"Mira, hija Mía, Mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos Me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer Sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante quince minutos, meditando en los Misterios del Rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación".
De esta manera se comunicó Nuestra Señora con Sor Lucía Dos Santos, la que en su infancia, junto a sus primos Jacinta y Francisco, había sido vidente de la Virgen en Fátima; acontecía esta celestial revelación el Jueves 10 de Diciembre de 1925, en la que era por entonces habitación dormitorio de Lucía (luego transformada en capilla) en la residencia que las Religiosas Doroteas tenían en la ciudad gallega de Pontevedra; allí había llegado la joven a finales de Octubre de ese año, con objeto de prepararse como novicia en dicha Congregación.
Tiempo atrás, en la aldea de Fátima, cuando Lucía y sus primos eran unos niños, habían sido bendecidos con las visitas de la Madre de Dios como Nuestra Señora del Rosario; en la Aparición del 13 de Junio de 1917, Nuestra Señora les mostró la terrible visión del lugar de penas eternas... "Habéis visto el Infierno -les dijo la Virgen- a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón".
Fiel a la Voluntad Divina, la Virgen Santa se manifestó a una Lucía ya adulta para hacerle cumplir con el pedido que otrora le formulara en Fátima, "Para impedir la guerra vendré a pedir la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón y la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados...".
¿Por qué solicitó Nuestra Señora que la Comunión Reparadora se ofreciese concretamente cinco primeros Sábados?
Después de haber estado Sor Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los cinco sábados de reparación:
"Hija Mía, la razón es sencilla: se trata de cinco clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:
Primer Sábado: Las blasfemias contra Su Pura e Inmaculada Concepción.
Segundo Sábado: Las blasfemias Contra Su Virginidad.
Tercer Sábado: Las blasfemias contra Su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.
Cuarto Sábado: Los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.
Quinto Sábado: Los que la ultrajan directamente en Sus sagradas imágenes.
LOS DOS ÚLTIMOS REMEDIOS
En 1946, tras pedir dispensa a la Santa Sede, Sor Lucía dejaba la Congregación de las Doroteas para ingresar en la Orden del Carmen; profesaría el 31 de Mayo de 1949 en el Convento de Santa Teresa, en Coimbra (Portugal).
Hasta ese mismo Convento, se trasladó el 26 de Diciembre de 1957 el Padre Agustín Fuentes Anguiano, Postulador de la Causa de Canonización de Francisco y Jacinta, para realizar la última y más reveladora entrevista a Sor María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado, nombre que había adoptado la vidente de Fátima al unirse al Carmelo.
Sor Lucía desveló al Padre Fuentes varios aspectos de la vida espiritual de los otros niños videntes: "mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma... Padre, no esperemos que venga de Roma una llamada a la penitencia, de parte del Santo Padre, para todo el mundo; ni esperemos tampoco que venga de parte de los señores Obispos cada uno en su diócesis; ni siquiera tampoco de parte de las Congregaciones Religiosas. No; ya Nuestro Señor usó muchas veces estos medios, y el mundo no le ha hecho caso. Por eso, ahora que cada uno de nosotros comience por sí mismo su reforma espiritual; que tiene que salvar no sólo su alma, sino salvar a todas las almas que Dios ha puesto en su camino.
También aseguró Sor Lucía que "el Demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva, es una batalla final en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del Demonio; no hay término medio".
En otra parte de sus declaraciones al Padre Fuentes, la religiosa carmelita manifestó que la Santa Madre de Dios "me dijo tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo; el Santo Rosario y la Devoción al Inmaculado Corazón de María. Y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros".




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