Las Almas retenidas en el Purgatorio son mendigos que no pueden valerse por sí mismas; abandonadas, no pueden hacer otra cosa más que pedir socorro con lágrimas y sollozos. Son amadas de Dios y por ello también lo han de ser nosotros.
El Catecismo Tradicional nos enseña que “la oración por los difuntos es más agradable a los ojos de Dios que la que se ofrece por los vivos, porque aquellos tienen grandísima necesidad de ella y no pueden socorrerse a sí mismos como estos.” El Omnipotente deja en nuestras manos el rescate de las Almas del Purgatorio.
Los católicos que de veras quieren socorrer a las Almas de la Iglesia Purgante, no dejan de rezar ni un solo día por estas pobres almas que un día compartieron vida terrenal en medio de nosotros; la mejor manera, la más caritativa, es RENUNCIAR a cuantas indulgencias pudiésemos lucrar en nuestro favor, para OFRECERLAS por las Almas del Purgatorio. Pero no es necesario tener siempre en el pensamiento esta intención, basta con hacer una sola vez el llamado VOTO DE ÁNIMAS.
Este voto consiste en la oblación o voluntaria donación que el fiel hace del fruto satisfactorio de sus obras, durante su vida, y de los sufragios que se le aplicarán después de su muerte, poniéndolas en manos de la Santísima Virgen para que las aplique, según su beneplácito, a las almas del Purgatorio.
(Tesoro del Sacerdote. Tomo I. Pág. 586).
El Padre Gaspar Oliden, sacerdote teatino, devoto que vivió a principios del siglo XVIII, predicó la práctica de un tipo de caridad conocido como el Acto heroico de caridad hacia las almas en el purgatorio. Esta devoción fue aprobada por la Iglesia en la figura del Papa Benedcito XIII, el 23 de Agosto de 1728 y ricamente indulgenciada por los Papas Pío VI y Pío IX.
Así, todo cuanto un católico pueda hacer para la salvación de su propia alma, como son oraciones, ayunos penitencias, indulgencias, jubileos, e incluso las Santas Misas que por el ofrecieran después de haber fallecido, todos estos sufragios los ofrece a favor de la Benditas Ánimas del Purgatorio.
Como nuestros pecados son muchos y seguro nuestras debilidades aún mayores, como buenos hijos y esclavos de Nuestra Señora, ponemos este ofrecimiento en Sus Purísimas Manos, para que Ella haga llegar mejor este voto a Dios y distribuya las gracias entre aquellas Almas del Purgatorio que más lo necesitasen.
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