miércoles, 30 de septiembre de 2020

COMIENZA EL MES DEL SANTO ROSARIO: PARA ALIMENTAR Y DEFENDER LA FE

  


               Ante peligros tan graves, sin embargo, no debe abatirse vuestro ánimo, sino que, acordándoos de aquélla divina enseñanza: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”, con mayor confianza acudid gozosos a la Madre de Dios, junto a la cual el Pueblo Cristiano siempre ha buscado el refugio en las horas de peligro, pues Ella ha sido constituida causa de salvación para todo el género humano.

               Por ello, con alegre expectación y reanimada esperanza vemos acercarse ya el próximo mes de Octubre, durante el cual los fieles acostumbran acudir con mayor frecuencia a las iglesias, para en ellas elevar sus súplicas a María mediante las oraciones del Santo Rosario. Oraciones que este año deseamos se hagan con mayor fervor de ánimo, como lo requieren las necesidades cada día más graves; pues bien conocida Nos es la poderosa eficacia de tal Devoción para obtener la ayuda maternal de la Virgen, porque, si bien puede conseguirse con diversas maneras de orar, sin embargo, estimamos que el Santo Rosario es el medio más conveniente y eficaz, según lo recomienda su origen, más celestial que humano, y su misma naturaleza.

               ¿Qué plegaria, en efecto, más idónea y más bella que la Oración Dominical y la Salutación Angélica, que son como las flores con que se compone esta Mística Corona? A la oración vocal va también unida la meditación de los Sagrados Misterios, y así se logra otra grandísima ventaja, a saber, que todos, aun los más sencillos y los menos instruidos, encuentran en ella una manera fácil y rápida para alimentar y defender su propia Fe.

               ...deseamos vivamente que todos los fieles, siguiendo vuestro ejemplo y vuestra exhortación, correspondan solícitos a Nuestra paternal indicación, en unión de corazones y de voces y con el mismo ardor de caridad. Si aumentan los males y los asaltos de los malvados, crezca igualmente y aumente sin cesar la piedad de todos los buenos; esfuércense éstos por obtener de nuestra amantísima Madre, especialmente por medio del Santo Rosario a ella tan acepto, que cuanto antes brillen tiempos mejores para la Iglesia y para la humana sociedad.

               Roguemos todos a la Poderosísima Madre de Dios para que, movida por las voces de tantos hijos Suyos, nos obtenga de Su Unigénito el que cuantos por desgracia se hallan desviados del sendero de la Verdad y de la Virtud, se vuelvan a ésta por la conversión; el que felizmente cesen los odios y las rivalidades que son la fuente de toda clase de discordias y desventuras; el que la Paz, aquélla Paz que sea verdadera, justa y genuina, vuelva a resplandecer benigna así sobre los individuos y sobre las familias, como sobre los pueblos y sobre las naciones...


Encíclica Ingruentium Malorum

Papa Pío XII, 15 de Septiembre de 1951



PARA REALIZAR LAS MEDITACIONES DIARIAS

en el Mes del Santo Rosario, sólo tiene que tocar AQUÍ




martes, 29 de septiembre de 2020

SAN MIGUEL ARCÁNGEL, GLORIOSO PRÍNCIPE DE LAS MILICIAS CELESTIALES


              Príncipe de los Ángeles fieles al Señor. Su nombre significa: «¿Quién como Dios?». En la Sagrada Escritura, aparece en el Libro del Profeta Daniel, en la Epístola del Apóstol Judas y en el Libro del Apocalipsis. Como a San Gabriel y a San Rafael, se le llama "Arcángel".



               San Miguel es figura principal entre los que sirven inmediatamente al Trono del Señor y bajan a la tierra para anunciar o hacer cumplir Sus designios. Protector del Pueblo de Dios, de Israel, en la Antigua Ley; de la Iglesia de Cristo en el Nuevo Testamento. En la Sagrada Escritura ha hallado su fundamento la piedad popular de todos los tiempos para erigir a San Miguel en Príncipe de los Ejércitos Celestiales, Guerrero Victorioso en las luchas cósmicas contra el espíritu rebelde, el Dragón de las tinieblas.

               Daniel, el Profeta de las revelaciones angélicas, nos da a conocer el nombre de nuestro Arcángel. Miguel, llamado Gran Jefe de los israelitas, que luchan por la liberación del Pueblo de Dios, desterrado y sometido al dominio persa. Allí mismo se habla de los príncipes de Persia y de Grecia, refiriéndose, según el común sentir, a los Ángeles Guardianes de estas naciones.

               El Apocalipsis, nos presenta a San Miguel en su misión definitiva, culminante. Ante la Aparición de la Mujer, símbolo de María y de la Iglesia, con Su Hijo, en el Cielo se traba una batalla. Miguel y el Dragón frente a frente, el Arcángel fiel contra el soberbio ángel de la luz. Cada uno manda un ejército de ángeles. Vence Miguel y el Dragón es sepultado en los infiernos. (1)

               De esta visión de San Juan, Profeta de Patmos, se derivan las imágenes medievales del guerrero de alas brillantes con labrada armadura, al que no le falta la lanza que destruye al dragón, vencido a sus pies. La Iglesia misma le reconoce el título de defensor de sus huestes, por eso le llama "Ángel del Paraíso", "Príncipe de las Milicias Celestiales", y en las Letanías de los Santos le asigna el primer lugar detrás de la Santísima Virgen. Su protección no nos abandona hasta después de la muerte.

               En el momento solemne de ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por sus difuntos, la Iglesia le invoca para que presente las almas a la Luz Santa del Juicio Divino. La devoción popular, que ha influido notablemente en estos textos litúrgicos, le considera como "pesador de las almas", y así le vemos en curiosas miniaturas de la Edad Media, con la balanza de la Justicia Divina en las manos, felizmente inclinado un platillo hacia la Gloria del Cielo.

               Sus Apariciones más famosas son las del Monte Gárgano en Italia, alrededor del año 500, y la del Monte Adriano, donde el año 611 el Papa Adriano IV le construye un oratorio, sobre el que sería más tarde Castillo de Sant' Angelo.

              En España alcanzó renombre su aparición en la serranía navarra de Aralar para ayudar al Noble Caballero Don Teodosio de Goñi en lucha contra el dragón infernal.

               Hoy día el Arcángel se mantiene fiel a su Misión de Custodio de la Iglesia, como lo proclama la oración a él dirigida al final de la Santa Misa, súplica preceptuada por el Papa León XIII.


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Se recomienda su copia y difusión


NOTAS ACLARATORIAS

   (1)   En la historia de las Apariciones Marianas, vemos que el Arcángel San Miguel -u otro Ángel o Espíritu Celestial- a veces puede jugar un papel importante antes de las manifestaciones de Nuestra Señora, como en Fátima, Portugal, o en San Sebastián de Garabandal, España.

  (2)  Como si fuese una verdadera profecía, el Papa León XIII intuyó y plasmó en esta oración la terrible realidad de nuestros días, la usurpación de la Cátedra de San Pedro, en consonancia al Secreto de La Salette


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lunes, 28 de septiembre de 2020

CATECISMO DE LA DOCTRINA CRISTIANA, del Padre Jerónimo de Ripalda. PARTE 17: Acerca del Sexto, Séptimo, Octavo, Noveno y Décimo Mandamiento





Sobre el Sexto Mandamiento

P. Sobre el Sexto Mandamiento os pregunto: ¿Quién lo guarda enteramente? 

          R. El que es casto de palabras, obras y pensamientos. 

P. ¿Peca en los malos pensamientos quién procura desecharlos? 

          R. Antes merece, si con esto quita las ocasiones. 

P. ¿Pues quién es el que peca en los malos pensamientos? 

          R. Quien propone cumplirlos, o de su voluntad se deleita en ellos. 

P. ¿Qué se manda a los casados en el uso del matrimonio? 

          R. Que ni falten a su debida decencia ni a la Fe que se prometieron. 

P. ¿Qué cosas nos ayudan a ser castos?  

          R. Las Oraciones, Sacramentos, ocupaciones y buenas compañías. 

P. ¿Cuáles nos dañan? 

          R. La destemplanza, y visitas y conversaciones ocasionadas. Sobre el Séptimo Mandamiento. 

Sobre el Séptimo Mandamiento

P. Sobre el Séptimo Mandamiento os pregunto: ¿Quién lo cumple? 

          R. Quien no toma, ni tiene, ni quiere lo ajeno contra la voluntad de su dueño. 

P. ¿Quién lo quebranta? 

          R. Quien a otro hace alguna manera de daño injusto, o es causa de que otro lo haga. 

P. ¿Y al que hurtó o dañó, le basta confesar su pecado? 

          R. No, si no paga lo que debe, o a lo menos la parte que puede. 

P. ¿Y el que no puede, que hará? 

          R. Procurar como pueda, cuanto en si fuere. 

Sobre el Octavo Mandamiento 

P. Sobre el Octavo Mandamiento os pregunto: ¿Quién cumple con el octavo Mandamiento? 

          R. El que no juzga males ajenos ligeramente, ni los dice ni oye sin fines buenos. 

P. ¿Quién lo quebranta? 

          R. Quien infama contra justicia, descubre secreto, o miente. 

P. ¿Se puede sin pecado mentir en alguna cosa con fin bueno? 

          R. Nunca; mas puede callarse la verdad disimulando. 

Sobre el Nono y Décimo Mandamientos 

P. ¿Qué vedan el nono y décimo Mandamiento? 

           R. Las codicias deshonestas y de hacienda. 

P. ¿Es pecado desear tener más que otro por vía justa? 

          R. No; que solo se vedan las codicias injustas y desordenadas. 

P. ¿Por qué se vedan con especial mandamiento las codicias deshonestas y de hacienda? 

          R. Por ser más importunas y peligrosas.



domingo, 27 de septiembre de 2020

EXPLICACIÓN DE LA SANTA MISA, por San Juan María Vianney, Cura de Ars. PARTE 6: De las necesarias disposiciones para escuchar la Santa Misa


               Os he dicho que el centurión nos serviría de ejemplo, en las momentos en que tenemos la dicha de comulgar, ya espiritual, ya corporalmente. Por comunión espiritual entendemos un gran deseo de unirnos a Jesucristo. El ejemplo de aquel centurión es tan admirable, que hasta la Iglesia se complace en ponernos todos los días su conducta ante nuestros ojos, durante la santa Misa. “Señor, le dice aquel humilde servidor, yo no soy digno de que entréis en mi morada, mas decid solamente una palabra, y quedará curado mi servidor” (Evangelio de San Mateo, cap. 8, vers, 8). 



               ¡Ah!, si el Señor viese en nosotros esa misma humildad, ése mismo conocimiento de nuestra pequeñez, ¿con qué placer y con qué abundancia de gracias entraría en nuestro corazón? ¡Cuántas fuerzas y cuánto valor íbamos a alcanzar para vencer al enemigo de nuestra salvación!. 

               ¿Queremos obtener un cambio de vida, es decir, dejar el pecado y volver a Dios Nuestro Señor? Oigamos algunas Misas a esta intención, y si lo hacemos devotamente, nos cabrá la plena seguridad de que Dios nos ayudará a salir del pecado. Ved un ejemplo de ello. Refiérese que había una joven la cual durante muchos años mantuvo relaciones pecaminosas con cierto mancebo. De súbito, al considerar el castigo que esperaba a su pobre alma llevando una vida como la que llevaba, se llenó de espanto. Después de haber oído Misa, fuese al encuentro de un Sacerdote para rogarle que la ayudase a salir del pecado. El Sacerdote, que ignoraba el comportamiento de aquella joven, le preguntó qué era lo que la llevaba a cambiar de vida. "Padre mío -dijo ella- durante la Santa Misa que mi madre, antes de morir, me hizo prometer que oiría todos los Sábados, he concebido un tan grande horror de mi comportamiento que me es ya imposible aguantar más." "¡Oh, Dios mío! -exclamó el santo Sacerdote- ¡he aquí un alma salvada por los méritos de la Santa Misa".

               ¡Cuántas almas saldrían del pecado, si tuviesen la suerte de oír la Santa Misa en buenas disposiciones! No nos extrañe, pues, qué el demonio procure, en aquel tiempo, sugerirnos tantos pensamientos ajenos a la devoción. Bien prevé, mejor que vosotros, lo que perdéis asistiendo a dicho acto con tan poco respeto y devoción. 

               ¡De cuántos accidentes y muertes repentinas nos preserva la Santa Misa! ¡Cuántas personas, por una sola Misa bien oída, habrán obtenido de Dios el verse libres de una desgracia! San Antonino nos refiere a este respecto un hermoso ejemplo. Nos dice que dos jóvenes organizaron, en día de fiesta, una partida de caza: uno de ellos oyó Misa, mas el otro no. Estando ya en camino, el tiempo se puso amenazador; retumbaba el trueno formidable, veíase brillar incesantemente el relámpago, hasta el punto de que el cielo parecía incendiarse. Mas lo que los llenaba de pavor, era que, en medio de los fulgurantes rayos, oían una voz, como salida del aire, que gritaba: “¡Herid a esos desgraciados, heridlos!” Calmose un poco la tempestad y comenzaron a tranquilizarse. Pero, al cabo de un rato, mientras proseguían su camino, un rayo redujo a cenizas al que había dejado de oír la santa Misa. El otro quedó sobrecogido de un temor tal, que no sabía si pasar adelante o dejarse caer. En estas angustias, oía aún la voz que gritaba: “¡Herid, herid al desgraciado!” Lo cual contribuía a redoblar el espanto que le causaba el ver a su compañero muerto a sus pies. “¡Herid, herid al que queda!” Cuando se creía ya perdido, oyó otra voz que decía: “No, no le toquéis; esta mañana ha oído la santa Misa”. De manera que la Misa que había oído antes de partir le preservó de una muerte tan espantosa. ¿Veis cómo se digna Dios concedernos singulares gracias y preservarnos de graves accidentes cuando acertamos a oír debidamente la santa Misa?.

               ¡Qué castigos deberán esperar aquellos que no tienen escrúpulos de faltar a ella los domingos! De momento, lo que se ve claramente es que casi todos tienen una muerte desdichada; sus bienes van en decadencia, la fe abandona su corazón, y con ello vienen a ser doblemente desgraciados. ¡Dios mío!, ¡cuán ciego es el hombre, tanto en lo que se refiere al alma, como en lo que atiende al cuerpo!. 


Continuará...


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sábado, 26 de septiembre de 2020

"Las Glorias de María"; Así nos amó María, que nos entregó a Su propio Hijo


               Así como del Amor del Eterno Padre hacia los hombres, al entregar a la muerte por nosotros a Su mismo Hijo, está escrito: "Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a Su propio Hijo" (Evangelio de San Juan, cap. 3, vers. 16), así ahora -dice San Buenaventura- se puede decir de María. "Así nos amó María, que nos entregó a su propio Hijo". ¿Cuándo nos lo dio? Nos lo dio, dice el Padre Nierembergh, cuando le otorgó licencia para ir a la muerte. Nos lo dio cuando, abandonado por todos, por odio o por temor, podía Ella sola defender muy bien ante los jueces la Vida de Su Hijo. 




               Bien se puede pensar que las palabras de una madre tan sabia y tan amante de su hijo hubieran podido impresionar grandemente, al menos a Pilato, disuadiéndole de condenar a muerte a un hombre que conocía, y declaró que era inocente. Pero no; María no quiso decir una palabra en favor de Su Hijo para no impedir la muerte, de la que dependía nuestra salvación. 

                Nos lo dio mil y mil veces al pie de la Cruz durante aquellas tres horas en que asistió a la Muerte de Su Hijo, ya que entonces, a cada instante, no hacía otra cosa que ofrecer el Sacrificio de la Vida de Su Hijo con sumo dolor y sumo amor hacia nosotros, y con tanta constancia que, al decir de san Anselmo y San Antonino, que si hubieran faltado verdugos Ella misma hubiera obedecido a la Voluntad del Padre (si se lo exigía) para ofrecerlo al Sacrificio exigido para nuestra salvación. 

                Si Abrahán tuvo la fuerza de Dios para sacrificar a su hijo (cuando El se lo ordenó), podemos pensar que, con mayor entereza, ciertamente, lo hubiera ofrecido al Sacrificio María, siendo más santa y obediente que Abrahán. Pero volviendo a nuestro tema, ¡qué agradecidos debemos vivir para con María por tanto amor! ¡Cuán reconocidos por el Sacrificio de la Vida de Su Hijo que Ella ofreció con tanto dolor suyo para conseguir a todos la salvación! ¡Qué espléndidamente recompensó el Señor a Abrahán el sacrificio que estuvo dispuesto a hacer de su hijo Isaac! 

               Y nosotros, ¿cómo podemos agradecer a María por la Vida que nos ha dado de Su Jesús, Hijo infinitamente más noble y más amado que el hijo de Abrahán? Este amor de María -al decir de San Buenaventura- nos obliga a quererla muchísimo, viendo que Ella nos ha amado más que nadie al darnos a Su Hijo único al que amaba más que a sí misma.

                De aquí brota otro motivo por el que somos tan amados por María, y es porque sabe que nosotros somos el precio de la muerte de su Jesús. Si una madre viera a uno de sus siervos rescatado por su hijo querido, ¡cuánto amaría a este siervo por este motivo! Bien sabe María que Su Hijo ha venido a la tierra para salvarnos a los miserables, como Él mismo lo declaró: "He venido a salvar lo que estaba perdido" (Evangelio de San Lucas, cap. 19, vers. 10). Y por salvarnos aceptó entregar hasta la vida: "Hecho obediente hasta la muerte" (Carta a los Filipenses, cap. 2, vers. 8). Por consiguiente, si María nos amase fríamente, demostraría estimar poco la Sangre de Su Hijo, que es el precio de nuestra salvación. 

               Se le reveló a la monja Santa Isabel que María, que estaba en el Templo, no hacía más que rezar por nosotros, rogando al Padre que mandara cuanto antes a Su Hijo para salvar al mundo. ¡Con cuánta ternura nos amará después que ha visto que somos tan amados de su Hijo que no se ha desdeñado de comprarnos con tanto sacrificio de su parte! Y porque todos los hombres han sido redimidos por Jesús, por eso María los ama a todos y los colma de favores. 




"EL DESEO DE VER MI CORAZÓN ADORABLE MÁS COCOCIDO Y AMADO DEBE IMPULSARTE A ACEPTAR ESTA MISIÓN..."

 



               Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.



De los Dictados de Jesús 
a Sor Benigna Consolata


               Escribe Sor Benigna: "Tratando yo con Jesús el deseo que sentía de dar a conocer Sus Misericordias, el Señor me contestó: "Ya lo puedes hacer, y a eso están destinados tus escritos. Cada palabra que escribas es un himno a Mi Misericordia. Escribe, mientras más, mejor. Yo quiero necesitar de ti, servirme de tu pobreza y de tu nada para derramar Mis Misericordias sobre las almas..." 

               El 3 de Septiembre de 1903 Jesús le  manifestó: "Necesito que pongas a Mi disposición tu entendimiento, tu vida, las facultades que Yo mismo te he dado, y que te entregues a Mí por completo, a fin de ser el instrumento de Mis Misericordias... El deseo de ver Mi Corazón adorable más conocido y amado, debe impulsarte a aceptar esta Misión... acéptala por el amor que a Mi Corazón tienes... 

              "Quiero vivir en ti, quiero ver en tus ojos, hablar por tu lengua, oír con tus oídos, andar con tus pies, trabajar con tus manos." (30 de Junio de 1916)

               "Sé el Apóstol de Mi Amor. Dilo muy alto, de modo que el mundo entero te oiga, que tengo sed, que muero de ansia de ser recibido por Mis criaturas... Anda y búscame Víctimas que quieran inmolarse por la Gloria de Mi Corazón..." (17 de Marzo de 1915)






jueves, 24 de septiembre de 2020

NUESTRA SEÑORA MARÍA SANTÍSIMA DE LA MERCED




               Según la piadosa Tradición, en la noche del 1 al 2 de Agosto de 1218, la Virgen se apareció a la vez a San Pedro Nolasco, a San Raimundo de Peñafort y al Rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno Su deseo de fundar una Congregación para redimir cautivos. 

                La Santa Madre de Dios movió el corazón de San Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que él y sus compañeros realizaban hacía tiempo, rescatando cautivos cristianos de las cadenas mahometanas. La Virgen Santísima desea ser libertadora a través de una nueva Orden que evitará que los presos cristianos apostaten de la Verdadera Fe al encontrarse en medio de los infieles.

                Durante la Aparición de Nuestra Señora a San Pedro Nolasco, se entabla un tierno diálogo entre la Madre de Dios y el que hasta ahora había sido comerciante.

                -"¿Quién eres Tú -pregunta Pedro Nolasco a la Virgen- que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?"

               -"Yo Soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de Mi Sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la Profecía de Simeón, cuando ofrecí a Mi Hijo en el Templo: ”Mira que Éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a Ti misma una espada vendrá a atravesarte por el Alma"

               -"¡Oh Virgen María -responde Pedro Nolasco- , Madre de Gracia, Madre de Misericordia! ¿Quién podrá creer que Tú me mandas?

              -"No dudes en nada, porque es Voluntad de Dios que se funde esta Congregación en Mi Honor; será una familia cuyos hermanos, a imitación de Mi Hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."





PADRE PÍO, EL SACERDOTE CRUCIFICADO SIN CRUZ



               Para algunas almas que andan despistadas con lo ocurrido en los últimos años de la vida del Padre Pío, me gustaría puntualizar ciertos aspectos que actualmente son tergiversados por ignorancia o conveniencia y que tratan de presentar al místico estigmatizado como un santo "bonachón" y desenfadado que aceptó el cambio litúrgico y que incluso celebró la "misa nueva" dispuesta por Pablo VI. Ambas afirmaciones son del todo erróneas.

               El Padre Pío, dada la altísima idea que tenía del Santo Sacrificio de la Misa y la extraordinaria piedad con la que lo celebraba (hasta el punto de estarse dos horas en el altar) no vería con los mejores ojos los cambios que se estaban operando y que, claramente, eran pasos previos a algo de mayor envergadura y que llevaban en una dirección por lo menos extraña a la tradición litúrgica. 

               Un testimonio que ilumina el pensamiento del Padre Pío a este respecto es el de su hijo espiritual y biógrafo, el abogado Antonio Pandiscia, el cual asegura que le dijo en cierta ocasión acerca del Misal Romano tridentino: “En confianza, siempre he seguido ese Misal; ¿por cuál razón tengo hoy que cambiar?”, lo que indica poco entusiasmo –por no decir ninguno– hacia la reforma litúrgica. Sin embargo, aceptó, por pura obediencia, celebrar de cara a los fieles, pero conservando el Misal de siempre y las rúbricas que tradicionalmente se usaron durante siglos, como puede verse en la grabación que se hizo de su última Misa (que tuvo lugar el 22 de Septiembre de 1968, la víspera de su muerte).
               
               Alrededor de 1960, el famoso exorcista romano Gabriele Amorth -fallecido en 2016- conoció al Padre Pío de Pietrelcina y habló con él sobre la Tercera Parte del Secreto que Nuestra Señora de Fátima confiara a Sor Lucía, una de los tres videntes.
                
               El Padre Amorth explicó sobre esta en una entrevista realizada en 2011, y que ha sido publicada recientemente por el periodista e investigador Don José María Zavala.
                
               El Padre Pío le dijo al Padre Amorth: “¿Sabes Gabriele? Satanás se ha introducido en el seno de la Iglesia y en muy poco tiempo llegará a gobernar una falsa iglesia” . El Padre Amorth asegura que el Padre Pío estaba “realmente atormentado” por una cuestión que es “la gran Apostasía dentro de la Iglesia”.


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martes, 22 de septiembre de 2020

CATECISMO DE LA DOCTRINA CRISTIANA, del Padre Jerónimo de Ripalda. PARTE 16: Acerca del Cuarto y Quinto Mandamiento



"Si permaneciereis en la Santa Fe, 
jamás la tristeza ocupará vuestro corazón"

Santa Catalina de Siena





Sobre el Cuarto Mandamiento 


P. Sobre el Cuarto Mandamiento os pregunto: ¿Quién se dice con verdad, que honra a sus padres? 

          R. Quien los obedece, socorre y reverencia. 

P. ¿Quiénes otros son tenidos por padres a más de los naturales? 

          R. Los mayores en edad, saber y gobierno. 

P. ¿Qué deben los padres naturales a sus hijos? 

          R. Sustentarlos, doctrinarlos y darles estado, no contrario a su voluntad. 

P. Los casados, con sus mujeres, ¿cómo deben haberse? 

          R. Amorosa y cuerdamente, como Cristo con su Iglesia. 

P. ¿Las mujeres con sus maridos cómo?

          R. Con amor y reverencia como la Iglesia con Cristo. 

P. ¿Los amos con los criados? 

          R. Como con hijos de Dios. 

P. ¿Y los criados con los amos? 

          R. Como quien sirve a Dios en ellos. 

Sobre el Quinto Mandamiento

P. Sobre el Quinto Mandamiento os pregunto: ¿Qué veda más que el matar? 

          R. No hacer a nadie mal en hecho, ni en dicho, ni aun en deseo. 

P. ¿Quién peca contra esto? 

          R. El que amenaza, hiere e injuria, o a su ofensor no perdona. 

P. ¿Hay además de esto, otras maneras de matar? 

          R. Sí, Padre: escandalizando, o no ayudando al gravemente necesitado.




lunes, 21 de septiembre de 2020

EL VOTO DE CARIDAD HACIA LAS ALMAS DEL PURGATORIO




¿EN QUÉ CONSISTE EL VOTO DE ÁNIMAS?


                La caridad, que consiste en amar a Dios sobre todo, y al prójimo como a nosotros mismos, todos sabemos que tiene sus grados de mayor, y de menor perfección, y que entonces es mas perfecta y mas heroyca, quando nos inclina á emprender obras mas arduas. Este Voto consiste en ofrecer a Dios, por mediación de Nuestra Señora y por la obligada caridad hacia nuestros Fieles Difuntos, TODAS LAS INDULGENCIAS que podamos obtener en esta vida, a fin de que sean aplicadas a nuestras hermanas las Almas del Purgatorio y así abreviar sus penas, aliviarlas al menos y hasta tal vez, en el mejor de los casos, obtener su liberación.

                Sin embargo, conscientes de nuestra pobre condición pecadora, buscaremos en todos nuestros actos la ayuda incondicional de la Virgen María... ¿qué mejor manera de ofrecer algo a Dios Nuestro Señor que presentárselo a través de las Purísimas Manos de Su Madre Bendita?. Es más, ¿dudaremos por un momento que Nuestro Señor permita a Su Madre distribuir esas indulgencias según su criterio? Nuestra Señora, que como Buena Madre, supo administrar bien la economía doméstica, ¿no será capaz de prodigarse con aquellas Almas del Purgatorio que más penan?

               Por eso, pongamos en manos de la Virgen María, todas las indulgencias que ganemos en vida, para que la Madre Piadosa las distribuya libremente entre las Almas del Purgatorio. Ella, que sabe amar como ninguna Madre, no dudará en favorecer entre las Almas purgantes a las que fueron nuestros familiares y amigos en este tierra.


¿QUÉ PODEMOS OFRECER A LAS ALMAS DEL PURGATORIO?


                Todas las obras buenas que practicamos en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio.

        -El efecto meritorio, de nuestras buenas obras consiste en aumentar la gracia y la gloria del que la practica, y este efecto no puede cederse a nadie.

        -El efecto propiciatorio es hacer a Dios propicio, aplacando la ira de su Divina Justicia.

        -El efecto impetratorio está en alcanzarnos gracias y favores de parte de Dios.

                Y finalmente el efecto satisfactorio, es aquel que nos permite pagar la pena temporal que merecemos por nuestros pecados. Sólo este último efecto -el satisfactorio- es el que podemos ofrecer a las Almas del Purgatorio mediante este Voto, a fin de que les sirva para completar la pena temporal que por sus pecados deben a la Justicia Divina y que están pagando en el Purgatorio. Sin embargo, ofreciendo este efecto satisfactorio, no nos quedaremos en la indigencia, sino que nos quedamos con los otros tres efectos de nuestras buenas obras.



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BENEFICIOS ESPIRITUALES QUE OBTENEMOS 

POR EL VOTO DE ÁNIMAS


                Es sumamente importante saber que aquellos que hacen el VOTO DE ÁNIMAS, ganan indulgencia plenaria todos los Lunes del año a condición de asistir al Santo Sacrificio de la Misa con intención de dar reposo y consuelo a las Benditas Almas del Purgatorio; también si ofrecemos el Santo Rosario a la Virgen con el mismo fin caritativo.


sábado, 19 de septiembre de 2020

LA SEÑORA QUE LLORABA AMARGAMENTE. Aniversario de la Aparición de Nuestra Señora de La Salette

     


               Sucedió este gran acontecimiento en una meseta montañosa al sudeste de Francia, cerca del poblado de La Salette. Un niño llamado Maximino Giraud, de once años y la joven Melania Mathieu, de quince años, estaban cuidando el ganado. Melanie estaba acostumbrada y entrenada a este tipo de trabajo desde que tenía nueve años de edad, pero todo era nuevo para Maximino. Su padre le había pedido que lo hiciera como un acto generoso para cooperar con el granjero que tenía a su ayudante enfermo por esos días. 

               Según el propio Relato de Melania: El día 18 de Septiembre de 1846, víspera de la Aparición de la Santísima Virgen, estaba yo sola, como siempre, cuidando el ganado de mi amo, alrededor de las once de la mañana vi a un niño que se aproximaba hacía mí. Por un momento tuve miedo, pues me parecía que todos deben saber que evitaba todo tipo de compañía. El niño se acercó y me dijo: "Hey niña, voy a ir contigo, soy de Corps". A estas palabras mi malicia natural se mostró y le dije: "No quiero a nadie a mi alrededor. Quiero estar sola". Pero el, siguiéndome, dijo: "Mi amo me envió aquí para que contigo cuidara el ganado. Vengo de Corps". Me separé molesta de el, dándole a entender que no quería a nadie alrededor mío. Cuando estaba ya a cierta distancia me senté en la hierba. Usualmente de esta forma hablaba a las florecitas o al Buen Dios.

               Después de un momento, detrás de mí estaba Maximino sentado y directamente me dijo: "Déjame estar contigo, me portaré muy bien". Aún en contra de mi voluntad y sintiendo un poco de lástima por Maximino le permití quedarse. Al oír la campana de la Salette para el Angelus, le indiqué elevar su alma a Dios. El se quitó el sombrero y se mantuvo en silencio por un momento. Luego comimos y jugamos juntos. Cuando cayó la tarde bajamos la montaña y prometimos regresar al día siguiente para llevar al ganado nuevamente.

              Al día siguiente, sábado, 19 de Septiembre, de 1846, el día estaba muy caluroso y los dos jovencitos acordaron comer su almuerzo en un lugar sombreado. Melania había descubierto que Maximino era muy buen niño, simple y dispuesto a hablar de lo que ella deseara. Era muy flexible y juguetón, pero si un poco curioso. Llevaron el ganado a una pequeña quebrada y encontrando un lugar agradable decidieron tomar una siesta. Ambos durmieron profundamente. Melania fue la primera en despertar. El ganado no estaba a su vista, entonces rápidamente llamó a Maximino. Juntos fueron en su búsqueda por los alrededores y lo encontraron pastando plácidamente.

               Los dos jóvenes volvían en la búsqueda de sus utensilios donde habían llevado su almuerzo y cerca de la quebrada en donde habían hecho la siesta divisaron un globo luminoso que parecía dividirse. Melania pregunta a Maximino si el ve lo que ella esta viendo. ¡Oh Dios mío!, exclamó Melania dejando caer la vara que llevaba. Algo fantásticamente inconcebible la inundaba en ese momento y se sintió atraída, con un profundo respeto, llena de amor y el corazón latiéndole más rápidamente. Vieron a una Señora que estaba sentada en una enorme piedra. Tenía el rostro entre sus manos y lloraba amargamente. Melania y Maximino estaban atemorizados, pero la Señora, poniéndose lentamente de pie, cruzando suavemente sus brazos, les llamó hacía ella y les dijo que no tuvieran miedo. Agregó que tenía grandes e importantes nuevas que comunicarles. Sus suaves y dulces palabras hicieron que los jóvenes se acercaran apresuradamente. Melania cuenta que su corazón deseaba en ese momento adherirse al de la bella Señora.

ERA ALTA Y MAJESTUOSA

                La Señora era alta y de apariencia majestuosa. Tenía un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura, no se podría decir que era de color dorado pues estaba hecho de una tela no material, más brillante que muchos soles. Sobre sus hombros lucía un precioso chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. Sus zapatos blancos tenían el mismo tipo de rosas. De su cuello colgaba una cadena con un crucifijo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. De su cabeza una corona de rosas irradiaba rayos luminosos, como una diadema. En sus preciosos ojos habían lágrimas que rodaban sobre sus mejillas. Una luz más brillante que el sol pero distinta a éste le rodeaba.

                  Le dijo a los jóvenes que la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios. Si no, tendrían mucho que sufrir. "La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la Religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los Mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de Mi Hijo sea más pesada".

                La Santísima Virgen continuó conversando y les predijo una terrible hambruna y escasez. Dijo que la cosecha de patatas se había echado a perder por esas mismas razones el año anterior. Cuando los hombres encontraron las patatas podridas, juraron y blasfemaron contra el Nombre de Dios aún más. Les dijo que ese mismo año la cosecha volvería a echarse a perder y que el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían, las uvas se pudrirían. Después, la Señora comunica a cada joven un secreto que no debían revelar a nadie, excepto al Santo Padre, en una petición especial que el mismo les haría.

               La Señora agregó que si el pueblo se convirtiera, las piedras y las rocas se convertirían en trigo y las patatas se encontrarían sembradas en la tierra. Entonces preguntó a los jovencitos: "¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?" Respondieron los dos: "¡Oh! no, Señora; no muy bien." ; "¡Ay, hijos Míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más."




DESPUÉS DE LA APARICIÓN...

               Con su voz maternal y solícita les termina diciendo: "Pues bien, hijos míos, decid esto a todo Mi pueblo". Luego continuó andando hasta el lugar en que habían subido para ver donde estaban las vacas. Sus pies se deslizan, no tocan más que la punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la hermosa Señora se detuvo. Melania y Maximino corren hacia ella apresuradamente para ver a donde se dirige. La Señora se eleva despacio, permanece unos minutos a unos metros de altura, mira al cielo, a su derecha (¿hacia Roma?), a su izquierda (¿Francia?), a los ojos de los niños, y se confunde con el globo de luz que la envuelve. Este sube hasta desaparecer en el firmamento.

               Al principio solo algunos creían lo que los jóvenes decían haber visto y oído. Los campesinos que habían contratado a los jóvenes estaban sorprendidos que, siendo estos tan ignorantes, fueran capaces de transmitir y relacionar tan complicado mensaje tanto en francés, el cual no entendían bien, como en patuá (dialecto francés) en el cual describían exactamente lo que decían.

               A la mañana siguiente Melania y Maximino fueron llevados a ver al Párroco. Era un Sacerdote de edad avanzada, muy generoso y respetado. Al interrogar a los jóvenes, escuchó todo el relato, ante el cual quedó muy sorprendido y realmente pensó que ellos decían la verdad. En la Misa del Domingo siguiente habló de la visita de la Señora y Su petición. Cuando llegó a oídos del Obispo que el Párroco había hablado sobre la Aparición desde el púlpito, éste fue reprendido y reemplazado por otro Sacerdote.

               Melania y Maximino eran constantemente interrogados tanto por los curiosos como por los devotos. Ellos simplemente contaban la misma historia, repitiéndola una y otra vez. A los que estaban interesados en subir la montaña, les señalaban el lugar exacto donde la Señora se había aparecido. En varias ocasiones fueron amenazados de ser arrestados si no negaban lo que continuaban diciendo. Sin ningún temor y vacilación reportaban a todos los mensajes que la Señora había dado.

               Surgió una fuente cerca del lugar donde la Señora se había aparecido y el agua corría colina abajo. Muchos milagros empezaron a ocurrir. Las terribles calamidades que fueron anunciadas se empezaron a cumplir. La terrible hambruna de patatas de 1846 se difundió, especialmente en Irlanda donde muchos murieron. La escasez de trigo y maíz fue tan severa que más de un millón de personas en Europa murieron de hambre. Una enfermedad afectó las uvas en toda Francia. Probablemente el castigo hubiera sido peor de no haber sido por los que acataron el mensaje de La Salette. Muchos comenzaron a ir a Misa. Las tiendas fueron cerradas los Domingos y la gente cesó de hacer trabajos innecesarios el Día del Señor. Las malas palabras y las blasfemias fueron disminuyendo.


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