miércoles, 30 de abril de 2014

SANTA CATALINA DE SIENA, VIRGEN, TERCIARIA DOMINICA, MÍSTICA ESPOSA DE NUESTRO SEÑOR



     Nació en 1347 y fue la menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. Allí crecía la niña en entendimiento, virtud y santidad. A la edad de cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó definitivamente a la vida virtuosa. Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor rodeado de ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición.


     Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla  con un hombre rico. La joven manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su propósito, se la sometió a los servicios mas humildes de la casa. Pero ella caía frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.


     Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en la Tercera Orden de Santo Domingo y siguió, por tanto, siendo laica. Tenía dieciséis años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos, a los menesterosos y a los enfermos a quienes cuidó en las epidemias de la peste. En la terrible peste negra, conocida en la historia con el nombre de "la gran mortandad", pereció más de la tercera parte de la población de Siena.


     A su alrededor muchas personas se agrupaban para escucharla. Ya a los veinticinco años de edad comienza su vida pública, como conciliadora de la paz entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el Papa Gregorio XI dejó la sede de Aviñon para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.


     Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres de su tiempo, dictó un maravilloso libro titulado "Diálogo de la Divina Providencia", donde recoge las experiencias místicas por ella vividas y donde se enseñan los caminos para hallar la salvación. Sus trescientas setenta y cinco cartas son consideradas una obra clásica, de gran profundidad teológica. Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes. Se la considera una de las mujeres más ilustres de la edad media, maestra también en el uso de la lengua Italiana.

     Santa Catalina de Siena, quien murió a consecuencia de un ataque de apoplejía, a la temprana edad de treinta y tres años, el 29 de abril de 1380, fue la gran mística del siglo XIV. El Papa Pío II la canonizó en 1461. Sus restos reposan en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma, donde se la venera como patrona de la ciudad; es además, Patrona de Italia y Protectora del Pontificado.





martes, 29 de abril de 2014

CATECISMO DE LA MASONERÍA, por el Padre Enrique de Ossó ( II)





- ¿Qué es el Masonismo?

   Un enemigo astuto y doloso, que halagando los oídos de pueblos y Príncipes, se ha cautivado a unos y a otros con blandura de palabras y adulaciones.

- ¿Con qué propósito hacen esto los Masones?

   Con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos, de los beneficios que les granjeó Nuestro Señor Jesucristo.

- ¿Hay gran riesgo de que prevalezcan los Masones?

   Sí, inminente es el riesgo; atroz y porfiada la guerra contra el nombre cristiano.

- ¿Quiénes conocieron, quién era y qué quería este capital enemigo?

   Los Sumos Pontífices, solícitos de la salvación del pueblo cristiano, conocieron bien pronto quién era y qué quería este capital enemigo, que asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuración, y declarando su santo y seña, amonestaron con previsión a los Príncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y acechanzas preparadas para engañarlos.

- ¿Quiénes fueron estos hombres previsores?

   El primero fue Clemente XII en 1738, y luego Benedicto XIV, Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI y Pío IX.

- ¿Qué dijeron estos Romanos Pontífices?

   Denunciaron y proclamaron que la secta masónica, constituida contra derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al Estado que a la religión cristiana.

- ¿Señalaron algunas penas?

   La más grave que suele emplear la Iglesia contra los delincuentes, cual es la excomunión; prohibiendo terminantemente a todos inscribirse en esta Sociedad tenebrosa.

- ¿Qué hicieron los sectarios?

   Llenos de ira juzgaron evadir, o debilitar a lo menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de esta sentencia, y culparon a los Sumos Pontífices de haber hecho esto injustamente o haberse excedido en el modo.

- ¿Quiénes protestaron contra estos dichos?

   Varios Príncipes y Jefes de Gobierno, de acuerdo con los Papas, acusaron a la Sociedad masónica, y la condenaron asimismo, promulgando leyes a este efecto. Tales fueron los Goobiernos de España, Holanda, Austria, Suiza, Baviera, Saboya y otros.

- ¿Dieron el resultado apetecible tan justas disposiciones?

   No siempre ni en todas partes.

- ¿Por qué?

   Por el fingimiento y astucia de los afiliados a esta iniquidad, o por la inconsiderada ligereza de los otros, a quienes interesaba en gran manera velar con diligencia este negocio.


CONTINUARÁ...




lunes, 28 de abril de 2014

SAN LUIS MARÍA GRIGNIÓN DE MONFORT, PERFECTO ESCLAVO DE NUESTRA SEÑORA



   San Luis María Grignion de Montfor nació en Montfort-la-­Canne, Francia, en 1673. De familia pobre, le faltaron los re­cursos para costear los estudios necesarios del sacerdocio, al que aspiraba desde niño. Se dirigió a París, donde ejerció el ofi­cio de velar cadáveres en la Parroquia de San Sulpicio ciertas noches de la semana, para pagar su pensión en el Seminario. Después de un curso brillante, fue ordenado sacerdote en 1700.

   Dadas las dificultades surgidas en su apostolado en Fran­cia, y movido por el deseo de anunciar el Evangelio a los gentiles, San Luis María se dirigió a Roma para pedir una directriz al Papa Clemente XI. Este determinó que volviese a su Patria, a fin de dedicarse a predicar a la población católica necesitada de catequesis y edificación. Entregándose ente­ramente a esa actividad durante los diez años que aún vivió, el Santo insistía particularmente en la renuncia a la sensuali­dad y al mundanismo, en el amor a la mortificación y a la Cruz, en la devoción filial a Nuestra Señora. Como terciario dominico que era, difundió ampliamente el Rosario.

   Víctima de los ataques furibundos de los calvinistas y de los jansenistas, fue objeto de severas medidas por parte de un número no pequeño de obispos franceses, que no le que­rían como misionero en sus diócesis.

   La muerte le llegó en 1716, cuando contaba apenas con 43 años de edad. Fundó dos congregaciones religiosas, la Compañía de María y las Hijas de la Sabiduría. Entre sus escritos, se destaca el "Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen", una de las más altas obras de mariología en todos los tiempos y tal vez la más alta de ellas. Este libro admirable fue dejado por él en manuscrito y desapareció misteriosamente después de su muerte, reapa­reciendo de manera providencial en nuestros tiempos. León XIII lo beatificó en 1888. Pío XII, lo inscribió en el Catálogo de los Santos.


       El culmen de nuestra perfección consiste en hacernos conformes a Jesucristo, unidos consagrados a él. Por consiguiente, la mejor devoción es sin duda la que de un modo perfecto nos hace conformes a Jesucristo y nos une y consagra a él. Si tenemos en cuenta que María es, entre todas las criaturas, la más plenamente conforme a su Hijo, está claro que, entre todas las devociones, la que mejor consagra y hace conforme el alma a nuestro Señor es la devoción a la Santísima Virgen, y cuanto más un alma esté consagrada a María, tanto más lo estará a Jesucristo. 

       Por tanto, la consagración perfecta a Jesucristo no es otra cosa que la total y plena consagración de sí mismo a la Santísima Virgen; ésta es la devoción que yo enseño. Esta forma de devoción puede llamarse con toda razón la perfecta renovación de los votos o promesas del santo bautismo, ya que en ella el creyente se entrega todo a él a la Santísima Virgen, de manera que, por medio de María, pertenece totalmente a Cristo. 

       De ello resulta que uno se consagra simultáneamente a la Santísima Virgen y a Jesucristo; a la Santísima Virgen, ya que ella es el camino más adecuado que el mismo Jesús escogió para empezar su unión con nosotros y la nuestra con él; a Jesús, el Señor, ya que él es nuestro fin último, a quien debemos todo lo que somos, puesto que es nuestro Redentor y nuestro Dios."


EL SECRETO DE MARÍA
San Luis María Grignión de Montfort

domingo, 27 de abril de 2014

LA APOSTASÍA ACTUAL: LA CANONIZACIÓN DEL MUNDO





Como reflexión para este Domingo "In Albis"

PROFANADO por las FALSAS CANONIZACIONES 
de Wojtyla y Roncalli

Envío el sermón que pronunciara tiempo atrás en ocasión de la "beatificación" de Wojtyla. Que Dios asista a su Iglesia y a las almas escandalizadas.



“LA CANONIZACIÓN DEL MUNDO” 


De tanto en tanto es bueno volver a los fundamentos de nuestra actitud y replantearse el porqué de nuestra elección por la Tradición de la Iglesia. 

En el orden espiritual, San Bernardo, para rechazar las tentaciones contra la vocación, se planteaba a sí mismo la siguiente pregunta: “Bernarde, ¿ad quid venisti monasterium?” [Bernardo, ¿qué es lo que has venido a hacer al convento?]. 

¿Por qué estamos a menudo en garajes o en lugares arreglados como capillas? ¿Por qué no vamos a la parroquia más cercana, por qué a menudo nos vemos obligados a hacer kilómetros y viajar para asistir a la Misa, mientras que quizá tenemos una iglesia junto a nuestra casa? 

Estamos a favor de la Misa tradicional, pero eso no es suficiente, debemos oponernos también a la “Nueva Misa”; esta “Nueva Misa” que, según el “Breve Examen crítico del Novus Ordo Missæ”, redactado por el Padre Guérard des Lauriers O.P. y firmado por los Cardenales Ottaviani y Bacci, “representa un alejamiento impresionante de la doctrina sobre el Santo Sacrificio de la Misa tal como ha sido definida por el Concilio de Trento”. 

Esta “Nueva Misa” fue elaborada con la colaboración de seis pastores protestantes convocados por Pablo VI. Estamos pues en contra de la “Nueva Misa”. 

Del mismo modo que estamos en contra del Concilio Vaticano II, particularmente en lo que se refiere a sus doctrinas sobre la libertad religiosa, la colegialidad, el ecumenismo, y el cambio de la doctrina de la Iglesia acerca del judaísmo. 

Precisamente, en lo que tiene que ver con la libertad religiosa, Juan Pablo II, en aplicación del Vaticano II, pidió a varias naciones antes católicas (entre otras, Italia, España, Portugal y Colombia) retirar de sus constituciones el artículo que hacía de estos países Estados católicos. Juan Pablo II ha entonces obrado en favor de la laicización de los Estados. Y al hacerlo, al decir de Mons. Lefebvre, “le destronaron”, destronaron a Nuestro Señor Jesucristo como Rey de los Estados y de las sociedades. 

Y es exactamente eso que se quiere beatificar hoy; pretender beatificar a Juan Pablo II, es pretender beatificar al Vaticano II, es querer beatificar el espíritu del mundo. No es posible aprobar una cosa semejante. 

Para fundamentar mejor nuestro rechazo de dicha beatificación, vamos a recordar aquí algunos hechos y declaraciones realizadas por el personaje en cuestión durante la década del ‘80, lo cual va a recordarnos quien es esta persona realmente (todas las citas siguientes pertenecen al artículo “Itinerario ecuménico de Juan Pablo II”, Roma nº 106, Buenos Aires, 1988). 


ALGUNAS HEREJÍAS DE KAROL WOJTYLA ( JUAN PABLO II )


El 14/4/82, en la plaza de San Pedro, dijo: “En las palabras de Cristo no hemos de ver una valoración superior de la virginidad o del celibato respecto al matrimonio”. Esto, en oposición a la enseñanza del Evangelio, del Concilio de Trento y de Pío XII, y siguiendo la herejía de Joviniano (cfr. Joviniano 82, G. Corbi, Buenos Aires, ed. Iction). 

El 25/5/82 asiste a un culto religioso anglicano en Canterbury, Inglaterra. 

El 25/5/83 “promulga” un nuevo “Código de Derecho Canónico”, el cual, entre otras cosas, permite a los católicos recibir los sacramentos de la Penitencia, Eucaristía y Extremaunción de manos de ministros no-católicos y, a su vez, permite a ministros católicos administrar dichos sacramentos a los no-católicos (can. 844). Además, dicho código suprimió la excomunión de los masones. 

El 11/12/83 predica en un templo luterano en Roma y recita una oración compuesta por Lutero. 

El 22/3/84 afirma ante la logia masónica judía B’nai Brith, que el diálogo entre católicos y judíos es un diálogo “entre la primera y la segunda parte de la Biblia” (Juan Pablo II y el judaísmo, ed. Paulinas, Buenos Aires, 1988, pág. 98). 

El 6/5/84, en Seúl, Corea, dirige “un saludo especial a los miembros de la tradición budista que se están preparando a celebrar la festividad de la venida del señor Buda” (L’Osservatore Romano, 20/5/84). 

El 7/5/84, en Nueva Guinea, “una mujer con los senos descubiertos leyó hoy párrafos de la Biblia durante una misa celebrada por Juan Pablo II” (La Nación, Buenos Aires, 9/5/84). 

El 11/12/84 envió un representante a la colocación de la primera piedra de la mayor mezquita de Europa. 

El 9/5/85: “Es una alegría particular poder recibiros a vosotros... que seguís la fe del Islam, venidos a Roma para el coloquio sobre ‘la santidad en el Cristianismo y en el Islam’... Como lo he dicho a menudo en otros encuentros con mahometanos, tenemos un solo y mismo Dios y somos hermanos y hermanas en la fe de Abraham... Vuestro Santo Corán llama a Dios ‘Al-Quddus’”... 

En mayo de 1985, un documento oficial del Vaticano [que luego Juan Pablo II cita en la Sinagoga] afirma que “el pueblo de Dios de la Antigua y de la Nueva Alianza, tiende hacia metas análogas, la venida o el retorno del Mesías”. E invita a los cristianos a unirse a los judíos para “preparar el mundo a la venida del Mesías” (L’Osservatore Romano, 26/5/85). 

El 8/8/85, en Togo, África, asiste a rituales vudú. 

El 2/2/86, “en viaje por la India recibió primero en la frente, de una sacerdotisa hindú, ‘el signo de reconocimiento de los adoradores de Shiva’ y el 5 de febrero, en Madrás, de manos de otra, ‘se dejó aplicar en la frente el tilak, o tika, la pastilla de polvo rojizo de los adeptos al hinduismo’” (La Nación, 21/2/86). 

Al “Centro Hope de Jerusalén para la comprensión y la reconciliación interreligiosa”: “Venís de una ciudad que significa mucho para todos nosotros: judíos, cristianos y musulmanes. Jerusalén, la ciudad de David, el lugar de la muerte y resurrección de Jesús, el escenario del viaje nocturno de Mahoma hacia Dios” (L’Osservatore Romano, 9/3/86). 

El 13/4/86 visita la sinagoga de Roma, participa en la recitación de salmos, reconoce que la Iglesia persiguió a los judíos, y dijo dirigiéndose a ellos: “Sois nuestros hermanos predilectos y en cierto modo se podría decir, nuestros hermanos mayores” (L’Osservatore Romano, 20/4/86). 

El 27/10/86, Juan Pablo II convocó a “los representantes de las religiones del mundo” para “un encuentro de oración por la paz”, en la ciudad de Asís. Entre otros sacrilegios realizados en ese lugar, unos bonzos incensaron una estatua de Buda en la Iglesia de San Pedro (L’Osservatore Romano, 2/11/86). 

El 30/12/87 en la “encíclica” Sollicitudo Rei Socialis, dijo: “Quiero dirigirme especialmente a quienes por el sacramento del bautismo y la profesión de un mismo credo, comparten con nosotros una verdadera comunión, aunque imperfecta [refiriéndose a herejes y cismáticos]”. 
En esta enumeración, no se puede olvidar el beso al Corán y los numerosos “mea culpa”, o declaraciones de arrepentimiento por los “pecados de la Iglesia”, perdón, “de los hijos de la Iglesia”… 


Todos estos actos se repitieron a lo largo de todo su “pontificado” y hasta el fin de su vida. 

La única conclusión posible es afirmar que similares actos 
no pueden venir de la Autoridad legítima de la Iglesia, 
del mismo modo que la “Nueva Misa” 
y el Concilio Vaticano II no pueden ser obra
de la Autoridad legítima de la Iglesia. 

La Iglesia es Santa, y en su seno no hay lugar 
para la herejía, el cisma y el sacrilegio. 



En todos los lugares habrá prodigios extraordinarios,
 porque la verdadera Fe se apagó 
y una falsa luz ilumina al mundo. 
¡Ay de los príncipes de la Iglesia..."

( Profecía de Nuestra Señora de La Salette, Francia,  Septiembre de 1846 )


En el mismo sentido, la “beatificación” de un tal personaje no podría nunca ser considerada como un acto procedente de la legítima Autoridad de la Iglesia, así como tampoco la “beatificación” de Juan XXIII o la “canonización” de Mons. Escrivá de Balaguer. 

No se puede callar ante un tal acontecimiento, y no se puede aceptar un tal acto. Decimos “non possumus”, como los mártires, cuando el emperador romano quería forzarles a renegar de Nuestro Señor, o a ponerlo en el mismo plano que las divinidades paganas, sobre un altar más entre los otros. Los mártires se negaron a ello y prefirieron morir. 

Renovamos entonces nuestra adhesión firme a la Fe católica y solamente a la Fe católica. 
No se trata de adherir a revelaciones privadas, a mensajes o a sucesos extraordinarios. Se trata pura y simplemente de adherir a la Fe. 

No se trata tampoco de adherir a una persona, a un obispo, incluso muy virtuoso, a su palabra o a su acción. Se trata pura y simplemente de adherir a la Fe. 

Todo cuanto acabamos de relatar, esta beatificación, son acontecimientos muy tristes para la Iglesia, a pesar de lo que muchos piensan, y es siempre doloroso y desagradable tener que referirse a estas cosas y ser tan crítico. Pero no debemos perder la esperanza ni la confianza, a pesar de todo. 

La Iglesia, aunque pueda parecer a veces en muerte aparente, no puede morir, ya que tiene la promesa de Su Maestro. Un día el modernismo será derrotado y tendrá que callarse para siempre jamás, el día del triunfo de la Iglesia ciertamente llegará. 

En este tiempo pascual renovemos nuestro amor, nuestra confianza, nuestra devoción, nuestra adhesión a la Iglesia y a la Santa Sede, a su Magisterio y a su doctrina. Tengamos confianza y calma, cuando todo parecía perdido, Nuestro Señor salió resucitado de la tumba. 
Conservemos la fe en la Santa Iglesia Católica, la única institución divina que existe sobre la tierra, a pesar de lo que digan sobre las falsas religiones los seguidores de este ecumenismo delirante. Recemos por las almas confundidas, perdidas, escandalizadas. 

Dice San Juan en la Epístola de hoy: “hæc est victoria, quæ vincit mundum, fides nostra” (“la victoria, que ha vencido al mundo, es nuestra fe”, I Juan 5, 4). 



Padre Héctor L. ROMERO 


[Sermón pronunciado el Domingo In Albis, 1 de mayo de 2011].



sábado, 26 de abril de 2014

"Y ADORARON AL DRAGÓN"


Hoy se consuma 
LA CANONIZACIÓN DEL "CONCILIO VATICANO II"
LA "REVOLUCIÓN FRANCESA" DE LA IGLESIA

Vigilad,¡oh!Sacerdotes, para que la doctrina de Jesucristo, 
no 
pierda por vuestra culpa el semblante de su integridad.
Conservad siempre la pureza y la integridad de la doctrina
.


Cuando esta doctrina, no pueda ya guardarse incorruptible y que el imperio de la verdad no sea ya posible en este mundo,
entonces el Hijo de Dios aparecerá una segunda vez.

Pero hasta este último día nosotros debemos 
mantener intacto el
 depósito sagrado y repetir
 la gloriosa declaración de San Hilario:


"Más vale morir en este siglo 
que corromper la castidad de la verdad".

( San Pío X, Jérome Dal‐Gal O.M. Conv. 1953, p.107-108 ).







viernes, 25 de abril de 2014

SU DIVINO CORAZÓN GOZA ACERCÁNDONOS A ÉL




          Aquí, entre las Cuchinas, Jesús está verdaderamente a nuestra disposición y se vive junto a su Tabernáculo con una familiaridad indescriptible. Jesús tiene que gozarse de ello, porque cuando en las oraciones y devociones particulares nos acercamos a Él, nos abraza, nos hace sentir su Divina Presencia, de un modo muy especial, íntimo y afectuoso... 




          No sé, parecíame un poco farisaico ponerme a orar junto al Tabernáculo, cuando hubiera debido imitar al pobre publicano del Evangelio; pero una suave imagen de Jesús acariciando a los niños me quitó todo el temor; por donde vine a comprender que no sólo el alma tiene necesidad de orar junto a Jesús vivo, sino que también Jesús, su Divino Corazón, goza acercándonos a Él, sin etiquetas ni cumplidos, como los niños de la imagen que iban a porfía a colocarse lo más cerca posible de Él.

          El Corazón de Jesús es corazón de madre. Si una madre, quebrantada por los dolores que le ocasiona un hijo ingrato, llega a confiárselos a una persona amiga; si esa amiga para confortarla, la hace cambiar de opinión, presentándole al hijo bajo distinto aspecto, oh ¡cuánto gozo aquella madre, al creer todavía que su hijo es bueno!

          Tiene necesidad de pensarlo, de creerlo así. ¡El corazón materno es un débil reflejo del Corazón Divino!. Pero una madre no podrá transformar al hijo ingrato; en cambio, Jesús, si se lo pedimos, convertirá al alma infiel que traspasa Su Corazón."





EL CORAZÓN DE JESÚS AL MUNDO
De los escritos de Sor María Consolata Betrone, capuchina.
P. Lorenzo Sales

miércoles, 23 de abril de 2014

EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN, según Santa Teresa de Jesús ( V )


Instrucción que Santa Teresa de Jesús
 da a un alma acerca de la oración


          En la oración hallarás a veces gran consuelo otras sequedades, aridez, distracción. A los principios tendrás más trabajo para regar esas flores con sacar el agua del pozo, recogiendo los sentidos mal domados, y en discurrir con el entendimiento. Mas ten confianza, que si perseveras, el Señor te ayudará a sacar agua con noria o te abrirá un arroyo que te las riegue, o quizás Él mismo enviará nubes celestiales que, deshaciéndose en lluvia, rieguen tu jardincito sin ningún trabajo tuyo. Lo que te importa mucho a los principios es, que no hagas caso de estas sequedades y distracciones en los pensamientos. 

          Nadie se apriete ni aflija por ellos si quiere ganar libertad de espíritu, y no andar siempre atribulado. Comienza a no espantarte de la cruz, y verás cómo te la ayuda a llevar el Señor, y te la hará amable, te engolosinarás de ella, con el contento con que andarás y el provecho que sacarás de todo. Estas sequedades y tomentos nacen, a veces, del demonio, que procurará fatigarte y disgustarte para que abandones la oración. Nacen de la imaginación , esta  loca de casa, que cual importuna mariposilla anda de aquí para allá sin fijarse en cosa de provecho. 



          Nacen, a veces, de la poca solicitud de tu perfección, de tu infidelidad y cobardía, de tu mente que se ocupa en vanos pensamientos todo el día, o de tu corazón, que estando aficionado a las criaturas, vuela a donde se halla su tesoro, disgustado de Dios, a quien no ama. Muchas veces vienen de mala disposición del cuerpo. Por tanto has de notar mucho, hija mía, que el alma que en este camino de la oración mental comienza a caminar con determinación, y no puede acabar consigo no hacer mucho caso de consolarse ni desconsolarse mucho, porque le falten estas ternuras o gustos que suele dar el Señor, que tienen andado gran parte del camino y no haya miedo de tornar atrás, aunque más tropiece y caiga, que de esta caída sacará Dios bien; sino procure ir adelante, porque va comenzando el edificio con firme fundamento. No está el amor de Dios en tener lágrimas y estos gustos y ternura, sino en servirle con justicia y fortaleza de ánimo y humildad...

          Sé, pues, hija mía, varón, y no de los que se echaban a beber de bruces cuando iban a la batalla con Gedeón, sino que te determines que vas a pelear con todos los demonios; y que no hay mejores armas que las de la cruz: no te acuerdes que hay regalo en esto que comienzas, porque es muy baja manera de comenzar a labrar un tan precioso edificio; y si comienzas sobre arena, darás con todo en tierra, y así nunca acabarás de andar disgustada y tentada.




lunes, 21 de abril de 2014

CATECISMO DE LA MASONERÍA, por el Padre Enrique de Ossó ( I )





- ¿Qué sucedió al humano linaje después de haberse, por envidia del demonio, separado miserablemente de Dios, Creador y dador de los bienes celestiales?

          Quedó dividido en dos bandos diversos y adversos, de los cuales uno combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.


- ¿Cómo se llaman esos dos bandos diversos y adversos?


          El uno se llama el Reino de Dios sobre la tierra, es decir, la Verdadera Iglesia de Jesucristo; quien a ella quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a Su Unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad.


          El otro es el Reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los siniestros ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer a la Ley Divina y Eterna, y cometen empresas contra Dios o prescindiendo de Dios.


- ¿Quién agudamente conoció y describió estos dos reinos a modo de dos ciudades de contrarias leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra?


          El gran Doctor de la Iglesia San Agustín.


- Decid sus palabras


          "Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la ciudad celestial" ( De Civit. Dei, L. XIV c. XV )



- ¿Qué hacen estas dos ciudades, bandos o reinos adversos?


           Durante toda la continuación de los siglos contienden entre sí con varias y múltiples armas y peleas, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor.

- ¿Qué acontece en nuestros días de particular en este punto?

          En nuestros días todos los que favorecen la parte mala parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, siéndoles guía y auxilio la sociedad o secta que llaman de los Masones.


El Padre Enrique de Ossó, 
autor del Catecismo de la Masonería


- ¿Qué es pues el Masonismo?


          Es una Sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida, que sirve de guía y auxilio a todos los que rehúsan obedecer la Ley Divina y eterna, y acometen empresas contra Dios, o prescindiendo de Dios.


- ¿Qué es el Masonismo?


          Una Sociedad secreta que sin disimular ya sus intentos, audacísimamente se anima contra la Majestad de Dios, y maquina abiertamente y en público la absoluta obediencia a sus jefes y maestros.


- ¿Qué es el Masonismo?


          Una secta que conviene con los comunistas y socialistas en los principales dogmas, y favorece en una gran manera sus intentos de destrucción y trastornos de la sociedad actual.




CONTINUARÁ...

domingo, 20 de abril de 2014

DOMINICA DE RESURRECCIÓN




A la Víctima pascual
consagren los cristianos las debidas alabanzas.
El Cordero redimió a las ovejas:
Cristo inocente reconcilió a los pecadores con su Padre.

La muerte y la Vida se trabaron
en imponente duelo:
El Autor de la Vida, aunque murió,
ahora reina vivo.

Dinos, María, ¿qué has visto en el camino?

Vi el sepulcro de Cristo viviente,
y la gloria del que resucitó.
Vi por testigos a los ángeles;
y vi su sudario y sus vestidos.

Resucitó Cristo, mi esperanza;
precederá en Galilea a los suyos.

Sabemos que Cristo verdaderamente
resucitó de entre los muertos:
Y por lo tanto, Tú Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.

Amen. Aleluya.

"NO HABÍA TRAZA DE CORRUPCIÓN EN SUS MIEMBROS"


          La noche que precedió a la resurrección de Jesús fue noche de desolación, de llanto y de tinieblas. Sus enemigos estaban satisfechos de haber por fin encerrado en la tumba al “seductor del pueblo”. Herido el Pastor, la pequeña grey se dispersó. Los amigos de Jesús, desolados y desconcertados, se ven obligados a esconderse por temor a los escribas y fariseos. Jesús está en la tumba. Yace su cadáver sobre la fría roca y todo su cuerpo está todavía llagado; sus labios están mudos. ¿Qué quedan ya de sus palabras, que sabían animar, confortar e iluminar, aquellas palabras suyas tan llenas de majestad y sabiduría? ¿Dónde está aquel su imperar a los vientos y tempestades; dónde su poder para eludir las diabólicas insidias de sus enemigos o para hacer frente valerosamente a su furor? ¿Dónde está su poder de sanar a los enfermos, de resucitar a los muertos? Todo (al parecer) ha terminado; y con él han quedado sepultados en la tumba no sólo los proyectos ambiciosos de algunos, sino también las discretas esperanzas de muchos. Todo ha terminado -van murmurando los hombres-, y en sus voces se ve la expresión de una desesperada tristeza. Todo ha terminado, parece que responden las cosas.

          Y, sin embargo, quien hubiese podido mirar a través de la piedra que cerraba el sepulcro, hubiera tenido la impresión de que los ojos de Jesús no estaban cerrados por la muerte sino por el sueño; allí no había traza de corrupción en sus miembros, y su rostro conservaba aún muy visibles las señales de su belleza sobrehumana, de su infinita bondad. Después de su muerte, el cuerpo de Jesús, como su alma, permaneció unido al Verbo, a la divinidad, que vive y obra en aquellos miembros. Pero apartada, en una casita modesta y silenciosa, arde una llama de fe que nunca se apaga: María espera llena de confianza a Jesús.



          En esto, la tierra tiembla; el ángel baja del cielo, aparta la pesada piedra que cierra el sepulcro, y se sienta majestuoso y sereno sobre ella. Los soldados huyen y van a dar bruscamente a los enemigos de Jesús la primera prueba de su aplastante derrota. Es ya el alba.

          María Magdalena está corriendo casi sin saber adónde, movida por un amor que no sufre pausas ni admite reflexión; vedla, de repente, como desmayada ante Jesús, que la saluda con infinita ternura. Las piadosas mujeres, con el corazón alborotado por el anuncio que les diera el ángel, encuentran también a Jesús y vuelan a anunciar la resurrección a los apóstoles, para hacerles participantes de su alegría y de su paz. Entre tanto, Pedro ha recibido del Señor, con señal inefable, la certeza de su perdón. Y Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas y halla a los apóstoles; les conforta, les tranquiliza, les deja su paz. 

          Así quisiéramos, amadísimos hijos, que otra noche, la noche que ha caído sobre el mundo y que oprime a los hombres, viese pronto su alba y fuese besada por los rayos de un nuevo sol.

          Varias veces hemos hecho notar que los hombres de todas las naciones y de todos los continentes se ven forzados a vivir, desorientados y temerosos, en un mundo trastornado y perturbador. Todo se ha hecho relativo y provisional, porque es siempre menos eficiente y por lo mismo menos eficaz. El error, en sus formas casi innumerables, ha esclavizado las inteligencias de seres, por lo demás muy selectos y la inmoralidad de toda clase,ha llegado a tales grados de precocidad, de impudencia y de universalidad, que preocupan seriamente a los que piensan en la suerte del mundo. La humanidad parece un cuerpo infecto y llagado, en el que la sangre circula con dificultad, porque los individuos, las clases, y los pueblos se obstinan en seguir divididos, y por lo tanto, no se comunican mutuamente. Y cuando no se desconocen se odian, y conspiran y luchan y se destruyen.

          Pero también esta noche del mundo tiene señales claras de un alba que vendrá, de un día nuevo al que besará un sol nuevo y más esplendoroso.

          Muchos entrevén ya, y lo confiesan, que se ha llegado a esta noche del mundo porque Jesús ha sido apresado, porque se le ha querido desterrar de la vida familiar, cultural y social; porque se ha sublevado el pueblo contra Él[2], porque le han crucificado y dejado mudo e inerte.

          Pero hay una multitud de almas valientes y activas, conscientes de que la muerte y sepultura de Jesús solo fue posible porque entre los amigos de Él hubo quien le negase y le traicionase; ¡hubo tantos que huyeron asustados ante las amenazas de los enemigos! Estas almas saben que una acción oportuna, concorde y orgánica cambiará la faz de la tierra, renovándola y mejorándola.


(Extracto del SERMÓN DE PASCUA, por el Venerable Papa Pío XII, 1957)