Juan es un santo varón, enviado de Dios, un Ángel de Dios, como dice el mismo Padre: Mira, yo te envío Mi Mensajero por delante. Juan, el hombre, más grande que ha nacido de mujer, castiga de este modo su cuerpo inocente, lo abate y lo mortifica. ¿Y vosotros soñáis con vestidos de púrpura y de lino, y banquetear espléndidamente? ¿A esto se reduce toda la grandeza de este día? ¿Este es el homenaje que ofrecéis al Bautista? ¿Este es el regocijo que nos habían prometido por su nacimiento? ¿De quién celebráis la memoria, Sacerdotes refinados? ¿Qué nacimiento festejáis? ¿No es acaso el de aquel que vivió en el desierto con un áspero vestido y muerto de hambre?
Hijos de Babilonia, ¿qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿A qué salisteis si no? ¿A ver un hombre vestido con elegancia, y alimentado con regalo? Toda la fiesta se reduce para vosotros a seguir las normas del gusto popular, vestir con todo lujo y comer a placer. ¿Tiene algo que ver con Juan? Todo ese le repugnaba y jamás lo hizo.
El Ángel dijo: Serán muchos los que se alegren de su nacimiento. Sí, es cierto: muchos se alegran de su nacimiento. Incluso para los paganos, según nos dicen, es un día festivo y solemne. Pero si ellos lo celebran sin conocerlo, para los cristianos no debería ser así. Estos se regocijan en ese día del nacimiento de San Juan, pero ojalá fuera de su natividad, y no de la vanidad. ¿Qué hay bajo el sol sino vanidad de vanidades? ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que le afligen bajo el sol?
Hermanos, bajo el sol está todo cuanto abarcan los ojos, y se somete al influjo de esta luz material; ¿y eso qué es, sino una niebla que se ve un poco? ¿No es acaso pura hierba y flor de hierba? Lo dice el Señor: Todo es mortal hierba, y toda su belleza es flor de hierba: se agosta la hierba y cae la flor. En cambio la palabra del Señor permanece para siempre.
Hermanos, entreguémonos a esta palabra que nos promete la Vida y el gozo eternos. No trabajemos por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando una vida sin término. ¿Y cuál es? No de solo pan vive el hombre, sino también de todo lo que diga Dios por su boca.
Queridos hermanos, cultivemos esta palabra, cultivemos el espíritu, porque el que cultiva los bajos instintos sólo cosechará corrupción. Que nuestro gozo sea interior, no un simple gesto exterior. O como dice el Apóstol: Afligidos por la humildad gravedad, y siempre alegres por el gozo interior. Queridos hermanos, alegrémonos en y por el nacimiento de San Juan.
San Bernardo de Claraval, Doctor de la Iglesia
"A Isabel se le cumplió el tiempo de su parto y dio a luz un hijo. Los vecinos y parientes, al enterarse del gran favor que el Señor le había hecho, fueron a felicitarla. A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Querían que se llamara Zacarías, como su padre. Pero su madre dijo: "No. Se llamará Juan". Le advirtieron: "No hay nadie en tu familia que se llame así".
Preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: "Su nombre es Juan". Todos se quedaron admirados. Inmediatamente se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Todos los vecinos se llenaron de temor. Estas cosas se comentaban en toda la montaña de Judea. Todos los que las oían decían pensativos: "¿Qué llegará a ser este niño?".
Porque la mano del Señor estaba con él. Zacarías, su padre, lleno del Espíritu Santo, profetizó así: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha intervenido para liberar a su pueblo..."
Evangelio de San Lucas, cap.1, vers. 57-68
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