jueves, 19 de septiembre de 2019

EL SECRETO CONFIADO POR NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE a Melanie Calvat (Texto completo)


               Movidos por presiones del Arzobispo de Lyon, Melanie Calvat y Maximino Giraud, videntes de Nuestra Señora de La Salette, escribieron en Julio de 1851 y por separado, el Secreto que la Virgen había confiado a cada uno; lo hicieron con el engaño del Arzobispo, que les aseguró "que era un mandato del Papa Pío IX", desatendiendo así el pedido de la Virgen que había advertido que se revelase sólo a partir de 1858; tal vez por ese motivo Melanie no plasmó entonces en la carta la totalidad del contenido del Secreto. 

              Ambos escritos fueron guardados en un sobre, lacrado y firmado por dos testigos y en teoría, enviados a Roma; nada claro hay sobre si Pío IX los leyó, ya que existen relatos contradictorios, pero lo cierto es que Melanie Calvat, la principal portadora del Secreto de La Salette, volvió a escribir al Papa para revelarle más detalles: lo hizo en 1858, desde el Carmelo de Darlington en Inglaterra, donde la habían exiliado para apartarla de su influencia entre los devotos de La Salette que no apoyaban al entonces emperador Napoleón III. Tampoco se supo nunca de aquella misiva. A partir de ahí, Melania, obediente al mandato de Nuestra Señora,  trataría de dar a conocer el Secreto por todos los medios posibles.


              El Obispo de Lecce, Salvatore Luigi Zola, con fama de Santo, era protector y confesor de Melanie cuando dio su autorización en 1879, para que Melanie redactase la historia de lo acontecido en la Aparición de La Salette así como el Secreto confiado por la Virgen. El libro es atacado por la masonería, infiltrada en el clero y episcopado francés, y Roma termina poniéndolo en el Índice de libros prohibidos.


               Pese a que en los últimos años se ha aireado el "descubrimiento casi milagroso" de aquella primera carta que Melanie envió al Pío IX, y en donde no se citan muchos de los acontecimientos y profecías que la vidente sí incluiría en la segunda versión, insistimos en que en el momento de aquella primera redacción, Melanie sabía que incumplía con lo pedido por Nuestra Señora, que le autorizaba a hablar del Secreto doce años más tarde de la Aparición; Melanie, lejos de la imagen de mujer inconstante que han tratado de tejer en torno a ella, fue una valiente defensora del espíritu inicial de La Salette y hasta el último día mantuvo la integridad de su testimonio. Aquella primera redacción, la realizó Melania por los engaños del Arzobispo de Lyon, colaborador del régimen francés, por lo que años después, consciente de la farsa, la vidente volvió a redactarlo bajo la protección de su amigo Monseñor Zola, que autorizó su publicación. 






               Precisamente por haber redactado el Secreto de La Salette en calma, bajo la dirección y protección de un Obispo, no es decente pensar que Melania era una fabuladora o que la movían intereses de otro tipo, pues si por algo se caracterizó su vida fue por la pobreza y la sencillez, impulsada sólo por su afán de cumplir con el mandato de Nuestra Señora.



EL SECRETO DE LA SALETTE
Última redacción hecha por la vidente Melanie Calvat
Autorizada por el Obispo de Lecce, Mons. Zola en 1879




                      Melania: Esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858. 

              Los Sacerdotes, Ministros de Mi Hijo, los Sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los Santos Misterios por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza, sí, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los Sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo; ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno a favor del mundo. 

               Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la Tierra!. Dios va a derramar Su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. 

              Los jefes, los conductores del Pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los soberanos, en todas las sociedades y en todas las familias. Se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará a los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de 35 años. 

               La Sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la Cólera de Dios. 

               Que el Vicario de Mi Hijo, el soberano Pontífice Pío IX, no salga ya de Roma después del año de 1859; pero que sea firme y generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él. 

               Que desconfíe de Napoleón, su corazón es doble, y cuando quiera ser a la vez Papa y Emperador, muy pronto se retirará Dios de él. Es esa águila que queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada de la cual quería servirse para obligar a los pueblos a ensalzarlo. 

               Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo del Señor de los Señores; también será entregada a la guerra. La sangre correrá por todas partes. Las Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán perseguidos; se les hará morir, y morir con una muerte cruel. Muchos abandonarán la Fe y el número de Sacerdotes y religiosos que se separarán de la Verdadera Religión será grande; entre estas personas se encontrarán incluso Obispos. 

               Que el Papa se ponga en guardia contra los obradores de milagros, pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires.  

               En el año de 1864 Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno. Abolirán la Fe poco a poco, aún entre las personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de sus malos ángeles: muchas casas religiosas perderán completamente la Fe y perderán a muchísimas almas

               Los libros malos abundarán en la Tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá Iglesias para servir a esos espíritus. Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la Verdadera Fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. Ay de los Príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas sobre riquezas, poner en salvo su autoridad y a dominar con orgullo!. 

               El Vicario de Mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa

               Dado el olvido de la Santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos; todo orden y toda justicia serán pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia, mentira y discordia sin amor por la patria y por la familia. 

               El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor verán el Triunfo de la Iglesia de Dios. 

               Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. 
  
               En el año de 1865 se verá la abominación en lugares santos, en los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio será como el rey de los corazones. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra. 

               Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano; enseguida habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio de Cristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su malicia, se matarán, se asesinarán mutuamente aún dentro de las casas. 





               Al primer golpe de su espada fulminante las montañas y la naturaleza temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los Cielos. París será quemado y Marsella engullida. Varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no se verá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el Pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorarán Mi ayuda y mi intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de Justicia y de Su Gran Misericordia con los justos, mandará a sus Ángeles que mueran todos sus enemigos. 

               De golpe los perseguidores de la Iglesia de Cristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la Tierra quedará como un desierto. Entonces será la Paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la Fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el Temor de Dios.

               Esta paz entre los hombres no será larga: 25 años de abundantes cosechas harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los males que suceden en la Tierra. 

              Un precursor del Anticristo, con sus tropas de muchas naciones, combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y pretenderá aniquilar el culto a Dios para ser tenido como un Dios. 

               La Tierra será castigada con todo género de plagas; habrá guerras, hasta la última que harán los diez reyes del Anticristo, los cuales tendrán todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán al mundo. Antes que eso suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados; pero los hijos de la Santa Iglesia; los hijos de la Fe, Mis verdaderos imitadores, creerán en el Amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo!. Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad. 

               La naturaleza clama venganza contra los hombres y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra encharcada de crímenes, temblad, Tierra y vosotros que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que interiormente adoráis a vosotros mismos, temblad; pues Dios va a entregarlos a sus enemigos, porque los lugares santos están en la corrupción; muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo. 

               Durante este tiempo nacerá el Anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa Virgen, que tendrá comunicación con la antigua serpiente, maestra de impureza. Su padre será Obispo. Al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes; en una palabra, será el demonio encarnado, lanzará gritos espantosos, hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. Tendrá hermanos, que aunque no sean como él, demonios encarnados, serán hijos del mal; a la edad de 12 años llamará la atención por las ruidosas victorias que alcanzarán. Bien pronto estará cada uno en la cabeza de los ejércitos, asistidos por las legiones del infierno. 

              Se cambiarán las estaciones. La Tierra no producirá mas que malos frutos. Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos que tragarán montañas, ciudades, etc. 

               Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del Anticristo

               Los demonios del aire, con el Anticristo, harán grandes prodigios en la Tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes. Todos los pueblos y todas las naciones conocerán la Verdad. 

               Yo dirijo una apremiante llamada a la Tierra; llamo a los verdaderos Discípulos del Dios que Vive y Reina en los Cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero salvador de los hombres; llamo a Mis hijos, a Mis verdaderos devotos, a los que se Me han consagrado a fin de que los conduzca a Mi Divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en Mis brazos, los que han vivido de Mi espíritu; finalmente, llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, los fieles Discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.

               Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la Tierra. Id y mostraos como Mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros, con tal que vuestra Fe sea luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la Gloria de Dios y de la Honra de Jesucristo. Pelead, Hijos de la Luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.

               La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará consternado. Pero he ahí a Enoc y Elías llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo. 

               Ay de los habitantes de la Tierra!. Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso para los animales; tempestades que arruinarán ciudades; terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los muros; llamarán a la muerte, y, por otra parte, la muerte será su suplicio. Correrá la sangre por todas partes ¿quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del Cielo y consumirá tres ciudades; el Universo entero estará preso del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al Verdadero Cristo, que vivía entre ellos. Ha llegado el tiempo; El sol se oscurece; sólo la Fe vivirá.

               He aquí el tiempo: el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He aquí la Bestia con sus súbditos, llamándose el Salvador del Mundo. Se retomará con orgullo por los aires para subir hasta el Cielo; será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá, y la Tierra, que llevará tres días en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego; será hundido para siempre, con todos los suyos, en los abismos eternos del infierno. 

               Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado”.




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