En la Cuaresma de 1923, Nuestro Señor reveló a Sor Josefa Menéndez los sentimientos de Su Corazón durante su Sagrada Pasión. Sor Josefa recibía de rodillas las confidencias de su Maestro y mientras El hablaba, las escribía. Estas páginas contienen, en parte, esas divinas confidencias.
Josefa, Esposa y víctima de Mi Corazón,
voy a hablarte de Mi Pasión,
para que sea el objeto constante de tu pensamiento
y de Mis confidencias con las almas.
Coronado de espinas y cubierto con un manto de púrpura, los soldados me presentaron de nuevo a Pilatos. No encontrando en Mí delito para castigarme, Pilatos me hizo varias preguntas, diciéndome que por qué no le contestaba siendo así que él tenía todo poder sobre Mí... Entonces, rompiendo Mi silencio, le dije: No tendrías ese poder si no se te hubiese dado de arriba; pero es preciso que se cumplan las Escrituras. Y cerrando de nuevo los labios me entregué... Pilatos, perturbado por el aviso de su mujer y perplejo entre los remordimientos de su conciencia y el temor de que el pueblo se amotinase contra él, buscaba medios para libertarme..., y me expuso a la vista del populacho en el lastimoso estado en que me hallaba, proponiéndoles darme la libertad y condenar en Mi lugar a Barrabás, que era un ladrón y criminal famoso... A una voz, contestó el pueblo: — ¡Que muera y que Barrabás sea puesto en libertad!
Almas que me amáis, ved cómo me han comparado a un criminal y ved cómo me han rebajado más que al más perverso de los hombres... ¡Oíd qué furiosos gritos lanzan contra Mí!... ¡Ved con qué rabia piden Mi muerte! ¿Rehusé, acaso, pasar por tan penosa afrenta? No, antes al contrario, me abracé con ella por amor a las almas y para mostraros que este amor no me llevó tan sólo a la muerte, sino al desprecio, a la ignominia, al odio de los mismos por quienes iba a derramar Mi Sangre con tanta profusión. No creáis, sin embargo, que mi naturaleza humana no sintió repugnancia ni dolor...; antes, al contrario, quise sentir todas vuestras repugnancias y estar sujeto a vuestra misma condición, dejándoos un ejemplo que os fortalezca en todas las circunstancias de la vida.
Ahora quiero volver a tratar de las almas de quienes hablaba ayer. De esas almas a quienes llamo al estado perfecto, pero vacilan, diciendo entre sí: «No puedo resignarme a esta vida de oscuridad..., no estoy acostumbrada a estos quehaceres tan bajos...; ¿qué dirán mi familia, mis amistades? Y se persuaden de que con la capacidad que tienen o creen tener, serán más útiles en otro lugar. Voy a responder a estas almas: «Dime, ¿rehusé Yo o vacilé siquiera cuando me vi nacer de familia pobre y humilde..., en un establo, lejos de mi casa y de mi patria..., de noche..., en la más cruda estación del año?... Después viví treinta años de trabajo oscuro y rudo en un taller de carpintero; pasé humillaciones y desprecios de parte de los que encargaban trabajo a Mi Padre San José..., no me desdeñé de ayudar a Mi Madre en las faenas de la casa..., y, sin embargo, ¿no tenía más talento que el que se requiere para ejercer el tosco oficio de carpintero, Yo que a la edad de doce años enseñé a los Doctores en el Templo?
Pero era la Voluntad de Mi Padre Celestial y así le glorificaba. Cuando dejé Nazaret y empecé Mi vida pública, habría podido darme a conocer por Mesías e Hijo de Dios, para que los hombres escuchasen Mis enseñanzas con veneración; pero no lo hice porque Mi único deseo era cumplir la voluntad de Mi Padre... Y cuando llegó la hora de Mi Pasión, a través de la crueldad de los unos y de las afrentas de los otros, del abandono de los Míos y de la ingratitud de las turbas..., a través del indecible martirio de Mi Cuerpo y de las vivísimas repugnancias de Mi naturaleza humana, Mi alma, con mayor amor aún, se abrazaba con la Voluntad de Mi Padre Celestial... Cuando, después de haber pasado por encima de las repugnancias y sutilezas de amor propio, que os sugiere vuestra naturaleza..., abracéis con generosidad la Voluntad Divina, sólo entonces llegaréis a gozar de las más inefables dulzuras, en una íntima unión de voluntades, entre el Divino Esposo y vuestra alma.
Esto que he dicho a las almas que sienten honor a la vida humilde y oscura, lo repito a las que, por el contrario, son llamadas a trabajar en continuo contacto con el mundo, cuando su atractivo sería la completa soledad y los trabajos humildes y ocultos... ¡Almas escogidas! Vuestra felicidad y vuestra perfección no consiste en ser conocidas o desconocidas de las criaturas, ni en emplear u ocultar el talento que poseéis... Lo único que os procurará felicidad cumplida es hacer la Voluntad de Dios, abrazarla con amor y por amor unirse y conformarse con entera sumisión a todo lo que por Su Gloria y vuestra santificación os pida.
Basta por hoy, Josefa; mañana continuaré. Ama y abraza Mi Voluntad alegremente: ya sabes que está en todo trazada por el amor.
Extraído de "Un Llamamiento al Amor", Revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús
a la humilde religiosa Sor Josefa Menéndez
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reciban también este llamado a la conversión.
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