Ave María Purísima, sin pecado original concebida
Amado hermanos, en esta sagrada festividad de Cristo Rey, muchas enseñanzas tiene nuestra santa Madre, la Iglesia Católica, que como buena madre busca en todo la mayor gloria de Dios y la salvación eterna de las almas.
De muy distinta manera vemos las cosas los hombres, de cómo son hechas por Dios Nuestro Señor, “Su dominación es una dominación eterna, que no pasará; y su reino, un reino que jamás será destruido.” Acentúa el profeta Daniel [VII, 14]; por el contrario, en el mundo que vivimos, prácticamente hay una apostasía general, leyes anticristianas, gobiernos contra Dios, educación expresamente en contra de la doctrina inmutable de la Santa Madre Iglesia.
EL SACRIFICIO ABOLIDO
¿Cuál es el Reino de Dios? Hoy el gran sacrificio ha sido abolido, la verdadera Santa Misa es proscrita por quien ostenta la autoridad religiosa, y en lugar del Gran Sacrificio, una ceremonia que se aparta abruptamente, sustancialmente, esencialmente, sacrilegamente de la Santa Misa. ¿Cuál es el reino de Dios? A que se refiere el Profeta Daniel cuando acentúa: un reino que jamás será destruido.
• “Según esto, cuando viereis que está establecida en el lugar santo la abominación desoladora que predijo el profeta Daniel… Porque será tan terrible la tribulación entonces, que no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Y a no acortarse aquellos días, ninguno se salvaría; mas abreviarse han por amor de los escogidos.” San Mateo XXIV, 15, 21.
• “No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera; porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía, casi general de los fieles, y aparecido el hombre del pecado, el hijo de la perdición, el cual se opondrá a Dios, y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se adora, hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios, dando a entender que es Dios…” San Pablo a los (2ª) Tesalonicenses II, 3-4.
Nuestro Señor Jesucristo es muy preciso en el Santo Evangelio de San Juan: “Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuese mi reino, mis gentes hubieran luchado para que no fuera yo entregado en manos de los judíos; pero mi reino no es de aquí.” [San Juan XVIII, 33].
Por esto, mis amados hermanos, el mundo es enemigo del alma, por esto la sociedad en que vivimos ofende tan gravemente a la Divina Majestad, Mi reino no es de este mundo, es evidente que se ultraja sacrílegamente lo más sagrado de la Santa Madre Iglesia en nuestros días.
Mis amados hermanos, erramos cuando buscamos el reino material, erramos, cuando buscamos comodidades sociales, culturales, políticas y religiosas como resultados de nuestra profesión de fe.
Por esto el mundo se confunde, no entiende el lenguaje de Cristo Rey, porque el mundo se busca así mismo, y en su delirio o locura, quiere ver en la Santa Iglesia un medio por el cual servirse a sí mismo, beneficiarse o hacerse de privilegios y derechos a costa de la doctrina de Cristo.
“Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad o amor del Padre; porque todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia u orgullo de la vida, lo cual no nace del Padre, sino del mundo.” [1ª Epístola de San Juan, II, 15.]
Alegraos en la tribulación siendo buenos, alegraos si el mundo os desprecia, son señales de que pertenecéis al Reino de Dios: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios… Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois, cuando os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren todo mal contra vosotros mintiendo, por mi causa. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón muy grande es en los cielos.” [San Mateo V, 7].
¿Queréis ser del Reino de Cristo y que el mundo os alabe, que no os falte el dinero, ser tenidos por bueno y justos? No se puede unir el espíritu de Dios y de las tinieblas, no podéis servir a Dios y a las riquezas.
LA DEVOCIÓN AL SANTO ROSARIO, LLAVE DEL REINO DE DIOS
Buscar la santidad en nuestro corazón por medio de la verdadera fe, frecuencia de sacramentos y piadosa devoción a la Gloriosa Madre de Dios, huir de las contiendas, del espíritu de avaricia, de orgullo, de vanidad y de lujuria; aventajad a los demás en santidad de vida, en humildad verdadera y no ficticia o simulada, en devoción con recta y pura intención.
Para alcanzar tan elevados deseos de santidad y de vida, nos es necesaria la devoción del Santo Rosario, tan encarecida y encomendada por los santos, muy a propósito cito al Papa de feliz memoria, León XIII: “Repetimos, afirmamos y proclamamos que tenemos cifradas nuestras mejores esperanzas en merecer por el rezo del Rosario los auxilios que necesitamos” [Encíclica: Jucunda Semper:]
Dios Nuestro Señor se digne tenernos entre sus hijos, en su Reino de santidad, de paz, de amor y de justicia, preparando nuestros corazones con la tribulación , con las humillaciones, con la enfermedad y la pobreza, bendito camino por el cual se llega al Reino de Dios Nuestro Señor.
Omnipotente y Sempiterno Dios, que has querido reunirlo todo en Tu amado Hijo, Rey del Universo; concédenos propicio que todos los pueblos, disgregados por la herida del pecado, se sometan a Su suavísimo Imperio. El cual vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
“Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad o amor del Padre; porque todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia u orgullo de la vida, lo cual no nace del Padre, sino del mundo.” [1ª Epístola de San Juan, II, 15.]
Alegraos en la tribulación siendo buenos, alegraos si el mundo os desprecia, son señales de que pertenecéis al Reino de Dios: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios… Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois, cuando os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren todo mal contra vosotros mintiendo, por mi causa. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón muy grande es en los cielos.” [San Mateo V, 7].
¿Queréis ser del Reino de Cristo y que el mundo os alabe, que no os falte el dinero, ser tenidos por bueno y justos? No se puede unir el espíritu de Dios y de las tinieblas, no podéis servir a Dios y a las riquezas.
LA DEVOCIÓN AL SANTO ROSARIO, LLAVE DEL REINO DE DIOS
Buscar la santidad en nuestro corazón por medio de la verdadera fe, frecuencia de sacramentos y piadosa devoción a la Gloriosa Madre de Dios, huir de las contiendas, del espíritu de avaricia, de orgullo, de vanidad y de lujuria; aventajad a los demás en santidad de vida, en humildad verdadera y no ficticia o simulada, en devoción con recta y pura intención.
Para alcanzar tan elevados deseos de santidad y de vida, nos es necesaria la devoción del Santo Rosario, tan encarecida y encomendada por los santos, muy a propósito cito al Papa de feliz memoria, León XIII: “Repetimos, afirmamos y proclamamos que tenemos cifradas nuestras mejores esperanzas en merecer por el rezo del Rosario los auxilios que necesitamos” [Encíclica: Jucunda Semper:]
Dios Nuestro Señor se digne tenernos entre sus hijos, en su Reino de santidad, de paz, de amor y de justicia, preparando nuestros corazones con la tribulación , con las humillaciones, con la enfermedad y la pobreza, bendito camino por el cual se llega al Reino de Dios Nuestro Señor.
Omnipotente y Sempiterno Dios, que has querido reunirlo todo en Tu amado Hijo, Rey del Universo; concédenos propicio que todos los pueblos, disgregados por la herida del pecado, se sometan a Su suavísimo Imperio. El cual vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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