“En aquellos días oí una voz del Cielo que me decía: Felices los muertos que mueren en el Señor. Ya desde ahora, dice el Espíritu, que descansen de sus trabajos, puesto que sus obras los acompañan”
( Apocalipsis 14, 13).
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Señor Jesucristo, Rey de la Gloria, librad de las penas del infierno a las almas de los fieles difuntos; libradlas de aquel terrible lago de males y dolor; libradlas de las garras del león infernal, para que no sean confundidas en los abismos, ni precipitadas en las eternas tinieblas; sino que el Príncipe de los Ángeles, San Miguel, las conduzca a la morada de la luz eterna que prometisteis en otro tiempo a Abraham y a toda su posteridad.
MARÍA SIMMA, LA VIDENTE DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Nació el 5 de Febrero de 1915 en Sonntag, Austria. Con sus padres y siete hermanos, vivía en una vieja casa; debido a la gran pobreza de la familia, todos los hijos comenzaron a trabajar a temprana edad.
María, que desde niña era profundamente piadosa, quiso ser monja, pero fue rechazada hasta en tres ocasiones por su delicada salud. Por eso que se dedicó a trabajar como criada, hasta que su padre enfermó y se dedicó por completo a cuidar de él al tiempo que limpiaba la iglesia parroquial.
Cuando muere su padre en 1947, se quedó sola; se sustenta cultivando un pequeño huerto y no pocos son los vecinos que le ayudan a sobrevivir.
Su vida espiritual está profundamente marcada por su amor a Nuestra Señora, a la cual consagra su virginidad mediante el Voto de Esclavitud Mariana, según las enseñanzas de San Luis María Grignión de Montfort ( poner enlace). Se ofrece como Alma Víctima, abandonándose a las manos de Dios por medio de la Virgen, para que Ellos dispusieran de su salud, de sus dolores y sacrificios a favor de las Almas del Purgatorio.
Las Benditas Almas aceptan con agrado su generoso ofrecimiento y por eso, a partir de 1940, se le empiezan a manifestar de forma individual, para suplicarle oraciones y que diese a conocer cuánto sufren en el Purgatorio.
Después de toda una vida consagrada a las Almas Benditas, María Simma murió el 16 de Marzo de 2004.
¿Cómo se presentan las Almas del Purgatorio?
María Simma nos explica que se pueden aparecer de diversas maneras: unas llaman a la puerta, otras aparecen repentinamente; unas aparecen con forma humana, claramente visibles, con ropa cotidiana. Algunas vienen envueltas en terribles llamas de fuego, otras, que están más purificadas por sus sufrimientos, aparecen más luminosas y afables.
Muy a menudo cuentan como habían pecado y cómo habían escapado del Infierno gracias a la Divina Misericordia. Frecuentemente añaden advertencias e instrucciones.
En algunos casos, tan sólo siente su presencia y la necesidad de rezar y sufrir por ellas.
¿Cómo podemos ayudar a las Almas del Purgatorio?
La humilde María Simma, vidente de las Almas presas en el Purgatorio, nos desvela ocho sencillas maneras de aliviar y liberar a estas Almas.
1- Ofreciendo y asistiendo al Santo Sacrificio de la Misa, éste es el mejor y más efectivo medio para aliviarlas y liberarlas de aquella cárcel de amor.
2- Con los sufrimientos expiatorios; ofreciendo cualquier tipo de dolor, físico, psíquico o incluso espiritual, con intención de disminuir los padecimientos de las Benditas Ánimas.
3- El rezo diario del Santo Rosario también proporciona mucho consuelo e incluso la liberación de no pocas Almas.
4- El Viacrucis: contemplar y meditar la Pasión de Nuestro Señor, desde el Huerto de Getsemaní hasta su Crucifixión, ofrecer sus Benditas Llagas, supone un poderoso bálsamo para aquellas almas retenidas en el Purgatorio.
5- Las Indulgencias: muchas veces olvidadas, son el Tesoro de la Santa Iglesia, ya que suponen la remisión del castigo debido por los pecados. Todas las indulgencias que ganamos a lo largo de nuestra vida, podemos ofrecerlas por las Almas Bienaventuradas del Purgatorio. En este sentido, las Almas revelaron a María Simma, cuán agradecidas estaban por todos aquellos que se valían de las indulgencias para liberarlas.
6- También los sacrificios monetarios, ofrecer estipendios de Misas, donativos y limosnas, en especial para ayudar a los pobres, supone un buen medio para refrescar el tormento de las Almas purgantes.
7- Encender velas; lejos de supersticiones, la luz que ofrezcamos por las Benditas Ánimas, es un gesto de amor hacia ellas, un reflejo de nuestra intención de ayudarlas. A parte de eso, la luz bendita reluce en medio de las tinieblas donde se encuentran.
8- El agua bendita; cuando lleguemos a la iglesia y cojamos agua bendita para hacernos la señal de la cruz, podemos ofrecerla por el alivio de las Almas del Purgatorio; lo mismo si estamos en casa, bien haciendo la señal de la cruz sobre nosotros, o bien rociando la casa con ella al tiempo que rezamos alguna oración por el descanso de los difuntos.
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