jueves, 27 de febrero de 2014

PATRÓN DE LA JUVENTUD CATÓLICA, SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA



Bienaventurados los puros de corazón, 
porque ellos verán a Dios 
(Mateo 5:8)



          Con gran alegría recordamos hoy la memoria de San Gabriel de la Dolorosa, Alma Víctima y uno de mis bienaventurados predilectos; de hecho, desde que leí su Biografía siendo niño, soñaba con ser como él. Lejos de la imagen meliflua que muchas veces se nos ha presentado de este joven santo, verás que San Gabriel fue un joven como los demás, tentado de continuo por las diversiones y vanidades de este mundo, pero que luchó hasta el final contra el mundo y los enemigos de Dios; sabiendo bien de qué pasta estamos hechos, ofreció sus miserias a Aquél que todo lo puede y se santificó por ser valiente, sin complejos... 

          Seas joven o mayor, te invito a leer con buen ánimo esta breve semblanza al tiempo que te animo a conocer un poco más a este imitador de Cristo. San Gabriel de la Dolorasa nos recuerda con su vida que caer en el pecado es fácil, pero levantarse y continuar, es sólo cosa de santos.


BREVE BIOGRAFÍA DE SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, 
PASIONISTA, ALMA VÍCTIMA
MODELO DE LA JUVENTUD


          Vino al mundo el 1 de marzo de 1838, en la ciudad de Asís. Le pusieron por nombre Francisco; cuando tenía sólo cuatro años, murió su madre y así quedó huérfano, junto con sus doce hermanos, al cuidado de su padre, ejemplar y cristianísimo. Y a su padre debió una firme educación familiar, gracias a la cual pudo llegar a superar el obstáculo de un carácter propenso a la cólera, y que no dejaba de dar frecuentes muestras de terca obstinación.

          Realizó sus estudios primero con los hermanos de las Escuelas Cristianas, y después con los jesuitas de Spoleto, a donde se había trasladado su padre. Ya de escolar se iniciaron en él las luchas en torno a la vocación religiosa, que tanto habían de alargarse.

             A los dieciséis años, la pubertad logra enfriar algo sus fervores infantiles. Una enfermedad le sirve de advertencia, y él, vuelto hacia el Señor, le promete entrar en religión si se cura. Pero, recobrada la salud, no tarda en olvidar aquella promesa. Nuevo aviso, nueva enfermedad, más peligrosa aún que la anterior. Perdida casi toda la esperanza, se encomienda al entonces Beato San Andrés Bobola y renueva su promesa de entrar religioso. En efecto, al aplicarle la imagen de San Andrés, queda dormido y horas después se despierta completamente curado. Pero... el mundo tiraba de él con fuerza. Se encontraba en plena juventud, tenía éxito entre las muchachas de Spoleto y, por otra parte, la vida religiosa se hacía muy dura para su carácter independiente.

          Nuevo aviso del Cielo: el cólera se lleva a una de sus hermanas, que él quería tiernamente. Parecía ya imposible desoír la voz de Dios. Y, en efecto, Francisco habla un día seriamente con su padre y le manifiesta que quiere entrar en religión. Cosa curiosa, su padre, tan cristiano, se niega. Le parece imposible que un muchacho tan frívolo pueda perseverar, y quiere probar antes aquella vocación que más le parece fruto de una impresión fuerte, la causada por la muerte de su hermana, que de una serena reflexión. Y hay un momento en que parece que todo le daba la razón. A pesar de haber manifestado tan seriamente su deseo de marchar del mundo, Francisco vuelve a su vida anterior, y, aun frecuentando los sacramentos, se muestra aficionado al teatro y se deja envolver por las vanidades del mundo.

          El golpe definitivo iba a llegar de la manera más inesperada. El día de la octava de la Asunción de 1856 Francisco está viendo pasar, como simple espectador, una procesión en la que se lleva una imagen de la Santísima Virgen de gran veneración en Spoleto: regalo de Federico Barbaroja a la villa, se decía que había sido pintada por San Lucas. De pronto el joven levanta su mirada al cuadro de la Virgen, y se siente sobrecogido al ver fijos en él los ojos de la imagen. Le parece escuchar una voz que dice: "Francisco, el mundo no es para ti. Tienes que entrar en religión".

          Se siente anonadado. Ya no hay que deliberar más. Lo que importa es poner cuánto antes por obra la decisión tomada. Pero su padre continúa oponiéndose. Y más cuando ve que el joven ha pedido su ingreso nada menos que en la austera congregación de los pasionistas. Buen cristiano, deja su padre el asunto en manos de dos eclesiásticos respetables. Los dos, al principio, se inclinan a pensar que Francisco no resistirá la vida pasionista. Los dos, después de haber escuchado al joven, se conciertan con él para eliminar las últimas dificultades. Y así el 21 de septiembre de 1856 Francisco cambiaba de hábito y de nombre. Pasaba a ser un novicio pasionista y a llamarse Gabriel de la Dolorosa. Había dejado su casa paterna y se encontraba en el retiro de Morrovalle.

          Su vida religiosa iba a ser breve, pero intensísima. La adaptación le costó terriblemente. Acostumbrado al género de comidas propio de una casa acomodada, los toscos alimentos del pobre convento pasionista le causaban una repugnancia invencible. A pesar de las protestas de su naturaleza insistía en comer, hasta que los superiores, compadecidos, le permitieron temporalmente algún alivio. Lo mismo ocurría con todos los demás aspectos de la observancia. Sin querer aceptar la más mínima singularidad, seguía siempre al pie de la letra un horario y unos ejercicios que costaban mucho a su delicada complexión.

          En febrero de 1858 comienza sus estudios, que le llevan primero al convento de Preveterino, después al de Camerino y finalmente al de Isola. En todos estos conventos dejó el recuerdo de su ejemplar aplicación. Dicen que tenía siempre ante los ojos aquellas palabras que había escrito un glorioso santo de su misma congregación, San Vicente María Strambi: "Cuando tenéis que entregaros al estudio, imaginaos que estáis rodeados por una multitud innumerable de pobres pecadores privados de todo socorro y que os piden con vivas instancias el beneficio de la instrucción, el camino que conduce a la salvación". Esta era la única preocupación de Gabriel: prepararse para el sacerdocio, al que, sin embargo, por sabios designios de Dios no habría de llegar.





          De una parte estarían los trastornos políticos del reino de Nápoles. Y de otra parte lo impediría también su propia salud. Cuando ya empezaba a aproximarse la fecha de su ordenación sacerdotal, cuando ya, el 25 de mayo de 1861, había recibido las órdenes menores, la salud de Gabriel empezó a empeorar rápidamente. La tuberculosis se apoderó de él. Fue necesario recluirse en la enfermería y dedicarse de lleno a aceptar, con toda alegría y sumisión a la voluntad de Dios, aquel inmenso sufrimiento. De vómito de sangre en vómito de sangre, de ahogo en ahogo, vivirá así un año enteramente entregado a Dios, ofreciéndose a Él como holocausto y víctima.

          Había sido ejemplar mientras estuvo sano. Sus compañeros quedaban maravillados al contemplar la ejemplaridad de la observancia. A la meditación de la pasión, típica de la congregación en la que había ingresado, añadió siempre un amor entusiasta, ingenioso, encendido a la Santísima Virgen. Se podría sacar un tratado completo de devoción a ella, espigando detalles de la vida de San Gabriel. Desde lo intelectual, con el estudio continuo de lo que se refiere a la Santísima Virgen y la lectura repetida de Las Glorias de María, de San Alfonso, hasta lo mas menudo y cariñoso: todo un cúmulo de expresiones filiales que a cada paso surgen de sus labios y de su pluma. El amor a la Santísima Virgen fue ciertamente la palanca que le permitió subir rápidamente por el camino de la perfección.

          Ejemplar también en la práctica de las virtudes religiosas. Amante de la pobreza hasta en los más mínimos detalles. Obedientísimo siempre, con anécdotas que casi nos hacen pensar en el mismo escrúpulo. Y hasta su amor a la castidad, con el voto que hizo de no mirar nunca a la cara a mujer alguna.

          Y fue también muy ejemplar mientras estuvo enfermo. La presencia de Dios, que con tanta frecuencia solía él recordar, según es uso entre los pasionistas, en sus recreos, se hizo ya para él completamente actual durante todo el día. Solo en la enfermería, podía darse de lleno a tan santo ejercicio. Sus mismos padecimientos le daban ocasión de ejercitar su caridad para con sus hermanos a quienes, ni en lo más agudo de sus sufrimientos, quería nunca molestar. Así se constituyó en la admiración y el ejemplo de todos los estudiantes del convento.

               Hacia el fin de diciembre de 1861 un nuevo vómito de sangre puso en peligro su vida. Aún pudo asistir a una misa el día de Navidad. Su estado quedó estacionado hasta el domingo 16 de febrero.Nueva crisis, nuevos y más horribles dolores, nuevo vómito de sangre. Al fin se vio claro que aquello no tenía remedio humano. Cuando se lo dijeron, tuvo primero un ligero movimiento de sorpresa, e inmediatamente después una gran alegría. Recibió el viático, y pidió perdón públicamente a todos sus hermanos. Pero aún no era la hora.


          En este lecho de muerte, San Gabriel se confiaba continuamente a Nuestra Señora:
"María, mi dulce María, Tú bien sabes que te amo. 
Te lo he jurado, cumple Tú ahora Tu palabra". 

          Sosteniendo el crucifijo, al que no dejaba de besar repetía:

"Amado Jesús mío, amor por amor, 
dolor por dolores,
 sangre por sangre".

          Sólo el 26 de febrero se le dio la extremaunción. En la noche siguiente, tras de rechazar reiterados asaltos del enemigo, Gabriel pidió por última vez la absolución. Y habiéndola recibido, cruzadas las manos sobre el pecho, iluminado su rostro juvenil por una luz celestial, rindió su último suspiro suave y dulcemente. Había, comenzado el 27 de febrero de 1862.




          Se le hubiera creído dormido cuando, echado en tierra sobre una tabla, según el uso de los pasionistas, le pudieron contemplar los religiosos antes de proceder a la inhumación en la capilla del convento. Pero, pese a la sencillez de su vida, transcurrida sin contacto con el mundo, entre las paredes de las casas de estudio pasionistas, pronto corrió por todas partes la voz de su admirable santidad. En 1892 se hizo la exhumación de sus restos. Iban llegando de todas partes noticias de milagros obtenidos por su intervención.

          En 1908 San Pío X procedía a su beatificación. Años después, el 13 de mayo de 1926, Benedicto XV le canonizaba.



martes, 25 de febrero de 2014

EL DESVELO DE NUESTRO ÁNGEL DE LA GUARDA



            Los Ángeles de la Guarda son nuestros consejeros, inspirándonos santos deseos y buenos propósitos. Evidentemente, lo hacen en el interior de nuestras almas, si bien que, como vimos, hayan existido almas santas que merecieron de ellos recibir visiblemente celestiales consejos.

            Cuando Santa Juana De Arco, aún niña, guardaba su rebaño, oyó una voz que la llamaba: "Jeanne! Jeanne!" ¿Quien podría ser, en aquél lugar tan yermo? Ella se vio entonces envuelta en una luz brillantísima, en el medio de la cual estaba un Ángel de trazos nobles y apacibles, rodeado de otros seres angélicos que miraban a la niña con complacencia. "Jeanne", le dice el Ángel, "sé buena y piadosa, ama a Dios y visita frecuentemente sus santuarios". Y desapareció. Juana, inflamada de amor de Dios, hizo entonces el voto de virginidad perpetua. El Ángel se le apareció otras veces para aconsejarla, y cuando la dejaba, ella quedaba tan triste que lloraba.

             El desvelo de nuestro Ángel de la Guarda para con nosotros está bien expresado por el Profeta David en el Salmo 90: "El mal no vendrá sobre ti, y el flagelo no se aproximará a tu tienda. Porque mandó Dios a sus Ángeles en tu favor, para que te guarden en todos tus caminos. Ellos te elevarán en sus manos, para que tu pié no tropiece con alguna piedra" (Sal 90, 10-12).


ORACIÓN

Oh invencible Protector!, asistidme a fin de corresponder dignamente a vuestro amor 
y a vuestros beneficios, y para trabajar con todas las fuerzas
 en promover vuestro culto y vuestra devoción.

Igualmente os pido que, por intercesión de María, me alcancéis de Dios 
un celo fervoroso para la práctica del bien y una fervorosa devoción angélica, 
que sean mi propia santificación y la del prójimo. 



Hna. Úrsula
de la Tercera Orden de San Francisco
Santiago de Chile

domingo, 23 de febrero de 2014

SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ; CUARTO DOMINGO; REFLEXIÓN DOMINICAL.


Cuarto Dolor y Gozo
San Lucas 2, 22-35



San José, modelo de fidelidad en el cumplimiento de los planes de Dios.
Grande fue tu dolor al saber, por la Profecía de Simeón, 
que Jesús y María estaban destinados a padecer;
más este dolor se convirtió en gozo al conocer
que los padecimientos de Jesús y María
serían causa de salvación para innumerables almas.

Por este dolor y gozo te rogamos que, 
por los méritos de Jesús y María, 
seamos contados entre aquellos que han de resucitar gloriosamente.

( Ahora reza con piedad y atención un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria )



REFLEXIÓN DOMINICAL 
POR EL RVDO. PADRE HÉCTOR LÁZARO ROMERO

(Director de la Revista digital INTEGRISMO )


Reflexión para el Domingo de Sexagésima, con la parábola del sembrador, 
tomada de la "Imitación de Cristo".


      Que las palabras de Dios se deben oír con humildad, y cómo muchos no las consideran como deben.

Jesucristo:

   1. Oye, hijo, mis palabras, palabras suavísimas que exceden toda la ciencia de los filósofos y sabios de este mundo.

      Mis palabras son espíritu y vida, y no se pueden ponderar por la razón humana. No se deben traer para vana complacencia, sino oírse en silencio, y recibirse con toda humildad y grande afecto.

El Alma:

   2. Dijo David: Bienaventurado aquel a quien Tú, Señor, instruyeres, y a quien mostrares tu ley; porque le guardes de los días malos, y no sea desamparado en la tierra.

Jesucristo:
   3. Yo, dice Dios, enseñaré a los Profetas desde el principio, y no ceso de hablar a todos hasta ahora, pero muchos son duros y sordos a mi voz.

     Oyen con más gusto al mundo que a Dios; y más fácilmente siguen el apetito de su carne, que el beneplácito divino.

      El mundo promete cosas temporales y pequeñas, y con todo eso le sirven con grande ansia: Yo prometo cosas grandes y eternas, y entorpécense los corazones de los mortales.

    ¿Quién Me sirve a Mí, y obedece en todo con tanto cuidado, como al mundo y a sus señores se sirve?

     Avergüénzate, Sidón, dice el mar. Y si preguntas la causa, oye el por qué.

    Por un pequeño beneficio van los hombres largo camino, y por la vida eterna con dificultad muchos levantan una vez el pie del suelo.

    Buscan los hombres viles ganancias; por una moneda pleitean a las veces torpemente; por cosas vanas, y por una corta promesa no temen fatigarse de noche y de día.

  4. Mas ¡ay dolor! que emperezan de fatigarse un poco por el bien que no se muda, por el galardón que inestimable, y por la suma gloria sin fin.

    Avergüénzate, pues, siervo perezoso y descontentadizo, de que aquellos se hallen más dispuestos para la perdición que tú para la vida.

    Alégranse ellos más por la vanidad que tú por la verdad.

    Porque algunas veces les miente su esperanza; pero mi promesa a nadie engaña, ni deja frustrado al que confía en Mí.

    Daré lo que he prometido; cumpliré lo que he dicho, si alguno perseverare fiel en mi amor hasta el fin.

    Yo soy remunerador de todos los buenos, y fuerte examinador de todos los devotos.

    5. Escribe tú mis palabras en tu corazón, y considéralas con mucha diligencia, pues en el tiempo de la tentación te serán muy necesarias.

    Lo que no entiendes ahora, cuando lo lees, conoceráslo en el día de mi visitación.

    De dos maneras acostumbro visitar a mis escogidos, esto es, con tentación y con alivio.

    Y dos lecciones les doy cada día: una reprendiendo sus vicios; otra amonestándolos al adelantamiento de las virtudes.

    El que entiende mis palabras y las desprecia, tiene quien le juzgue en el postrero día.


    ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA DE LA DEVOCIÓN

   6. Señor Dios mío, Tú eres todos mis bienes. ¿Quién soy yo para que me atreva a hablarte?

     Yo soy un pobrísimo siervecillo tuyo, y gusanillo desechado, mucho más pobre y despreciable de lo que yo sé y puedo decir.

       Pero acuérdate, Señor, que soy nada, nada tengo y nada valgo.

       Tú solo eres bueno, justo y santo; Tú lo puedes todo, lo das todo, dejando vacío solamente al pecador.

       Acuérdate de tus misericordias, y llena mi corazón de gracia; pues no quieres que sean vacías tus obras.

   7. ¿Cómo podré sufrirme en esta miserable vida, si no me confortare tu gracia y misericordia?

      No me vuelvas el rostro; no dilates tu visitación; no desvíes tu consuelo, porque no sea mi alma para Ti como la tierra sin agua.

      Señor, enséñame a hacer tu voluntad; enséñame a conversar delante de Ti digna y humildemente, pues Tú eres mi sabiduría, que en verdad me conoces, y conociste antes que el mundo se hiciese, y yo naciese en el mundo.


NOTA IMPORTANTE: 

El Rvdo. P. Héctor Lázaro Romero, tiene a bien celebrar ocasionalmente 
el Santo Sacrificio de la Misa por las personas e intenciones 
de nuestros amigos y lectores, así como por el alma de sus difuntos. 

Si alguien quiere aplicar una Santa Misa por alguna cuestión particular, 
sólo tienen que escribirnos un mail a traditio@hotmail.com

viernes, 21 de febrero de 2014

"QUIERO QUE TÚ TAMBIÉN SEAS VÍCTIMA"



      El 5 de junio de 1920, después de un formidable asalto infernal, Josefa, arrodillada entre sus Hermanas a la hora de la Adoración de la tarde, se sintió sumida en lo que llama con su sencillez: "un sueño muy dulce", y se despertó en la Llaga del Corazón Divino. "No puedo explicar lo que pasó por mí —escribe— ¡Jesús!, sólo una cosa pido: amaros, y ser fiel a mi vocación"

      Al resplandor de la divina luz que la inundaba veía los pecados del mundo y se ofrecía a dar su vida para consolar al Corazón de Jesús. Un deseo vehemente de unirse a El la devoraba; y ningún sacrificio le parecía demasiado costoso para perseverar en su vocación. La noche había desaparecido en la claridad de Dios y la desolación se había disipado ante la felicidad insondable.

      «Dios lo ha hecho todo —continúa Josefa en las notas escritas por obediencia—, me confunde tanta bondad, quisiera amarle con locura. No le pido más que dos cosas: Amor y gratitud inmensa a su Corazón... Conozco más que nunca mi debilidad, pero también más que nunca espero de El la fuerza. Jamás había descansado en esa Divina Herida. Yo sabré desde ahora dónde puedo refugiarme en los momentos de tribulación. En un lugar de paz y de mucho amor.

      El 29 de junio, después de varias apariciones de este Corazón, que se le presentaba siempre como incendiado, el Divino Maestro se mostró a ella con un delicioso resplandor. "En la Santa Misa, poco antes de la Elevación —escribe— ¡mis ojos, estos pobres ojos, han visto a mi amado Jesús... al único deseo de mi alma... a mi Dios y Señor! He visto cómo me tenía dentro de su Corazón, en medio de aquella gran hoguera... Sonreía... Así estaba anonadada en presencia de tanta luz y tanta hermosura, cuando me ha dicho estas palabras con una voz dulcísima, al mismo tiempo que muy grave: Así como Yo me inmolo víctima de amor, quiero que tú también seas víctima; el amor nada rehúsa". El Corazón de Jesús se le había abierto pare no volverse a cerrar.

      Y ahora es preciso ya seguir el surco de gracias que va abriéndose cada vez más ancho y más profundo en esta alma, hasta el día en que Nuestro Señor, habiendo terminado su Obra, esconderá para siempre en su Corazón al instrumento formado por El.

      Ante todo se constituye en su Maestro interior, encargándose El mismo de su formación religiosa. Él la instruye, la dirige, la reprende, la perdona y la sostiene Sus visitas se suceden, sin que Josefa la prevea. La espera en su empleo, va a encontrarla en su trabajo, o viene a enseñarle a orar. Se le presenta cuando menos lo piensa y se oculta cuando más lo desea. Pasa delante de ella como un relámpago, para advertirla de un descuido en el amor y la detiene a sus plantas para explicarle sus deseos...


jueves, 20 de febrero de 2014

EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN, según Santa Teresa de Jesús ( IV )


Instrucción que Santa Teresa de Jesús
 da a un alma acerca de la oración



DIÁLOGO ENTRE SANTA TERESA ( T ) Y UN ALMA ( A )


      Santa Teresa: Debe procurar el que comienza oración no cure de unas humildades que hay, que les parece humildad no entender que el Señor le va dando dones: entendamos bien cómo ello es, que nos lo da Dios, sin ningún merecimiento nuestro, y agradezcámoslo a Su Majestad; porque si no conocemos que recibimos, no despertamos a amar; y es cosa muy cierta, que mientras más vemos estamos ricos, sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene, y aún más ricos, sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene, y aún más verdadera humildad. Lo demás es acobardar el ánimo a parecer que no es capaz de grandes bienes, si en comenzando el Señor a dárselos, comienza él a atemorizarse con miedo de vanagloria. 

      Cree, hija mía, que quien te da los bienes te dará la gracia para que en comenzando el demonio a tentarte en este caso, le entiendas y te fortalezca par resistir, digo, si andamos con llaneza delante de Dios, pretendiendo contentar sólo a El y no a los hombres. Demás de esto es imposible (conforme a nuestra naturaleza) tener ánimo para cosas grandes, quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan miserables e inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con grande desasimiento quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá; porque con estos dones es a donde el Señor nos da la fortaleza que por nuestros pecados perdimos; y mal deseará se descontenten todos de él, y le aborrezcan, y todas las demás virtudes grandes, que tienen los perfectos, si no tiene alguna prenda del amor que Dios le tiene, y juntamente fe viva: porque es tan muerto nuestro natural, que nos vamos a lo que presente vemos; y así estos mismos favores son los que despiertan la fe y la fortaleza, y pues es lícito y tan meritorio que siempre tengamos memoria que tenemos de Dios el ser, que nos crió de nada y que nos sustenta y todo los demás beneficios de su muerte y trabajos, que mucho antes que nos criase los tenía hechos por cada uno de los que ahora viven, ¿por qué no será lícito que entienda yo, vea y considere muchas veces que solía hablar en vanidades, y que ahora me ha dado el Señor que no querría sino hablar con Él?


      Y acordándonos que esa joya es dada de Dios, forzado nos convida a amar, que es todo el bien de la oración, fundada en la humildad, y a entender que no tenía el alma nada de esto, y conocer la largueza del Señor; y procura el alma sacar fuerza de nuevo para servir y no ser ingrata, porque con esa condición nos da el Señor ese tesoro; y si no usamos bien de él, nos lo tornará a tomar, y quedarnos hemos muy más pobres. 

      A. Gracias, Madre mía, por vuestra sublime y olvidada lección. ¡Cuántas almas nos perdemos por no considerar los beneficios generales que Dios nos ha hecho! ¡Cuántas no medran en el camino de la virtud por no considerar las mercedes particulares que Dios les dispensa! No lo haré yo así en adelante, Madre mía: una de las meditaciones más continuas será la de los beneficios especiales que el Señor me ha hecho para animarme y disponerme a grandes cosas. 

      T. Quiero fortalecer tu espíritu contra un trabajo o prueba que el Divino Jardinero da muchas veces al principio, y oras a la postre de este camino, para probar a sus amadores y saber si podrán beber el cáliz y ayudarle a llevar la cruz, antes que ponga en ellos grandes tesoros, y también para que entendamos lo que somos: porque son de tan gran dignidad las mercedes que hace después, que quiere veamos por experiencia primero nuestra miseria, antes que nos las dé, porque no nos acaezca lo que a Lucifer.




martes, 18 de febrero de 2014

UN ÁNGEL DEL CIELO QUE TE GUARDA SIEMPRE

    
      Teresita animó a su hermana Celina a vivir el santo abandono invocando la presencia de su Ángel de la Guarda. “Jesús ha puesto ahí a tu lado a un Ángel del Cielo que te guarda siempre y que te lleva de la mano para que tu pie no tropiece en ninguna piedra. Tú no lo ves y, sin embargo, es él quien desde hace veinticinco años ha preservado tu alma y quien le ha conservado su blancura virginal, es él quien aleja de ti las ocasiones de pecado... Fue él quien se te mostró en aquel sueño maravilloso que te envió cuando eras niña: veías a un Ángel que llevaba una antorcha y que caminaba delante de nuestro padre querido. Sin duda, quería darte a conocer la misión que más tarde ibas a cumplir... Tu Ángel de la guarda te cubre con sus alas, y en tu corazón reposa Jesús, pureza de las vírgenes. Tú no ves tus tesoros. Jesús duerme y el Ángel permanece en su misterioso silencio. Sin embargo, están ahí, con María, que te esconde, también ella, bajo su manto... (Carta 161, abril 26 de 1894).


      En un plano personal, Santa Teresita buscó la guía de su Ángel Custodio y su 
protección para no caer en pecado: ”¡Santo Ángel de la guarda, cúbreme con tus alas, / que iluminen tus fuegos mi peregrinación! / Ven y guía mis pasos..., te suplico me ayudes (Poema 5, v. 12), “Santo Ángel de mi guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús” (Oración 5,7 vº).

      Confiada en su íntima amistad con su Custodio, Teresa no dudó en solicitarle favores particulares. Así, por ejemplo, en una carta a su tío, entristecido por la muerte de un amigo, escribe: “Lo pongo en manos de mi Ángel de la Guarda, creo que un mensajero celestial cumplirá bien mi encargo; le envío al lado de mi tío querido, para que vierta en su corazón tanto consuelo cuanto nuestra alma puede contener en este valle de lágrimas... (Carta 59, agosto 22 de 1888).

      De igual manera podía enviar a su Ángel a participar en la Misa que su hermano espiritual, el Padre Roulland, misionero en China, ofrecería por ella: “El 25 de diciembre no dejaré de enviarle a mi Ángel de la Guarda para que deposite mis intenciones junto a la hostia que usted consagrará” (Carta 201, noviembre 1 de 1896).

domingo, 16 de febrero de 2014

SIETE DOMINGOS A SAN JOSÉ; TERCER DOMINGO; REFLEXIÓN DOMINICAL


Tercer Dolor y Gozo
San Lucas, 2, 21


Glorioso San José, ejecutor obediente de la Ley de Dios:
La Sangre preciosa que en la circuncisión derramó el Divino Redentor,
te traspasó el corazón; pero el Nombre de Jesús, 
que se le impuso, te llenó de consuelo.

Por este dolor y gozo, te rogamos nos alcances la gracia
de vivir luchando contra la esclavitud de los vicios,
para tener la dicha de morir
con el Nombre de Jesús en los labios 
y en el corazón.

( Ahora reza con piedad y atención un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria )



REFLEXIÓN DOMINICAL 
POR EL RVDO. PADRE HÉCTOR LÁZARO ROMERO
(Director de la Revista digital INTEGRISMO )



DE LOS DOMINGOS DE SEPTUAGÉSIMA, 
SEXAGÉSIMA Y QUINCUAGÉSIMA
según en Catecismo de San Pío X


¿Cuáles son los domingos que se llaman de SEPTUAGÉSIMA, 
SEXAGÉSIMA y QUINCUAGÉSIMA? 

   Se llaman domingos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima
el séptimo, sexto y quinto domingo antes del de Pasión.

¿Por qué razón la Iglesia desde el domingo de septuagésima hasta el Sábado Santo omite en los oficios divinos el ALELUYA y usa ornamentos morados? 

   La Iglesia, desde el domingo de septuagésima hasta el Sábado Santo, omite en los divinos oficios el Aleluya, que es voz de alegría, y usa ornamentos morados, que es color de tristeza, para alejar con estas señales de tristeza a los fieles de las vanas alegrías del mundo e inculcarles el espíritu de penitencia.




¿Qué cosas propone la Iglesia a nuestra consideración en los divinos oficios
 de las semanas de septuagésima, sexagésima y quincuagésima?

   En los divinos oficios de la semana de septuagésima, la Iglesia nos representa la caída de nuestros primeros padres y su justo castigo; en los de sexagésima, el diluvio universal, enviada por Dios para castigo de los pecadores, y en los tres primeros días de la semana de quincuagésima, la vocación de Abrahám y el premio dado por Dios a su obediencia y a su fe.


¿Cómo es que, a pesar de los intenciones de la Iglesia, en tiempos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima aun más que en otro cualquiera,
 se ven tantos desórdenes en algunos cristianos? 

   En este tiempo, aun más que en otro cualquiera, se ven tantos desórdenes en algunos cristianos por la malignidad del demonio, que queriendo contrariar los designios de la Iglesia, hace los mayores esfuerzos para inducir a los cristianos a que vivan según los dictámenes del mundo y de la carne.


¿Qué hemos de hacer para conformarnos con los designios de la Iglesia
 en tiempo de carnaval? 

   Para conformarnos con los designios de la Iglesia en tiempo de carnaval hemos de apartarnos de los espectáculos y diversiones peligrosas y atender con mayor cuidado a la oración y mortificación, haciendo alguna visita extraordinaria al Santísimo Sacramento, mayormente cuando está expuesto a la pública adoración; y esto para reparar tantos desórdenes con que Dios, en este tiempo es ofendido.


¿Qué hará quien por necesidad hubiere de hallarse en alguna 
diversión peligrosa de carnaval? 

   Quien por necesidad hubiere de hallarse en alguna diversión peligrosa de Carnaval, ha de implorar primero el socorro de la divina gracia para evitar todo pecado; portarse luego con gran modestia y reserva, y recoger después el espíritu con la consideración de alguna máxima del Evangelio.


NOTA IMPORTANTE: 

El Rvdo. P. Héctor Lázaro Romero, tiene a bien celebrar ocasionalmente 
el Santo Sacrificio de la Misa por las personas e intenciones 
de nuestros amigos y lectores, así como por el alma de sus difuntos. 

Si alguien quiere aplicar una Santa Misa por alguna cuestión particular, 
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martes, 11 de febrero de 2014

"YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", NUESTRA SEÑORA DE LOURDES



   El 11 de febrero de 1858, Bernadette, una niña de catorce años, recogía leña en Massbielle, en las afueras de Lourdes, cuando acercándose a una gruta, vio una nube dorada y a una Señora vestida de blanco, con sus pies descalzos cubiertos por dos rosas doradas, que parecían apoyarse sobre las ramas de un rosal, en su cintura tenia una ancha cinta azul, sus manos juntas estaban en posición de oración y llevaba un rosario.

   Bernadette al principio se asustó, pero luego comenzó a rezar el rosario que siempre llevaba consigo, al mismo tiempo que la niña, la Señora pasaba las cuentas del suyo entre sus dedos, al finalizar, la Virgen María retrocedió hacia la Gruta y desapareció. Estas apariciones se repitieron 18 veces, hasta el día 16 de julio.

   El 18 de febrero en la tercera aparición la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro".

   La noticia de las apariciones se corrió por toda la comarca, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso, otros se burlaban. En la novena aparición, el 25 de febrero, la Señora mandó a Santa Bernadette a beber y lavarse los pies en el agua de una fuente, señalándole el fondo de la gruta. La niña no la encontró, pero obedeció la solicitud de la Virgen, y escarbó en el suelo, produciéndose el primer brote del milagroso manantial de Lourdes.




   En las apariciones, la Señora exhortó a la niña a rogar por los pecadores, manifestó el deseo de que en el lugar sea erigida una capilla y mando a Bernadette a besar la tierra, como acto de penitencia para ella y para otros, el pueblo presente en el lugar también la imito y hasta el día de hoy, esta práctica continúa.

   El 25 de marzo, a pedido del párroco del lugar, la niña pregunta a la Señora ¿Quien eres?, y ella le responde: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

   Bernadette fue a contar lo sucedido a su párroco, pero éste dudó de que una simple jovencita analfabeta pudiese saber sobre el dogma de la Inmaculada Concepción, declarado por el Papa Pío IX en 1854.

   El 16 de julio de 1858, la Virgen María aparece por última vez y se despide de Bernadette.

   En el lugar se comenzó a construirse un Santuario, el Papa Pío IX le dio el titulo de Basílica en 1874. Las apariciones fueron declaradas auténticas el 18 de Enero 1862.

   El mensaje de la Virgen en Lourdes, viene a ser un agradecimiento del Cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.

   Al tiempo es una exaltación a la virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardita como instrumento de su mensaje.

   La Virgen hace un llamado urgente a la oración, en especial a la recitación diaria del Santo Rosario, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.


domingo, 9 de febrero de 2014

SIETE DOMINGOS DE SAN JOSÉ; SEGUNDO DOMINGO. REFLEXIÓN DOMINICAL


Segundo Dolor y Gozo
San Lucas 2, 1-7


Dichoso Patriarca San José, elegido para cumplir los oficios de padre cerca del Verbo Humanado. Grande fue tu dolor al ver nacido a Jesús en tan extrema pobreza, pero este dolor se cambió en gozo celestial al oír los cantos de los Ángeles 
y contemplar el resplandor de aquella luminosa noche.

Por este Dolor y Gozo, te suplicamos nos alcances la gracia de que, después de haber seguido nuestro camino en la tierra, podamos oír las alabanzas angélicas y gozar
 de la vista de la Gloria Celestial.

( Ahora reza con piedad y atención un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria )


REFLEXIÓN DOMINICAL 
POR EL RVDO. PADRE HÉCTOR LÁZARO ROMERO
(Director de la Revista digital INTEGRISMO )

          Domingo V después de Epifanía, cuyo Evangelio es el de la parábola del trigo y la cizaña, la cual es sembrada por el demonio, el siguiente texto, tomado de la "Imitación de Cristo", nos indica cómo luchar contra las tentaciones del demonio.

CÓMO SE HA DE RESISTIR A LAS TENTACIONES

1. Mientras en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones:
   Por lo cual está escrito en Job (, 1): Tentación es la vida del hombre sobre la tierra.
   Por eso cada uno debería tener mucho cuidado acerca de sus tentaciones y velar en oración, porque no halle el demonio lugar de engañarle, que nunca duerme, sino busca todos lados a quién tragarse. (1 Pedro 5, 8). 
   Ninguno hay tan perfecto ni tan santo que no tenga algunas veces tentaciones, y no podemos vivir sin ellas.

2. Mas las tentaciones son muchas veces utilsimas al hombre, aunque sean graves y pesadas; porque en ellas es uno humillado, purgado y enseñado.
   Todos los Santos por muchas tribulaciones y tentaciones pasaron; y aprovecharon. Y los que no las quisieron resistir fueron tenidos por réprobos y sucumbieron.
   No hay religión tan santa, ni lugar tan secreto, que no haya tentaciones y adversidades.

3. No hay hombre seguro del todo de tentaciones mientras vive; porque en nosotros mismos está la causa de donde vienen, pues que nacimos con la inclinación al pecado.
   Pasada una tentación o tribulación, sobreviene otra; y siempre tendremos que sufrir, porque se perdió el bien de nuestra felicidad.
   Muchos quieren huir las tentaciones y caen en ellas más gravemente.

   No se puede vencer con sólo huirlas; mas con paciencia y verdadera humildad nos hacemos más fuertes que todos los enemigos.

4. El que solamente quita el mal que se ve y no arranca la raíz, poco aprovechará; antes tornarán a él más presto las tentaciones, y se hallará peor.
   Poco a poco, con paciencia y larga esperanza, vencerás (con el favor divino) mejor, que no con violencia y propia fatiga.
   Toma muchas veces consejo en la tentación, y no seas desabrido con el que está tentado; antes procura consolarle, como tú lo quisieras para ti.


5. El principio de toda mala tentación es la inconstancia del ánimo y la poca confianza en Dios.
Porque como la nave sin timón la llevan a una y otra parte las olas, así el hombre descuidado y que desiste de su propósito es tentado de diversas maneras.
   El fuego prueba el hierro, y la tentación al hombre justo.
   Muchas veces no sabemos lo que podemos; más la tentación descubre lo que somos
   Debemos, pues, velar principalmente al venir la tentación; porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma y se le resiste al umbral luego que toca.
   Por lo cual dijo uno: Atajar al principio el mal procura; si llega a echar raíz, tarde se cura. Porque primeramente se ofrece al alma el pensamiento sencillo; después, la importuna imaginación; luego, la delectación y el torpe movimiento y el consentimiento,
   Y así se entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo, por no resistirle al principio.
   Y cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, tanto se hace cada día más flaco; y el enemigo contra él más fuerte.

6. Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, y otros al fin.
   Pero otros son molestados casi por toda su vida.
   Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio de la divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos.

7. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, sino antes rogar a Dios con mayor fervor que sea servido de ayudarnos en toda tribulación; el cual, sin duda, según el dicho de San Pablo, nos dará, junto con tentación, tal auxilio, que la podamos resistir (1 Cor., 10, 13).
   Humillemos, pues, nuestras almas debajo de la mano de Dios en toda tribulación y tentación, porque Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu.

8. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado, y en ellas consiste el mayor merecimiento y se conoce mejor la virtud.
   No es mucho ser un hombre devoto y fervoroso cuando no siente pesadumbre; más si en el tiempo de la adversidad se sufre con paciencia, esperanza es de gran provecho.
   Algunos no se rinden a grandes tentaciones, y son vencidos a menudo en las menores y comunes, para que, humillados, nunca confíen de sí en grandes cosas, siendo flacos en las pequeñas.

Les bendice y promete un recuerdo especial en la Santa Misa,
 Padre Héctor Lázaro Romero.