“Tenemos por guía la columna que nunca se aparta del pueblo, de día ni de noche”
(Sal. 98, 6-7)
“ Me puso en alto sobre su roca, y luego alzó mi cabeza sobre mis enemigos. Afirmó mis pies sobre piedra y aseguró mis pasos”
(Sal. 26, 6)
Según la Sagrada Tradición el Apóstol Santiago, en su anhelo por predicar el Evangelio de Nuestro Señor, llegó hasta Caesaraugusta ( actual Zaragoza ), a orillas del río Ebro. Su prédica no fue fácil, ya que los habitantes de la ciudad eran duros de convertir a la verdadera Fe.
El Apóstol Santiago sufrió entonces un fuerte desánimo, en medio del cual se planteó si merecía la pena continuar en aquellas tierras. En medio de esa angustia fue consolado por la visita en carne mortal de la Purísima Virgen María ( que aún vivía en Jerusalén ), rodeada esplendorasamente por una corte de ángeles. Todos los escritos coinciden que la bendita aparición tuvo lugar el dos de Enero del año 40.
Como prueba de su amor por la misión de Santiago dejó una columna de jaspe; en torno a dicha columna, símbolo de la fortaleza de la Fe Católica, los primeros conversos construyeron una modesta capilla, que fue el primer templo dedicado a Nuestra Señora. Se asegura que la columna nunca ha sido movida del lugar primitivo.
La misma Tradición nos ha legado las prometedoras palabras de la Madre de Dios al Apóstol:
El Papa Clemente XII estableció la fecha del 12 de Octubre para la Festividad de la Virgen del Pilar. El Papa Pío XII concedió a todas las naciones Hispanoamericanas la posibilidad de celebrar la misma misa de Nuestra Señora del Pilar que se celebraba en España.
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