jueves, 22 de septiembre de 2011
PRODIGIOS DE LA EUCARISTÍA CON EL GENERALÍSIMO FRANCO ( I )
Hablando el General Franco con unas personas sobre los milagros les díjo: “Yo he visto los milagros”
Durante la Guerra Civil Española, y en otras ocasiones, le hizo Dios milagros en situaciones difíciles. Algunos se ha publicado en una vida breve titulada “Francisco Franco, cristiano ejemplar”, escrita por Manuel Garrido Bonaño, benedictino. Expone su vida de piedad extraordinaria, pero de un modo muy natural. Dios manifiestamente le ayudó a veces de modo extraordinario, que muy bien denominar milagros.
Como hechos o milagros actuales y de un hombre actual, y de tal categoría, me parece debo poner aquí algunos para edificación, estímulo y conocimiento espiritual edificativo, de quien fue tan apóstol de Dios y de la Santa Iglesia en su puesto de mando de toda España.
El Generalísimo Franco fue muy devoto de Jesús en la Sagrada Eucaristía. A los diecisiete años se hizo Adorador Nocturno y por su piedad le nombraron vocal de la Junta Directiva de El Ferrol.
En tiempos de la Segunda República, muy adversos a la Religión, siendo Capitán General de Baleares, acostumbraba a hacer la adoración nocturna en Palma de Mallorca con otros militares jóvenes que le admiraban y respetaban.
Siendo ya el Caudillo de la nación, pasó noches enteras (y aún días) ante el Santísimo expuesto en la capilla del Palacio de El Pardo. Oía Misa y comulgaba todos los días; el rezo del Santo Rosario también era diario, aún en los días de la Guerra.
Estando en la Guerra de África, en la ciudad de Melilla, ostentando el grado de capitán con tan sólo veintiún años, sucedió que los moros lanzaron una fuerte ofensiva contra la ciudad, llegando a poner en peligro aquella plaza española en África. En aquél trance, entró una buena persona en una iglesia a orar y vio, con gran admiración, que Franco estaba arrodillado ante el Sagrario. Se le acercó aquella persona, toda atemorizada y le dijo: “Mi General, ¿qué va a ser de nosotros?”. Y Franco, sereno, casi sin moverse de su actitud de oración, le respondió: “Teniendo ahí al Señor ( y con la mano indicaba el Sagrario) nada hemos de temer”.
( Tomado de "La Divina Eucaristía" del Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo )
No tenía ni idea que fuese tan piadoso y devoto.
ResponderEliminarGracias por la información.