jueves, 4 de septiembre de 2025

DINA BÉLANGER de la Música a la Mística


                    "…Mis Sacerdotes… ¡oh, cuánto los amo!… Los llamo a ser otros Cristos. A ser réplicas de Mí […] Ofrezcan a Mi Padre, por Mis Sacerdotes, el espíritu de oración de Mi Corazón, Mi espíritu de oración, la perfecta unión de Mi Corazón con Él. Esto es lo que les falta a la mayoría de Mis Sacerdotes: el espíritu de oración, de intensa vida interior. […] Demasiadas almas religiosas y sacerdotales no comprenden que los sacrificios que les pido son llamas de amor que emanan de Mi Divino Corazón para atraer y santificar su corazón humano".

                    "Ninguna invocación responde mejor al inmenso deseo de Mi Corazón Eucarístico de reinar en las almas que: Corazón Eucarístico de Jesús, venga Tu Reino por el Inmaculado Corazón de María; y a Mi no menos infinito deseo de comunicar Mis gracias a las almas que: Corazón Eucarístico de Jesús, ardiendo de amor por nosotros, inflama nuestros corazones de amor por Ti".


De las Revelaciones de Nuestro Señor a Sor María de Santa Cecilia de Roma 
de la Congregación de Jesús-María (en el siglo Dina Bélanger)



                    Dina Bélanger nació el 30 de Abril de 1897, en la ciudad de Quebec, Canadá. Sus padres se llamaban Octavio Bélanger y Serafina Matte. Fue bautizada el mismo día de su nacimiento en la iglesia de San Roque, con los nombres de María, Margarita, Dina, Adelaida. Hizo su Primera Comunión y recibió el Sacramento de la Confirmación el 2 de Mayo de 1907.

                    De su autobiografía extraemos: "Desde el comienzo de mi vida, la Virgen me ha protegido de un modo especial. Mis ojos vieron la luz del día cuando comenzaba el mes dedicado a Ella. Ese mismo día recibí el Bautismo. Dios tomó posesión de mi alma para que fuese toda de Él. ¡Qué dicha tan grande ser hija de Dios y de María, mi dulce Madre!".

                    Asistió al Colegio Jacques Cartier, recibiendo desde pequeña clases de piano; a los once años obtuvo su primer diploma. A los trece años fue admitida en el colegio en la Asociación de las Hijas de María.

Amor por Jesús Eucarística....

                    En la autobiografía de Dina Bélanger leemos: "Jesús fue mi Maestro de oración enseñándome a comunicarme con Él. Un día, ante el Sagrario, leí estas palabras en un libro de oración: “Señor, Dios mío”. Ya no leí más. Sumergida en el silencio, en la paz y en la soledad, sentía estar con Él saboreando estas palabras. Olvidé el tiempo... Otra vez, ante el Santísimo expuesto, fijos los ojos en la Sagrada Forma, le pedía verle con los ojos del cuerpo: ¡Deseo tanto veros!. El Señor respondió a mis ingenuidades con un aumento de fe en Su Presencia Eucarística".

                    A lo largo de toda su vida Dina Belanger practicó y fomentó la devoción de La Hora Santa; un Jueves, antes de que iniciara este momento de oración íntima, Jesús Nuestro Señor le mostró una multitud de almas al borde del Infierno; concluída La Hora Santa, Jesús le mostró las mismas almas en las manos de Dios: le reveló entonces que mediante las Horas Santas de oración, multitud de almas van al Cielo, quienes de otro modo habrían ido al Infierno, ya que una persona puede contribuir a lo que falta en la vida de otros, al obtener gracias preciosas y eficaces para su salvación.

Entrega a la Virgen Purísima

                    De nuevo leemos en la autobiografía de Dina: "Me entregué totalmente a la Virgen por la práctica de la devoción perfecta, según el espíritu del Beato Luis de Montfort. Este abandono total de mí misma y de mis cosas a la Reina del Cielo me atrajo muchas consolaciones. Sólo en el Cielo comprenderé las ventajas de abandonarme a su sabia guía. Quisiera consagrarle toda la humanidad. Hay que dejarla vivir en nosotras para que Cristo se sustituya en nuestra pequeñez. Ella es el camino más seguro, más corto, más idóneo para elevarnos hasta el Infinito, para unirnos al Amor increado hasta perdernos en Él, abismarnos en la fuente de la felicidad eterna".

                    En 1911, comenzó a asistir al internado de Bellevue. En ese mismo año hizo voto privado de castidad y le pidió al Señor la gracia del martirio, el día primero de Octubre. Concluidos los estudios en 1913 regresó a la casa de sus padres; se involucró entonces en la Parroquia, ayudando con los ornamentos litúrgicos y participando del Apostolado de la Oración. En 1914 Dina habla a sus padres del deseo que tiene de ser religiosa, pero éstos no le concedieron el permiso, alegando que con 17 años aún era demasiado joven.

                    Pese a la oposición paterna, Dina se consagró al Señor de alguna manera, como dejó escrito en su autobiografía:"El primer Viernes de Octubre estando con las demás alumnas en la capilla para la visita al Santísimo, me sentí impulsada a consagrar al Señor mi virginidad. Y así lo hice añadiendo: si esta Consagración es de Tu agrado. Y debió agradarle porque me sentí más Suya, con una pertenencia más profunda, y mi sed de entrega total a Su Amor en la vida religiosa, más colmada. Ardía en deseos de ser Mártir y decía: Jesús, Tú has muerto por mí. Pues bien, mi amor no quedará satisfecho si no muero Mártir por Ti"

Por fin Esposa de Cristo

                    Dina también profesó sincero amor al Padre putativo de Cristo, en el que confiaba las necesidades materiales: "En mi vida interior me ha ayudado siempre el bendito San José. Lo quiero mucho, y sobre todo en su fiesta, le obsequiaba con pequeños sacrificios". En la contemplación de la vida de entrega y sacrificio de San José, Dina encontraría el ánimo para continuar luchando por la vocación religiosa.

                    Desde 1916 hasta 1918 residió en Nueva York, donde completaría sus estudios de piano y música en la Residencia Nuestra Señora de la Paz, que estaba dirigida por la orden de las Religiosas de Jesús-María. De regreso a su ciudad natal se inscribió en la Tercera Orden de Santo Domingo, y una vez obtenido el permiso de sus padres, ingresó en la Congregación de Jesús-María situada en Québec. Según la costumbre, cambió su nombre de pila por uno religioso: Sor María de Santa Cecilia de Roma. Emitió sus votos temporales el día 15 de Agosto de 1923, Solemnidad de la Asunción de María; los votos perpetuos los emitiría el 15 de Agosto de 1928, un año antes de su muerte.

                    Esos días de entrega gozosa al Divino Esposo los dejaría reflejados en pocas y sentidas palabras: "Al fin ya llevaba el hábito religioso; lo besaba con piedad y amor pero no en vano se dice que ‘el hábito no hace al monje’ y tenía que trabajar por hacerme menos indigna de él... Ya era por fin Religiosa de Jesús-María. Recibí la Cruz y el Rosario. Ya pertenecía a la Congregación que tanto amaba. La Mano Divina allí me había conducido. Qué deuda de gratitud hacia mi Congregación Religiosa. Modela Señor mi alma según su espíritu de caridad y de humildad, de obediencia y de alabanza, que no es otro que el espíritu de Tu Amor. Obra en mí junto con María, para que alabe por siempre vuestros benditos nombres".

Gracias del Señor en su alma

                    El amor que Dina sentía por Jesús en la Sagrada Eucaristía sería premiado con iluminaciones y revelaciones celestiales, que ella guardaría para sí misma entonces, pero que por obediencia recogió fielmente en la autobiografía: "Un día recibí esta luz que me consoló mucho: el Cielo es la posesión de Dios; Dios vive en mí, yo lo poseo, luego gozo del Cielo en la tierra. Desde este dichoso momento, me escondía por más tiempo en el Corazón de Cristo y en Él encontraba las delicias de la Bienaventuranza, con el privilegio añadido de ser capaz de sufrir por Él. Si los Ángeles pudiesen tener algún deseo, creo que, además de la Eucaristía, envidiarían este don del sufrimiento por amor".

                    Entre las diferentes revelaciones privadas que recibió Dina Bélanger, destacamos la hermosa visión que tuvo en acerca de la unión entre los Sagrados Corazones de Jesús y de María y Su Presencia en el Santísimo Sacramento: "...Nuestro Señor, Hombre-Dios, me ha hecho ver Su Corazón en la Sagrada Hostia. Yo no miraba Su Santo Rostro; me cautivaban Su Corazón y la Hostia. Los dos estaban perfectamente unidos, de tal manera el uno en la otra, que no puedo explicar cómo me fue posible distinguirlos. De la Hostia se difundían innumerables rayos de luz; de Su Corazón salía una inmensidad de llamas que corrían como torrentes impetuosos. La Santísima Virgen estaba allí, tan cerca del Señor que parecía estar como absorbida por Él. Todos los rayos luminosos de la Hostia y todas las llamas del Corazón de Jesús pasaban a través del Corazón Inmaculado de María".



                    A través de la pluma de Dina, Jesús Nuestro Señor se muestra a una humanidad que ha olvidado Su Amor: "Mi Corazón tiene tantas gracias para conceder y la mayoría de las almas ni siquiera piensa en aceptarlas"... "Mi Corazón Eucarístico se complace mucho en hacer confidencias a las almas pero encuentro pocas almas puras que lo comprendan"... "Mi Corazón desea unir constantemente a Sí todos los corazones por medio de la Eucaristía, como Él mismo está unido a Mi Padre por el Amor, en la unidad y caridad perfecta".

                    "Mi Corazón rebosa de gracias para las almas. Tráelas a Mi Corazón Eucarístico"... "Las almas solo son infelices en la medida en que se alejan de Dios. El gran deseo de Mi Padre, y el Mío, sería ver felices a todas las almas, incluso en la tierra".

                    Desde la Profesión Religiosa Dina Bélanger sufriría graves enfermedades; convaleciente, desde la cama solía hacer traducciones y despachaba correspondencia. Tuvo una tuberculosis pulmonar que se agravó el 30 de Abril de 1929, a tal punto que tuvo que ser trasladada a la enfermería. Murió el 4 de Septiembre de 1929, a las 4 de la tarde.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.