lunes, 13 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 13º

 

...nuevos canales de gracias 
y comunicaciones que se abren 
entre Dios y el alma...


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a la Reina Triunfante: 

               Mamá Celestial, hoy vengo a postrarme ante Ti para pedirte Tu fuerza invencible, para que en todas mis penas, y Tú sabes cómo está lleno mi corazón de ellas, hasta sentirme ahogada, si Tú tanto amas el hacerme de Madre, toma mi corazón en Tus manos y derrama en él el amor, las gracias, la fuerza de triunfar en mis penas, y convertirlas todas en Voluntad Divina. 

Lección de la Reina Triunfante: 

               Hija Mía, ánimo, no temas, tu Mamá es toda para ti, y hoy te esperaba para que Mi heroísmo y Mi Triunfo en el sacrificio, te infunda fortaleza y ánimo, y así pueda ver a Mi hija triunfante en sus penas y con el heroísmo de soportarlas con amor y para cumplir la Divina Voluntad. 

               Ahora hija mía escúchame, Yo tenía apenas tres años, y Mis padres Me hicieron saber que querían consagrarme al Señor en el templo. Mi Corazón se alegró al conocer esto, el consagrarme y pasar Mis años en la Casa de Dios, pero bajo Mi alegría había un dolor, una privación de los más queridos que se pueden tener en la tierra, como eran Mis queridos padres; era pequeña, tenía necesidad de sus cuidados maternales, me privaba de la presencia de dos grandes Santos, y además veía que conforme se acercaba el día de privarse de Mí, que hacía su vida plena de alegría y de felicidad, sentían tal amargura de sentirse morir, pero aunque sufrían estaban dispuestos a hacer el acto heroico de conducirme al Señor. 

               Mis padres Me amaban en orden a Dios y Me tenían como un gran don dado a ellos por el Señor, y esto les dio la fuerza de cumplir el doloroso sacrificio. Por eso hija Mía, si quieres tener fuerza invencible para sufrir las penas más duras, haz que todas las cosas tuyas sean en orden a Dios y tenlas como dones preciosos que te ha dado el Señor. Ahora, tú debes saber que Yo con ánimo preparaba Mi ida al Templo, porque en cuanto entregué Mi voluntad al Ser Divino y el Fiat Supremo tomó posesión de todo Mi ser, Yo adquirí todas las virtudes en naturaleza, Yo era dominadora de Mí misma, todas las virtudes estaban en Mí como tantas nobles princesas, y de acuerdo a las circunstancias de Mi vida prontamente se ofrecían para hacer su oficio sin ninguna resistencia. 

               En vano me habrían llamado Reina si no hubiera tenido virtud de ser Reina sobre Mí misma, por eso Yo tenía en Mi dominio la Caridad perfecta, la Paciencia invencible, la Dulzura raptora, la Humildad profunda y todo el ajuar de las otras virtudes. La Divina Voluntad volvió afortunada la pequeña tierra de Mi humanidad, siempre florida y sin las espinas de los vicios. Ve entonces querida hija qué significa vivir de Voluntad Divina, su Luz, su Santidad y Potencia convierten en naturaleza todas las virtudes, no se abaja a reinar en un alma donde hay una naturaleza rebelde, no, no, Ella es Santidad, y donde debe reinar quiere la naturaleza ordenada y santa. 

               Por eso el sacrificio de ir al Templo eran conquistas que Yo hacía, y sobre el sacrificio venía formado en Mí el Triunfo de una Voluntad Divina, y estos triunfos llevaban a Mí nuevos mares de Gracia, de Santidad y de Luz, hasta sentirme feliz en Mis penas, para poder conquistar nuevos triunfos. Ahora hija mía, pon la mano sobre el corazón y dile a tu Mamá: ¿Sientes tu naturaleza cambiada en virtud? O bien ¿sientes las espinas de la impaciencia, las hierbas nocivas de la agitación, los malvados humores de los afectos no santos?. 

               Escucha, permite que actúe tu Mamá, dame tu voluntad en mis manos, decidida a no quererla más y Yo te haré poseer por la Voluntad Divina, la cual todo desterrará de ti, y lo que no has hecho en tantos años lo harás en un día, el cual será el principio de la verdadera vida, de la felicidad y de la verdadera Santidad. 

               Ahora pon atención y escúchame, Yo dejé la casa de Nazaret acompañada por Mis santos padres, al dejarla di una última mirada a aquella casita donde había nacido, para agradecer a Mi Creador por haberme dado un lugar donde nacer y por dejarla en la Divina Voluntad, a fin de que Mi infancia y tantos queridos recuerdos, porque Yo estando llena de razón todo comprendía, fueran todos custodiados por la Divina Voluntad y depositados en Ella como prenda de Mi amor hacia Aquél que me había creado. 

               Hija mía, el agradecer al Señor y poner nuestros actos en Sus manos como prenda de nuestro amor, son nuevos canales de gracias y comunicaciones que se abren entre Dios y el alma, y el homenaje más bello que se puede rendir a quien tanto nos ama. Por eso aprende de Mí a agradecer al Señor de todo lo que dispone de ti, y en todo lo que estás por hacer sea tu palabra: "Gracias, ¡oh! Señor y pongo todo en tus manos". Ahora, mientras todo dejé en el Fiat Divino, como reinaba en Mí y jamás Me dejó ni un instante de Mi vida, Yo los llevaba como en Triunfo en Mi pequeña Alma, y ¡oh! los prodigios del Divino Querer, con Su virtud conservante mantenía el orden de todos Mis actos, pequeños y grandes y como en acto dentro de Mí, como triunfo Suyo y Mío, así que jamás perdí la memoria de uno solo de Mis actos, y esto Me daba tanta Gloria y Honor que Me sentía Reina, porque cada acto Mío hecho en la Divina Voluntad era más que sol, y Yo estaba adornada de Luz, de Felicidad, de Alegría, Ella me llevaba Su Paraíso. 

               Hija mía, el vivir de Voluntad Divina debería ser el deseo, el suspiro, y casi la pasión de todos, tanta es la belleza que se conquista y el bien que se siente. Todo lo contrario la voluntad humana, ella tiene la virtud de amargar a la pobre criatura, la oprime, forma la noche, camina a tientas, va siempre tropezando en el bien y muchas veces pierde la memoria del poco bien que ha hecho. Ahora hija mía, Yo partí de la casa paterna con ánimo y desapego, porque Yo miré sólo el Querer Divino, en el cual tenía fijo Mi Corazón, y esto me bastó para todo, pero mientras caminaba para ir al templo, vi toda la Creación, y ¡oh! maravilla, sentí el latido de la Divina Voluntad en el sol, en el viento, en las estrellas, en el cielo, bajo Mis pasos la sentí palpitante y el Fiat Divino que reinaba en Mí ordenó a toda la Creación, que como velo lo escondía, que todos se inclinaran y Me hicieran honor de Reina, y todos se inclinaron dándome signos de sujeción, hasta la pequeña florecita del campo no se privó de darme su pequeño homenaje, Yo ponía todo en fiesta, y cuando por necesidad salía de la habitación, la Creación se ponía en acto de darme muestras de honor, y Yo era obligada a ordenar que estuviera en su puesto y que observara el orden de nuestro Creador. 

               Ahora escucha a tu Mamá, dime, ¿en tu corazón sientes la alegría, la paz, el desapego de todo y de todos, y el coraje que todo puedes hacer para cumplir la Divina Voluntad, de modo de sentir en ti fiesta continua?. Hija Mía, la paz, el desapego, el coraje, forman el vacío en el alma donde puede tomar lugar la Divina Voluntad, y Ella siendo intangible de cualquier pena, lleva la fiesta perenne a la criatura. Por eso, ánimo hija Mía, dime que quieres vivir de Voluntad Divina y tu Mamá pensará en todo. Ahora, mañana te espero para decirte el modo como Me comporté en el Templo. 

El alma: 

               Mamá Santa, ayuda a Tu hija, hazme una visita en mi alma y todo aquello que encuentres que no sea Voluntad de Dios, con Tus manos maternas arráncalas de mí, quema las espinas, las hierbas nocivas, y Tú misma llama a la Divina Voluntad a reinar en mi alma, y con Tu Imperio vacíame de todo, infúndeme el coraje necesario para hacerme dar muerte a mi voluntad y yo confiando en Ti te diré: "Quiero vivir de Voluntad Divina".

Florecita: 

               Hoy para honrarme Me llamarás tres veces a visitar tu alma y Me darás toda la libertad de hacer lo que quiero de ti, y tú Me darás todos tus actos como prenda de amor por Mí, y Yo los depositaré en la Divina Voluntad, diciéndome cada vez: "Te amo Mamá mía". 

Jaculatoria: 

               Soberana Reina, toma entre Tus manos mi alma, vacíame de todo y transfórmala toda en Voluntad de Dios.



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