Sigue escribiendo nuestro Hermano Estanislao José: "Un día se me presentó Jesús con dos cruces, una en cada hombro. Yo le pregunté qué podría hacer para librarle de aquella carga, y Jesús me contestó: "Tómalas tú sobre los hombros". Y le dije: ¡Acepto!, y al instante se pasaron a mis hombros, quedando Jesús resplandeciente. Viéndome cargado con las dos cruces me ofrecí a Él como víctima, pero enseguida noto que son muy pesadas y que me es imposible llevarlas. Jesús quiere quitarme una, mas yo le digo que eso no lo consentía, y Él me dice: "¿Qué vas a hacer…?". "Señor -le respondo- llamaré a otras almas que participen en las mismas ideas para que así nosotros las llevemos y Tú descanses".
Inmediatamente se me presentan otras almas que generosamente toman sobre sí, parte del peso que yo llevaba, y con voluntad decidida siguen a Jesús.
Jesús me dice: "Precisamente venía en busca de estas almas que tú Me has presentado y que han oído Mi voz aceptando Mi invitación. Esto Me consuela de la tristeza que siente Mi Corazón cuando es ofendido por tantos pecados. Bien sabes tú que Me estoy formando un Ejército de estas almas generosas, Apóstoles de Nuestros Corazones Eucarísticos, los cuales han de conquistar el mundo entero. Y unidos a ellos, otro Ejército de Almas Víctimas que, con sus sacrificios, oraciones y voluntad sometida en todo a Mi Divino Querer, combatirán a brazo partido contra los enemigos de la eterna salvación. Estos Apóstoles y estas almas escondidas que Yo Me estoy escogiendo por medio de Mi Madre quiero que se llamen Víctimas de Nuestro Reinado Eucarístico, pues su fin principal es trabajar, orar y sufrir para establecer en España y en el mundo entero este Reinado"...
Refiriéndose a estas almas eucarísticas, que llevarán en su pecho las Sagradas Especies de una a otra Comunión, el Hermano Estanislao José dice: "Vosotras estáis escogidas por vuestros amadísimos Soberanos. Para salvar al mundo perdido; no temáis ni al Demonio ni al mundo ni a la carne. Jesús-Hostia vive en vosotros, sed valientes, no temáis las contrariedades, los desprecios y humillaciones y demás trabajos que os han de venir. Si no tenéis consuelos buscadlos en el Sacramentado, ya en vuestro pecho, ya en el Sagrario. Allí debe estar vuestra alegría y vuestro gozo. Si les dais vuestra voluntad, Ellos se os darán todo a vosotros; si de veras les buscáis no estaréis tristes, aunque tengáis penas y contrariedades. Obrad como si tuvieseis el voto de lo más perfecto, siempre con delicadeza de conciencia. Adelante con las calumnias y desprecios, con estas joyas traeremos al mundo a nuestros amadísimos Soberanos los Corazones Eucarísticos de Jesús y María. Ellos han de reinar y pronto, no nos cansemos de trabajar por tan noble causa: busquemos los padecimientos, oremos con fervor y constancia, siempre alegres, siempre con gozo en el alma. Los primeros tronos del Cielo serán para las almas eucarísticas".
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