viernes, 27 de junio de 2025

FESTIVIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN, ESPECIAL ALABANZA AL AMOR INFINITO

 



                    La Festividad de hoy es como una prolongación de la Fiesta del Corpus Christi. Su objeto es el Amor infinito hacia nosotros que radica en el Corazón del Hombre-Dios, y que se manifestó sobre todo, en Su Pasión y en la Sagrada Eucaristía. 

                    Veneramos el Sagrado Corazón de Jesús como símbolo y manifestación de Su Amor a nosotros. Ese Corazón deífico es como la personificación del amor que hemos ido descubriendo al celebrar cada uno de los grandes Misterios del Año Litúrgico. Hoy, no pretendemos otra cosa que honrar ese amor divino-humano y sumergirnos en él, diciendo con San Buenaventura "Puesto que hemos ido ya a este Corazón dulcísimo y es tan bueno permanecer en Él, hagamos lo posible para no salir de Él..." 

                    El fundamento de la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús radica en el fondo mismo de la Teología Cristiana, aunque la Devoción misma es reciente. Sus primeros heraldos y propagadores fueron las dos Místicas benedictinas del siglo XIII: Santa Gertrudis y Santa Matilde, que tuvieron ya una visión clara de la grandeza de este Misterio. La primera, Santa Gertrudis, tuvo un éxtasis en el cual se le apareció San Juan Evangelista, interpretándole el significado de los Santos Latidos que él mismo oyó en el Corazón Divino durante la Última Cena. Su fuego debía reservarse para calentar el mundo en los Últimos Tiempos, cuando fuese enfriándose la Fe y relajándose la Piedad. Las dos Santas Místicas vieron el Corazón de Jesús sobre un altar en el cual Cristo se ofrecía a sí Mismo como una Víctima agradable a Dios.

                    Al empezar la Edad Moderna, el Protestantismo, con su sequedad, debilitó en la Cristiandad el amor y la confianza de los hombres en Dios. Esta tendencia vino a ser verdaderos estragos con las doctrinas sombrías del Jansenismo, y fue entonces, a finales del siglo XVII, cuando aparecieron en la Iglesia los más grandes apóstoles de la Devoción al Sagrado Corazón: en España, el Padre Bernardo de Hoyos, en Francia, San Juan Eudes y Santa Margarita María de Alacoque, que recibió una nueva Visita del Sagrado Corazón de Jesús el 16 de Junio de 1675, para solicitarle que trabajara en pro de esta Devoción y que así fuese reconocida y festejada por la Iglesia; poco después, el Papa Clemente XIII permitió la celebración de la Fiesta, pero hasta la época del Papa Pío IX, no sería de obligada celebración en la Iglesia Universal hasta 1856.

                    No pasaría mucho tiempo hasta que Nuestro Señor quisiera recordar al mundo este Mensaje de Paz y Caridad; así lo hizo a principios del pasado siglo XX, cuando se le manifestó a otra religiosa visitandina, Sor Benigna Consolata Ferrero (de Como, Italia) o unos años después a la española Sor Josefa Menéndez: a una y a la otra Jesús desvela los secretos más ocultos de Su Divino Corazón, donde ambas Místicas coinciden en la necesidad de vivir en profunda unión con este Sacratísimo Corazón que solo busca amar y perdonar.




ESPECIAL ALABANZA AL AMOR INFINITO

                    El simple enunciado del Nombre Santísimo de Jesús recuerda la idea del amor. ¡El amor insondable e infinito que llevó a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad a encarnarse!. El amor expresado a través de esa humillación incomprensible de un Dios que se manifiesta a los hombres como un niño pobre, que acaba de nacer en una gruta.

                    El amor que se manifiesta a través de aquellos treinta años de vida recogida, en la humildad de la más estricta pobreza, y en las fatigas incesantes de aquellos tres años de evangelización, en que el Hijo del Hombre recorrió caminos y atajos, traspuso montes, ríos y lagos, visitó ciudades y aldeas, atravesó desiertos y poblados, habló a ricos y pobres, esparciendo amor y recogiendo en la mayor parte del tiempo principalmente ingratitud.

                    ¡El amor demostrado en aquella Cena suprema, precedida por la generosidad del lavado de los pies y coronada por la institución de la Eucaristía! El amor de aquel último beso dado a Judas, de aquella mirada suprema dirigida a San Pedro, de aquellas afrentas sufridas en la paciencia y en la mansedumbre, de aquellos sufrimientos soportados hasta la total consumación de las últimas fuerzas, de aquel perdón mediante el cual el Buen Ladrón robó el Cielo, de aquel don extremo de una Madre Celestial a la humanidad miserable.

                    Cada uno de estos episodios fue meticulosamente estudiado por los sabios, piadosamente meditado por los Santos, maravillosamente reproducido por los artistas, y sobre todo inigualablemente celebrado por la liturgia de la Iglesia. Para hablar sobre el Sagrado Corazón de Jesús, sólo hay un medio: es recapitular debidamente sobre cada uno de ellos.

                    Realmente, venerando al Sagrado Corazón, la Santa Iglesia no quiere otra cosa sino prestar una especial alabanza al Amor infinito que Nuestro Señor Jesucristo dispensó a los hombres. El corazón simboliza el amor, y dando culto al Corazón, la Iglesia celebra el Amor.

                    La Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es por excelencia, la fiesta del amor de Dios. En ella, la Iglesia nos propone como tema de meditación y como blanco de nuestras plegarias el amor tiernísimo e invariable de Dios, que hecho hombre, murió por nosotros. Mostrándonos el Corazón de Jesús ardiendo de amor a despecho de las espinas con que lo circundamos por nuestras ofensas, la Iglesia abre para nosotros la perspectiva de un perdón misericordioso y amplio, de un amor infinito y perfecto, de una alegría completa e inmaculada, que deben constituir el encanto perenne de la vida espiritual de todos los verdaderos católicos.

                    Amemos al Sagrado Corazón de Jesús. Esforcémonos porque esa devoción triunfe auténticamente (no apenas a través de algunos simbolismos) en todos los hogares, en todos los ambientes y sobre todo en todos los corazones. Sólo así conseguiremos reformar al hombre contemporáneo. 

Doctor Plinio Corrêa de Oliveira




PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

        1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

        2. Pondré paz en sus familias.

        9. Les consolaré en sus penas.

        4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

        5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

        6. Bendeciré las casas en que la imagen de Mi Corazón sea expuesta y venerada.

        7. Los pecadores hallarán en Mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la Misericordia.

        8. Las almas tibias se volverán fervorosas.

        9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

        10. Daré a los Sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

        11. Las personas que propaguen esta Devoción tendrán escrito su nombre en Mi Corazón y jamás será borrado de Él...

        12. Les prometo en el exceso de Mi Misericordia, que Mi Amor Todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros Viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin Mi gracia, ni sin la recepción de los Santos Sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.




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