sábado, 30 de abril de 2022

SANTA CATALINA DE SIENA

 

                “Cuando un alma se eleva a Dios con ansias de ardentísimo deseo de honor a Él y de la salvación de las almas, se ejercita por algún tiempo en la virtud, se aposenta en la celda del conocimiento de sí misma y se habitúa a ella para mejor entender la Bondad de Dios; porque al conocimiento sigue el amor, y, amando, procura ir en pos de la verdad y revestirse de ella”





               Nacida en 1347, Catalina (nombre que significa "Pura"), era la menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. Allí crecía en entendimiento, virtud y santidad. A la edad de cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó definitivamente a la vida virtuosa. Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor rodeado de Ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición.

               Desde niña, empezó a orar a la Reina de Siena, y a menudo se le oía rezar el Avemaría bajando las escaleras de su casa. Un día cuando tenía 6 años de edad y mientras caminaba por las calles de Siena con su hermano, elevó su mirada y de repente vio sobre el techo de la Iglesia de Santo Domingo, al Rey de Reyes sobre un espléndido trono, vestido como el Papa con su corona Papal; y con Él estaban San Pedro, San Pablo y San Juan. Jesús mirando con ternura a Catalina, despacio y solemnemente la bendijo, haciendo tres veces la señal de la Cruz sobre ella con su mano derecha, como lo hace un obispo. Desde ese momento Catalina dejó de ser una niña, se enamoró profundamente de su amado Salvador.

               Al año siguiente, ante un cuadro de Nuestra Señora, se ofreció al Señor que la había  bendecido. En este momento tan crucial oró a la Virgen:

                    "¡Santísima Virgen, no mires mi debilidad, sino dame la gracia de tener como esposo a Aquel  a quien yo amo con toda mi alma, tu Santísimo Hijo, Nuestro Único Señor, Jesucristo! Le prometo a Él y a Ti, que nunca tendré otro esposo"

               Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla con un hombre rico. La joven manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su propósito, se la sometió a los servicios más humildes de la casa. Pero ella caía frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.

               Con su ejemplo de humildad, obediencia y caridad ante su familia, los conquistó y entonces le permitieron ser miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo y tener un cuarto privado. Allí comenzó a hacer actos de mortificación heroicos. Se alimentaba principalmente de hierbas y vestía con telas muy crudas. Asistía con gran generosidad a los pobres, a los enfermos, consolaba a los presos. Su sometimiento de la propia voluntad al Señor, aún en sus penitencias, daba verdadero valor a lo que hacía. Pero sus experiencias místicas no le quitaban las pruebas. Sufría por su temperamento al que dominaba con gran paciencia y por los baños calientes que le ordenaron los médicos. En medio de sus dolencias oraba sin cesar para expiar sus ofensas y purificar su corazón.

               Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en la Tercera Orden de Santo Domingo. Tenía 16 años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos, a los menesterosos y a los enfermos, a quienes cuidó en las epidemias de la peste. En la terrible Peste Negra, conocida en la historia con el nombre de "la gran mortandad", pereció más de la tercera parte de la población de Siena.

               En la noche anterior a su profesión en la Orden, después de pasar por una severa prueba en la cual el demonio se le apareció como un caballero muy guapo y elegante, y le ofreció un traje de seda con joyas brillantes, Catalina se tiró sobre el crucifijo y gritó:

                    "¡Mi único, mi amado esposo. Tú sabes que jamás he deseado a nadie más que a Ti. Ven en mi ayuda, mi amado Salvador!"

               De pronto, frente a Catalina estaba la Madre de Dios, teniendo en sus manos un traje de oro, y con su voz suave y tierna, la Virgen le dijo:

                    "Este vestido, hija mía, lo he traído del Corazón de mi Hijo. Estaba escondido en la Herida de su costado como en una canasta de oro, y te lo hice con mis propias manos"

               Entonces con ferviente amor y humildad, Catalina inclinó la cabeza, mientras la Virgen le imponía este vestido celestial.

               Por fin, en 1635, a los 18 años (según algunos escritores a los 20 años), recibió el hábito de la Tercera Orden Dominica. Durante tres años después de recibir el hábito, Catalina vivió, en la santa soledad de su pequeño cuarto y en su capilla favorita. Allí pasó un entrenamiento estricto basado en la auto-negación y desarrollo espiritual bajo la dirección personal de Cristo y de su Madre. No hablaba sino con Dios, la Virgen y su confesor.




               Catalina tenía gran devoción al Niño Jesús. Una noche de Navidad, mientras oraba con sus hermanas de la Tercera Orden en la Iglesia de Santo Domingo, se le concedió una visión muy impresionante. La Virgen María de rodillas adorando en oración ferviente al recién nacido, el Divino Niño. Catalina estaba tan sobrecogida que suplicó humildemente a la Virgen que le permitiera cargar al Niño por un momento. Con una sonrisa afectuosa, la Virgen tomó el Niño y se lo entregó a Catalina, quien teniéndolo en sus brazos, lo besó y le susurró en el oído los nombres de todos sus seres queridos.

               La serpiente, viendo su vida angelical, la asaltaba buscando destruir su virtud. Llenaba su imaginación con las más sucias representaciones y asaltaba su corazón con las más bajas y humillantes tentaciones. Después su alma quedaba en una nube de oscuridad, la más severa prueba imaginable. Se veía a sí misma cientos de veces al borde del precipicio, pero siempre sostenida por una mano invisible.

               Sus armas eran: la oración ferviente, la humildad, resignación y confianza en Dios.

               Así venció las pruebas que sirvieron mucho para purificar su corazón. Nuestro Señor la visitó después y ella le dijo:

                   "¿Dónde estabas, mi divino Esposo, mientras yo yacía en tan temible condición de abandono?"

               Jesús le contestó:

                    "Estaba contigo"

                    "¿Cómo? -replicó ella-, ¡¿entre las sucias abominaciones en que infectaban mi alma?!"

               Él le dice:

                    "Eran desagradables y sumamente dolorosas para ti. Este conflicto, por lo tanto, fue tu mérito, y la victoria sobre ellas, fue debido a mi presencia"

               El enemigo también la invitaba al orgullo, sin escatimar ni violencia ni estrategia alguna para seducirla a sus vicios. Pero la humildad era su defensa. Dios la recompensó con su caridad para los pobres y muchos milagros.



               Un día, después de que Catalina había orado todo el día con extraordinaria fe, Nuestro Señor se le apareció y le dijo:

                    "Ya que por amor a Mi has renunciado a todos los gozos terrenales y deseas gozarte sólo en Mi, he resuelto solemnemente celebrar Mi Desposorio contigo y tomarte como mi esposa en la fe"

               Mientras el Señor hablaba, aparecieron muchos Ángeles, su Santísima Madre, San Juan, San Pablo y Santo Domingo. Y mientras el Rey David tocaba una dulce música en su arpa, nuestra amorosa Madre tomó la mano de Catalina y la puso en la mano de su Hijo. Entonces Jesús, puso un anillo de oro en el dedo de Catalina, y dijo:

                    "Yo, tu Creador y Salvador, te acepto como esposa y te concedo una fe firme que nunca fallará. Nada temas. Te he puesto el escudo de la fe y prevalecerás sobre todos tus enemigos"

               En otra ocasión, en el transcurso de una visión sobrenatural, Nuestro Señor le presentó dos coronas, una de oro y la otra de espinas, invitándola a escoger la que más le gustara. Ella respondió:

                    "Yo deseo, oh Señor, vivir aquí siempre conformada a tu pasión y a tu dolor, encontrando en el dolor y el sufrimiento mi respuesta y deleite"

               Entonces, con decisión tomó la corona de espinas y la presionó con fuerza sobre su cabeza.




               Dos veces, en fiestas litúrgicas especiales, la Virgen le ayudó milagrosamente. Durante una Misa de año nuevo, Catalina estaba tan sobrecogida por la emoción, que cuando se puso de pie para ir a recibir la comunión estuvo a punto de caer. La Virgen, con sus manos tiernas y al mismo tiempo fuertes, la sostuvo hasta que se recuperó.

               Un día de la Asunción, que tradicionalmente era la fiesta más grande del año en Siena, la ciudad de la Virgen, Catalina estaba muy enferma en cama, y deseaba intensamente por lo menos poder ver la catedral. De pronto se encontró en el atrio de la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, y pudo caminar perfectamente y participar en la Misa solemne dedicada a la Virgen.

               A su alrededor muchas personas se agrupaban para escucharla. Ya a los 25 años de edad comienza su vida pública, como conciliadora de la paz entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el Papa Gregorio XI dejó la sede de Aviñón para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.

               Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres de su tiempo, dictó un maravilloso libro titulado "Diálogo de la Divina Providencia", donde recoge las experiencias místicas por ella vividas y donde se enseñan los caminos para hallar la salvación. Sus 375 cartas son consideradas una obra clásica, de gran profundidad teológica. Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes. Se la considera una de las mujeres más ilustres de la edad media, maestra también en el uso de la lengua italiana.

               Santa Catalina tenía un profundo amor a la Sagrada Eucaristía, a la Santísima Virgen y a los pobres. Tuvo muchas experiencias místicas, entre ellas: el Desposorio con Cristo, innumerables profecías, el don de los estigmas, así como ayunos de largos períodos (en los cuales se alimentaba solamente de la Sagrada Comunión)

               Santa Catalina murió a consecuencia de un ataque de apoplejía, a la temprana edad de 33 años, el 29 de Abril de 1380, fue la gran mística del siglo XIV. El Papa Pío II la canonizó en 1461. Sus restos reposan en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma, donde se la venera como Patrona de la ciudad; es además, patrona de Italia y Protectora del Pontificado.



viernes, 29 de abril de 2022

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Picarretta. DÉCIMOCUARTA HORA

            

"...quien piensa siempre en Mi Pasión 
forma en su corazón una fuente, 
y por cuanto más piensa tanto más 
esta fuente sea grande, y como las aguas 
que brotan son comunes a todos, 
esta fuente de Mi Pasión que se forma 
en el corazón sirve para el bien del alma, 
para gloria Mía y para bien de las criaturas." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Picarretta, 
el 10 Abril de 1913


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu corazón y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...




DE LAS 6 A LA 7 DE LA MAÑANA 

DÉCIMOCUARTA HORA 

Jesús de nuevo ante Caifás
y después es llevado a Pilatos


                 Dolorido Jesús mío, ya estás fuera de la prisión, pero estás tan agotado que a cada paso vacilas. Y yo quiero ponerme a Tu lado para sostenerte cuando estés a punto de caer... Pero veo que los soldados te presentan ante Caifás, y Tú, oh Jesús mío, como sol apareces en medio de ellos, y aunque desfigurado, envías luz por todas partes... 

               Veo que Caifás se estremece de gusto al verte tan malamente reducido, y a los reflejos de Tu luz se ciega todavía más, y en su furor te pregunta de nuevo: “¿Así que Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios?” Y Tú, amor mío, con una majestad suprema, con una voz llena de gracia y con Tu habitual acento tan dulce y conmovedor que rapta los corazones, respondes: “Sí, Yo soy el verdadero Hijo de Dios”. Y ellos, a pesar de que sienten en ellos mismos toda la potencia de Tus palabras, sofocando todo y sin querer saber más, con voces unánimes gritan: “¡Es reo de muerte, es reo de muerte!”. Caifás confirma la sentencia de muerte y te envía a Pilatos. Y Tú, Jesús mío, viéndote condenado, aceptas esta sentencia con tanto amor y resignación que casi la arrebatas al inicuo pontífice, y reparas por todos los pecados hechos deliberadamente y con toda malicia, y por todos aquellos que, en vez de afligirse por el mal, se alegran y exultan por el mismo pecado, y esto los lleva a la ceguera y a sofocar cualquier luz y gracia en ellos. 

               Vida mía, Tus reparaciones y plegarias hacen eco en mi corazón, y reparo y suplico en unión Contigo. Dulce amor mío, veo que los soldados, habiendo perdido la poca estima que les quedaba de Ti, viéndote condenado a muerte, añaden nuevas cuerdas y cadenas y te oprimen tan fuerte que impiden casi el movimiento a Tu Divina Persona, y empujándote y arrastrándote, te sacan del palacio de Caifás... 

               Turbas de populacho te esperan, pero nadie para defenderte; y Tú, divino sol mío, sales en medio de ellos queriendo envolverlos a todos con Tu luz... Al dar los primeros pasos, queriendo encerrar en los Tuyos todos los pasos de las criaturas, suplicas y reparas por quienes dan sus pasos para obrar con fines malos: unos para vengarse, otros para matar, otros para traicionar, otros para robar, y para tantas otras cosas pecaminosas... Oh, cómo hieren Tu Corazón todas estas culpas, y para impedir tanto mal oras, reparas y te ofreces a Ti mismo por entero. 

               Pero mientras te sigo, veo que Tú, sol mío Jesús, apenas comienzas a bajar del palacio de Caifás. Poco después te encuentras con María, nuestra hermosa y dulce Mamá. Y vuestras recíprocas miradas se encuentran, se hieren, y aunque os es un alivio el veros, de ahí nacen nuevos dolores: Tú, al ver a la dulce Mamá traspasada, pálida y enlutada, y la querida, Mamá al verte a Ti, sol divino, eclipsado, cubierto con tantos oprobios, en lágrimas y con un manto de sangre... Pero no podéis disfrutar mucho el intercambio de miradas: con el dolor de no poder deciros ni siquiera una palabra, vuestros Corazones se dicen todo, y fundidos el uno en el otro, han de dejar de mirarse, porque los soldados lo evitan, y así, pisoteado y arrastrado, te hacen llegar a Pilatos. Jesús mío, me uno a mi doliente Mamá para seguirte, para fundirme junto con Ella en Ti; y Tú, dirigiéndome una mirada de amor, bendíceme...



Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: “Gracias” y “Te Bendigo”. Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un “Gracias” y un “Te bendigo”. 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un “Te Bendigo” Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por Mons. Giuseppe María Leo,
Arzobispo de Trani-Barletta-Bisciglie, y con Nihil Obstat 
del Canónigo Aníbal María de Francia





jueves, 28 de abril de 2022

SAN LUIS MARÍA GRIGNIÓN DE MONTFORT, APÓSTOL DE NUESTRA SANTA MADRE




               Breve reseña biográfica de un Sacerdote enamorado de Nuestra Señora la Virgen María

              San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de Enero de 1673 de una familia muy numerosa, siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su infancia, 3 fueron Sacerdotes y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su habilidad y su extraordinaria fortaleza física. De carácter era mas bien tímido y prefería la soledad.

              Desde joven, San Luis sentía una gran devoción a la Divina Eucaristía y a la Virgen María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir por las mañanas a la Santa Misa de la Parroquia; como la Iglesia le quedaba a dos millas de su casa, tenía que levantarse muy temprano para llegar a tiempo.  Mientras estudiaba con los Jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia antes y después de las clases. Participó en una sociedad de jóvenes que durante las vacaciones servían a los pobres y los enfermos incurables.

              Pero no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean Grignión, tenía la fama de ser uno de los hombres más coléricos en toda la región de Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien sentía más el peso de la furia. Su padre constantemente lo incitaba a la ira. Ya por sí mismo Luis tenía un temperamento tan fuerte como el de su padre, lo cual le hacía aún más difícil soportar aquellas pruebas. Para evitar un enfrentamiento con su padre, y el mal que su ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de pecado. Era todo lo que Luis podía hacer para controlar su temperamento... sin quererlo, su padre le proporcionó un medio para entrar en la lucha por la santidad a una temprana edad.

              En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios en el Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero cuando vio la determinación de su hijo, le dio la bendición. Y así, a finales de ese año, San Luis sale de su casa hacia París.

              Su tiempo en el Seminario estuvo lleno de grandes pruebas: era poco comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con el, si tratarlo como a un santo o como a un fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida mas bien por el orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el Seminario, viendo la actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de él, lo rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran paciencia y docilidad. Es mas, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo quién le había dado a participar de Su Cruz

              El 5 de Junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado Sacerdote. Tras años de incomprensiones y ataques por parte del Clero y parte del Episcopado francés, decide, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, el Papa Clemente XI, que le imparte su Bendición y lo nombra Misionero Apostólico, quedando así bajo la protección directa del Papa.

              San Luis llegará a hacer 200 Misiones y retiros, especialmente en la región noroccidental de Francia: el Poitou, Vendée y en Bretaña. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios.  Sus Misiones se caracterizaban por la presencia de María nuestra Señora, ya que siempre promovía el rezo del Santo Rosario y hacía procesiones y cánticos a la Virgen, por la que predicaba sin cesar la Esclavitud Mariana. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus corazones y, poco a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado. Jamás cesaron los ataques, ni por parte del Clero corrupto, ni de los jansenistas.




              El 1 de Abril de 1716 comenzó su última Misión en Saint-Laurent-sur-Sèvre. Presintiendo que su muerte estaba próxima, pidió que, cuando lo pusiesen en el ataúd, le fuesen mantenidas en el cuello, los brazos y los pies las cadenas que usaba como señal de Esclavitud de Amor a la Santísima Virgen. Murió en la tarde del 28 de Abril de 1716. Fue enterrado en el mismo pueblo de Saint-Laurent-sur-Sèvre, en la basílica que hoy lleva su nombre.

              San Luis regaló a la Iglesia las obras más grandes que se han escrito sobre la Virgen Santísima, siendo la mayor de todas "El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen". Además escribió "El Secreto de la Virgen", y "El Secreto del Rosario". A estos se añade "A los Amigos de la Cruz".  La Iglesia ha reconocido sus libros como expresión auténtica de la Doctrina Eclesial; así, el Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y autentica." Años antes, el Papa San Pío X, el 27 de Diciembre 1908 , escribió una dedicatoria en una copia de El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen con la que concedió la Bendición Apostólica a los lectores: "Estamos en gran medida de la verdadera devoción a María, escrito de forma tan maravillosa por el Beato de Montfort, y con gran corazón otorgamos la Bendición Apostólica a todos los que lean este Tratado ".




miércoles, 27 de abril de 2022

FALLECIÓ MONSEÑOR DANIEL LYTLE DOLAN

 

               Daniel Lytle Dolan nació el 28 de Mayo de 1951 en Detroit, Michigan (Estados Unidos). Comenzó su preparación para el Sacerdocio en 1965 en el Seminario Menor Arquidiocesano de Detroit. Continuó los estudios eclesiásticos en la Orden del Císter y después en el Seminario de la Fraternidad de San Pío X en Ecône, Suiza, donde fue ordenado Sacerdote por el Arzobispo Lefebvre el 29 de Junio de 1976.




               Mientras todavía era seminarista en Ecône, en el Otoño de 1973, concluyó que la única explicación lógica para las iniquidades de la Nueva Misa y los errores del Concilio Vaticano II era que Pablo VI había perdido el Papado por herejía personal. Desde entonces, ha mantenido firmemente esta posición con respecto a Pablo VI y sus sucesores, y nunca los ha reconocido como Papas en el Canon de su Misa.

               Esta explicación de la situación después del Vaticano II se conoció popularmente más tarde como "sedevacantismo" (del término latino para el interregno entre Papas).

               A principios de 1977, el Padre Dolan regresó a los Estados Unidos, donde se ganó la reputación de predicador elocuente, y en pocos años fundó más de 35 capillas tradicionales desde la costa este hasta el oeste.

               En los primeros meses de 1983, como parte de un plan de compromiso con el Vaticano modernista, el Arzobispo Lefebvre intentó imponer a los sacerdotes de la FSSPX estadounidense la "reforma litúrgica", el Misal de Juan XXIII de 1962. Al mismo tiempo, el Arzobispo instó a los Sacerdotes estadounidenses a aceptar la escandalosa anulación de los matrimonios concedidos por los tribunales modernistas y a trabajar con los Sacerdotes ordenados según el rito de ordenación protestantizado promulgado por el "Papa" Pablo VI en 1968. Nueve Sacerdotes, incluido el Padre Dolan, se negaron y fueron retirados inmediatamente de la FSSPX. 

               Dolan continuó su labor pastoral misionera sin cambios y aumentó el número de actividades en su Parroquia principal de Santa Gertrudis la Grande, en Cincinnati, Ohio. La Parroquia, que fundó en 1978, es una de las más grandes (600 miembros) y mejor organizada de los Estados Unidos.

               En 1991, el Obispo Moisés Carmona pidió a doce sacerdotes de la Congregación de María Reina Inmaculada (CMRI) que eligieran a uno de ellos para ser consagrado Obispo. Los Sacerdotes de la CMRI eligieron al Padre Marco Antonio Pivarunas, quien luego fue consagrado según lo dispuesto por el Obispo Carmona.

               En 1992, el ya Obispo Pivarunas, con la intención de apoyar al clero que anteriormente pertenecía a la FSSPX, pidió al Padre Dolan que aceptase ser consagrado Obispo. La Consagración Episcopal se realizó en Cincinnati, el 30 de Octubre de 1993, Fiesta de San Andrés Apóstol, durante una Solemne Misa Pontifical. El rito duró tres horas y se mantuvieron todos los ritos del Pontificale Romanum. A la ceremonia asistieron diecisiete Sacerdotes Católicos tradicionales de Estados Unidos, México y Canadá, junto con varios cientos de Católicos de diferentes partes del país.

               Monseñor Dolan entregó su alma a Dios ayer, 26 de Abril de 2022. Que desde el Cielo nos continúe protegiendo e intercediendo por los Católicos de las Catacumbas.




SAN PEDRO CANISIO, DOCTOR DE LA IGLESIA, MARTILLO DE HEREJES. Oración para conservar la Verdadera Fe




               San Pedro Canisio nació en Nimega de Güeldres, Países Bajos, en 1521, el mismo año en que Lutero con abierta rebelión se apartó de la Iglesia, y en que San Ignacio de Loyola, en España, abandonando la milicia terrena, se resolvió a luchar las batallas del Señor. Con esto significó Dios con qué adversarios habría de pelear y con qué capitán alcanzaría la victoria. En Colonia, a donde se había dirigido por razón de estudios, hizo voto perpetuo de castidad, y poco después ingresó en la Compañía de Jesús. Siendo ya Sacerdote, emprendió la defensa de la Fe Católica por medio de Misiones, Sermones y escritos. 

               Por su preclara sabiduría y por su reconocida experiencia, fue llamado por el Cardenal de Augusta y por los Legados Pontificios, interviniendo en distintas ocasiones en el Concilio Tridentino, cuyos decretos fueron por él promulgados en Alemania por encargo del Papa Pío IV, el cual le confirió también la misión de llevarlos a la práctica. 

               Por mandato del Sumo Pontífice Paulo IV intervino en la Dieta de Augsburgo, y en tiempo del Papa Gregorio XIII desempeñó diversas legaciones con ánimo resuelto, sin que le arredrasen las dificultades, e intervino en gravísimos asuntos religiosos, llevándolos a feliz término, aún con peligro de su propia vida.

               Ardía en el fuego de la caridad divina que antaño había respirado en las profundidades del Corazón de Jesús en sus visitas a la Basílica Vaticana, y aspiraba sólo la difusión y propagación de la gloria divina; no es posible reseñar los trabajos que emprendió por espacio de más de cuarenta años, y las fatigas que sobrellevó a fin de preservar a muchas ciudades y provincias de Alemania del contagio de la herejía, o para restituir a la fe católica las que estaban contaminadas por falsas doctrinas. Redactó el Sumario de la Doctrina Cristiana en 1555, que se centraba sobre todo en los puntos teológicos objeto de controversia entre Católicos y Protestantes.

                En la Dieta de Ratisbona y de Augusta excitó a los príncipes a la defensa de los derechos de la Iglesia y a la enmienda de las costumbres del pueblo; en la de Worms redujo al silencio a los insolentes maestros de la impiedad. Constituido por San Ignacio como Superior de la Provincia de Alemania, edificó casas y colegios en muchas partes. Dotó y amplió, con toda suerte de medios, al Colegio Germánico de Roma. Restauró en las Academias el estudio de las letras divinas y humanas, que había decaído; escribió muchos escritos para la instrucción de los Fieles. Fue llamado el "Martillo de los herejes" y el segundo Apóstol de Alemania.

                En medio de tantas ocupaciones, se mantenía en unión con Dios por la plegaria y la asidua meditación de las cosas celestiales, en la cual no pocas veces derramaba abundantes lágrimas, y quedaba privado del uso de los sentidos. 

               Fue honrado en gran manera por los príncipes y por hombres de virtud eminente, así como por cuatro Sumos Pontífices, y con todo era tal su humildad, que se consideraba el más pequeño de todos. Rehusó por dos veces el Obispado de Viena. Sumiso en gran manera a sus Superiores, estaba dispuesto a dejarlo y emprenderlo todo para obedecerles, aún con peligro de su salud o de su vida. Gracias a su mortificación voluntaria guardó perpetua castidad. 

               Finalmente, en Friburgo de Suiza, en donde había trabajado mucho durante los últimos años de su vida por la Gloria de Dios y el bien de las almas, voló al cielo el día 21 de Diciembre del año 1597, a los 77 años. 

               El Papa Pío IX agregó a este celoso defensor de la Verdad Católica al número de los Beatos en 1864. Y resplandeciendo con nuevos milagros, el Sumo Pontífice Pío XI en el Año del Jubileo de 1925, le incluyó en el número de los Santos, al propio tiempo lo declaró Doctor de la Iglesia Universal por su heroica defensa del Catecismo.


Oración de San Pedro Canisio 
para conservar la Verdadera Fe


               Para mi salvación, confieso en voz alta todo lo que los Católicos, con razón han creído siempre en sus corazones. Aborrezco a Lutero, odio a Calvino, maldigo a todos los herejes; no quiero tener nada en común con ellos, porque no hablan ni escuchan rectamente, y no poseen la única regla de la Verdadera Fe propuesta por la Iglesia, Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. Me uno en comunión con Ella, abrazo la Fe, sigo la Religión y apruebo la Doctrina de los que escuchan y siguen a Cristo, no sólo cuanto se enseña en las Escrituras, sino incluso en los Concilios Ecuménicos y lo que se define por boca de la Cátedra de Pedro, testificándola con la Autoridad de los Padres. 

               También me declaro hijo de la Iglesia Romana, a la que los impíos y blasfemos persiguen, desprecian y abominan como si fuera anticristiana; no me alejo en ningún punto de su autoridad, ni me niego a dar la vida y derramar mi sangre en su defensa. Creo que la salvación por los Méritos de Cristo sólo podemos alcanzarla en unidad de esta misma Iglesia.

               Con San Jerónimo, declaro permanecer unido con todos los que están unidos a la Cátedra de Pedro, con San Ambrosio, prometo seguir en todo a la Iglesia Romana a la que reconozco respetuosamente, con San Cipriano, como la raíz y madre de la Iglesia universal. Me baso en esta Fe en la doctrina que aprendí de niño, que de joven confirmé como me la enseñaron los adultos y que, hasta ahora, con mis débiles fuerzas defendí. Para hacer esta profesión no me mueve otra razón que la Gloria y el Honor de Dios, la conciencia de la verdad, la autoridad canónica de la Santa Escritura, el consenso de los Padres de la Iglesia, el testimonio de Fe que debo dar a mis hermanos y, finalmente, la salvación eterna en el Cielo y la felicidad prometida a los verdaderos creyentes.

               Si se da el caso de que debido a mi Fe, soy despreciado, maltratado y perseguido, lo consideraré como una extraordinaria gracia y favor, porque significará que Vos, mi Dios, me concedéis la oportunidad de sufrir por la justicia y no queréis que me sean benévolos aquellos que, como enemigos declarados de la Iglesia y de la Verdad Católica, no pueden ser vuestros amigos. Sin embargo, perdonadlos, Señor, porque instigados por el Diablo, y cegados por el brillo de una doctrina falsa, no saben o no quieren saber lo que hacen.

               Concededme esta gracia, tanto en la vida y como en la muerte, y que siempre sea testigo fidedigno de la sinceridad y fidelidad que os debo a Vos, a la Iglesia y a la Verdad, que no me aleje de vuestro Santo Amor y que permanezca en comunión con aquellos que temen y guardan vuestros preceptos en la Santa Iglesia Romana, a cuyo juicio me someto yo y todas mis obras, con ánimo pronto y respetuoso. 

              Que todos los Santos, triunfantes en el Cielo o militantes en la tierra, unidos indisolublemente en el vínculo de la paz con la Iglesia Católica exaltando vuestra inmensa bondad, rueguen por mí. A Vos, que sois el Principio y Fin de todos mis bienes, sea todo Honor y Gloria por los siglos de los siglos.




martes, 26 de abril de 2022

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO, MATER BONI CONSILII

 


               En las lejanas tierras de Albania, más allá del Mar Adriático, se encuentra la pequeña ciudad de Scútari. Edificada en una escarpada colina a cuyos pies fluyen los ríos Drina y Bojana, desde el siglo XIII tenía en su poder un precioso tesoro: la hermosa imagen de “Santa María de Scútari”. El Santuario que la albergaba era el centro de peregrinación más concurrido del país, un importante punto de referencia para los albaneses en materia de gracias y consuelo espiritual. La imagen es una pintura realizada sobre una delgada capa de estuco, de 31 cm. de ancho por 42,5 cm. de largo. Una penumbra de misterio y milagro cubre los orígenes del sagrado fresco: nadie sabe cuándo ni por quién fue pintado.


               Detengámonos un poco a contemplar esta maravillosa pintura. Representa a la Santísima Virgen con inefable afecto maternal, amparando en sus brazos al Niño Jesús bajo un sencillo arco iris. Los colores son suaves, y finos los trazos de los admirables semblantes. El Niño Jesús refleja el candor de su corta edad y la sabiduría de quien observa toda la obra de la creación como Señor del pasado, del presente y del futuro. Con indescriptible cariño, el Divino Infante presiona ligeramente su rostro contra el de su Madre. Entre ambos existe una atractiva intimidad; la unión de almas se trasluce en el intercambio de miradas. La Virgen, en altísimo acto de adoración, parece estar ocupada en adivinar lo que sucede en lo íntimo del Hijo. Al mismo tiempo, toma en consideración al fiel que se arrodilla afligido a sus pies, haciéndolo partícipe, de alguna manera, en la celestial convivencia que el cuadro nos ofrece. No hace falta decir nada; basta con que el necesitado se aproxime, y sentirá producirse en su alma una acción balsámica.





               A mediados del siglo XIV Albania atravesaba grandes dificultades. Después de ser disputada durante siglos entre los pueblos vecinos, era invadida entonces por el poderoso imperio turco. Sin estructura militar capaz de oponerse al enérgico adversario, el pueblo rezaba con angustia, confiándose al auxilio del cielo. La respuesta a tales oraciones no se hizo esperar: en la emergencia surgió un varón de Dios, de noble estirpe y devotísimo de María, decidido a luchar por la Patrona y por la libertad de su país.


               A costa de inmensos esfuerzos bélicos, logró mantener la unidad y la fe de su pueblo. Las crónicas de su tiempo exaltan las hazañas realizadas por él y por los valerosos albaneses que lucharon a su lado estimulados por su ardor.


               Cuando los combates les daban tregua, se arrodillaban todos a los pies de “Santa María de Scútari”, de donde salían fortalecidos y obtenían portentosas y decisivas victorias contra el enemigo de la fe. En eso reluce una característica de aquella que el mundo co­nocería en el futuro como Madre del Buen Consejo: fortalecer a todos los que, combatiendo el buen combate, se le aproximan buscando aliento y valor.


              Sin embargo… al cabo de 23 años de luchas, Skanderbeg fue llevado de esta vida. La falta del piadoso líder era irreparable. Todos presentían que la derrota estaba próxima. El pueblo se encontraba ante la trágica encrucijada de abandonar la patria o someterse a la esclavitud turca.


              En esa situación de perplejidad, la Virgen del fresco se aparece en sueños a dos valientes soldados de Skanderbeg, llamados Georgis y De Sclavis, para ordenarles que la sigan en un largo viaje. La imagen les inspiraba una gran confianza y arrodillarse a sus pies era motivo de gran consuelo para ellos. Cierta mañana estando ambos sumidos en fervorosa oración, ven el más grande milagro de sus vidas.


               El maravilloso fresco se desprende de la pared y, llevado por ángeles, envuelto en una blanca y luminosa nube, va retirándose suavemente del recinto. ¡Resulta fácil imaginar la reacción de los buenos hombres! Atónitos, siguen a la Virgen que avanza por los cielos de Scútari. Cuando se dan cuenta, están a orillas del Mar Adriático. ¡Habían recorrido treinta kilómetros sin sentir cansancio!


               Siempre rodeada por la blanca nube, la milagrosa imagen avanza mar adentro. Perplejos, Georgis y De Sclavis no quieren dejarla; y entonces verifican, estupefactos y eufóricos, que bajo sus pies las aguas se convierten en sólidos diamantes, regresando al estado líquido tras su paso. ¡Qué milagro! Tal como san Pedro en el lago de Genezaret, estos dos hombres ca minan sobre el Adriático guiados por la propia “Estrella del Mar”.


              Sin saber decir cuánto tiempo caminaron, ni cuántos kilómetros dejaron atrás, los buenos devotos ven nuevas playas. ¡Estaban en la península itálica! Pero… ¿dónde estaba Santa María de Scútari? Miran a uno y otro lado, escuchan otro idioma, sienten un ambiente tan diferente a su Albania, pero ya no ven a la Señora de la luminosa nube. Había desaparecido. ¡Qué gran prueba! Comenzaron entonces una búsqueda infatigable. ¿Dónde estaría Ella?


               En esa misma época, en la pequeña ciudad de Genazzano, no lejos de Roma, vivía una piadosa viuda llamada Petruccia de Nocera. Para entonces ya era una octogenaria mujer de mucha rectitud, terciaria de la orden agustina, y cuya modesta herencia apenas le alcanzaba para vivir. Petruccia era muy d vota de la Madre del Buen Consejo, venerada en una vieja iglesia de Genazzano. La piadosa señora recibió del Espíritu Santo la siguiente revelación: “María Santísima, en su imagen de Scútari, desea salir de Albania”.


               Si la comunicación sobrenatural la sorprendió, todavía más asombro causó en ella recibir de la Virgen misma la orden expresa de levantar el templo que debería recibir su fresco, así como la promesa de ser ayudada en el tiempo oportuno. Comenzó, pues, Petruccia la construcción de la pequeña iglesia. Empleó todos sus recursos… que se terminaron cuando las paredes sólo llegaban al metro de altura. Los escépticos habitantes de la pequeña ciudad convirtieron a la viuda en blanco favorito de sus burlas y sarcasmos, llamándola loca, visionaria, imprudente y anticuada. Pero ella atravesó confiada esta prueba tal como Noé, de quien se mofaban todos mientras construía el arca.


               Era el día 25 de Abril de 1467, Fiesta de San Marcos, Patrono de Genazzano. A las dos de la tarde, Petruccia parte camino a la iglesia, pasando por la bulliciosa feria donde se ofrece desde tejidos de Génova y Venecia hasta un elixir de eterna juventud o un “poderosísimo” licor contra cualquier tipo de fiebre. En medio del vocerío, el pueblo siente una melodía de singular belleza venida del cielo. Se impone el silencio. Todos notan que la música proviene de una nubecita blanca, tan luminosa que ofusca los propios rayos del sol, la cual baja gradualmente hacia la pared inconclusa de una capilla lateral. La muchedumbre acude estupefacta, ocupa el pequeño recinto y ve deshacerse la nube. Ahí estaba suspendido en el aire, sin ningún soporte visible el sagrado fresco, la Señora del Buen Consejo. “¡Un milagro, un milagro!”, gritan todos. ¡Qué alegría para Petruccia y qué consuelo para Georgis y De Sclavis cuando pudieran llegar allá! Se confirmaba el superior designio de la construcción iniciada, y empezaba en Genazzano un largo e ininterrumpido desfile de milagros y gracias obrados por la Virgen.


               El Papa Pablo II, tan pronto como supo de los hechos, envió a dos prelados de confianza para investigarlos. Éstos confirmaron la veracidad de lo que se decía, y atestiguaron diariamente innumerables curaciones, conversiones y prodigios realizados por la Madre del Buen Consejo. En los primeros 110 días después de la llegada, se registraron 161 milagros.


               Entre sus grandes devotos se destacan los papas san Pío V, León XIII –que introdujo a la Madre del Buen Consejo en la letanía lauretana–, san Pío X; y también numerosos santos como San Pablo de la Cruz, San Juan Bosco o San Alfonso de Ligorio.


               Los milagros más grandes María los realiza en el interior del alma, aconsejando, corrigiendo, orientando. Quien pueda venerar el milagroso cuadro de la Madre del Buen Consejo en Genazzano comprobará personalmente el torrente de gracias que brota de su semblante celestial, y comprenderá por qué razón quien haya estado alguna vez allá, sueña con regresar un día a esa sublime intimidad…




LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. Séptimo Martes

      



            Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + 

            En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN


            Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

            Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN INICIAL


            Postrado a tus pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, te ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcances del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenme conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.


MARTES 7º: LA BENIGNIDAD

            ¡Oh, soberano y suavísimo San Antonio! Alcanzadme una santa benignidad para con mis prójimos, a fin de que no quiera otras armas contra mis enemigos más que orar por ellos y hacerlos bien.      

A continuación rezamos un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria. Luego, terminamos 
rezando el tradicional Responsorio de San Antonio...




Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos 
en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



lunes, 25 de abril de 2022

CUANDO SUFRES CON DULCE PACIENCIA



               En la iglesia de Fresne. Él: Hija Mía, ¿no comprendes que las penas que te mando están medidas y como calculadas sobre lo que tú puedes?. Son favores que te ligan a tu Amado. Dame las gracias por esas penillas que Yo pongo en tu corazón como una florecita delicada. Él te encuentra más hermosa cuando sufres con dulce paciencia unida a Su Paciencia. Tu alma toma entonces como un rostro nuevo cuyos rasgos están tomados de los Suyos, Sé flexible y dócil en Mis Manos. 

               Humíllate siempre, como quien ha merecido sus infortunios. Yo lo sufrí todo, siendo El Inocente. ¿No te sientes dispuesta a sufrirlo todo para consumar nuestra Unión”? ¿O La tienes ya por suficiente y no la deseas todavía más estrecha? ¿Piensas que tu amor Me ha dicho ya su última palabra? Déjate a ti misma y pasa dentro de Mí. Ganarás con el cambio. 

               Casas, las hay de muchas clases; pero la mas dulce es la Casa de la intimidad del Esposo: si tú llegas a probarla, querrás tener allí tu morada  permanente. Y una vez en ella, ¿quién podrá alcanzarte?. Estás en Brazos del Único, pues a Él te has dado. Le has dado tu honor, tus bienes, tu corazón; Él acudirá a todos los medios para tu santificación, que es el fin de los fines. Amar y agradar a Dios, ¡qué importa el resto!

              Cuando veas a Dios, .. ¡Cómo te alegraras de haberlo amado y servido! De haberlo glorificado sin regatear y de todo corazón. No temas las tribulaciones, pues por su medio creces y subes; te ayudan a amarme más y Yo te aguardo en una encrucijada, para ver cómo, superas el obstáculo. Me pregunto: ‘Va a pedirme auxilio? ¿Me dará finalmente, en un impulso filial, toda su confianza?’ ¡Cuán grande es la paz de un alma que se Me confía totalmente!


29 de Julio 1943


De los escritos de la mística Gabrielle Bossis "Él y yo", 
con el imprimatur en 1957 de Monseñor Jacques Le Cordier, 
Obispo auxiliar de París; también del Obispo de Nantes, 
Monseñor Villepellet, del entonces Obispo Auxiliar 
y Vicario General de la Arquidiócesis de México, 
Monseñor Francisco Orozco y del Obispo Auxiliar
de Madrid-Alcalá Monseñor García Lahiguera.



domingo, 24 de abril de 2022

DOMINICA IN ALBIS

 

               El nombre de «Dominica in albis» es uno de los más antiguos. En realidad es «in albis vestibus depositis», es decir, cuando los neófitos (los que habían sido bautizados en la Vigilia Pascual), asistían dicho Domingo a la celebración de la Santa Misa, habiendo ya depuesto (en las vísperas del sábado de la Octava) sus albas o vestiduras blancas, recibidas aquella noche en que renacieron a la vida eterna y que habían vestido durante toda la Octava.

               Es también Domingo «de Quasimodo», ya que, como otros domingos importantes del Año Litúrgico (por ejemplo, Domingo «de Laetare» – IVº de Cuaresma), toma el nombre de las primeras palabras de la antífona del Introito (o canto de entrada). En este caso, la antífona es un texto de la 1ª Carta de San Pedro, cap. 2, vers. 2: Quasimodo geniti infantes, alleluia: rationabiles, sino dolo lac concupiscite, alleluia,alleluia, alleluia. "Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura".




               Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros.

              Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

              Jesús les dijo otra vez: La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.

              Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

               Tomás, uno de los Doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.

               Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: La paz sea con vosotros. Luego dice a Tomás: Mete aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino fiel.

                Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío.

               Dícele Jesús: Porque me has visto, Tomás, has creído. Bienaventurados los que sin ver creyeron.

               Jesús realizó en presencia de los discípulos otros muchos milagros que no están escritos en este libro. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.



sábado, 23 de abril de 2022

LA INTRANSIGENCIA CATÓLICA

 



               “La suma Intransigencia Católica es la suma Católica Caridad. Y porque hay pocos intransigentes, hay en el día pocos caritativos de veras. La caridad liberal que hoy está de moda es en la forma de halago y condescendencia y cariño; pero es en el fondo el desprecio de los verdaderos bienes del hombre y de los supremos intereses de la Verdad y de Dios”.


Padre Félix Sardá y Salvany. "El Liberalismo es Pecado"




"LOS SAGRADOS NOMBRES DE JESÚS Y DE MARÍA EN EL CORAZÓN"

 



               Pero, ¿qué serán estos servidores, Esclavos e Hijos de María? Serán fuego encendido (Sal. 104, 4; Heb. 1,7), ministros del Señor que prenderán por todas partes el fuego del Amor Divino. Serán flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como saetas en manos de un guerrero (Sal. 127, 4).

               Serán hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el oro del amor, el incienso de la oración en el espíritu, y en el cuerpo, la mirra de la mortificación. Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo (ver II Cor. 2, 15-16) para los pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte. 

               Serán nubes tronantes y volantes (ver Is. 60,8), en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada, ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la Palabra de Dios y de la Vida Eterna, tronarán contra el pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces, y con la espada de dos filos de la Palabra de Dios (Heb. 4,12; Ef. 6,17) traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo. 

               Serán los Apóstoles auténticos de los Últimos Tiempos a quienes el Señor de los Ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos. Dormirán sin oro ni plata y –lo que más cuenta– sin preocupaciones en medio de los demás Sacerdotes, Eclesiásticos y Clérigos (Sal 68,14).

               Tendrán, sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la Gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y sólo dejarán en pos de sí, en los lugares donde prediquen, el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda la Ley (ver Rom. 13,10).

               Por último, sabemos que serán verdaderos Discípulos de Jesucristo. Caminarán sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, y enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura Verdad, conforme al Santo Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas; sin perdonar, ni escuchar, ni temer a ningún mortal por poderoso que sea. Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios (Heb. 4,12); sobre sus hombros, el estandarte ensangrentado de la Cruz; en la mano derecha, el Crucifijo; el Rosario en la izquierda; los Sagrados Nombres de Jesús y de María en el corazón, y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo. Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender Su Imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero ¿cuándo y cómo sucederá esto?... ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros nos toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia al Señor (Sal. 40 ,2).


San Luis María Grignión de Montfort
Tratado de la Verdadera Devoción, nº 56-59