)
jueves, 25 de agosto de 2011
VENTAJAS DE LA COMUNIÓN FRECUENTE
SON TRES LAS PRINCIPALES VENTAJAS DE LA COMUNIÓN FRECUENTE:
1º Asegurar la salvación del alma.
2º Ganar grandes premios para el cielo.
3º Satisfacer, del todo o en parte, por las penas temporales debidas por los pecados, y aliviar mucho a las Benditas Ánimas del Purgatorio.
Primera ventaja: Asegurar la salvación del alma.
Quien comulga con frecuencia, vive habitualmente en gracia de Dios; pues difícilmente comete pecado mortal, y si alguna vez tiene la desgracia de cometerlo, se reconcilia pronto con Dios.
Nuestro Señor Jesucristo dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna”.
Por consiguiente, cuanto más a menudo se comulgue, tanto más segura se tiene la vida eterna, esto es, la salvación del alma.
Esta sola ventaja debiera bastar para animarnos a comulgar todo lo más a menudo posible.
No estamos en este mundo para otra cosa que para salvar nuestra alma.
Segunda ventaja: Ganar grandes premios para el cielo.
Dios nos concede la vida presente para que ganemos méritos y premios para la eternidad.
Todas las obras buenas son agradables a Dios; pero consideradas en sí mismas, unas son de mucho más valor que otras.
Como el diamante entre las piedras preciosas es la comunión entre las obras buenas.
Lo que ahora sembramos, después cosecharemos.
Cada vez que comulgamos ganamos un tesoro más precioso que todo el oro del mundo.
Los hombres mundanos buscan con mucha diligencia las riquezas de la tierra, que valen muy poco y pronto se han de acabar.
Con más razón nosotros debemos buscar las riquezas del cielo, que son de un valor infinito y para siempre han de durar.
Muchos envidian la suerte de los ricos millonarios y archimillonarios y quisieran poseer una fortuna igual.
Pues ¡están equivocados!
Los verdaderamente ricos y felices son los cristianos fervorosos que oyen Misa y comulgan diariamente.
Esta es la suerte que hemos de envidiar sanamente y procurar hacer lo posible para alcanzarla.
Tercera ventaja: Satisfacer por las penas temporales debidas por los pecados, y aliviar mucho a las Benditas Animas del Purgatorio.
Enfermedades, reveses de fortuna, y otras desgracias en esta vida, y el purgatorio en la otra, son las penas temporales que nos pueden sobrevenir por los pecados veniales, y aun por los mortales perdonados en cuanto a la culpa y pena eterna, pero de los cuales no se ha hecho la debida penitencia.
Hemos de temer mucho más las penas del purgatorio que las de este mundo.
¡Cuánto se sufre en el purgatorio!... se merece por faltas muy pequeñas, ¡y cometemos tantas!...
Para satisfacer mucho y con poso trabajo por estas penas temporales y aliviar a las Benditas Animas del Purgatorio, el gran medio es oír Misa y comulgar todos los días, o lo más frecuentemente posible.
Al asistir al Santo Sacrificio de la Misa, examina tu conciencia: si no tienes pecado mortal y estás en ayunas, procura comulgar. Si estás en pecado mortal, confiésate y acércate también a la sagrada comunión.
¡Ojalá amásemos tanto al Divino Redentor que procuráramos recibirle todos los días sacramentalmente; y, cuando esto no nos fuere posible, lo supliéramos con el deseo, esto es, con la comunión espiritual!
CON DIOS A SOLAS ( V ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
-Es vida que siempre alegra y nunca sufre ocaso-
Para calmar esta sed entré en la religión y profesé en la Orden del Carmen, pues en este valle de destierro es para mí la religión la fuente escondida y cerrada donde Dios me da a beber la prometida agua suya , que es agua viva de amor de Cielo y comunica vida eterna.
Muy al contrario de lo que el mundo piensa, no vine a la religión a morir, sino a recibir vida verdadera y llenarme de vida; a que Dios ponga en mi alma su vida prometida. Muy gozoso repito mil veces las palabras del Salmo: “No moriré, sino que viviré y cantaré las grandezas del Señor”.
Lo he querido dejar todo y he abrazado mi Orden para vivir la vida verdadera, la vida de gracia y de virtud, que es vida de Dios; es vida que siempre alegra y nunca sufre ocaso. El mismo Dios que me la ha prometido quiere dármela; quiere saciarme en su casa con esta vida de amor divino y hacerme entrar en una luz sin sombras, en una vida sin desfallecimientos.
Jesús me ha dicho: Yo soy la vida y quiero dártela a ti; y me trae a su casa a que viva en Él mismo y participe de esa vida divina, cada vez más intensa, haciéndome con ella, en cierto modo, divino.
No es soberbia, Dios mío, ni presunción ni desordenado atrevimiento de este pobre corazón mío pensar de este modo y desear y esperar vivir vuestra misma vida aún en este destierro. Sería inexplicable soberbia si a mí se me hubiera ocurrido; pero me lo enseñaste Tú como Padre mío y me lo mandaste. Quiero, humilde y obediente, seguirte; quiero, rendido y fiel, ofrecerme a Tu voluntad y con ella conseguir tanta dicha.
martes, 23 de agosto de 2011
EL FALSO "APOSTOLADO DE LAS RELIQUIAS"(II)
Ya sé que varias veces os he avisado acerca del mal llamado “apostolado de las reliquias”, pero como suele pasar, aquellos que se encuentran en el error, lejos de enmendarse, no sólo se conforman con continuar sus fechorías, sino que tratan además de justificarlas como sea. Esto es un síntoma que, humanamente hablando, comporta un trastorno mental - a mí no me toca explicarlo, no soy psicólogo- que por desgracia está muy extendido: mentir y creerse la propia mentira.
- El “apostolado de las reliquias” no tiene autorización eclesiástica.-
A pesar de lo que encontramos en la página principal del blog del “apostolado de las reliquias“, ya os expuse en su momento, dos cartas muy contundentes: una del Arzobispo de Sevilla y otra nada menos que del Sr. Nuncio de España, afirmando que éste individuo, que responde al nombre de Juan José Lanza García ( que no “Jose García”, como se hace conocer ) NO TIENE AUTORIZACIÓN NI RECONOCIMIENTO ALGUNO por parte de la Santa Iglesia y que dicho “apostolado“ es “de dudosa naturaleza“; por lo tanto, esto no es más que una iniciativa privada, como la puede tener cualquiera de nosotros.
- El presunto “Nihil obstat” -
En un intento vano de agarrarse a un clavo ardiendo y frente a la evidencia de la verdad de ese “apostolado de las reliquias“, que quedó latente mediante las cartas del Arzobispo y del Nuncio (que podéis ver en el Blog de “Como ovejas sin Pastor” ), el “responsable” del dichoso “apostolado”, se ha sacado de la manga estas dos cartas*, que no son más que unas simples contestaciones a alguna pregunta planteada por escrito, al Arzobispado de Sevilla.
O yo soy tonto o el Sr. Juan José Lanza García no sabe leer. Veamos el contenido de esas “autorizaciones“: exactamente, ¿dónde le nombra el Señor Cardenal “Guardián de las Reliquias” ?, -como él presumía en su blog- ,¿en qué párrafo de las dos cartas, se le autoriza a solicitar reliquias?. Hago notar además, que en ninguna de las dos cartas, aparece el nombre del destinatario… ah claro! Si no se llama “Jose García”, sino Juan José Lanza García, el que fue condenado en Sevilla en 2005, por un delito contra la salud pública.
Ahora, ha borrado del blog toda la “historia del apostolado”, en un intento de lavar los defectos de forma y las mentiras disparatadas que en él se contenían…
Por mi parte, sólo aprecio en las cartas que abajo expongo, mucha diplomacia eclesiástica, muy común cuando un Prelado se dirige a un seglar; en cuanto a la solicitud de reliquias, se le da largas, alegando que eso queda a juicio de las Postulaciones Generales, que de ordinario se encuentran en Roma.
Seamos coherentes: ¿qué Obispo, en su sano juicio, va a conceder a un simple seglar, una autorización para solicitar y obtener reliquias de santos, tales como pequeñas partículas de hueso o carne?… es una mentira muy gorda la que Juan José Lanza García, autonombrado “Guardián de las reliquias” , pretende hacernos tragar.
También es curioso comprobar, como exhibe en su blog, un tarjetón que lleva la firma del Cardenal Carlos Amigo ( que no “ Amigó” como el “guardián de las reliquias” se empeña llamarle ) y que sólo reza “ Con mi bendición y afecto”… da risa pensar que eso es un respaldo a su “apostolado de las reliquias”; no quisiera presumir, pero de ese tipo de tarjeta, e incluso fotos dedicadas de Obispos, tengo varias decenas y eso no significa nada, es un mero acto de cortesía por parte de un Prelado cuando recibe alguna felicitación o regalo.
-Mucha prudencia con los pícaros-
Por favor, insisto, NO OS DEJÉIS ENGAÑAR por estos lobos con piel de cordero; en España abunda la picaresca y de alguna manera, ésta ha brillado con luz propia cuando se entremezclan frailes frustrados y objetos sagrados de cuantioso valor. Advertid a los vuestros y a personas piadosas, que este falso “apostolado de las reliquias”, no tiene respaldo por parte de la Autoridad Eclesiástica y que aún no se sabe muy bien, cuál es su verdadero objetivo, y sobre todo, EVITAD ENVIARLE RELIQUIAS O DONATIVOS.
lunes, 22 de agosto de 2011
LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO: EN ESPAÑOL, EN INGLÉS, EN FRANCÉS, EN ITALIANO Y EN PORTUGUÉS
SE AUTORIZA la copia y difusión de cualquiera de las siguientes imágenes, siempre apelando al buen gusto de NO trastocarlas ni usarlas
con fines lucrativos u ofensivos contra la Santa Religión.
EL PURGATORIO, ¿UN INVENTO CATÓLICO?
Carísimos Hermanos:
Hoy dedicamos nuestras humildes plegarias por la Benditas Almas del Purgatorio, ciertamente debemos rezar por ellas, aplicar Misas y rosarios por el descanso eterno de aquellos que anhelan entrar en la paz eterna de Dios, al mismo tiempo, los animo a leer este texto un tanto extenso, pero que vale la pena leer, ya que como católicos necesitamos saber los fundamentos sólidos de lo que profesamos, tanto como para defender nuestra fe, como para aumentar nuestro celo por aquellas almas olvidadas. Espero que sea para provecho de vuestras almas el texto +
¿El Purgatorio es un invento católico?
Muchos cultos evangélicos, cuestionan el purgatorio, porque según ellos solamente hay blanco o negro, no gris blanco o negro, ¿cómo uno como católico puede sustentar que existe el purgatorio y no es una imaginación de católicos?
Algunas religiones niegan la existencia del purgatorio porque entienden mal lo que la Iglesia enseña sobre el mismo, ante todo, digamos que los católicos llamamos “Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados”. La existencia del mismo ha sido negada o pervertida por muchos herejes, como Basílides (s. II), Erio (s. IV), los flagelantes, albigenses, cátaros y valdenses (durante los siglos XII y XIII), los primeros protestantes (s. XVI); y hoy en día sigue siendo objeto de contestación, no sólo entre los no católicos, sino entre algunos católicos, llevados, probablemente por una falsa idea del mismo. Esto no deja de tener su importancia, porque si la doctrina fue negada desde los primeros siglos, también hay que destacar que fue enseñada desde los primeros siglos.
Para los católicos, es de fe definida su existencia. Hay numerosos documentos, pero sobre todo son fundamentales las afirmaciones de los Concilios de Florencia y de Trento. Este último dice en su Decreto sobre el Purgatorio (año 1563): “Habiendo la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, según la doctrina de la sagrada Escritura y de la antigua tradición de los Padres, enseñado en los sagrados concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay Purgatorio; y que las almas detenidas en él reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable sacrificio de la misa; manda el santo Concilio a los Obispos que cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos”.
Pero el hecho de que sea definida por el magisterio, no significa que no tenga base bíblica. Hay que decir que la realidad del purgatorio se encuentra claramente expresada en la Escritura, aunque falte la expresión purgatorio, que se adoptó con el tiempo. Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, tenemos el lugar tradicional del segundo libro de los Macabeos: cuando Judas Macabeo advierte que sus soldados caídos en combate tenían entre sus ropas algunos objetos idolátricos saqueados en el pillaje de Jamnia, envía a Jerusalén una importante suma de dinero destinada a ofrecer sacrificios por los muertos; y explica el libro: Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado (2 Mac 12,46). Tan claro es este texto que Lutero, dándose cuenta que con él se venía abajo su enseñanza de que la Biblia no habla del purgatorio, negó el carácter canónico de este libro.
En el Nuevo Testamento hay alusiones de diverso valor probativo. Las más interesantes son:
(a) Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro (Mt 12,32). Esta expresión ni en el otro, deja claramente entender que hay otra clase de pecados que se perdonan, al menos, en la otra vida. Esto no puede entenderse, evidentemente, ni del cielo ni del infierno; por tanto, se postula un lugar distinto, donde este perdón pueda tener efecto. Negar esto es hacer inútiles las palabras de Cristo, como dice San Agustín: “no podría decirse con entera verdad que algunos pecados no se perdonan ni en este mundo ni en el futuro, si no hubiera otros que pudieran perdonarse, ya que no en éste, por lo menos en el otro”.
(b) Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego (1Co 3,10-15). Éste es lugar clásico del Nuevo Testamento que han invocado los Santos Padres y muchos teólogos para afirmar la existencia del purgatorio. Habla aquí San Pablo, de los predicadores de la iglesia de Corinto; unos prudentes que edifican a los fieles sobre el fundamento que es Cristo; otros, cuyas doctrinas no se fundamentan en Cristo. De éstos dice San Pablo que su obra perecerá, pero ellos salvarán la vida pasando, primero, por el fuego. Explica Bover: “bajo estas imágenes habla San Pablo de castigos escatológicos y temporales sufridos por faltas no graves... No serán castigos de esta vida terrena, sino castigos impuestos por Dios en el día del Señor, previo al juicio divino, que dará a cada uno según sus obras. De estas afirmaciones de San Pablo se desprende una conclusión: ...después de esta vida terrena, se dan castigos temporales impuestos por faltas no graves. Los castigos escatológicos de que habla el Apóstol no son, ciertamente, el purgatorio; pero de lo que él afirma, ¿nopodemos nosotros colegir lógicamente la existencia del purgatorio?”. Y luego de seguir analizando el texto, concluye el insigne exegeta: “De las afirmaciones de San Pablo, se deduce lógicamente la existencia del purgatorio”.
De aquí que la tradición cristiana haya sido siempre unánime al respecto, y así, por ejemplo, decía San Gregorio Magno: “Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro”. San Cesáreo de Arlés escribió: “Si no damos gracias a Dios en la tribulación ni procuramos redimir los pecados con buenas obras, seremos retenidos en aquel fuego purificador, hasta que todos los pecados leves, a modo de madera, heno, paja, queden consumidos”. Se podrían citar muchos otros testimonios.
La tradición también se hace testigo de esta verdad, con la piadosa práctica de ofrecer sufragios por los difuntos (evidentemente con la esperanza de que estas oraciones y sacrificios los ayuden). Como enseña el Catecismo: “Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos... Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos”.
Hermana Úrsula, de la Tercera Orden de San Francisco
Hoy dedicamos nuestras humildes plegarias por la Benditas Almas del Purgatorio, ciertamente debemos rezar por ellas, aplicar Misas y rosarios por el descanso eterno de aquellos que anhelan entrar en la paz eterna de Dios, al mismo tiempo, los animo a leer este texto un tanto extenso, pero que vale la pena leer, ya que como católicos necesitamos saber los fundamentos sólidos de lo que profesamos, tanto como para defender nuestra fe, como para aumentar nuestro celo por aquellas almas olvidadas. Espero que sea para provecho de vuestras almas el texto +
¿El Purgatorio es un invento católico?
Muchos cultos evangélicos, cuestionan el purgatorio, porque según ellos solamente hay blanco o negro, no gris blanco o negro, ¿cómo uno como católico puede sustentar que existe el purgatorio y no es una imaginación de católicos?
Algunas religiones niegan la existencia del purgatorio porque entienden mal lo que la Iglesia enseña sobre el mismo, ante todo, digamos que los católicos llamamos “Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados”. La existencia del mismo ha sido negada o pervertida por muchos herejes, como Basílides (s. II), Erio (s. IV), los flagelantes, albigenses, cátaros y valdenses (durante los siglos XII y XIII), los primeros protestantes (s. XVI); y hoy en día sigue siendo objeto de contestación, no sólo entre los no católicos, sino entre algunos católicos, llevados, probablemente por una falsa idea del mismo. Esto no deja de tener su importancia, porque si la doctrina fue negada desde los primeros siglos, también hay que destacar que fue enseñada desde los primeros siglos.
Para los católicos, es de fe definida su existencia. Hay numerosos documentos, pero sobre todo son fundamentales las afirmaciones de los Concilios de Florencia y de Trento. Este último dice en su Decreto sobre el Purgatorio (año 1563): “Habiendo la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, según la doctrina de la sagrada Escritura y de la antigua tradición de los Padres, enseñado en los sagrados concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay Purgatorio; y que las almas detenidas en él reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable sacrificio de la misa; manda el santo Concilio a los Obispos que cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos”.
Pero el hecho de que sea definida por el magisterio, no significa que no tenga base bíblica. Hay que decir que la realidad del purgatorio se encuentra claramente expresada en la Escritura, aunque falte la expresión purgatorio, que se adoptó con el tiempo. Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, tenemos el lugar tradicional del segundo libro de los Macabeos: cuando Judas Macabeo advierte que sus soldados caídos en combate tenían entre sus ropas algunos objetos idolátricos saqueados en el pillaje de Jamnia, envía a Jerusalén una importante suma de dinero destinada a ofrecer sacrificios por los muertos; y explica el libro: Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado (2 Mac 12,46). Tan claro es este texto que Lutero, dándose cuenta que con él se venía abajo su enseñanza de que la Biblia no habla del purgatorio, negó el carácter canónico de este libro.
En el Nuevo Testamento hay alusiones de diverso valor probativo. Las más interesantes son:
(a) Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro (Mt 12,32). Esta expresión ni en el otro, deja claramente entender que hay otra clase de pecados que se perdonan, al menos, en la otra vida. Esto no puede entenderse, evidentemente, ni del cielo ni del infierno; por tanto, se postula un lugar distinto, donde este perdón pueda tener efecto. Negar esto es hacer inútiles las palabras de Cristo, como dice San Agustín: “no podría decirse con entera verdad que algunos pecados no se perdonan ni en este mundo ni en el futuro, si no hubiera otros que pudieran perdonarse, ya que no en éste, por lo menos en el otro”.
(b) Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego (1Co 3,10-15). Éste es lugar clásico del Nuevo Testamento que han invocado los Santos Padres y muchos teólogos para afirmar la existencia del purgatorio. Habla aquí San Pablo, de los predicadores de la iglesia de Corinto; unos prudentes que edifican a los fieles sobre el fundamento que es Cristo; otros, cuyas doctrinas no se fundamentan en Cristo. De éstos dice San Pablo que su obra perecerá, pero ellos salvarán la vida pasando, primero, por el fuego. Explica Bover: “bajo estas imágenes habla San Pablo de castigos escatológicos y temporales sufridos por faltas no graves... No serán castigos de esta vida terrena, sino castigos impuestos por Dios en el día del Señor, previo al juicio divino, que dará a cada uno según sus obras. De estas afirmaciones de San Pablo se desprende una conclusión: ...después de esta vida terrena, se dan castigos temporales impuestos por faltas no graves. Los castigos escatológicos de que habla el Apóstol no son, ciertamente, el purgatorio; pero de lo que él afirma, ¿nopodemos nosotros colegir lógicamente la existencia del purgatorio?”. Y luego de seguir analizando el texto, concluye el insigne exegeta: “De las afirmaciones de San Pablo, se deduce lógicamente la existencia del purgatorio”.
De aquí que la tradición cristiana haya sido siempre unánime al respecto, y así, por ejemplo, decía San Gregorio Magno: “Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro”. San Cesáreo de Arlés escribió: “Si no damos gracias a Dios en la tribulación ni procuramos redimir los pecados con buenas obras, seremos retenidos en aquel fuego purificador, hasta que todos los pecados leves, a modo de madera, heno, paja, queden consumidos”. Se podrían citar muchos otros testimonios.
La tradición también se hace testigo de esta verdad, con la piadosa práctica de ofrecer sufragios por los difuntos (evidentemente con la esperanza de que estas oraciones y sacrificios los ayuden). Como enseña el Catecismo: “Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos... Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos”.
Hermana Úrsula, de la Tercera Orden de San Francisco
viernes, 19 de agosto de 2011
NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( XI )
Nacido en el seno de una humilde familia, quedó pronto huérfano de madre. Realizó estudios de bachillerato entre 1877 y 1882, obteniendo el premio extraordinario de bachiller, sección de Letras, en el Instituto de Almería. Cursó estudios de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad de Granada y de Teología en el Seminario Central de Granada. Fue ordenado sacerdote en agosto de 1891, ejeciendo sucesivamente de párroco en el Sagrario de Guadix y de canónigo del Sacromonte de Granada. Colaboró con el padre Manjón en las escuelas del Ave María, siendo a partir de 1895 subdirector de esta institución.
Desde 1896 fue profesor de Metafísica en la Facultad Civil del Colegio del Sacromonte, en la que se licenció en Derecho el 3 de abril de 1898. Fue nombrado rector de este colegio en 1901. Obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras el 26 de septiembre del mismo año en la Universidad de Granada.
Durante estos años escribe y publica un ensayo sobre el que fuera fundador del la Abadía del Sacromonte, el arzobispo Pedro Vaca Castro y Quiñones, un libro de teatro infantil, la comedias La mejor lima social, las zarzuelas El dia de Inocentes, a la que puso música el maestro Alonso, Los peligros del mentir y La primera gracia, así como un tratado sobre la obra jurídica del Padre Suarez, publicado en 1917.
El 14 de diciembre de 1925 fue preconizado obispo auxiliar de Granada, archidiócesis que estaba entonces a cargo del cardenal Casanova. Tres años más tarde es nombrado obispo de Guadix, tomando posesión el 30 de noviembre de 1928.
Realizó entre los años 1929 y 1932 una completa visita pastoral a la diócesis a su cargo. De entre sus cartas pastorales, el propio obispo destacó las dos de 1931 tituladas «La nueva Costitución Española» (29-6-1931) y «El capital y el trabajo» (17-9-1931). Entre 1934 y 1935 fue administrador apostólico de la diócesis de Almería.
Tras un registro del palacio arzobispal, el 27 de julio de 1936 fue apresado por un grupo encabezdo por el alcalde de Guadix, y trasladado posteriormente, junto a otros tres sacerdotes, a Almería, permaneciendo preso en la casa del vicario general, en el barco prisión Astoy Mendi y en el acorazado Jaime I, hasta que en la madrugada del 30 de agosto de 1936, fue trasladado en camión hasta el barranco de los Chismes en término de Vícar, donde lo fusilaron junto a otros dieciséis sacerdotes y seglares.
Iniciado en 1954 su proceso de beatificación, fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993, estableciéndose el 30 de agosto como fiesta conmemorativa.
CON DIOS A SOLAS ( IV ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
-Bendita esta sed-
Al principio, porque no me había vaciado de mí mismo, parecíame este camino pedregoso y muy difícil, mas cuando me renuncio y niego a mí mismo, veo por experiencia que el camino de tu gracia y de tu amor es camino de belleza y de alegría, que el camino de tu misericordia está lleno de delicias y goces insospechados y es el camino seguro y gozoso que termina en los resplandores de la vida eterna.
¿Cómo podré agradecerte, Dios mío, esta sed que me diste?. Sentí esta sed y este ansia insaciable allá en el alborear de mi vocación y ellas me hicieron dejar todo lo del mundo para venir a Ti, y continué sintiéndolas más intensas durante mi vida religiosa, porque no podía perfectamente poseerte a Ti mientras no me negara perfectamente a mí, y por ellas continuo preparándome y negándome para hacerte mío y que Tú me hagas totalmente tuyo. Bendita sea esta sed que aparta de mí todo apetito y codicia de lo terreno y me aviva los deseos y recuerdos de Ti, Amor mío y Señor y Creador del Cielo.
EL SACRIFICIO DE LA IGLESIA CATÓLICA
La Santa Iglesia Católica, en el Concilio Ecuménico de Trento, nos enseña la manera de sacrificio u oblación que Cristo ha dado y ha dispuesto en Su Iglesia. Puesto que, bajo el Antiguo Testamento, según el testimonio de San Pablo, no había perfección a causa de la debilidad del Sacerdocio Levítico (Heb. 7, 9-11), había una necesidad -Dios el Padre de Misericordias así lo había dispuesto- que otro Sacerdote debía aparecer según el Orden de Melquisedec, Nuestro Señor Jesucristo, que conseguiría y guiaría a la perfección a tantos como iban a ser santificados.
Aunque Nuestro Señor estaba a punto de ofrecerse a sí mismo a Dios Padre en el Altar de la Cruz y allí, por medio de su muerte actuar la Redención Eterna; no obstante (porque su sacerdocio no iba a ser suprimido por su muerte) en la Última Cena, para dejar a su amada esposa, la Iglesia, un sacrificio visible como la naturaleza del hombre necesita, le ofreció a Dios Padre Su Cuerpo y Su Sangre bajo las apariencias de pan y vino, y bajo los símbolos de esas mismas cosas entregó su propio Cuerpo y Sangre para ser recibidos por sus Apóstoles a quienes ordenó Sacerdotes del Nuevo Testamento, y por esas palabras: “Haced esto en conmemoración viva” (Lc. 22, 19) les mandó a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio ofrecerlos; como la Iglesia Católica siempre ha comprendido y enseñado.
Además de esto; también, la Santa Iglesia nos enseña, y exige que creamos que en la Última Cena, Cristo no sólo cambió pan y vino en Su Cuerpo y Sangre sino que también se los ofreció a Dios Padre y así instituyó y estableció en su propia Persona el Sacrificio de la Nueva Alianza. Hizo eso para mostrar que Él mismo es un sacerdote según el Orden de Melquisedec, de quien la Sagrada Escritura habla así: “Melquisedec, Rey de Salem, llevó pan y vino; era un sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a Abram” ( Gén. 14, 18-19).
miércoles, 17 de agosto de 2011
NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( X )
MARÍA DE LOS ÁNGELES GINARD MARTÍ
Mártir de Cristo por la Santa Iglesia
vilmente asesinada por lo marxistas
Mártir de Cristo por la Santa Iglesia
vilmente asesinada por lo marxistas
María de los Ángeles Ginard Martí, religiosa de las Hermanas Celadoras de Culto Eucarístico, nació en Llucmajor, Mallorca, España, el 3 de abril de 1894. A los dos días, siguiendo la costumbre cristiana de la época de bautizar a los niños al poco de nacer, la llevaron a la pila bautismal de la parroquia de San Miguel de Llucmajor, imponiéndole el nombre Ángela Benita Sebastiana Margarita, pero usaba en el siglo el de Ángela y al entrar en religión el de María de los Ángeles.
Fueron sus padres don Sebastián Ginard García, que pertenecía al cuerpo de la Guardia Civil y en el que alcanzó el grado de capitán, y su madre doña Margarita Martí Canals. Ambos procedían de familias mallorquinas muy católicas y en ese ambiente religiosos formaron su hogar y educaron a los nueve hijos, de los que María de los Ángeles ocupaba el tercer lugar.
La niñez de María de los Ángeles transcurrió entre Llucmajor, Palma y Binisalem. En este último pueblo hizo su primera comunión el día 14 de abril de 1905. En torno a este acontecimiento empezó a sentirse inclinada a una piedad cristiana con tendencia hacia la vida religiosa, la cual estaba motivada por las visitas que con su madre hacía a dos tías monjas, sobre todo a la que estaba en el monasterio de las jerónimas de San Bartolomé de Inca.
La juventud la pasó en Palma de Mallorca, donde se trasladó la familia buscando trabajo para mejorar la situación económica que era escasa para sacar adelante una familia tan numerosa. María de los Ángeles y sus dos hermanas mayores se dedicaros a bordar y a confeccionar sombreros de señoras. Con estas labores que realizaban en el hogar por encargo y cuando estos le faltaban para vender después, conseguían unos ingresos económicos muy necesarios para un digno bienestar de la familiar. Esta ocupación no la liberaban de los trabajos propios del hogar y de la atención a los hermanaos pequeños. Hacia éstos María de los Ángeles se volcó en la atención y en la formación religiosa: les enseñaba a rezar, el catecismo; le leía la historia Sagrada y la de los primeros mártires cristianos.
Se levantaba temprano para oír misa y comulgar en la iglesia del Socorro o en la vecina parroquia de la Santísima Trinidad, donde estaba su director espiritual, el padre Sebastián Matas. Durante el día hacía la visita al Santísimo Sacramento expuesto en el Centro Eucarístico, rezaba el santo Rosario, hacía oración particular y se daba a otras devociones particulares.
El plan de vida espiritual que llevaba María de los Ángeles la apartaba de las diversiones propias de su edad y la iba centrando en la vocación que sentía desde su niñez. Así cuando contaba unos veinte años de edad pidió permiso a sus padres para ingresar en el monasterio de las jerónimas de San Bartolomé de Inca. Éstos le aconsejaron que era muy joven, que lo pensara bien y dejara la decisión para más tarde. Con estos consejos no trataban de oponerse a su hija, sino retenerla por un tiempo en el hogar pues la necesitaban, pues el dinero ganado de su trabajo les era necesario para sacar adelante con dignidad a los hermanos menores. María de los Ángeles comprendió a sus padres y, sin perder la ilusión de entregarse a Dios en una vida consagrada, supo esperar.
Transcurridos unos años, y viendo que las circunstancias familiares anteriores había cambiado, volvió a pedir permiso a los padres, quienes se lo dieron gustosos.
Obtenido el consentimiento de los padres, ingresó en el postulantado de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico de Palma de Mallorca el 26 de noviembre de 1921. Muy pronto se adaptó a la nueva vida. La adoración al Santísimo Sacramento, que es fin primordial del instituto en el que había ingresado, le llenaba, era su vida de donde sacaba fuerzas para los trabajos comunitarios de masar el pan para la misa, confeccionar y bordar ornamentos sagrados, preparar los niños para la primera comunión y para lograr una convivencia comunitaria volcándose en caridad a sus hermanas religiosas, la cuales la tenían por religiosa muy ejemplar, abierta y cordial, que se caracterizaba por su sencillez, piedad y, sobre todo, por la obediencia y docilidad en aceptar los cargos y traslados que sus superioras disponían.
Después del año de noviciado y de los tres primeros años de profesión temporal fue destinada a Madrid, luego a Barcelona y nuevamente a Madrid, desempeñando en esta última casa siempre el oficio de procuradora o administradora del convento.
Al estallar la Guerra Civil Española de 1936, sor María de los Ángeles se encontraba en Madrid. Los acontecimientos previos a la guerra eran alarmantes para la Iglesia y sus miembros. La persecución religiosa se manifestó abiertamente con quema de iglesias y conventos y con amenazas a los sacerdotes, religiosos y fieles católicos.
En estas circunstancias, a sor María de los Ángeles le apenaba la destrucción y amenazas que habían emprendido los perseguidores “por odio a la fe”, por todo lo relacionado con Dios y con la Iglesia. En la adoración a Jesús Sacramentado pedía por una solución a estos problemas y, firme en la fe, ofrecía, si esa era la voluntad de Dios, su vida en martirio por el triunfo de Cristo.
En estas circunstancias, a sor María de los Ángeles le apenaba la destrucción y amenazas que habían emprendido los perseguidores “por odio a la fe”, por todo lo relacionado con Dios y con la Iglesia. En la adoración a Jesús Sacramentado pedía por una solución a estos problemas y, firme en la fe, ofrecía, si esa era la voluntad de Dios, su vida en martirio por el triunfo de Cristo.
Cuando las religiosas vieron la necesidad de salir del convento vestidas de seglares se encontraban con el nerviosismo típico del momento, sor María de los Ángeles con serenidad las tranquilizaba a la vez que les decía: «Todo lo que nos pueden hacer a nosotras es matarnos, pero esto...» Es decir, lamentaba más la persecución y destrucción de lo religioso que el que la matasen.
El día 20 de julio de 1936 las religiosas salieron vestidas de seglares del convento. A sor María de los Ángeles le tocó refugiarse en la vivienda de una familia en la calle Monte Esquinza número 24. Desde allí, por la proximidad, vio el saqueo de la iglesia y del convento, y la destrucción de imágenes objetos de culto. En este refugio permaneció hasta el día 25 de agosto por la tarde, en que los milicianos anárquicos, por acusación del portero, que era de ellos, fueron a detenerla.
En el momento de la detención, apresaron a doña Amparo, hermana de la dueña de la casa que le acogía, y sor María de los Ángeles llevada por caridad y bondad, dijo a los milicianos: “esta señora no es monja, dejadla, la única monja soy yo”. Con estas palabras confesó su condición de religiosa y salvó la vida a esta señora.
Detenida la llevaron a la checa de Bellas Artes y el día 26 de agosto de 1936, al anochecer, según acostumbraban los perseguidores en los primeros meses de la guerra, le dieron el “paseillo” a la Dehesa de la Villa donde la fusilaron, pues a la mañana del día siguiente el Poder Judicial levantó el cadáver.
MIÉRCOLES: SAN JOSÉ, CASTÍSIMO ESPOSO DE LA VIRGEN
“La pureza de María no es sólo el depósito sino también el tesoro de su casto Esposo; Ella le pertenece por derecho de matrimonio… ¡oh fecunda virginidad! Eres bien de María, pero también eres bien de José. María la ha ofrecido, José la ha mantenido, y ambos la presentan al Padre Eterno como un tesoro que los dos han conservado con mutuos cuidados. Como tiene tanta parte en esta virginidad de María, reporta también el fruto de la misma; por esta razón Jesús es su Hijo” (Bossuet)
sábado, 13 de agosto de 2011
CON DIOS A SOLAS ( III ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
-Jesucristo me dio esta sed viva de Dios-
Leo en el Santo Evangelio que Jesucristo, en el día más solemne de la fiestas de los judíos, estando de pie ante todos, dijo con fuerte voz: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba”. Y continuó diciendo Jesús: “De que beba de Mí, del seno de aquél que cree en Mí, manarán ríos de agua viva”
Para que pueda llegar a cumplirse en mí esta divina promesa, de antemano ha puesto Él, amoroso, en mi alma sed de Dios, sed o ansia de consagrarme a Dios y de vivir para Dios. Es mi mismo Padre celestial quien me dio, como inestimable regalo de su misericordia, esta misteriosa sed de lo sobrenatural, de la vida eterna.
El mismo Jesucristo, mi Redentor, puso la sed de Dios en mi corazón. No conocía yo este tesoro, pero Jesucristo, sin yo conocerlo ni merecerlo, me dio esta sed viva de Dios, y con ella tuve fortaleza y determinación para dejar todo lo del mundo y venir a Él. Ni hubiera podido tener la fortaleza y determinación para dejarlo todo y renunciarme a mí mismo si Él no hubiera puesto esta inflamación y sed en mí.
JESÚS VIVE EN MARÍA
Si establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen es sólo para establecer más perfectamente la de Jesucristo, y para establecer un medio fácil y seguro de hallarle.
Me dirijo ahora a Vos, mi amable Jesús, para quejarme amorosamente a Vuestra Majestad, de que la mayor parte de los cristianos, aún los instruidos, ignoran el enlace necesario que existe entre Vos y vuestra Santísima Madre. Vos, Señor, estáis siempre con María, y María está siempre con Vos y no puede estar sin Vos; pues de otro modo dejaría de ser lo que es.
De tal suerte está Ella transformada en Vos por la gracia, que no vive ni es nada, sino Vos, mi Jesús, vivís y reináis en Ella más perfectamente que en todos los ángeles y bienaventurados.
Ella os está tan íntimamente unida, que más fácil sería separar la luz del sol y el calor del fuego; digo más, más fácil sería separar de Vos a todos los ángeles y santos, que a vuestra Divina Madre; porque Ella os ama más ardientemente y os glorifica más perfectamente que todas las otras criaturas juntas.
(San Luis Mª. Grignión de Montfort, “Tratado de la Verdadera Devoción”)
viernes, 12 de agosto de 2011
NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( IX )
A los veintitrés años se ordenó sacerdote y poco tiempo después se le encargó la notaría de la curia eclesiástica y del tribunal metropolitano de Tarragona. Desde 1905 fue subdirector diocesano del Apostolado de la Oración y en 1910 se le nombró confesor del Seminario Pontificio. En 1914, al tomar posesión de la diócesis de Solsona el Administrador Apostólico Francisco Vidal y Barraquer, nombró a Borrás secretario de cámara y gobierno y poco después vicario general.
El 2 de Julio de 1934, el Cardenal Vidal y Barraquer le confirió la consagración episcopal y fue destinado como Obispo de Tarragona. La Santa Sede le asignó la diócesis titular de Bísica, en África.
La noche del 21 de Julio, Monseñor Manuel Borrás fue detenido junto al Cardenal Vidal y Barraquer, y trasladado al Monasterio de Poblet. El 24 de julio, fueron trasladados a Montblanc. Vidal y Barraquer fue liberado y trasladado a Italia, pero le impidieron llevarse consigo a Borrás, el cual permaneció encarcelado por algo más de dos semanas, hasta que fue sacado para comparecer ante el tribunal de Tarragona, y fusilado, siendo su cadáver quemado.¡¡¡ VIVA CRISTO REY !!!
QUE CONSUELES MI CORAZÓN
El 4 de Julio de 1920, durante la Santa Misa, Sor Josefa Menéndez se asocia a los Divinos Misterios: “Y para decir verdad - escribe - no sabía qué decir ni qué hacer… Sólo siento una necesidad continua de humillarme, porque cada vez conozco más a fondo mi miseria y pequeñez… Así estaba, cuando he visto delante de mí al Divino Corazón. Tenía clavada una espina muy gruesa - y debía ser también muy larga - derramando por ella mucha sangre.
“Jesús mío, le he dicho, ¿quién os hace sufrir así?, ¿soy yo?. Sentía en mi alma un dolor que no puedo explicar, al ver la Sangre Divina. ¡Señor y Dios mío!, tomadme y haced de mí lo que queráis, pero no quiero que esta espina siga clavada en Vuestro Corazón… Entonces he visto salir como un clavo grandísimo, dejando un agujero tan ancho y profundo que me ha permitido ver el interior de ese Horno Divino lleno de fuego; y Jesús me ha respondido:
-”Este clavo tan grande es la frialdad de mis Esposas. Quiero dártelo a entender para que, abrasada en amor, consueles mi corazón”.
jueves, 11 de agosto de 2011
CON DIOS A SOLAS ( II ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
- Si yo le busco a Él -
Dios siempre me mira, como me ama sin interrupción, como está viviendo continuamente dentro de mi alma, aún cuando yo esté distraído. ¡Oh Dios mío, que nunca me aleje yo de Ti!. Pero sólo desarrollará Dios en mí toda la eficacia amorosísima de su mirada y de su presencia si yo le busco a Él y se la pido con deseo y ansia de amor, si pongo mi vida y mi corazón en encontrar y grabar en mi alma esos amorosos ojos de mi Dios. Quiero no apartar la mirada de mi alma de sus ojos de infinita hermosura.
Dios mío, yo no sé ni puedo grabarte en mí, en lo íntimo mío, como deseo; grabad Vos vuestra bendita y atrayente mirada en mi alma e iluminadme. Tu mirada siempre me ilumine y haga florecer en mí la flor de la santidad, el fruto codiciado de la vida eterna, que es participación de vuestra misma vida y esperanza de la posesión de la dicha perfecta.
LA ESENCIA DEL SACRIFICIO DE LA MISA
La palabra Misa en latín es “Sacrificium”, que significa algo más grande y más importante que “Ofrenda”. El sentido cabal y conveniente de “sacrificio” es un ofrecimiento de lago externo a nosotros al Dios Altísimo, consagrado o santificado en una manera solemne por un ministro de la Iglesia nombrado legítimamente y cualificado debidamente, para reconocer y atestiguar el dominio supremo de Dios Todopoderoso sobre todas las criaturas. En esta definición se puede ver que un sacrificio es mucho más que un simple ofrecimiento. Representa un alto y sublime acto de adoración debido solamente al Dios infinito, y no a cualquier criatura.
Santo Tomás de Aquino dice: “Es natural que los hombres hagan ofrendas sacrifícales al Dios Omnipotente y el hombre sea instado a hacer eso por un instinto natural sin un mandato o precepto explícito. Podemos ver esto ver ejemplificado en el caso de Abel, Noé, Abraham, Job y otros Patriarcas que ofrecieron sacrificio, no en obediencia a una ley de Dios, sino solamente al impulso de la naturaleza. Y no solamente las personas ilustradas por Dios le ofrecieron sacrificios; los paganos también; simplemente siguiendo la luz de la naturaleza, sacrificaron a sus ídolos creyendo que eran deidades verdaderas”.
Más tarde, la ley dada por Dios a los hijos de Israel impuso obligatorio para ellos ofrecer sacrificio diariamente; en las fiestas una ceremonia más elaborada tenía que ser observada. Tenían que ofrecerle corderos, ovejas, terneros y bueyes, y esto animales no tenían sólo que ser ofrecidos, sino que tenían que ser inmolados por un sacerdote ungido, con oraciones prescritas y ceremonias. Tenían que ser matados y desollados; su sangre tenía que ser vertida alrededor del pie del altar y su carne quemada sobre el altar entre el sondaje de trompetas y el canto de Salmos. Estas eran las obligaciones sagradas por las cuales judíos habitualmente, le tributaban a Dios el homenaje debido a Él, reconociendo que Él es el Gobernante Supremo sobre todas las criaturas.
Así era apropiado, o mejor, aún necesario, que Cristo instituyese en su Iglesia una oblación santa y divina como un oficio visible por el cual los fieles le dan a Dios la gloria merecida y expresan su propia sujeción a Él.
Ningún hombre cuerdo podría imaginar que Cristo, que dispuso todo en su Iglesia de la manera más perfecta, habría omitido ese acto más alto de adoración. Si hubiera sido así, la Religión Cristiana sería inferior al judaísmo ya que los sacrificios del Antiguo Testamento eran tan gloriosos que los paganos distinguidos venían de tierras lejanas para asistir a ellos y algunos reyes paganos, como leemos en el segundo libro de Macabeos, capítulo tres, versículo tres, incluso pagaban de sus ingresos el sueldo debido a los ministros.
Nació en Asís el año 1193; imitó a su conciudadano Francisco, siguiéndolo por el camino de la pobreza, y fundó la Orden de las monjas llamadas Clarisas. Su vida fue de gran austeridad, pero rica en obras de caridad y de piedad. Murió el año 1253.
SEGUNDA LECTURA DE OIFICIO DEL DÍA
De la Carta de santa Clara, virgen, a la Santa Inés de Praga
(Escritos de santa Clara, edición Ignacio Omaechevarría. Madrid 1970, pp. 339-341)
ATIENDE A LA POBREZA, LA HUMILDAD Y LA CARIDAD DE CRISTO.
Dichoso, en verdad, aquel a quien le es dado alimentarse en el Sagrado Banquete y unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial: él es el brillo de la gloria eterna, un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha, el espejo que debes mirar cada día, oh reina, esposa de Jesucristo, y observar en él reflejada tu faz, para que así te vistas y adornes por dentro y por fuera con toda la variedad de flores de las diversas virtudes, que son las que han de constituir tu vestido y tu adorno, como conviene a una hija y esposa castísima del Rey supremo. En este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes.
Atiende al principio de este espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto en un pesebre y envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa pobreza! El Rey de los Ángeles, el Señor del Cielo y de la tierra es reclinado en un pesebre. En el medio del espejo considera la humildad, al menos la dichosa pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que sufrió por la redención del género humano. Al final de este mismo espejo contempla la inefable caridad por la que quiso sufrir en la cruz y morir en ella con la clase de muerte más infamante. Este mismo espejo, clavado en la cruz, invitaba a los que pasaban a estas consideraciones, diciendo: ¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor! Respondamos nosotros, a sus clamores y gemidos, con una sola voz y un solo espíritu: Mi alma lo recuerda y se derrite de tristeza dentro de mi. De este modo, tu caridad arderá con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey celestial.
Contemplando además sus inefables delicias, sus riquezas y honores perpetuos, y suspirando por el intenso deseo de tu corazón, proclamarás: «Arrástrame tras de ti, y correremos atraídos por el aroma de tus perfumes, esposo celestial. Correré sin desfallecer, hasta que me introduzcas en la sala del festín, hasta que tu mano izquierda esté bajo mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente y me beses con los besos deliciosos de tu boca.»
Contemplando estas cosas, dígnate acordarte de ésta tu insignificante madre, y sabe que yo tengo tu agradable recuerdo grabado de modo imborrable en mi corazón, ya que te amo más que nadie.
martes, 9 de agosto de 2011
CON DIOS A SOLAS ( I ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo.
-Su mirada me iluminará-
Lo que más me conviene buscar habitual y continuamente es la mirada amorosa de Dios sobre mí y dentro de mi; fijarme con amor en que mi vida se desenvuelve en Dios, he sido criado para Dios, Dios está en mí, yo estoy en Dios y de Dios recibo mi vida y el deseo de su amor.
Procuraré aislarme de las criaturas y aún de mi trabajo ordinario y disponerme más delicadamente para que Dios pueda fijar complacido sobre mí, su mirada de Padre y de Dios amoroso y yo preste atención a ella, para que la eficacia de la gracia y de la santidad sea mayor en mí.
Su mirada me iluminará y fortalecerá, porque la mirada de Dios siempre pone inundación de luz y de hermosura de cielo en el alma.
PADRE VALENTÍN DE SAN JOSÉ: “CON DIOS A SOLAS”
A partir de hoy y -espero que de forma asidua- iré compartiendo con vosotros, extractos del libro “Con Dios a solas”, que viene a ser una recopilación de pláticas pronunciadas por el Padre Valentín de San José, insigne Carmelita Descalzo, que murió en olor de santidad y con fama de perfecto religioso, en el Desierto de Batuecas (España), el 14 de Junio de 1989.
Os presento este hermoso libro, porque no debemos olvidar nunca que el alma de todo apostolado, es la oración, la vida interior, la vida en Dios y con Dios; sólo podremos luchar de forma efectiva contra los enemigos de Dios y de la Santa Iglesia, si somos santos, si cuidamos del alma y hacemos de nuestro día a día una oración y ofrenda continuas a Nuestro Señor.
Espero lo vayáis leyendo con el mismo gusto que yo lo hice en su día, convencido que os ayudará a entender cuán necesario es para un católico militante tener bien cuidada su vida interior.
He preferido extractarlo, como pequeñas reflexiones, que os pueden ayudar a meditar en la oración privada. Os recomiendo que leáis los extractos lentamente, saboreando cada frase, pues en cada una de ellas, encontraréis presencia de Dios. Las podéis encontrar fácilmente en la columna izquierda de este blog, en el INDICE DE TEMAS, por "Padre Valentín de San José".
Leamos ahora una breve biografía de este buen carmelita, narrada por el Padre Matías del Niño Jesús:
“Fue consejero habitual y confesor de la Madre Maravillas de Jesús y junto a ella, restauró el Desierto de Batuecas en 1950; de alguna manera, fueron “la Santa Teresa y el San Juan de la Cruz del siglo XX”. Predicador fogoso, confesor, director espiritual, Consejero Nacional de las Hermandades Ferroviarias y Director de la Orden Tercera del Carmen y Santa Teresa.
Durante los últimos veinte años de su vida, vivió retirado en el Desierto de Batuecas que él había restaurado, dedicado de lleno a la oración y austeridad.
La práctica de la presencia de Dios la recomendaba encarecidamente y en consecuencia él la practicaba con atención amorosa todo el día, realizase ocupaciones materiales o intelectuales. No conocía el ocio: oraba, leía, escribía o trabajaba el campo, intercalando ratos de adoración ante el sagrario , que era su devoción más ferviente.
La oración mental fue una de las más destacadas características tanto en su ejercicio como en su enseñanza; sus libros más reeditados son precisamente los de la oración. En todos sus libros encomia reiteradamente el trato íntimo con Dios, con Jesucristo, la Virgen, los ángeles y los santos. Fue realmente un apóstol sobresaliente de la oración mental. Sus oraciones vocales, jaculatorias y devociones piadosas eran continuas todos los días.
La vida interior de amor y atención amorosa al Señor era su ilusionada preocupación y al mismo tiempo ofreciéndose en súplicas incesantes, por la salvación y santificación de las almas, por la Santa Iglesia, por la auténtica renovación del Carmelo en el genuino espíritu de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, cuya vida y doctrina conocía admirablemente, y por la tradicional España católica.”