jueves, 11 de marzo de 2021

Devocionario Católico: LA COMUNIÓN ESPIRITUAL, Unión de Amor con Jesús Sacramentado


"Amo tanto el deseo de un alma de recibirme, 

que me apresuro a venir a ella cada vez 

que me llama con sus anhelos..." 


Revelación de Nuestro Señor 

a Santa Margarita María de Alacoque


               La Comunión Espiritual es la reserva de la Vida y Amor Eucarístico, siempre disponible para los amantes de Jesús Sacramentado, oculto en los Sagrarios. 

               Por medio de la Comunión Espiritual, se satisfacen los deseos voraces del alma que quiere estar unida a Jesús, su Esposo. La Comunión Espiritual es una Unión de Amor entre el alma y Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. 

               Esta Unión es espiritual, más sin embargo, es real, más real que la unión entre el alma y el cuerpo, "porque el alma vive, más donde ama que donde vive" enseña San Juan de la Cruz. 

               La Comunión Espiritual asume que tenemos Fe en la Presencia Real de Jesús en el Tabernáculo e implica a la vez que quisiéramos la Comunión Sacramental, y así, demanda gratitud por el regalo que nos hace Jesús en este Sacramento.

              


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               "Desea la Santa Madre Iglesia que los Cristianos, cuando realmente no pueden recibir con facilidad el manjar eucarístico -la Sagrada Comunión- lo reciban al menos espiritualmente, de manera que, con fe viva y despierta y con ánimo reverente, humilde y enteramente entregado a la divina voluntad, se unan a él con la más fervorosa e intensa caridad posible."

Papa Pío XII, Encíclica Mediator Dei, Noviembre de 1947


               "Hace falta que los pastores de almas enseñen que no hay sólo una manera para recibir los frutos admirables del sacramento de la Eucaristía, sino que hay dos: la Comunión Sacramental y la Comunión Espiritual."

Catecismo del Concilio Dogmático de Trento


               "...acercarse al Santísimo Sacramento en un estado de pecado mortal es una cosa, y ser indigno es otra muy distinta. Todos nosotros somos indignos, pero es Él quien nos invita. Él es quien lo desea. Vamos y humillémonos delante de Él y recibámoslo con un corazón contrito y lleno de amor." 

               "Durante el transcurso del día, cuando no te es permitido hacer otra cosa, llama a Jesús, aún en medio de todas tus ocupaciones, con un suspiro resignado del alma, y El vendrá y permanecerá siempre unido con tu alma por medio de Su Gracia y Su Santo Amor. Haz un vuelo espiritual hasta frente el Tabernáculo cuando no puedas estar ahí con tu cuerpo, y ahí derrama los deseos ardientes de tu espíritu y abraza al Amado de las almas mejor que si se te hubiera permitido recibirlo sacramentalmente..."

Padre Pío de Pietrelcina


               "...son dos las clases de personas que han de comulgar con frecuencia: las perfectas, porque, estando bien dispuestas, faltarían si no se acercasen al manantial y a la fuente de perfección, y las imperfectas, precisamente para que puedan aspirar a ella; las fuertes, para no enflaquecer, y las débiles, para robustecerse; las enfermas, para sanar, y las que gozan de salud, para no caer enfermas."  

               "...cuando no puedas tener el gozo de comulgar realmente en la Santa Misa, comulga, a lo menos, de corazón y en espíritu, uniéndote, con fervoroso deseo, a esta carne vivificadora del Salvador."

San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia


               "Para ser dulces, miremos al Dios de la Eucaristía; alimentémonos de aquel divino maná que contiene toda delicia; en la Comunión hagamos provisión de mansedumbre para todo el día: ¡tenemos tanta necesidad de ella!"

Beato Pedro Julián Eymard


               "La Fe en la Eucaristía, su perenne presencia, la mística renovación del Sacrificio del Gólgota, la Comunión física y espiritual con el único Redentor, Cristo, no sólo recuerda e impulsa a los hombres a la unión fraterna, sino que la realiza en aquel Cuerpo Místico del que forman parte muchísimos miembros actuales y al que todos están llamados a unirse.

               ¡Oh cuán distintas serían, en verdad, las familias, las ciudades, las naciones y el mundo entero si las almas todas, acercándose con frecuencia a este divino Horno de Amor, recibieran en sí una centella de aquel fuego hasta formar en ellas un benéfico incendio que destruyese todas las impurezas, limpiase todas las escorias, suavizase todas las diferencias, redujese a ceniza todos los egoísmos y calentase la frialdad de los corazones, devolviéndoles el palpitar sincero del amor fraternal y generoso!"

Papa Pío XII



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