...habrá entre vosotros falsos maestros
que introducirán solapadamente herejías,
y renegarán del Señor que los redimió,
atrayendo sobre sí mismos una inminente perdición.
Muchos imitarán su desenfreno, y por causa de ellos,
el camino de la verdad será objeto de blasfemias.
Llevados por la ambición,
y valiéndose de palabras engañosas,
se aprovecharán de vosotros.
II Carta de San Pedro, cap. 2
Los lectores asiduos de esta página bien conocen de mis simpatías y verdadero apego por las "Revelaciones Privadas", aquellas manifestaciones celestiales que no forman parte del Magisterio de la Iglesia, en las que no necesariamente debemos creer, puesto que no son materia de Fe ni Dogmas, pero que sin embargo, al pertenecer al espectro carismático, algunas de ellas han tenido un peso más que considerable en la piedad popular; tal es el caso del Escapulario del Carmen, entregado místicamente por la Virgen a San Simón Stock, aparición que recibió la aprobación formal de la Iglesia, que además indulgenció el Escapulario, para después aprobar, mediante una Bula Papal, la Promesa de la Sabatina, aparte de canonizar al vidente.
LA REVELACIÓN PÚBLICA
Y LAS REVELACIONES PRIVADAS
Siguiendo la Doctrina de la Iglesia, debemos distinguir entre “Revelación Pública” y “revelaciones privadas” y advertir que entre ambas hay una diferencia no sólo de grado sino de esencia.
La Revelación Pública es la acción reveladora de Dios destinada a toda la Humanidad que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento; la Revelación Pública termina con el Libro del Apocalipsis y la muerte del último Apóstol, San Juan Evangelista.
Las revelaciones privadas son comunicaciones celestiales -posteriores al Evangelista San Juan- con las que Dios ha querido comunicarse con un alma en particular, para transmitirle una demanda, una misión, destinada, generalmente, no solo en provecho de la persona que recibe esa revelación, sino en beneficio de otras muchas más almas.
Las revelaciones privadas NO vienen a completar la Revelación Pública, sino que se limitan a recordarla y, de alguna manera, buscan ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la Historia.
LA POSTURA DE LA IGLESIA
FRENTE A LAS REVELACIONES PRIVADAS
Ante cualquier revelación privada, a la Iglesia le corresponde ser cauta, prudente, y aclarar, tras un estudio juicioso, si en dicha revelación no hay nada contra el Dogma Católico y la Moral, o de otra manera: que se ajusta a la Verdad de Cristo manifestada en la Revelación Pública.
En relación a aquellas almas a las que se proponen para ser canonizadas oficialmente por la Iglesia, y que tal vez pudieron tener a lo largo de su vida alguna revelación privada, el Cardenal Próspero Lorenzo Lambertini, eminente teólogo y luego Papa con el nombre de Benedicto XIV, explicó que "No se debe un asentimiento de Fe Católica a revelaciones aprobadas en tal modo; no es ni tan siquiera posible. Estas revelaciones exigen mas bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles".(1)
ANTE LAS REVELACIONES PRIVADAS
DOS ACTITUDES EXTREMAS
por el Padre José Luis de Urrutia SJ
Ante las profecías/revelaciones privadas hay dos actitudes extremas: los que admiten todas, sin más, y los que sin más las rechazan.
Admitir una profecía sin más, aun con el buen deseo de aceptar la Revelación de Dios, es insensato, pues enseña la experiencia que siempre hay muchos impostores e ilusos, que se atribuyen dones que no tienen, y falsarios que tergiversan los hechos. Hoy pululan quizás más que nunca, engañando incluso a Sacerdotes. Además, todo buen Cristiano ha de poner empeño en seguir a Cristo y practicar las virtudes; sería una desviación descuidar esto o sustituirlo por la búsqueda de profecías o sensacionalismos religiosos.
Otros, parte por evitar ser engañados y parte porque la Revelación Pública basta, rechazan de plano, a priori, cualquier revelación privada, no queriendo ni examinarla sin prejuicios. Pero en la Iglesia vemos es práctica tradicional y universal, seguida por los Santos y los Papas, prestar fe a las revelaciones privadas auténticas. "No desprecies las profecías", nos aconseja San Pablo (3) y vemos que es un carisma corriente y estimado en el Nuevo Testamento... "derramaré Mi Espíritu sobre cualesquiera que sean los mortales. Sus hijos e hijas profetizarán, los jóvenes tendrán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos. En aquellos días derramaré Mi Espíritu sobre Mis siervos y ellos profetizarán". (4)
Si tenemos pruebas que una revelación es auténtica es obvio que le prestemos fe, no divina, sino humana; es decir, que la creamos como creemos otros hechos históricos. Pero cuando están explícita o implícitamente aprobadas por la Iglesia, como la Revelación de los Nueve Primeros Viernes del Sagrado Corazón, al aceptarlas ejercitamos también nuestra fe en la Iglesia, igual que al obedecer otra enseñanza del Magisterio.
El problema difícil de discreción de espíritus, cuando no hay esa aprobación de la Iglesia, es distinguir qué profecías, o qué profetas, son verdaderos y cuáles no. Según la Teología Tradicional, son señales de falsedad:
- Si dice algo contra la Doctrina Católica.
- Si da como revelado algo ciertamente falso.
- Si no obedece a la Autoridad Eclesiástica.
-Si le falta humildad, caridad... o si busca aparecer, vivir bien, ganar dinero, fama...
Es posible una revelación sobrenatural a un pecador, pero no que Dios se siga sirviendo como profeta de quien no lleva una vida de perfección cristiana. (V.gr. la Aparición de la Virgen Milagrosa al judío Ratisbonne, que abrazó la Fe Católica y se hizo Sacerdote)
Padre José Luis de Urrutia, SJ
en su obra "El Tiempo que se aproxima"
NOTAS
1 Tratado "De Servorum Dei Beatificatione et de Beatorum Canonizatione".
2 "Instrumento"; de esta manera asegura Ida Peerdeman que la llamaba la Virgen; el 31 de Mayo de 1945 la Virgen le dice "Tú eres un instrumento. Por medio de este instrumento, en un pequeño país que está al borde del precipicio, la Señora de Todos los Pueblos dará cada año sus amonestaciones y su consuelo". Curiosamente, muchos pseudo-videntes, conocedores de estas manifestaciones, usan el mimo término y casi plagian el sentido de esta revelación privada.
3 I Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, cap. 5, vers. 20.
4 Hechos de los Apóstoles, cap. 2, vers. 17-18.
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