La Villa y Corte de Madrid celebra hoy a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, tradicional Devoción entre los que aquí vivimos y aún más de otros muchos lugares del Orbe Católico, como por ejemplo Hispanoamérica, Estados Unidos o Las Filipinas, donde la influencia de esta bendita imagen ha trascendido por generaciones. La talla representa a Jesús Cautivo, tratado como rey de burlas, maniatado, abofeteado... en la antesala del Camino hacia el Calvario, ¿qué mejor meditación que contemplar a Nuestro Señor en ese trance?. ¿Qué mejor consuelo podemos darle que vivir como buenos Cristianos, acariciarle con ojos de pureza y caridad para con el prójimo?...
Mírale, lleno de golpes, despreciado, y luego repárale. Repara a Cristo, porque Él está maniatado por ti, tu arrogancia ata Sus Benditas Manos y le impiden alzarlas para perdonarte; ignorado por tu egoísmo, de ahí su triste semblante, una Faz que refleja los dolores más crueles, porque sólo acudes a Él en los momentos de fatiga, pero cuando todo te resulta bien, pronto le olvidas. Jesús es escupido por tus malas acciones con el semejante, al que menosprecias o consideras inferior... por muchos, derramó Su Sangre... con tu trato distante y falto de caridad, no podrás contarte entre aquellos que se aprovechan de esa Divina Sangre.
Que este Viernes de Cuaresma, Primero de Mes, tu corazón renueve el dolor de tus muchos pecados; consuela a Cristo por tus faltas, por las mías, por las de todos. Imítale, soportando cuantas pruebas se te presenten, por Su Amor, sólo por eso aguántalas y ofrece todas los sinsabores por aquella sed que Nuestro Señor experimentó, para que te unas así con Cristo en la redención de tu alma y colabores, en la de los que andan aún lejos de Él...
P. Alfonso del Santísimo Sacramento
BREVE CRÓNICA DE LA BENDITA IMAGEN DE
NUESTRO PADRE JESÚS DE MEDINACELI
La imagen del Cristo es de la primera mitad del siglo XVII, con 1,73 metros de altura. Fue tallada en Sevilla. Es dudosa la autoría de la imagen y, mientras que unos se la atribuyen a Luis de la Peña, los más se la adscriben a Francisco de Ocampo. La imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla, quienes la llevaron a la colonia española de Mámora en el norte de África, llamada por los españoles San Miguel de Ultramar. El día 30 de Abril de 1681, Mámora cayó en manos de Musley Ismael y su ejército y la imagen del Nazareno fue también capturada y llevada a Mequínez. La historia atestigua por orden expresa del Rey Muley, la imagen fue arrastrada por las calles de Mequinez en señal de odio contra la Religión Cristiana y hasta algunos aseguran que, como si se tratara de carne humana, fue arrojada a los mismos leones...
Fue vista por el Padre de la Orden de la Santísima Trinidad, Fray Pedro de los Ángeles, quien, arriesgando su vida y presentándose ante el mismo rey, solicitó el rescate de la imagen como si se tratara de un ser vivo. Se dice que el rey le permitió al padre trinitario custodiar la imagen, hasta que reuniera el dinero para su rescate, amenazándole que, de no hacerlo así, lo quemaría a él y a la imagen. El Padre General de la Orden mandó a los Padres Miguel de Jesús, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección que se encargaran de servir de mediadores en la solución del problema y estos lograron convencer al rey Muley de que tasara el rescate de la imagen pagando su peso en oro. La leyenda asegura que la balanza se equilibró exactamente cuando se acumularon treinta monedas. Una y otra vez efectuada esta operación, el resultado fue siempre idéntico, con lo que el recuerdo del episodio evangélico en el que Cristo mismo apareció valorado en esas 30 monedas resultaba milagroso.
La imagen, ya rescatada, pasó después a Tetuán, de allí a Ceuta, y por Gibraltar a Sevilla, hasta llegar a Madrid en el verano de 1682. Ese mismo año se organiza la primera procesión a la que asiste el "todo Madrid", pueblo fiel, nobleza y casa real. Desde entonces todos los años, en la gran romería del primer Viernes de Marzo, asiste algún miembro de la familia real a rezar al Nazareno.
La imagen se deposita en el convento de los Padres Trinitarios Descalzos, junto al que en 1689 se le erigió una capilla, donación de los Duques de Medinaceli. A consecuencia del decreto de Desamortización firmado por Mendizábal en 1836, la imagen volvió otra vez a peregrinar por Madrid, en esta ocasión hacia la iglesia de San Sebastián en la que permaneció diez años cuando, gracias a la influencia del Duque de Medinaceli, volvió a la capilla del antiguo convento de Trinitarios, regentado entonces por las Religiosas Concepcionistas de Caballero de Gracia y después por las Agustinas y las Carmelitas de Santa Ana.
Fue en 1890 cuando, al derribarse el convento de los Capuchinos de San Antonio del Prado, sus patronos, los Duques de Medinaceli, pensaron instalar definitivamente en su nueva capilla la imagen del Cristo. Esto aconteció el día 8 de Julio 1895, interviniendo en la donación la Duquesa Madre de Medinaceli Doña Casilda Salabert y Arteaga.
Durante la Guerra Civil, el día 13 de Marzo de 1936 los devotos y vecinos del convento lograron impedir que la imagen fuera destruida por un piquete de revolucionarios. El 17 de Julio los frailes ocultaron la imagen en una caja de madera, y envuelta en sábanas, en los sótanos del convento. Alojándose en el mismo el batallón republicano conocido con el sobrenombre de "Margarita Nelken", y para mitigar el frío del invierno madrileño que allí padecían sus tropas, al buscar unas tablas para calentarse se encontraron con la sorpresa de la caja que contenía la sagrada imagen... Al comprobar Juan Manuel Oliva, jefe del batallón, "a las cuatro de la tarde" que se trataba del Cristo de Medinaceli, no sólo por motivos artísticos, sino también religiosos, entregó la imagen a la "Junta del Tesoro", que la trasladó bien pronto a la ciudad de Valencia, concretamente al Colegio del Patriarca. En Marzo de 1938 fue transportada a Barcelona y desde allí , el día 3 de Febrero de 1939, fue trasladada con todo el Tesoro Artístico a la ciudad suiza de Ginebra, a la que llegó el día 12 de Febrero.
Cuando terminó la Cruzada y fue recuperado el Tesoro, Don Fernando Álvarez de Sotomayor, representante del nuevo Gobierno español, consiguió que la imagen del Cristo saliera de Ginebra el día 10 de Mayo de 1939, siendo esperada con toda devoción en Pozuelo de Alarcón, pueblo cercano a Madrid. Allí fue recibida con honores militares y de ella se hizo cargo la Junta de la Real Esclavitud, llevándola a Madrid, momentáneamente al monasterio de la Encarnación. La Víspera de la Festividad de San Isidro, el día 14 de Mayo, todo el pueblo de Madrid se organizó en solemne procesión acompañando la imagen hasta el altar de su templo en el que siguió recibiendo el culto y la veneración de multitud de devotos. Siempre, pero sobre todo los viernes del año, y de forma multitudinaria el primer viernes de Marzo, son incontables las personas que acuden a venerar al Cristo de Medinaceli, para lo que han de aguantar largas horas de espera y de incomodidades aún climatológicas, hasta conseguir besarle el pie y formularle las tres peticiones rituales.
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