sábado, 30 de mayo de 2020
SAN FERNANDO III, Rey de Castilla y León, Caballero de Cristo y Siervo de María
Hijo de Berenguela, Reina de Castilla, y de Alfonso IX, Rey de León, Fernando III unió definitivamente las Coronas de Castilla y León.
En 1219 se concierta su matrimonio con Beatriz de Suabia, hija del Emperador Federico II. El 27 de Noviembre Fernando fue armado Caballero en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, donde le entregaron su espada.
Reconquistó casi toda Andalucía y Murcia. Los asedios de Córdoba, Jaén y Sevilla y el asalto de otras muchas otras plazas menores tuvieron grandeza épica. El Rey moro de Granada se hizo vasallo suyo.
Emprendió la construcción de las mejores Catedrales, Burgos y Toledo; la de León, se empezó a construir en su reinado. Apaciguó las revueltas de algunos Nobles y administró justicia ejemplar en ellos.
Tolerante con los judíos y riguroso con los apóstatas y falsos conversos. Impulsó la ciencia y consolidó las nacientes universidades. Creó la marina de guerra de Castilla. Protegió a las nacientes Órdenes mendicantes de Franciscanos y Dominicos y cuidó siempre de la honestidad y piedad de sus soldados.
En tiempos de costumbres licenciosas y de desafueros dio altísimo ejemplo de pureza de vida y sacrificio personal, ganando ante sus hijos, prelados, nobles y pueblo fama unánime de santo.
A imitación de los caballeros de su tiempo, que llevaban una reliquia de su dama consigo, San Fernando portaba, asida por una anilla al arzón de su caballo, una imagen de marfil de Santa María, la venerable «Virgen de las Batallas» que se guarda en Sevilla. En campaña rezaba el oficio parvo mariano, antecedente medieval del Santo Rosario. A la imagen patrona de su ejército le levantó una capilla estable en el campamento durante el asedio de Sevilla; es la «Virgen de los Reyes», que preside hoy una espléndida capilla en la catedral sevillana. Renunciando a entrar como vencedor en la capital de Andalucía, le cedió a esa imagen el honor de presidir el cortejo triunfal.
El 30 de Mayo de 1252 se encontraba en el Alcázar de Sevilla. Estaban con él cuatro de los hijos que tuvo con Beatriz de Suabia; Alfonso, Fadrique, Felipe y Enrique; y su esposa Juana de Ponthieu, con los tres hijos que tuvo con ella; Fernando, Leonor y Luis. Estuvo en compañía de sus familiares portando un Crucifijo.
Pidió que Remondo, Obispo de Segovia, su confesor habitual, le administrase el Santo Viático durante una Misa en sus aposentos. Fernando se vistió con un sayal; cuando se produjo la Consagración se arrodilló y se puso en el cuello una soga de esparto, recibiendo así la Sagrada Comunión.
Le fue acercado un cirio para que lo llevara en el momento de su muerte y, antes de sostenerlo, alzó los brazos al cielo y dijo:
Señor: me diste reino que no tenía, y honra y poder que no merecí; dísteme vida, ésta no durable, cuanto fue tu voluntad. Señor, gracias te doy y te devuelvo el reino que me diste con aquel provecho que yo pude alcanzar y ofrézcote mi alma.
El epitafio del Rey Santo se redacta en latín, árabe y hebreo. De su tolerancia dan cuenta sus propios enemigos: cien dignatarios musulmanes, enviados por el Rey de Granada, asisten con cirios en sus manos a las exequias del rey cristiano que ha sido su enemigo incansable.
El cadáver del Rey Fernando III el Santo recibió sepultura en la Catedral de Sevilla, tres días después de su defunción. Fernando III había dispuesto en su Testamento que su cadáver recibiese sepultura al pie de la imagen de la Virgen de los Reyes, que se supone le fue regalada al monarca por su primo, el rey San Luis de Francia, y había ordenado además que su sepultura fuera sencilla, sin estatua yacente.
Fue canonizado en 1671, por el Papa Clemente X, cuando reinaba en España Carlos II.
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