El mundo no puede ser salvado por formas diluidas de Cristianismo, o por sistemas que representen una etapa autocomplaciente o perezosa en las sendas de la restauración de la Cristiandad.
Nuestro "leitmotiv" debe ser el de que para el orden temporal de occidente, fuera de la Iglesia no hay salvación. Civilización Católica, Apostólica, Romana, totalmente tal, absolutamente tal, minuciosamente tal, es lo que debemos desear.
La quiebra de los ideales políticos, sociales o culturales intermedios es patente. No se para en el camino de vuelta a Dios: parar es retroceder, parar es hacer el juego de la confusión. Sólo queremos una cosa: el Catolicismo completo.
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