domingo, 25 de octubre de 2020

EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA, por el Padre Martin de Cochem, Capuchino. CAPÍTULO 1, Parte 2: LA OBLACIÓN PURA PREDICHA


               El ofrecimiento de esta Oblación pura fue predicho por el Profeta Malaquías en las palabras siguientes: “Oh, si alguno de vosotros cerrara las puertas y no encendierais en vano el fuego de Mi Altar!. No tengo en vosotros complacencia alguna dice Yavé de los ejércitos; no me son gratas las ofrendas de vuestras manos. Porque desde la salida del sol hasta el ocaso es grande Mi Nombre entre las gentes, y en todo lugar ha de ofrecerse a Mi Nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues grande es Mi Nombre entre las gentes, dice Yavé de los ejércitos” (Profeta Malaquías, cap. 1, vers. 10-11).



               Todos los Padres de la Iglesia consideran que este trozo hace referencia al Sacrificio de la Misa; pues esta Profecía no encuentra su realización en el Antiguo Testamento, sino en el Nuevo, en donde son realizadas también las palabras que fueron dichas por Dios Padre a su Hijo: “Tú eres Mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Pídeme y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra. ” (Salmo 2, vers. 7-8). Esto fue cumplido cuando los paganos fueron convertidos a la Fe por la predicación de los Apóstoles. El sacrificio predicho aquí por Malaquías no puede ser el que fue ofrecido por Cristo en la Cruz, como afirman los no – Católicos, porque eso fue hecho en un lugar solamente, en el Calvario, no en todos los lugares como declara el Profeta. 

               Tampoco puede ser abrigada la suposición de que el Profeta se refiera a un sacrificio de alabanzas o de obras buenas, porque éstas no son oblaciones en el sentido estricto de la palabra. Tampoco son siempre una oblación pura, como dice el Profeta: “Todos nosotros fuimos impuros y toda nuestra justicia es como vestido inmundo… “(Profeta Isaías, cap. 64, vers. 5-6) Por consiguiente, tienen que ser entendidos en el sentido de que esta Profecía se refiere explícitamente al Santo Sacrificio de la Misa como el único y sólo Sacrificio verdadero del Nuevo Testamento; una oblación en sí misma perfectamente pura y santa, que es ofrecida a Dios Padre a todas horas y en todo lugar por Cristo mismo por la instrumentalidad de Sus Sacerdotes. 

               Cristo es el Sumo Sacerdote principal, nuestros Sacerdotes son solamente Sus servidores, y Él se sirve de sus manos y sus labios para el ofrecimiento de un sacrificio material. Porque, como Cristo en Su Cuerpo no es perceptible a nuestros sentidos, se hace necesario que al mismo tiempo haya una víctima visible, entonces Él se sirve de la cooperación del Sacerdote para ofrecer Su Sacrificio. La Oblación continuará siendo ofrecida hasta el Fin del Mundo.

               Es alegado contra nosotros como un reproche por los no-Católicos que no se encuentra la palabra “Misa” en la Biblia. Indudablemente es verdad, pero se puede decir lo mismo de la palabra “Trinidad”, sin embargo estamos obligados a creer ese Misterio Sagrado. La Sagrada Escritura no nos manda santificar los Domingos ni bautizar infantes, pero sabemos que ambas cosas son nuestra solemne obligación. En los escritos de los Papas y Doctores de la Iglesia primitivos encontramos frecuentemente la palabra “Misa”, en los escritos, por ejemplo, de San Clemente el tercer sucesor de San Pedro, y los del Papa Evaristo y Alejandro que vivían en el siglo primero. San Agustín, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo y otros Santo Padres de la Iglesia usan la palabra “Misa” cuando hablan del Sacrificio del Nuevo Testamento. San Ambrosio escribe: “Me quedé en mi lugar, comencé a celebrar la Misa y durante el Sacrificio le supliqué a Dios Todopoderoso que viniese en nuestra ayuda.” San Agustín dice: “Vemos en las lecturas ordenadas para ser leídas en la Misa,” etc.



               Estos Doctores de la Iglesia que vivieron 300 años después de Cristo se sirvieron de la palabra “Misa” lo que prueba que estaba ciertamente en el uso común en aquella época.

               Aprendemos de las Sagradas Escrituras y las vidas de los Apóstoles que éstos tenían la costumbre de celebrar la Misa. San Mateo fue apuñalado en el Altar mientras ofrecía el Santo Sacrificio. La Tradición cuenta de San Andrés que dijo al juez: “Diariamente le ofrezco a Dios Omnipotente sobre el Altar, no la carne de bueyes, ni la sangre de machos cabríos sino el Cordero inmaculado de Dios”. 

               Todavía subsisten las Liturgias para la Misa compuestas por los Apóstoles Santiago y San Marcos. El Canon de la Misa es atribuido a San Pedro, y otras partes fueron añadidas por otros Santos Papas. De todo lo que ha sido dicho se sigue que la Misa era celebrada en la Iglesia desde el principio mismo, y que en todos los tiempos ha sido considerada como el verdadero Sacrificio del Nuevo Testamento.

  

          Continuará... 


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