lunes, 9 de mayo de 2011
MARÍA SIMMA, APÓSTOL DEL PURGATORIO
MARÍA SIMMA: LA VIDENTE Y APÓSTOL DEL PURGATORIO
“Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos” (Mt. 11,25-26)
María Ágata Simma, nació el 5 de Febrero de 1915 en Sonna, a unos treinta kilómetros al este de Feldkirch, en Austria. José Antonio, su padre se ganaba la vida como vigilante y después como agricultor en las tierras de su hermano Juan Simma, donde conoció a Aloisa Rinderer; se casó con ella a pesar de la diferencia de dieciocho años que había entre ellos. Ambos eran muy pobres.
Vivían en una casa vieja y desde muy temprana edad, los hijos de aquél matrimonio humilde, empezaron a trabajar para ganarse la vida: los varones como obreros y las hijas como nodrizas.
Ya de niña, María Simma era muy piadosa y asistía regularmente a las clases de religión que daba el párroco, el Padre Carlos Fritz. Desde siempre albergó en su corazón la idea de ser monja y por eso ingresó en tres conventos, pero fue rechazada en todos por su pésima salud.
Trabajó como criada y después de la muerte de su padre, vivió sola en casa de éste; para sostenerse cultiva una pequeña huerta y vive gracias a la caridad de los buenos vecinos.
Gracias a la formación que recibió en los conventos, su vida espiritual giraba en torno a un grandísimo amor a la Virgen Nuestra Señora, una tierna devoción a las Almas del Purgatorio, por las que de continuo se ofrecía para aliviarlas en sus sufrimientos: También oraba intensamente por el éxito de las misiones.
Hizo voto de pureza y de esclavitud a la Santísima Virgen, según las enseñanzas de San Luis Grignión de Montfort; también se ofreció a Nuestro Señor con el voto de alma víctima a favor de las Almas del Purgatorio; en ello entendió su vocación: ayudar a las Benditas Ánimas con la oración, el sufrimiento expiatorio y el apostolado.
Desde la época del nacismo, ayudó a los niños en la formación religiosa, dándoles instrucciones complementarias, demostrando así su gran talento y habilidad.
A partir de los treinta y cinco años, María Simma comienza a recibir de forma individual, la visita de almas retenidas en el Purgatorio; todas le exponen el motivo por el cual tienen que purgar sus pecados y muchas de ellas le piden oraciones para su liberación. En algunos casos, María, por fidelidad a su voto de alma víctima, tiene que sufrir por ellas, para que así puedan llegar limpias al Cielo.
Murió el día de San José de 2004.
Se nos olvida a menudo orar por tantas almas abandonadas, olvidadas y necesitadas. Cualquier recuerdo y oración debe ser para ellas como un vaso de agua fresca en medio del desierto.
ResponderEliminarGracias por recordarnos este deber. Un abrazo en Cristo
Gracias a ti por participar!.
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