viernes, 11 de abril de 2025

LA DOLOROSA CORREDENTORA DE LAS ALMAS



                    Corría el siglo V cuando el Papa Sixto III consagró la Basílica Liberiana en Honor de María Nuestra Señora y de los Santos Mártires; en su ábside mandó colocar un mosaico en el que se representaba a la Santísima Virgen como Reina de los Mártires, pues la íntima unión con Su Divino Hijo en el Calvario, la hizo merecedora de tal título, por soportar en Su Alma mayores dolores y sufrimientos que todos los Mártires. La devoción a la Virgen Dolorosa arraigó profundamente en el Pueblo Católico a partir del siglo XIII, momento en el que aparece la Orden de los Servitas, consagrados a los Dolores de la Madre de Dios, que pronto popularizaron el hábito negro mediante su Orden Tercera. El Papa Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1727, situando la celebración para el anterior al Viernes Santo.


SOBRE LOS DOLORES DE MARÍA 

                    "La Santísima Virgen María, por el amor que nos dedicaba, estaba dispuesta a ver a Su Hijo sacrificado a la Justicia Divina por la barbaridad de los hombres. 

                    Este gran tormento, pues, que María soportó por nosotros, un tormento mayor de que mil muertes, merece nuestra compasión y nuestra gratitud. 

                    Si no podemos corresponder más a un tal gran amor, al menos dediquemos algunos momentos en este día de hoy para considerar cuan grandes fueron los sufrimientos por los cuales María se hizo Reina de los Mártires; porque los sufrimientos de Su gran martirio excedieron los de todos los Mártires, en primer lugar por ser los más largos, y en segundo lugar por ser los mayores en intensidad".


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia


                    "La Santísima Virgen es Dispensadora Universal de todas las gracias, tanto por Su Divina Maternidad, que las obtiene de Su Hijo, como por Su Maternidad Espiritual, que las distribuye entre Sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la Voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre"


Papa Pío X, Encíclica "Ed diem illum" , 2 de Febrero de 1904


                    "...que sean precisamente Tus dolores, que sean Tus lágrimas las que descendiendo sobre esa tierra fértil, hagan prosperar y madurar frutos de Perfección Cristiana y de Santidad. Es un pueblo que Te ama y que no quiere verte llorar más; es un pueblo dispuesto a llorar él sus pecados con tal de que Tú sonrías; es un pueblo de hijos Tuyos, de devotísimos hijos Tuyos que hoy Te ofrece esa corona, como prenda tangible de reconciliación, como memoria perenne del amor que Te profesa, como señal de reconocimiento de Tu soberanía maternal. Es un pueblo predilecto que, aunque Te haya costado lágrimas, puede asegurarte que no son lágrimas perdidas, sino que precisamente por ellas confía plenamente en Tu bondad y en Tu intercesión ante Tu Preciosísimo Hijo..."


Papa Pío XII, 1956



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su copia y difusión, sin fines de lucro


INDULGENCIAS 
que podemos ganar meditando 
los Dolores de María Madre y Corredentora


                    El Papa Clemente XII, concedió en 1734, una INDULGENCIA PLENARIA y remisión de todos los pecados a quienes recen la "Corona de Los Siete Dolores" DIARIAMENTE por un mes continuo y luego confesando y comulgando, rogasen por las intenciones de la Santa Iglesia; al que verdaderamente arrepentido y confesado, o al menos con firme propósito de confesarse, rezare esta Corona, por CADA VEZ 100 AÑOS de indulgencia. Todas estas indulgencias son aplicables a las Benditas Almas del Purgatorio.



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miércoles, 9 de abril de 2025

TERESITA ENTRA EN EL CARMELO. Centenario de la Canonización de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, 1925-2025


                    El 9 de Abril de 1888 la joven Teresita Martin dejaba para siempre a su padre, a sus hermanas, a su familia y su casa de los Buissonnets, y hacía su ingreso oficial en el Convento de Carmelitas Descalzas de Lisieux; tenía quince años y tres meses de edad. En la autobiografía "Historia de un alma" que Santa Teresita escribió por obediencia, dejó testimonio fiel de aquél día:



                El Lunes 9 de Abril, día en que el Carmelo celebraba la Fiesta de la Anunciación, trasladada a causa de la Cuaresma, fue el día elegido para mi entrada. La víspera, toda la familia se reunió en torno a la mesa, a la que yo iba a sentarme por última vez. ¡Ay, qué desgarradoras son estas reuniones íntimas...! Cuando una quisiera pasar inadvertida, te prodigan las caricias y las palabras más tiernas, y te hacen más duro el sacrificio de la separación... `

               Mi rey querido (su padre, Luis Martin) apenas hablaba, pero su mirada se posaba en mí con amor... Mi tía lloraba de vez en cuando, y mi tío me dispensaba mil atenciones de cariño. 

               ...mi querida Leonia, que había vuelto de la Visitación hacía algunos meses, me colmaba como nadie de besos y caricias. 

               En la mañana del gran día, tras echar una última mirada a los Buissonnets, nido cálido de mi niñez que ya no volvería a ver, partí del brazo de mi querido rey para subir a la montaña del Carmelo... Al igual que la víspera, toda la familia se reunió para escuchar la Santa Misa y recibir la Comunión. 

              En cuanto Jesús bajó al corazón de mis parientes queridos, ya no escuché a mi alrededor más que sollozos. Yo fui la única que no lloró, pero sentí latir mi corazón con tanta fuerza, que, cuando vinieron a decirnos que nos acercáramos a la puerta claustral, me parecía imposible dar un solo paso. Me acerqué, sin embargo, pero preguntándome si no iría a morirme, a causa de los fuertes latidos de mi corazón... ¡Ah, qué momento aquél!. Hay que pasar por él para entenderlo... Mi emoción no se tradujo al exterior. 

               Después de abrazar a todos los miembros de mi familia querida, me puse de rodillas ante mi incomparable padre, pidiéndole su bendición. Para dármela, también él se puso de rodillas, y me bendijo llorando... ¡El espectáculo de aquel anciano ofreciendo su hija al Señor, cuando aún estaba en la primavera de la vida, tuvo que hacer sonreír a los Ángeles...! 

               Pocos instantes después, se cerraron tras de mí las puertas del arca santa y recibí los abrazos de las hermanas queridas que me habían hecho de madres y a las que en adelante tomaría por modelo de mis actos... Por fin, mis deseos se veían cumplidos. Mi alma sentía una paz tan dulce y tan profunda, que no acierto a describirla. Y desde hace siete años y medio esta paz íntima me ha acompañado siempre, y no me ha abandonado ni siquiera en medio de las mayores tribulaciones. 

               Como a todas las postulantes, inmediatamente después de mi entrada, me llevaron al coro. Estaba en penumbra, porque estaba expuesto el Santísimo, y lo primero que atrajo mi mirada fueron los ojos de nuestra santa Madre Genoveva, que se clavaron en mí. Estuve un momento arrodillada a sus pies, dando gracias a Dios por el don que me concedía de conocer a una santa, y luego seguí a nuestra Madre María de Gonzaga a los diferentes lugares de la comunidad. Todo me parecía maravilloso. Me creía transportada a un desierto. 

               Nuestra celdita, sobre todo, me encantaba. Pero la alegría que sentía era una alegría serena. Ni el más ligero céfiro hacía ondular las tranquilas aguas sobre las que navegaba mi barquilla, ni una sola nube oscurecía mi cielo azul... Sí, me sentía plenamente compensada de todas mis pruebas... ¡Con qué alegría tan honda repetía estas palabras: «Estoy aquí, para siempre, para siempre...! 


"Historia de un alma", autobiografía de Santa Teresita 
del Niño Jesús y de la Santa Faz



sábado, 5 de abril de 2025

PRIMER SÁBADO, día de especial reparación al Doloroso e Inmaculado Corazón

   

               Dedicamos el Primer Sábado de cada mes a desagraviar al Inmaculado Corazón de María, siguiendo así el URGENTE PEDIDO de Nuestra Señora, que nos advierte, como Madre Nuestra, del mal camino que han tomado aquellos que viven en el peor de los pecados: la ingratitud a Dios. La Virgen María desea nuestro amor y también nuestro consuelo hacia Su Inmaculado Corazón, herido por el pecado del mundo.



               Transcurridos algunos años tras las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, Lucía, la única superviviente de los tres niños que contemplaron a la Virgen Santa, contaba con apenas 18 años cuando decidió irse con la Congregación de las Hermanas Doroteas; ingresó como postulante en el convento que la Orden tenía en Pontevedra (España) y en donde Nuestra Señora fue a revelarle la primera parte del plan de Dios para la salvación de los pecadores en nuestro tiempo de rebelión contra Dios: la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados de mes.

               Lucía, refiriéndose a ella misma, describe el encuentro en tercera persona:

               El día 10 de Diciembre de 1925, se le apareció la Santísima Virgen y al lado, suspenso en una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole una mano en el hombro, le mostró al mismo tiempo un Corazón que tenía en la otra mano, cercado de espinas. Al mismo tiempo le dijo el Niño:

               "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas."

               Enseguida dijo la Santísima Virgen:

               "Mira, hija mía, Mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tu, al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que durante cinco meses, en el Primer Sábado se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los Misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas."


¿Por qué Cinco Sábados?


              Después de haber estado Sor Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los cinco sábados de reparación: 

               "Hija mía, la razón es sencilla: se trata de cinco clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

         Primer Sábado: Las blasfemias contra Su Pura e Inmaculada Concepción

         Segundo Sábado: Las blasfemias Contra Su Virginidad

         Tercer Sábado: Las blasfemias contra Su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres

         Cuarto Sábado: Los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada

         Quinto Sábado: Los que la ultrajan directamente en Sus sagradas imágenes.



jueves, 3 de abril de 2025

EL DUEÑO DE LA LLAVE DEL SAGRARIO. Primer Jueves, recemos por la Santidad Sacerdotal

  

               Déjame que ante todo te pregunte como en otro tiempo a Mis apóstoles: ¿tú quién dices que Soy Yo?. Y después de esa pregunta Mía y de la respuesta tuya, igual seguramente a la de Pedro, insto: ¿Y te has puesto a pensar en lo que ese Padre es para Su Hijo y ese Hijo es para Su Padre?. ¡Lo que Mi Padre me quiere!. 



              Junta en una caricia todos los cariños buenos de la tierra de padres a hijos, de hijos a padres, de hermanos a hermanos, de amigos a amigos, reúne en un beso la explosión de todos los besos que han brotado de labios de madres desde el primer día que las hubo, pon en una llama todo el fuego que ha salido de corazones amantes desde el primer momento en que se amaron los hombres, y ni aquella caricia, ni aquel beso, ni esta llama llegarán a ser una sombra del Amor con que Mi Padre me ama. 

              Hablando tu lenguaje humano tan escaso de vocablos que expresen con propiedad lo grande y lo bello, y mucho menos lo Infinito, te diré que, si en Dios cupieran desatinos y locuras, Mi Padre Celestial me quiere hasta la locura y el desatino y tanto que Su única ocupación de Señor Eterno, infinitamente Sabio, Bueno, Poderoso, es esto: recrearse y complacerse en Su Hijo. 

              Y si sigues no escandalizándote de este lenguaje humano aplicado a hablar de cosas tan subidas e inefables, te diré que la Creación entera con sus Ángeles, sus hombres y sus insectos, con sus soles y sus arenas, con sus aires y sus aguas y sus tierras y sus fuegos, y la Redención con sus anonadamientos de Belén, Cenáculo y Calvario, con sus glorias de Tabor y Resurrección, con sus donaciones inefables de Eucaristía, de Virgen Madre y de Iglesia, no son otra cosa que explosiones de Amor del Padre Celestial para Su Hijo. 

               Sí, todo lo del Cielo, lo de la Tierra y lo de los abismos lo puso Mi Padre en Mis manos y lo hizo para Mí y lo sometió a Mi Juicio. (…) ¿No nada en placer tu alma al saber que el mundo con sus distintos reinos y jerarquías, no es otra cosa que un poema cantado y hecho cantar en honor de Su Hijo por el Amor de un Padre infinitamente Bueno, Sabio, Poderoso? ¿No desaparecen de ante tus ojos medrosos todos los miedos y horrores y tenebrosidades de la vida al enterarte de que toda ella no es en definitiva sino el festín de bodas aparejado por el gran Rey a Su Hijo y que toda tu misión en ella es sentarte a gozar del festín, comer de lo que te presenten y cantar?... ¿Comprendes ahora la palabra que tantas veces repetí en Mi Evangelio: TODO, ¿te enteras bien? TODO lo que pidan al Padre en Mi Nombre se lo dará para glorificar a Su Hijo, o bien: Yo se lo daré para que el Padre sea glorificado en el Hijo? 

               Sacerdote, después de meditar lo que el Hijo vale delante de Su Padre, ¿volverás a dejar que entre en tu corazón el miedo o el engreimiento?. ¿Tú, el dueño de la llave del Sagrario en que se quedó a vivir el Hijo?. ¿Tú, el que todas las mañanas puedes tomar entre tus dedos la Hostia Consagrada que es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del Hijo de Dios?. Siendo tuyo el Hijo de Dios, ¿te podrá negar algo el Padre Celestial?. Y si lo cuidas bien en tu Sagrario, buscándole mucha y buena compañía de almas, y en las almas preparándolas para que Él se sienta a gusto en ellas, ¿has pensado en la gratitud que te guardará Su Padre?.


Obispo Manuel González, en su libro "Aunque todos yo no"