martes, 9 de junio de 2020

Santa Margarita María de Alacoque, Vidente del Sagrado Corazón de Jesús y amiga de su Ángel Custodio


            Como vimos ayer, Santa Margarita María de Alacoque, además de ser una de las predilectas del Sagrado Corazón de Jesús, gozaba de varios Dones Místicos; en la vida de algunos Santos estas gracias del Cielo no constituyen nada "sobrenatural", pues se manifiestan con sencillez en el día a día de el sujeto, y en medio de muchas incomprensiones por parte de quienes los tratan, de ahí que sientan reparo a la hora de manifestar estos fenómenos. 

            Santa Margarita, en su claustro de La Visitación de Paray-le-Monial, recibió la orden de poner por escrito su biografía, sin omitir ningún acontecimiento o suceso sobrenatural. Muy a su pesar y  por cumplir con su voto sagrado de obediencia, dejó claro testimonio de varios capítulos donde la Santa trataba con asiduidad con su Ángel Custodio...




Santa Margarita María de Alacoque,
Vidente del Sagrado Corazón de Jesús
y amiga de su Ángel Custodio


            "Un día Jesús me dijo: Hija mía, no te aflijas, pues quiero darte un Custodio fiel que te acompañe a todas partes y te asista en todas tus necesidades exteriores e interiores, impidiendo que tu enemigo se aproveche de las faltas en que crea que te ha hecho caer por sus sugestiones..."

            "Tal fuerza me comunica esta gracia que parece que ya nada tengo que temer, porque este fiel Custodio de mi alma me asiste con tanto amor que me libra de todas esas penas..."

            "Tenía la dicha de gozar frecuentemente de la presencia de mi Ángel Custodio y de ser también frecuentemente reprendida por él..."

            "No podía tolerar la menor inmodestia o falta de respeto en la presencia de mi Señor Sacramentado, ante el cual lo veía postrado en el suelo y quería que yo hiciese lo mismo..."

            "Siempre lo encuentro dispuesto a asistirme en mis necesidades y nunca me ha rehusado nada que le haya pedido..."

            "Cuando el Señor me visitaba, no veía ya a mi Ángel. Le pregunté la causa y me dijo que, durante todo ese tiempo, estaba él postrado con profundo respeto, rindiendo homenaje a Su Grandeza Infinita que se abajaba hasta mi pequeñez; y, en efecto, así lo veía, cuando mi Divino Esposo me favorecía con Sus amorosas caricias."



(De la Autobiografía de Santa Margarita María de Alcoque)



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