jueves, 8 de noviembre de 2018

LA DIVINA EUCARISTÍA: Su Corazón Glorioso vive en el Santísimo Sacramento


                Dedicamos los días jueves a meditar el Misterio Eucarístico, la gran bondad que tuvo Nuestro Señor Jesucristo de quedarse en nuestros sagrarios, oculto bajo la forma de una sencilla hostia, pero en toda Su Gloria, rodeado de la Corte Celestial, invisible a algunos ojos humanos, que le adora sin cesar noche y día. Deseo que tú que lees esto, te conviertas en uno de esos adoradores del Señor en el Tabernáculo, donde tendrás preferencia si con humildad te arrodillas y le entregas tu corazón...


               Recuerda además en tus oraciones, pedir hoy de manera especial por LA SANTIDAD SACERDOTAL, para que el Señor conserve en la fidelidad a los buenos sacerdotes y nos siga bendiciendo con el maravilloso regalo de Su Presencia en medio de la actual Apostasía.


           
LECTURA-MEDITACIÓN


                La Devoción al Sagrado Corazón tiene doble objeto: se propone, en primer lugar, honrar, por medio de la adoración y del culto público, el Corazón de carne de Jesucristo y, en segundo lugar, tiende a honrar aquel Amor infinito que nos ha tenido desde Su creación y que todavía está consumiéndole por nosotros en el Sacramento de nuestros altares.

                ...al honrar el corazón de Jesús, no suprimimos lo restante del compuesto divino del hombre-Dios, ya que al honrar a Su Corazón lo que en realidad pretendemos es celebrar todas las acciones..., la vida entera de Jesucristo, que no es otra cosa que la difusión de Su Corazón al exterior.

                De la misma manera que los ojos ven y los oídos oyen, así también el corazón ama; es el órgano de que se sirve el alma para manifestar los afectos y el amor. En el lenguaje vulgar se confunden estos dos términos, y se emplea la palabra corazón para significar el amor y viceversa. El Corazón de Jesús fue, por ende, el órgano de Su Amor; cooperó en la obra de Su Amor, siendo el vehículo del mismo amor; experimentó todas las sensaciones de amor que pueden conmover al corazón humano, con la diferencia de que, amando el Alma de Jesucristo con un amor incomparable e infinito, Su Corazón es una hoguera inmensa de amor de Dios y de los hombres, y de esta hoguera salen de continuo las llamas más ardientes y más puras del amor divino. 

                Esas llamas le abrasaron desde el primer instante de su concepción hasta el último suspiro de Su vida y después de la Resurrección no han cesado ni cesarán jamás de abrasarle. El Corazón de Jesús ha latido y late cada día con innumerables Actos de Amor, cada uno de los cuales da más gloria a Dios que la que pueden darle todos los actos de amor de los Ángeles y de los Santos. Por consiguiente, entre todas las criaturas corporales es la que más contribuye a la Gloria del Creador y la que más merece el culto y el amor de los Ángeles y de los hombres. 

                ...todo el amor de la vida mortal del Salvador, Su Amor infantil en el Pesebre, Su Amor lleno de celo apostólico por la Gloria de su Padre durante Su predicación, Su Amor de Víctima sobre la Cruz..., todos esos amores se hallan reunidos y triunfantes en Su Corazón Glorioso que vive en el Santísimo Sacramento. Aquí debemos buscarle para alimentarnos de Su Amor. También está en el Cielo, pero para los Ángeles y los Santos ya coronados. En la Eucaristía está para nosotros: nuestra devoción al Sagrado Corazón debe ser, por consiguiente, eucarística, debe concentrarse en la Divina Eucaristía como el único centro personal y vivo del Amor y de las Gracias del Sagrado Corazón para con los hombres...

                El Corazón de Jesús vive en la Eucaristía, supuesto que Su Cuerpo está allí vivo. Es verdad que este Corazón Divino no está allí de un modo sensible, ni se le puede ver, pero lo mismo ocurre con todos los hombres. Este principio de vida conviene que sea misterioso, que esté oculto: descubrirlo sería matarlo; sólo se conoce su existencia por los efectos que produce. El hombre no pretende ver el corazón de un amigo, le basta una palabra para cerciorarse de su amor. ¿Qué diremos del Corazón Divino de Jesús? Él se nos manifiesta por los sentimientos que nos inspira, y esto debe bastarnos.


Beato Pedro Julián Eymard
 Consideraciones y Normas Eucarísticas de Vida Cristiana



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