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domingo, 14 de septiembre de 2025

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ y la Devoción de "Los Mil Jesús"

 


"Nos autem gloriari opórtet 
in Cruce Dómini nostri Iesu Christi"

"Debemos gloriarnos 
en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo"

Carta de San Pablo a los Gálatas, cap. 6, vers. 14


                   La libertad otorgada a la Santa Iglesia por el Emperador Constantino tras la Victoria del Puente Milvio, fue una verdadera exaltación de la Santa Cruz, lo mismo que el hallazgo del Sagrado Madero por Santa Elena en el año 326. Sin embargo, la Iglesia recuerda también otro hecho.

                   Siglos más tarde, el Rey de Persia, Cosroe, declara la guerra al Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino con sede en Constantinopla) en el año 604. El Senado de la ciudad nombra Emperador a Heraclio, que de entrada busca la paz con los enemigos. Así, el general Ramiozán, de las huestes del rey persa, se apodera de la Ciudad Santa, Jerusalén, comete el sacrilegio de destruir el Santo Sepulcro y roba impunemente el trozo de la Verdadera Cruz de Nuestro Señor que Santa Elena había guardado en un relicario de plata.

                   De los testimonios de aquél sacrílego acto de tomar Jerusalén, se dice que "De los prisioneros cristianos que quedaron en poder de los vencedores, unos fueron entregados al furor de los judíos, que los sacrificaron cruelmente, y otros fueron conducidos a Persia en unión del botín y de la Santa Reliquia. Entre los prisioneros se halaba el Patriarca de Jerusalén, Zacarías."

                  La noticia conmociona a la Cristiandad, que rápidamente crea un ejército -a modo de Cruzada- para liberar a los hermanos cautivos, al Patriarca de Jerusalén y sobre todo, la Sagrada Reliquia de la Cruz de Nuestro Señor. El valiente y creyente ejército se adentró en Persia, tomando las ciudades de Gauzak (donde los persas tenían un templo dedicado al sol), Derkeveh, Urma, Saro...

                  El mismo Emperador Heraclio cruza las filas de sus tropas crucifijo en mano, prometiendo a los soldados la victoria sobre los enemigos de Dios y de la Iglesia Católica; promesa que Dios tuvo a bien cumplir, ya que la derrota persa fue completa. Incluso los aliados del rey persa asesinaron a éste, que se negaba a negociar la paz, y pusieron a su hijo en su lugar, el cual capituló y devolvió las ciudades tomadas antes de la guerra, así como liberó a los cristianos cautivos y devolvió la Sagrada Reliquia de la Cruz.




                   Cuando el Emperador Heraclio regresó a Constantinopla con la Santa Cruz, la ciudad la recibió con un júbilo sin parangón. De esa alegría sin par que llenó el alma de miles y miles de Cristianos que adoraron la Preciosa Reliquia; quedó establecida la Celebración de la Exaltación de la Santa Cruz.

                  A pesar de lo mucho que había costado recuperarla, Heraclio quiso devolverla a Jerusalén y lo quiso hacer él mismo. Así, otra vez en la Ciudad Santa, decidió cargarla personalmente hasta el Monte Calvario y claro está, para ceremonia tan importante, quiso lucir sus mejores galas. Sin embargo, cuando se disponía a ascender camino del monte donde Nuestro Señor fue crucificado, sus pies quedaron inmóviles, siéndole imposible dar un paso. 

                  Entonces, el Obispo Modesto, Patriarca de Jerusalén, recordó al Emperador Heraclio que Cristo había subido al Calvario pobre, con apenas unos harapos y escarnecido por sus enemigos. El Emperador entendió y sin vacilar, se desprendió de sus galas y su corona, cargó de nuevo con la Santa Cruz y esta vez sí pudo ascender hasta llegar al lugar bendito de la Redención, donde el Patriarca impartió la bendición con la Sagrada Reliquia de la Cruz.


DEVOCIÓN DE "LOS MIL JESÚS"

               "El Nombre de Jesús es la más corta, la más fácil, la más poderosa de todas las plegarias. Nuestro Señor nos dice que podemos pedir al Padre en Su Nombre, por ejemplo, en el Nombre de Jesús, y recibiremos. Todas las veces que decimos ''Jesús", estamos diciendo una fervorosa oración por todo, todo lo que necesitamos"Padre Paul O´Sullivan



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