"Esta tarde, abracé en mi pensamiento a las Pequeñísimas de todos los siglos y las consagré por adelantado al Corazón de Jesús. Dado que la primera de estas almas se consagró hoy, primer Viernes de Septiembre, en la Novena de la Natividad de María, el 8 de Septiembre los abrazaré a todas, consagrándolas a la Niña María. Y las Pequeñísimas amarán tanto a Nuestra Señora porque el Acto incesante que ofrecen a Jesús es también para María Santísima. Jesús, María, os amo, salvad almas". (Sor Consolata Betrone, 4 de Septiembre de 1936)
La "Obra de las Pequeñísimas" tiene por fin mantener viva en el mundo y desarrollar el Caminito de la Infancia Espiritual que enseñó Santa Teresita del Niño Jesús y que aceptó continuar Sor Consolata Betrone: hacer todo con amor y por amor, repitiendo el Acto de Amor. Podemos asegurar que María Santísima fue la primera y más perfecta "Pequeñísima", ya que Su vida entera fue real y efectivamente un Acto incesante de Amor y de Caridad en la aceptación continua de la Divina Voluntad.
Querida Pequeñísima:
En la noche, cuando vayas a descansar, ruega a tu buen Ángel Custodio que mientras tú duermas, esté él amando a Jesús en tu lugar y que te despierte a la mañana siguiente inspirándote el Acto de Amor. Si tú eres fiel para rezar así cada noche, él será fiel cada mañana para despertarte con un ¡Jesús, María os amo, salvad almas!. Comienza así tu jornada, prosigue amando hasta tu encuentro con Jesús Eucaristía. Eso no quiere decir que tú debas dejar tu oración. No, continúa también con tus acostumbradas prácticas de Piedad, pero no agregues ninguna otra; deja que tu Acto de Amor absorba cada parte del tiempo libre y, si Jesús te lo inspira, también alguna de tus plegarias vocales.
En la Santa Comunión confía, abandona en Jesús a ti misma, tus preocupaciones, tus proyectos, deseos, tus penas y no pienses más; porque toda la vida de una Pequeñísima se basa sobre la promesa divina: “Tú piensa sólo en amarme, Yo pensaré en ti y en todas tus cosas hasta en los más mínimos detalles”. (Copia estas palabras en el reverso de una imagen del Sagrado Corazón, para tenerlas siempre presentes; eso te ayudará mucho para liberar tu espíritu de todas las preocupaciones y experimentarás cómo Jesús es fiel para mantener esta promesa).
Después de haber abandonado todo a Jesús en la Santa Comunión, renueva tu promesa del incesante Acto de Amor, del “sí” a todo lo que Él te pedirá a lo largo del día y el propósito de verlo, hablarle y servirle con amor en todas las criaturas con las cuales te encontrarás.
Pon de una vez para siempre la intención de que cada Acto tuyo de Amor suba al Cielo como súplica para que te obtenga la fidelidad de continuarlo ininterrumpidamente hasta la siguiente Comunión y sea como una reparación por cada una de tus infidelidades.
Dejarás la iglesia comenzando tu Acto de Amor que continuarás por el camino a casa y en la realización de cada uno de tus deberes. Fíjate que Jesús ha prometido que, cuando tú escribas, ores, medites o hables por necesidad o Caridad, el Acto de Amor continúa igualmente...
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