miércoles, 29 de enero de 2014

SAN FRANCISCO DE SALES, "SE APRENDE AMAR, AMANDO"


¿No es una barbaridad querer desterrar la vida devota
 del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, 
del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?



BREVE BIOGRAFÍA

          Nació el 21 de agosto de 1567 en Thorens (Francia), en el seno de una familia sumamente católica aprte de noble, oriundos de Saboya; fue bautizado al día siguiente con el nombre de Francisco Buenaventura. Durante toda su vida sería su patrono San Francisco de Asís. 

          Cursó estudios de Derecho y Teología en la escuela jesuita de Clermont, en París y en la Universidad de Padua. Allí le otorgaron en 1591 el grado de Doctor en Leyes, para ser ordenado sacerdote dos años después.

          En 1594, fue hacia la zona del Chablais dominada por calvinistas. En un inicio fue echado por los pobladores y tuvo que pasar temporadas viviendo en la intemperie y de manera rudimentaria, evitando dos intentos de asesinato e incluso ataques de lobos, pero su celo y trabajo empezaron a dar fruto. Debido a su carácter amable y paciente y a una propaganda hecha a mano y distribuida casa por casa, profunda en su contenido, refutando las ideas calvinistas, logró cautivar a los pobladores y convertirlos. 

          Junto a Santa Juana Fremiot de Chantal, funda en 1610 la Orden de la Visitación de Nuestra Señora; Orden gloriosa que daría santos de la categoría de Santa Margarita María de Alacoque.

          De entre todos sus escritos, merece reseña especial Introducción a la vida devota (1609) y Tratado sobre el amor de Dios, además de numerosas cartas y sermones. 

          San Francisco de Sales falleció en Lyon el 28 de diciembre de 1622. En el año 1665 fue canonizado por el Papa Alejandro VII; en 1877, el Papa Pío IX, le declaró Doctor de la Iglesia. Considerado desde 1922 como el santo patrón de los escritores católicos, y los periodistas.

Cuerpo incorrupto de San Francisco de Sales, Monasterio de la Visitación, 
Annecy, Francia.

martes, 28 de enero de 2014

RIP DON BLAS PIÑAR


+
R. I. P.

Exmo. Sr. Don

Blas Piñar López


Desde la emoción y la gratitud por su gran amor a nuestra Patria, 
elevamos súplicas al Todopoderoso para que premie su incansable labor 
por la unidad de España. 

Católico hasta el tuétano, no entendía a España sin la Sacrosanta Religión que un día la hizo Evangelizadora del Orbe; a buen seguro goza ya 
de la Visión Beatífica, prometida a aquellos que supieron ser fieles 
en lo poco y en lo mucho.

Hoy, más fuerte que nunca, como tantas veces hiciera Don Blas,
 gritemos a pleno pulmón

¡¡¡ VIVA CRISTO REY!!!
¡¡¡ ARRIBA ESPAÑA !!!

viernes, 24 de enero de 2014

EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN, según Santa Teresa de Jesús ( III )


Instrucción que Santa Teresa de Jesús
 da a un alma acerca de la oración



DIÁLOGO ENTRE SANTA TERESA ( T ) Y UN ALMA ( A )


          Santa Teresa: Torno, pues, a avisarte, hija mía, porque va tanto en esto, que vayas al comenzar la oración con esta determinación de no dejar ningún día la oración, porque si el demonio te ve con esta determinación de que antes perderás la vida y el descanso y todo lo que se ofreciere que tornar atrás, muy más presto te dejará; porque aquí no tiene tanta mano para tentar, porque ha gran miedo a ánimas determinadas, que tiene él gran experiencia que le hacen gran daño, y cuanto él ordenaba para dañarlas viene en provecho de ellas. Mas si te conoce por mudable, y que no estás firme en el bien y con poca determinación de perseverar, no te dejara a los ni a sombra; miedos te pondrá e inconvenientes que nunca acabes. Hay también otra razón que hace mucho al caso, y es que pelearás con más ánimo si sabes que, venga lo que viniere, no has de volver atrás; es como uno que está en una batalla, que sabe que si le vencen no le perdonarán la vida, y ya que no muera en la batalla ha de morir después, pelea con más determinación, y quiere vender cara su vida, y no teme tanto los golpes, porque lleva delante lo que le importa la victoria, y que le va la vida en vencer. 

          Alma: Quiero, Madre mía, vencer en esta batalla, y aunque me siento flaca y reconozco mi inconstancia, confío que todo lo podré en Dios que me conforta. 



          T. Aunque esta determinación que he dicho, hija mía, importa el todo por el todo, no por eso digo que, si no la tuvieras, dejes de comenzar oración, porque el Señor te irá perfeccionando, y cuando no hicieses más que dar un paso por Dios, tiene en sí tanta virtud, que no hayas miedo lo pierdas y deje de ser muy bien pagado; porque es tan mirado nuestro buen Dios, que no deja ningún servicio sin paga. Así que, hija mía, aunque no prosiguieras (lo que Dios no permita) en este camino de oración, lo poco que hubieres andado por él te dará luz para que vayas bien por otros caminos, y por cosa ninguna te hará daño el haber comenzado, porque el bien nunca hace mal. Así, pues, hija mía, empieza desde hoy el cuarto de hora de oración con ánimo resuelto de no dejarlo nunca por nada ni por nadie, como en cosa que te va la vida y vida eterna. No te desanimes, que yo te ayudaré. 

          A. Antes perderlo todo que el ánimo de perseverar en la oración. Y si algún día por desgracia faltare, propongo al día siguiente recompensarlo y vengarme de mi inconstancia, consagrando media hora y un poco más de tiempo a la oración. 

          T. Vista ya tu determinación, hija mía, debo indicarte el fin que debes proponerte en la oración. El fin para que se ordena la oración, hija mía, por muy alta que sea, es para hacer obras en que se muestre el amor que tenemos a Dios; y así el que le hubiere de ejercitar conviene que no ponga su fundamento en sólo rezar o contemplar, porque si no se procura el ejercitar y alcanzar virtudes, no crecerá; siempre se quedará enano. Y plegue a Dios que sea sólo no crecer; porque ya se sabe que en este camino, quien no crece decrece, porque el amor tengo por imposible esté siempre en un ser. El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho en Dios, sino en amarle mucho; y este amor se adquiere determinándose a obrar y padecer por Dios. Por esto, hija mía, hallarás al final de la meditación que has de hacer cada día un propósito especial de practicar alguna virtud, o desarraigar un vicio, pues éste es el fruto de la oración. Entiende bien, hija mía, y no se te olvide, que toda la pretensión de quien comienza oración ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias pueda para hacer y conformar su voluntad con la de Dios, y en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente hiciere esto, más recibirá del Señor, y más adelante está en el camino de perfección. 

          A. Lo haré así, Madre mía: todos lo días propondré arrancar una mala hierba del huerto de mi corazón, y que brote alguna florecilla de virtudes para regalar a mi Jesús.



Jesús, María, José

miércoles, 22 de enero de 2014

DEBERES DE LOS ESPOSOS CRISTIANOS


Carta Encíclica 

"ARCANUM DIVINAE SAPIENTIAE"

del Sumo Pontífice León XIII

(Febrero de 1880)

          “Cristo Nuestro Señor elevó el matrimonio a la dignidad de sacramento, haciendo al mismo tiempo que los cónyuges, protegidos y auxiliados por la gracia celestial conseguida por los méritos de Él, alcanzasen en el matrimonio mismo la santidad, y no sólo perfeccionando en éste, admirablemente concebido a semejanza de la mística unión de Cristo con la Iglesia, el amor que brota de la naturaleza, sino también robusteciendo la unión, ya de suyo irrompible, entre marido y mujer con un más fuerte vínculo de caridad”. ( N°7)


          “Es necesario que los esposos se hallen siempre dispuestos de tal modo que entiendan que mutuamente se deben el más grande amor, una constante fidelidad y una solícita y continua ayuda. El marido es el jefe de la familia y cabeza de la mujer, la cual, sin embargo, puesto que es carne de su carne y hueso de sus huesos, debe someterse y obedecer al marido, no a modo de esclava, sino de compañera; esto es, que a la obediencia prestada no le falten ni la honestidad ni la dignidad. Tanto en el que manda como en la que obedece, dado que ambos son imagen, el uno de Cristo y el otro de la Iglesia, sea la caridad reguladora constante del deber. Puesto que el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia... Y así como la Iglesia está sometida a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo”. (N°8)


( Texto recomendado por nuestra Hermana Úrsula, de Santiago de Chile )




domingo, 19 de enero de 2014

LAS BODAS DE CANÁ; REFLEXIÓN DOMINICAL por el Rvdo. P. Héctor Lázaro Romero


II Domingo después de Epifanía: 

Evangelio del milagro de las Bodas de Caná 
y la intervención de la Santísima Virgen.



          Motivos de la devoción a María Santísima

   I. María es la más privilegiada y amada de Dios entre todas las puras criaturas.

   II. María es Madre de Dios.

Por consiguiente, todo el honor que tributamos a María redunda en honor de Dios.

   III. María es nuestra Madre y Abogada en el cielo.

     Jesús desde la cruz dijo a su discípulo Juan: He ahí a tu madre, refiriéndose a María.

     San Juan representa a todos los buenos cristianos, a quienes Jesús dio por madre a su propia Madre.

   IV. El ser devoto de María es señal de predestinación, según dicen San Anselmo y otros santos.

     Predestinación significa ser elegido para el Cielo.

   V. La Santa Iglesia nos da ejemplo de cómo debemos ser devotos de María.

     La honra con un culto superior al de todos los Santos.

     Le dedica muchos templos muy suntuosos, e imágenes muy devotas.

     Tiene establecidas muchas festividades, oraciones y prácticas devotas en su honor.

   VI. Dios se complace en conceder gracias muy extraordinarias, y a veces hasta milagrosas, a los que con  fe acuden a María.

          Para ser verdadero devoto de María se debe procurar:

   1) Evitar el pecado e imitar sus virtudes.

     Lo que más aborrece María es el pecado.

     Debemos procurar imitar a María especialmente en la humildad, castidad y caridad.

   2) Comulgar a menudo.

     Causa gran satisfacción a María el vernos unidos con Jesús en la Sagrada Comunión.

   3) Rezar el Santo Rosario, llevar el Bendito Escapulario o medalla y practicar otras obras piadosas en su honor.

     Además del Ave María la Santa Iglesia nos enseña a implorar la protección de la Virgen María con la Salve.

   Les bendice y promete un recuerdo especial para los lectores de este blog,
 el Padre Héctor Lázaro Romero
Director de la Revista "Integrismo".



sábado, 18 de enero de 2014

SOMOS FRUTO DEL DOLOR DE NUESTRA SEÑORA

       
       Nuestra Madre nos ama tanto porque Jesús nos ha recomendado a Ella como hijos cuando le dijo antes de expirar: “Mujer, he ahí a tu hijo”, entregándole en la persona de Juan a todos los hombres, como ya lo hemos considerado. Estas fueron las últimas palabras que le dijo su Hijo. Los últimos encargos de la persona amada en la hora de la muerte son los que más se estiman, y no se pueden borrar de la memoria.

Piadosa imagen de Nuestra Señora, 
obra del buen amigo D. Ramón Cuenca Santos
realizada el pasado año en Murcia (España). 

       También somos hijos muy queridos de María porque le hemos costado excesivos dolores. Las madres aman más a los hijos por los que más cuidados y sufrimientos ha tenido para conservarles la vida. Nosotros somos esos hijos por los cuales María, para obtenernos la vida de la gracia, ha tenido que sufrir el martirio de ofrecer la vida de su amado Jesús, aceptando, por nuestro amor, el verlo morir a fuerza de tormentos. Por esta sublime inmolación de María, nosotros hemos nacido a la vida de la gracia de Dios. Por eso somos los hijos muy queridos de su corazón, porque le hemos costado excesivos dolores. Así como del amor del eterno Padre hacia los hombres, al entregar a la muerte por nosotros a su mismo Hijo, está escrito: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su propio Hijo” (Jn 3, 16), así ahora –dice san Buenaventura- se puede decir de María. “Así nos amó María, que nos entregó a su propio Hijo”.

       ¿Cuándo nos lo dio? Nos lo dio, dice el P. Nierembergh, cuando le otorgó licencia para ir a la muerte. Nos lo dio cuando, abandonado por todos, por odio o por temor, podía ella sola defender muy bien ante los jueces la vida de su Hijo. Bien se puede pensar que las palabras de una madre tan sabia y tan amante de su hijo hubieran podido impresionar grandemente, al menos a Pilato, disuadiéndole de condenar a muerte a un hombre que conocía, y declaró que era inocente. Pero no; María no quiso decir una palabra a favor de su Hijo para no impedir a muerte, de la que dependía nuestra salvación. Nos lo dio mil y mil veces al pie de la Cruz durante aquellas tres horas en que asistió a la muerte de su Hijo, ya que entonces, a cada instante, no hacía otra cosa que ofrecer el sacrificio de la vida de su Hijo con sumo dolor y sumo amor hacia nosotros, y con tanta constancia que, al decir de San Anselmo y San Antonino, que si hubieran faltado verdugos ella misma hubiera obedecido a la voluntad del Padre (si se lo exigía) para ofrecerlo al sacrificio exigido para nuestra salvación. Si Abrahán tuvo la fuerza de Dios para sacrificar a su hijo (cuando Él se lo ordenó), podemos pensar que, con mayor entereza, ciertamente, lo hubiera ofrecido al sacrificio María, siendo más santa y obediente que Abrahán.

       Pero volviendo a nuestro tema, ¡qué agradecidos debemos vivir para con María por tanto amor! ¡Cuán reconocidos por el sacrificio de la vida de su Hijo que Ella ofreció con tanto dolor suyo para conseguir a todos la salvación! ¡Qué espléndidamente recompensó el Señor a Abrahán el sacrificio que estuvo dispuesto a hacer de su hijo Isaac! Y nosotros, ¿cómo podemos agradecer a María por la vida que nos ha dado de su Jesús, hijo infinitamente más noble y más amado que el hijo de Abrahán? Este amor de María –al decir de San Buenaventura- nos obliga a quererla muchísimo, viendo que Ella nos ha amado más que nadie al darnos a su Hijo único al que amaba más que a sí misma.

San Alfonso María de Ligorio
LAS GLORIAS DE MARÍA

miércoles, 15 de enero de 2014

A SEMANA DO BOM CRISTÃO

Gracias a la inestimable ayuda de un buen amigo brasileño, podemos colgar hoy la estampa de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO en lengua portuguesa; recordemos que inicialmente se hizo en español, luego en francés e inglés, pero ya era hora de hacerla en portugués, máxime cuando cada vez son más los hermanos  brasileños que se acercan por este modesto blog. Como siempre, deseamos que esta versión del sencillo esquema de piedad, sirva para aumentar la fe y devoción de todas las almas que la lean y anime a otros 
a hacer apostolado con ella. 

No está de más recordar, que la presente estampa está hecha PARA HACER APOSTOLADO; el que lo desee, puede guardarla para posteriormente imprimirla. Se puede doblar a la mitad y plastificar, que es como mejor queda, tanto para conservarla en medio de algún libro que usemos habitualmente o bien, para hacer varias copias y distribuirlas.


 Otro buen amigo, en este caso, de Argentina, nos contaba como había usado la estampa de 
LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO como recordatorio del veinticinco Aniversario
 de su boda: piadoso ejemplo y magnífico apostolado.

Si alguien necesitase ésta u otra estampa devocional en su archivo original, sólo tiene 
que enviarnos un mail con la petición a nuestro correo: traditio@hotmail.com




domingo, 12 de enero de 2014

LA SAGRADA FAMILIA, JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, por el Padre HÉCTOR LÁZARO ROMERO


          La Fiesta de la Sagrada Familia nos ofrece la oportunidad para hacer una serie de reflexiones sobre el matrimonio y la familia cristiana:

          A veces hay tentaciones... Un autor decía: “El sacramento de nuestro matrimonio nos ofrecerá las gracias necesarias para mantener buenas resoluciones. ¡Cuán pocos comprenden este sacramento! ¡Cuán pocos se disponen a él y se prometen las gracias que es capaz de dar a los que las piden dignamente!”.

          Tertuliano, creyendo próxima su muerte, compone dos libros titulados: “A mi Mujer, Ad uxorem”. Allí, ensalza “la dicha del matrimonio que la Iglesia aprueba, que la oblación confirma, que la bendición sella, que los Ángeles certifican, que Dios ratifica. ¡Qué alianza la de dos fieles unidos por una misma esperanza, regidos por idéntica disciplina, por similar dependencia! Los dos son uno, ambos son servidores de un solo señor; nada los diferencia en el espíritu ni en el cuerpo. Los dos son realmente una sola carne; hay un solo cuerpo, donde sólo hay un espíritu. Oran juntos, se arrodillan juntos; uno enseña al otro, el uno se apoya en el otro. Ambos están juntos en el templo, juntos en el banquete divino, juntos en la prueba, en la persecución, en la alegría y viven sin ocultarse nada, sin rehuirse, sin molestarse. Libremente atienden a los enfermos y ayudan a los pobres, sin molestia recíproca; hacen limosna libres de inquietud; asisten al mismo sacrificio y se mantienen plenamente en el diario fervor. No saben de ocultos signos de cruz, de tímidas congratulaciones, de bendiciones mudas, Entonan himnos y salmos, y rivalizan en la superación de las alabanzas de Dios. Jesucristo goza viéndolos y ayudándolos y les concede la paz. Por donde ambos se encuentren, Jesucristo está con ellos. Tal es el matrimonio que nos esbozara el Apóstol. Los creyentes solo pueden desposarse de esta manera”.




MATRIMONIO Y EUCARISTÍA 

          Secreto de amor. ¿Qué pide el amor? Tres cosas y vive de tres cosas que responden a una triple necesidad:

             1) Necesidad de PRESENCIA: Por la Santa Eucaristía, Dios continúa su presencia entre nosotros, y los esposos desean la presencia del otro, desean estar juntos.

             2) Necesidad de AFECTO: Una madre ama tanto a su hijo que desea incorporárselo nuevamente. Pero esto no le es posible, A ella no, pero sí a Nuestro Señor, que se nos da en la Eucaristía para que podamos incorporarnos nosotros a Él: “si no comiereis, no tendréis vida en vosotros”. En el matrimonio, dos seres se hacen uno. Cristo, también, en la Eucaristía. ¡Qué profunda comunidad de dos seres que se aman: Jesucristo y el alma cristiana!

             3) Necesidad de SACRIFICIO MUTUO: Desde el Viernes Santo, todos los cristianos obtuvieron la gracia de poder ofrecer a Nuestro Señor cada vez que Él renueva su Sacrificio en la Santa Misa. Debe, por lo tanto, ofrecerlo y debemos ofrecernos, ofrecer el sacrificio de nosotros mismos. También en el matrimonio, el esposo y la esposa deben estar dispuestos a sacrificarse el uno por el otro.


LA ORACIÓN DE LOS ESPOSOS

          Uno se consagra a los deberes de su estado o despliega cierta actividad apostólica, el otro, en el silencio del alma y más atraído a la ORACIÓN que su compañero, por obtener para ambos y para la familia gracias oportunas. Orar en tales circunstancias será, no sólo pedir, sino también  y en mayor escala  elevarse a Dios, adorar, acompañar a Nuestro Señor.

          Ante todo, dése mayor importancia a la ORACIÓN EN COMÚN, aquella en que las dos almas que están unidas por los vínculos sagrados del matrimonio, funden sus pensamientos, aspiraciones y deseos en una sola unidad; olvidan lo peculiar de cada uno y se presentan ante Dios pensando el uno en el otro, y se ofrendan en la unidad constante de un amor recíproco que cada día va en aumento.
Después, cuando haya nuevos seres en el hogar, vendrá la ORACIÓN EN COMÚN CON LOS HIJOS, cada uno de éstos se unirá a la oración del padre y de la madre, de modo que todos encomienden a Dios la santificación del hogar.

          Si se diera el caso de que viajes, necesidades del deber o circunstancias de guerra, obligaran a una separación transitoria y quizás periódica, está para estos casos la oración común A DISTANCIA, hecha por cada uno de los corazones probados por medio de las frases de despedida  en la separación  y en el decurso de tiempo que dura la misma; oración ésta en que cada uno procura vivir ante Dios en compañía de los suyos algunos momentos del día, implorando el valor necesario para continuar el camino de todos hacia el cielo, aunque sea momentáneamente por diversas rutas.

          Y todo eso sin perjuicio de la oración INDIVIDUAL, en la que, en tanto uno se consagra a los deberes de su estado o despliega cierta actividad apostólica, el otro, en el silencio del alma y más atraído a la ORACIÓN que su compañero, por obtener para ambos y para la familia gracias oportunas. Orar en tales circunstancias será, no sólo pedir, sino también  y en mayor escala  elevarse a Dios, adorar, acompañar a Nuestro Señor. No habrá, posiblemente, muchas fórmulas ni reflexiones explícitas, sino el don del corazón y el ansia de unirse a Dios desde lo más profundo del alma. Tratándose de la asistencia a un OFICIO LITÚRGICO, habrá la comunidad de corazón con toda la Iglesia, una posesión más ardorosa y emotiva de la Comunión de los Santos. El alma, en el centro del mundo, uniéndose al Sanctus de las numerosas Misas que se celebran y participando en la excelsa oración de Jesucristo por el mundo.

          Falta aún una tercera forma de oración: la oración simultánea de la UNIÓN PARALELA DE DOS VIDAS, no con palabras o con gestos especiales, sino por la consagración a Dios del trabajo diario, cada uno desde su despacho, taller o fábrica. “Es necesario orar siempre”, decía Nuestro Señor, esto es, hallarse de continuo, no precisamente en acto de oración, sino en estado de orar, o sea de obrar de modo que toda la vida sea una ascensión merced a la ofrenda que en momentos señalados  cada mañana, por ejemplo  se eleva a Dios. El ESTADO DE ORACIÓN es el estado de elevación, la entrega explícita o implícita hecha al Señor de mínimas partes de la actividad de cada instante.

          Próximo a la muerte, San Francisco de Sales, absorbido por las obligaciones de su ministerio y las responsabilidades de una extensa diócesis, creyó conveniente reducir un poco las horas dedicadas a los ejercicios de piedad supererogatorios. “Hago una cosa que equivale a orar”. La oración mental y la oración vocal son siempre posibles (conviene asegurar claro está, el mínimum previsto) pero corresponde a la oración vital el conservar la unión con Dios.


LA ORACIÓN EN COMÚN

          El marido comprende que corresponde a ella vigilar y mantener la llama sagrada; accede gustoso a ello, ¡y quiera el Cielo que no sienta en su interior la pena de ver que su mujer no guía el hogar hacia Dios!
Provenga la iniciativa del uno o de la otra, un hogar cristiano debe aspirar a eso: a enlazar entre sí los actos esenciales de la religión.


          Si también a los extraños y a los que no están unidos entre sí, dijo Nuestro Señor: “Cuando muchos se reúnen para orar en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”, ¡con cuánta mayor razón valen sus palabras tratándose de dos corazones destinados a no ser más que un solo corazón y una sola alma! Ninguna sociedad implorante es tan capaz de atraer más las gracias de Dios como la sociedad de los esposos. Ligados ya por tantos lazos, ¡cuál no será la común misión cristalizada por su oración conjunta!

          Debiendo escribir un prólogo para el Diario del viaje de la misión sahariana Foureau Lamy, el general Reibell hace esta confidencia: “Hay dos hábitos a los que me mantuve fiel durante nuestro viaje: el de consignar cada día por escrito los hechos del día y las reflexiones por ellos sugeridas y el de leer un capítulo del Nuevo Testamento y uno de la Imitación, según un orden que previamente determiné con mi mujer, quien por su parte ha ido haciendo lo mismo, a fin de establecer contacto entre nuestros pensamientos íntimos a través de los espacios que nos separaban. Y si a ocasiones me vi forzado a faltar a esa obligación durante un día, o dos, a lo sumo, procuré recuperarme en los días subsiguientes, poniéndome al corriente respecto a mis notas y a mis lecturas. Cómo se agotó la materia de éstas, las recomencé según el mismo orden hasta concluir los 730 días que duró nuestro recorrido africano”.

          En el ejemplo precedente, quien encara la iniciativa es el marido. De ordinario, la presidencia de lo “espiritual” está a cargo de la mujer. Ella es “más alma que el hombre”, más movida a los ejercicio
sposa espera un hijo o acaba de dar a luz. Si por ésa o por otras razones de índole doméstica conviene que el marido y la esposa asistan a misa separados, a fin de que haya siempre en casa alguien que atienda al personal o cuide de los hijos, es de desear que la vida se VIVA CONJUNTAMENTE en el mayor número posible de actos religiosos: oración en común al pie del lecho; intercambio de pensamientos íntimos tras la lectura de un capítulo sugeridor y que eleve a Dios; bendición de la mesa y acción de gracias después de la comida ...

          Por supuesto que si a uno de los consortes le gustan tales ejercicios devotos de mayor vuelo, nada le impedirá que, una vez cumplidos los ejercicios en común se entregue por su cuenta a los que le sugiere la gracia o ejercen en él mayor atractivo, siempre que queden salvaguardados los deberes de estado.
Así se conserva la independencia de las almas y se asegura, a la vez, la íntima colaboración en un culto común de dos almas unidas.


ORAR EL UNO POR EL OTRO

          Siempre que alguno de los hijos está enfermo o se haya expuesto a algún peligro, un padre y una madre oran gustosos por él; pero no es cosa frecuente que ambos esposos recen el uno por el otro. A pesar de que, haciéndolo, obtendrían más fácilmente del cielo las gracias necesarias para colmar sus comunes anhelos, para llenar su común misión.

            ¡Y cuánto sería de desear que, por la noche, mientras se recitan las plegarias en común, se detuvieran haciendo una suspensión de las palabras orales, como cuando se dice: EXAMINEMOS NUESTRA CONCIENCIA y durante el intervalo orasen en voz baja EL UNO POR EL OTRO, encomendando a Dios las intenciones todas, las conocidas, las adivinadas y presentidas, e incluso las ignoradas, aquéllas que bien sabe el Señor de las conciencias!

          También sería sumamente laudable y muy de desear, que algunas veces comulgaran OFRECIENDO ESE ACTO EL UNO POR EL OTRO, pidiendo a Dios que conceda al amado compañero o a la querida consorte, no sólo las gracias temporales, sino principalmente toda suerte de bienes y bendiciones espirituales.

          En diversas partes se han instituido los Retiros para casados. Cada uno de ellos oye la misma palabra, medita sobre iguales temas y es invitado a tomar idénticas resoluciones. No se trata ya de dos celibatarios juntos, sino de la pareja reunida y evangelizada conjuntamente. Gústase ahí el “placer”, a veces algo “maligno” pero muy comprensible, de comprobar que aquello que desde mucho atrás quisiera censurar uno a su cónyuge, lo acaba de oír reprochar en términos enérgicos por una tercera persona calificada, con todas las posibilidades de que esta vez no sea inútilmente, dada la mejor disposición de ánimo. Ambos quedan en evidencia respecto a su consorte, y por eso no habrá lugar a excusas si no se sigue luego una real enmienda.

              OTRA VENTAJA reside en la mayor facilidad con que la pareja podrá elevarse hacia Dios de acuerdo a un movimiento sincrónico. En muchos hogares sucede, en efecto, que el retiro es para la mujer un ejercicio familiar que halla su temporada propicia en el transcurso de cada año, al paso que el marido, si le damos crédito, jamás dispone de tiempo para recogerse. Existe una especie de desencaje; no llevan ambos un paso igual; la piedad de uno de ellos aparece demasiado rígida o absorbente a los ojos del otro.

          No hay inconveniente en que la mujer, de natural más piadosa, practique algunas devociones particularmente y como suplemento de las de conjunto. Si es cristiana inteligente, su piedad contribuirá, así, al bienestar de la familia. Pero no debe olvidarse que su esfuerzo deberá consistir menos en aventajar al esposo en cuanto a ejercicios piadosos -cosa, repito, muy lógica  que en procurar que el marido eleve su religión a la altura de la suya, en el supuesto de que está debidamente adaptada, que es ardorosa y viva. Debe triunfarse de ciertos apocamientos. El hombre, sobre todo al principio del matrimonio, lo acepta todo de su mujer. Espera que le lleve ventaja y, especialmente, que le arrastre. Emplee ella su poder con tino, con habilidad, con delicadeza, en nombre de su amor, No para anotarse éxitos lisonjeros, sino para el bien del hogar. El esposo no podrá menos que agradecérselo. Se mostrará benévolo, se aprovechará, se dejará llevar.

viernes, 10 de enero de 2014

CRUCIFICADOS SIN CRUZ: TERESA NEUMANN ( 4ª PARTE )

      
      Los padres de Teresa estaban aterrados frente a la visión de las misteriosas llagas que habían herido las manos, los pies y el pecho de su hija; tratan en vano de curar los santos estigmas, sin entender el origen divino de los mismos, por eso llaman al Dr. Seidl, que inmediatamente aplicó una pomada y vendó las llagas. 

Teresa Neumann al poco tiempo de ser estigmatizada

      Como ocurre en todos los fenómenos de verdaderos estigmas, los remedios humanos sólo van a conseguir que el estigmatizado en cuestión sufra terribles dolores. A las diez horas de haber aplicado la pomada del médico, Teresa sufre un dolor tan agudo que pierde el conocimiento. El Párroco, que conoce bien a Teresa, propone suspender el tratamiento médico y es entonces que la humilde campesina deja de sufrir. Pese a todo, pasados unos días, el médico se coaliga con el Párroco para aplicar un nuevo remedio médico a las llagas, esta vez, con la prohibición por parte de ambos de levantar las vendas; el resultado es el mismo, Teresa sufre continuos dolores.

      El 17 de Abril de 1926, pocos días después de haber recibido el don de los sagrados estigmas, Teresa Neumann ruega a su Santa Teresita que le inspire, bien a ella o al doctor, el medio de mitigar aquellas dolencias. "Entonces sentí la impresión -escribe ella misma- de que los envoltorios se desprendían de las llagas. Al punto pedí a mi hermana que encendiese la luz. Después fui levantando con cuidado los apósitos, que cedían sin resistencia ni dolor ninguno. Hice venir a mis padres para que vieran mis llagas, que estaban ya secas, aunque no cauterizadas. La carne estaba enrojecida, recubierta solamente de una epidermis muy tenue y transparente."


      A partir de aquella fecha, las llagas quedaron de esa manera, recubiertas con una película de piel sonrosada, pero abriéndose de nuevo con regularidad matemática todos los viernes, de cada semana, manando sangre en mayor o menor cantidad. El fenómeno seguirá reproduciéndose sin otra interrupción que la del tiempo comprendido desde la Pascua hasta el día de la Fiesta del Corpus Christi. Durante todo ese período de cada año, Teresa no sentirá dolor, ni las llagas se abrirán, ni manarán sangre. Así se irán adaptándose, transformándose todos los años, con arreglo a la marcha de la liturgia, coincidiendo con el sufrimiento y alivio con las épocas de pena y alegría de la Santa Iglesia.

Continuará...

martes, 7 de enero de 2014

EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN, según Santa Teresa de Jesús ( II )




Instrucción que Santa Teresa de Jesús
 da a un alma acerca de la oración

DIÁLOGO ENTRE SANTA TERESA ( T ) Y UN ALMA ( A )


Alma: ¿Es, pues, muy necesario perseverar en la oración? 

Santa Teresa: Tanto como el salvarse. Yo te lo aseguro, hija mía, y Dios sabe que no miento; aunque seas gran pecadora, y estés llena de vicios y defectos, te corregirás de ellos y te salvarás si no dejas la oración. Una de dos: o dejarás la oración o el pecado. lo sé por experiencia, pues mi alma era mejor así que se daba a la oración, y se volvía ruin tan luego como aflojaba en ella. El cuarto de hora de oración es de todas las devociones la más útil y necesaria: no excluye las demás, pero debe ser preferida a todas ellas, porque encierra en sí misma el medio de salvación más eficaz, más fácil, más indispensable y más universal. Pruébalo, y lo verás por consoladora experiencia, y comprenderás entonces con cuánta verdad afirmaba: "Dadme cada día un cuarto de hora de oración mental o meditación, y yo os daré el Cielo." Es cosa que te va la vida el tener oración; por eso en nada hallarás tanta repugnancia y dificultad: el mundo, demonio y tu propia sensualidad te moverán cruda guerra así que vean que te das a la oración. Todas las prácticas de piedad te dejarán sin inquietarte en su ejercicio, menos la oración. Es lo que más teme el demonio; porque alma que persevera en la oración esta salvada, lo que no puede decirse de los otros ejercicios de piedad. 

A: ¿Por qué, Madre mía? 

T: Porque cabe ser muy devoto, y muy malo: confesar, comulgar y rezar muchas oraciones, y vivir en pecado mortal; mas no hacer la oración mental diaria, y perseverar en el pecado, porque dejarás la oración o el pecado; pecado y oración no se compadecen. Por eso, hija mía, te repito que en ninguna cosa hallarás tantos estorbos como en el ejercicio de la oración. Pero yo te indicaré los medios de superarlos y de burlar los ataques de los enemigos de tu salvación, por lo que sé por experiencia. 

A: Decídmelos, Madre mía, porque yo quiero todos los días no faltar al cuarto de hora de oración que prescribe mi Reglamento, cueste lo que cueste, pues estoy resuelta a salvar mi alma. 

T: Has de hacer, pues, cuenta, hija mía, al comenzar oración, que comienzas a hacer un huerto en tierra muy infructuosa y que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor, y que su Majestad ha de arrancar las malas hierbas y plantar las buenas; y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí muy gran olor, para dar recreación a este gran Señor; y así se venga a deleitar a este huerto y a holgarse entre estas virtudes. 
   Hagamos cuenta que está ya hecho esto, cuando tu alma se ha determinado a tener oración, y la ha comenzado a usar. Mas advierte que si quieres perseverar y llegar a beber del agua de la vida eterna (y esto digo que importa mucho y es el todo), has de tener una grande y resuelta determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción en los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo. Porque son tantas las cosas que el demonio pone delante a los principios para que no comience el alma a tener el cuarto de hora de oración, que es menester grande ánimo. Hace él esto, como quien sabe el daño que de aquí le viene, no sólo en perder aquella alma, sino 
muchas que por su medio se ganan. 

A: Pues, Madre mía, aunque flaca y débil criatura, con la ayuda de Dios y la protección de mi Inmaculada Madre María, de San José y vuestra, resuelta estoy a no volver atrás.


Jesús    María   José

domingo, 5 de enero de 2014

EL SANTÍSIMO Y DULCE NOMBRE DE JESÚS


      El nombre de Jesús --dice Baur-- es un nombre inventado en el Cielo y traído de allí por el Ángel Gabriel, para comunicárselo a la Virgen en el instante de la Anunciación: Darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Ahora bien, los nombres impuestos por el Cielo siempre significan un don gratuito otorgado por Dios. Siendo en Cristo este don de la gracia. La salvación de los hombres, con toda propiedad se le impuso el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador." (Santo Tomás de Aquino). 

Imagen del Dulce Nombre de Jesús, propiedad de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús, 
Vera Cruz y Virgen del Valle, de Motril, Granada (ESPAÑA)


      Y, ciertamente, "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el cual podamos salvarnos" (Epist.). La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia que recibimos de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. El Beato Jordán de Sajonia, el Beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el Beato Juan de Vicenza, fueron apasionados devotos de este Santo Nombre. 

      Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, "la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones." Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en los EE. UU. pasa de tres millones y medio el numero de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos.

(Tomado del Misal de la Orden de Predicadores, editado en Valencia en 1958.)




BREVE CRONOLOGÍA
DE LA HISTORIA DE LA DEVOCIÓN
AL DULCE NOMBRE DE JESÚS

          Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".

          Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".

          Con el nombre “Sociedad del Santo Nombre de Dios” es fundada en 1430, por Fray Diego de Vitoria en el Convento de San Pablo de la ciudad de Burgos la primera Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de España mediante la Bula "Salvatoris et Nómini Nostri Iesu Christi".




INDULGENCIA PLENARIA
AL MENTAR
 EL DULCE 
NOMBRE DE JESÚS

   Es Tradición Católica que en la hora de la muerte, pronunciar con los labios o el corazón el Dulcísimo Nombre de Nuestro Salvador, nos puede alcanzar la muy necesaria Indulgencia Plenaria; para ello, debemos cumplir las siguientes disposiciones:

   Primero, las mismas condiciones requeridas para ganar cualquier indulgencia: es decir, la persona debe estar en estado de gracia cuando se gane la indulgencia y debe tener la intención de ganar la indulgencia.

   Segundo, debe resignarse completamente a la voluntad de Dios al estar muriendo.

   Tercero, debe pronunciar el Santo Nombre de Jesús con sus labios, si es posible, y si no fuere capaz de hablar, al menos debe invocar el Santo Nombre de Jesús en su corazón.

   Subráyese especialmente esta última condición de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús. La Congregación de Indulgencias la pidió el 22 de septiembre de 1892 para ganar la indulgencia plenaria in articulo mortis. Es algo que fácilmente se pasa por alto, y por ello, le damos especial atención.

miércoles, 1 de enero de 2014

CENTENARIO DEL ÚLTIMO PAPA SANTO




A todos nuestros amigos y lectores 
les deseamos un

SANTO Y FELIZ 
AÑO NUEVO

Les prometemos nuestras oraciones 
y nos encomendamos a las suyas