domingo, 8 de septiembre de 2024

ANIVERSARIO DE LA PROFESIÓN DE SANTA TERESITA DE LISIEUX



               "En la mañana del 8 de Septiembre, me sentí inundada por un río de paz. Y en medio de esa paz, "que supera todo sentimiento", emití los Santos Votos... Mi unión con Jesús no se consumó entre rayos y relámpagos -es decir, entre gracias extraordinarias-, sino al soplo de un ligero céfiro parecido al que oyó en la montaña nuestro Padre San Elías... ¡Cuántas gracias pedí aquel día...! Me sentía verdaderamente reina, así que me aproveché de mi título para liberar a los cautivos y alcanzar favores del Rey para Sus súbditos ingratos. En una palabra, quería liberar a todas las Almas del Purgatorio y convertir a los pecadores...

               Pedí mucho por mi madre, por mis hermanas queridas..., por toda la familia, pero sobre todo por mi papaíto, tan probado y tan santo. Me ofrecí a Jesús para que se hiciese en mí con toda perfección Su Voluntad, sin que las criaturas fuesen nunca obstáculo para ello...

               Pasó por fin ese hermoso día, como pasan los más tristes, pues hasta los días más radiantes tienen un mañana. Y deposité sin tristeza mi corona a los pies de la Santísima Virgen. Estaba segura de que el tiempo no me quitaría mi felicidad..."


Santa Teresita de Lisieux, "Historia de un alma"




LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 

               La Celebración de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María surgió en la Iglesia alrededor del siglo VII, siendo establecida por el Papa San Sergio I (687-701).

               Un escrito apócrifo del siglo II, conocido con el nombre de Proto-evangelio de Santiago, nos ha transmitido los nombres de los padres de Nuestra Señora, San Joaquín y Santa Ana, que la Iglesia añadió en el Calendario Litúrgico. 

               La Tradición sitúa el lugar del Nacimiento de la Virgen María en Galilea o, con mayor probabilidad, en la Ciudad Santa de Jerusalén, donde se han encontrado las ruinas de una basílica bizantina del siglo V, edificada sobre la llamada "Casa de Santa Ana", muy cerca de la piscina Probática. Tal vez por esa piadosa Tradición la Liturgia Católica pone en labios de Madre de Dios aquellas palabras "me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está Mi potestad" (Libro del Eclesiástico, cap. 24, vers. 15).




               El Nacimiento de la Madre de Dios que hoy recordamos, marcó el inicio de la Plenitud de los Tiempos, cuando las Promesas de Dios hechas a través de los Profetas del Antiguo Testamento comenzaron a cumplirse según estaba escrito. 

               Así, la Natividad de María Virgen es un suceso especialmente trascendental para los Cristianos, porque la Madre del Hijo de Dios, por esa unión de intereses salvíficos, se convierte en Medianera entre los hombres y Dios mismo, Sagrario viviente que le portó en el seno y lo dio a luz sin mácula en Su virginidad. María nació predestinada por el Altísimo a ser Madre, oficio divino que le fue confirmado por Su mismo Hijo en el momento del Calvario, cuando en la persona del discípulo adolescente, nos legó a María Virgen con aquél "Ahí tienes a Tu Madre" (Evangelio de San Juan, cap. 19, vers. 34)



MARÍA 
LA OBRA MÁS GRANDIOSA Y DIGNA


               "Es cierto que el alma de María es la más bella que ha creado Dios después de la del Verbo Encarnado; ésta fue la obra más grandiosa y de por sí la más digna que realizó el Omnipotente en la tierra. “Una obra que sólo es superada por el mismo Dios”, dice San Pedro Damiano. La Gracia de Dios no se dio a María con medida como a los demás Santos, sino “como el rocío que humedece la tierra” (Salmo 71, vers. 6). Fue el Alma de María como lana que absorbió dichosa la gran lluvia de la Gracia sin perder ni una gota. “La Virgen –dice San Basilio– absorbió toda la gracia del Espíritu Santo”. Es decir, como explica San Buenaventura, poseyendo en plenitud todo lo que los demás Santos poseen en parte. San Vicente Ferrer, hablando de la Santidad de María antes de su nacimiento, dice que esa santidad sobrepasó la de todos los Ángeles y Santos juntos.

               Es el común sentir, que la Santa Niña, al recibir la gracia santificante en el seno de Su madre Santa Ana, recibió al mismo tiempo, la gracia de la Ciencia Infusa, que es una luz divina correspondiente a toda la gracia de que fue enriquecida. Así que bien podemos creer que desde el primer instante en que Su Alma se unió a Su Cuerpo, Ella quedó iluminada con todas las luces de la Divina Sabiduría con que conoció la Verdad Eterna, la belleza de la virtud, y sobre todo, la Infinita Bondad de Su Dios y cuánto merecía ser amado de todos, pero especialmente por Ella por razón de los especialísimos privilegios con que el Señor la había dotado, distinguiéndola sobre todas las criaturas, preservándola de la mancha del pecado original, dándole gracias tan inmensas, y destinándola para Madre del Verbo y Reina del Universo..."


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia


HOY ES EL DÍA INDICADO
PARA RENOVAR NUESTRO VOTO DE 
ESCLAVITUD MARIANA


               En su Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María, San Luis Grignión de Montfort enseña que "Antes del Bautismo pertenecíamos al demonio como esclavos suyos. El Bautismo nos ha convertido en verdaderos esclavos de Jesucristo".

               Así es, y si no, basta recordar el reclamo del Apóstol San Pablo "¿Acaso no sabéis que no os pertenecéis?" (1 Cor. 6, 19). Y San Luis añade: "Somos totalmente suyos, como sus miembros y esclavos, comprados con el precio infinito de toda su Sangre".

               Teniendo en cuenta esto, el incansable misionero, San Luis Grignión, explica la diferencia entre el servidor asalariado y el esclavo: "Por la esclavitud, en cambio, uno depende de otro enteramente, por toda la vida y debe servir al amo sin pretender salario ni recompensa alguna, como si fuera uno de sus animales sobre los que tiene derecho de vida y muerte".

               Por naturaleza, todos los seres son esclavos de Dios. Los demonios y los condenados también lo son por constreñimiento, y los justos y santos, por libre voluntad.

               Este tipo de esclavitud, enseña el Santo enamorado de la Virgen, es "la más perfecta y la más gloriosa para Dios, que escruta el corazón, nos lo pide para sí y se llama Dios del corazón o de la voluntad amorosa", porque por esta esclavitud el alma "opta por Dios y por su servicio, sin que importe todo lo demás, aunque no estuviese obligado a ello por naturaleza".

               Al final de su obra, San Luis aconseja algunas "prácticas interiores que tienen gran eficacia santificadora para aquellos a quienes el Espíritu Santo llama a una elevada perfección". Éstas consisten en hacer todas las acciones "por María, con María, en María y para María, a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo". 


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jueves, 5 de septiembre de 2024

EL SACERDOCIO, DIGNIDAD POR ENCIMA DE LOS ÁNGELES

   

...si su sublime dignidad los eleva por encima
de los Ángeles, no por ello son hombres 
menos débiles y frágiles… 


Santa Teresita de Lisieux



              El Jueves es el día tradicionalmente dedicado a recordar a los Sagrados Ministros de Dios; día elegido por Nuestro Señor Jesucristo el Jueves Santo, cuando instituyó el Sacerdocio, y con él y por él, la Sagrada Eucaristía, renovación incruenta del Sacrificio del Calvario, que se renueva por todo el orbe cada día, sin cesar. 

              Práctica particularmente laudable es la de los Primeros Jueves de Mes, en el que se hacen especiales ejercicios de piedad para pedir por los Sacerdotes y Religiosos, así como por las vocaciones, para que el Señor envíe operarios a Su mies y extiendan Su Reino en el mundo entero.

              El Sacerdote ordenado tiene un carácter indeleble, que lo hace ontológicamente Hombre-Sacerdote: su ministerio implica una forma y estado de vida y no un ejercicio transitorio. No se puede ser, como hoy en día se pretende, una suerte de “Sacerdote a tiempo parcial”, un simple funcionario de lo sagrado sujeto a nómina y a horarios. El Sacerdote lo es las veinticuatro horas de cada día de su existencia, aunque no se encuentre ejerciendo su Sacerdocio. Y seguirá siendo Sacerdote por toda la eternidad, ya sea que se salve o que tenga la desgracia de condenarse.

              Sin los Sacerdotes estaríamos desamparados espiritualmente. No tendríamos la Misa ni los Sacramentos, es decir que no dispondríamos de los medios ordinarios para salvarnos. La Vida Católica no podría desarrollarse normalmente sin ellos. Allí donde han faltado o faltan por diversas circunstancias (por falta de clero, por persecución, por abandono) los Fieles sufren y languidecen espiritualmente, aunque ciertamente, Dios no abandona a Sus hijos. Por eso es tan importante rezar por las vocaciones y por la santificación y perseverancia del Clero: para que haya muchos Sacerdotes que santifiquen al Pueblo de Dios y lleven las almas al Cielo. La Santidad no es indispensable para que el Sacerdote Católico ejerza eficazmente su Ministerio: nuestra salvación no depende de la bondad o maldad de los Sacerdotes, que no son sino los instrumentos a través de los cuales Jesucristo actúa; ya darán cuenta a Dios de su vida personal. Pero qué duda cabe que un Sacerdote santo edifica, consuela y llama a la Santidad.

               El quinto Precepto General de la Santa Madre Iglesia manda “contribuir al sostenimiento de la Iglesia de Dios” (antiguamente se decía “pagar los diezmos y las primicias”, que viene a ser lo mismo). Quiere decir que los Fieles tienen el deber de mantener el Culto Católico y a sus Ministros, que es por quienes nos viene la gracia. Es natural, pues como dice San Pablo: “tiene el operario derecho a su salario” y los Sacerdotes son los operarios de la Viña del Señor. También dice el Apóstol de las Gentes que “quien sirve el Altar que viva del Altar”, por lo cual los Sacerdotes, que son los Ministros del Altar tienen el derecho a vivir de él, del cual, por cierto, nos beneficiamos todos.

               Ahora bien, contribuir al sostenimiento de la Iglesia se hace de dos maneras: material y espiritualmente. Se contribuye materialmente aportando dinero, bienes y trabajo en la medida de las posibilidades reales de cada quien. Debemos considerar siempre si en conciencia hacemos todo lo que podemos. Muchas veces no somos generosos con la Iglesia mientras somos capaces de gastarnos dinerales en caprichos, vicios o cosas superfluas. Tengamos siempre en cuenta que, como pasa con nosotros, los sacerdotes no viven del aire y que tienen necesidad de nuestra asistencia material. A cambio ellos nos dan los medios de salvación. Realmente, salimos ganando siempre porque los fieles les damos bienes perecederos, mientras ellos nos dan la posibilidad de ganar el bien duradero de la vida eterna.

               Pero también espiritualmente podemos sostener a la Iglesia y a sus Ministros: encargando Misas, ofreciendo nuestras oraciones y difundiendo propaganda a favor de las vocaciones. En esta categoría de limosna, entra la práctica de los PRIMEROS JUEVES DE MES, en los cuales invertimos una pequeña parte de nuestro tiempo para orar por los Sacerdotes, Religiosos, vocaciones y misiones, es decir, para mantener vivo el organismo de nuestra Religión Católica. 

               Acostumbrémonos a santificar los Jueves Sacerdotales, ofreciendo en ellos nuestras preces y nuestros pensamientos, el rezo meditado del Santo Rosario... Es la mejor manera de preparar el Primer Viernes, consagrado al Corazón Divino según el cual queremos que sean nuestros Sacerdotes. 



miércoles, 4 de septiembre de 2024

BENDITA SEA TU HUMILDAD



               Cuando el Señor, en Su infinita Misericordia, promulgó el decreto de nuestra Redención, no sólo escogió en el tiempo todas las circunstancias que debían preceder, acompañar y seguir a su ejecución, sino que también determinó con toda precisión el oficio y orden de todos los que debían tomar parte en tan portentoso Misterio.



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Se permite su copia y difusión, sin fines de lucro.


               De aquí se sigue que, como María debió de estar comprendida inmediatamente después de Jesús en el el decreto de la Encarnación del Verbo y predestinada a ser augustísima Reina y Madre del Hijo de Dios, a la predestinación de la Virgen María debió seguir también inmediatamente la de San José, porque para ocultar al mundo este Misterio hasta que se realizara, así como para poner a salvo el Honor de la Madre y el buen Nombre del Hijo, era preciso que María fuera desposada con el varón más justo y humilde de la casa de David, y por eso no se concibe la predestinación de la Virgen Santísima sin contemplar a Su lado a Su castísimo Esposo, el Glorioso Patriarca San José.

               ...deduce el insigne Padre Morales que, así como el Nombre de Jesús es el primero que ab aeterno se escribió en el Libro de los Predestinados, como la cabeza de todos ellos, y el segundo el Dulcísimo Nombre de María, como Madre de Jesús, así en su proporción relativa, debió de ocupar el tercer lugar el Suavísimo Nombre de San José, como Esposo de María y fiel Guardián y sostén de Jesucristo.

               San Bernardo escribe que San José, y sólo San José, con preferencia a los más santos y distinguidos personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, fue constituido por Dios en la tierra como coadjutor o cooperador fidelísimo del gran Consejo, esto es, de la Encarnación del Verbo increado. San Bernardino de Siena encomia al Glorioso Patriarca por haber sido elegido por el Eterno, con generosa providencia, guarda y defensor de sus principales tesoros, Jesús y María. 

               He aquí el origen y vena inagotable de las grandezas de San José: su predestinación eterna a ser cooperador del Misterio más grande que adoraron los siglos.


"Vida de San José
por el Padre Francisco de Paula García, SI




martes, 3 de septiembre de 2024

110 ANIVERSARIO DE SAN PÍO X


Los autores del error se ocultan 
en el propio seno de la Iglesia, 
por así decir, en las propias 
venas y entrañas de Ella...

Papa San Pío X, "Pascendi Dominici Gregis",
8 de Septiembre de 1907





INFANCIA Y SACERDOCIO

               Giuseppe Melchiorre Sarto, quien luego sería el Papa Pío X nació el 2 de Junio de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Sarto y Margarita Sanson. Su padre fue cartero y murió en 1852, pero su madre vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. Luego de terminar sus estudios elementales, recibió clases privadas de Latín por parte del Arcipreste de su pueblo, Don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante cuatro años en Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta diariamente.

               En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de Treviso y obtuvo una beca de la Diócesis de Treviso para estudiar en el Seminario de Padua, donde terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los Clásicos con honores. Fue ordenado Sacerdote en 1858, y durante nueve años fue Capellán de Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del Párroco, puesto que éste ya era anciano e inválido. Buscó perfeccionar su conocimiento de la Teología a través de un estudio asiduo de Santo Tomás y el Derecho Canónico; al mismo tiempo estableció una escuela nocturna para la educación de los adultos, y siendo él mismo un ferviente predicador, constantemente era invitado a ejercer este ministerio en otros pueblos.

OBISPO DE MANTUA 

               En 1867 fue nombrado Arcipreste de Salzano, un importante municipio de la Diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital con sus propios medios, en congruencia con su habitual generosidad hacia los pobres; especialmente se distinguió por su abnegación durante una epidemia de cólera que afectó a la región. Mostró una gran solicitud por la instrucción religiosa de los adultos. En 1875 creó un reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios cargos, entre ellos, el de director espiritual y rector del seminario, examinador del clero y vicario general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas públicas recibieran instrucción religiosa. En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli, fue elegido Vicario Capitular. El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de Noviembre de ese mismo año.

               Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del clero en el Seminario, donde, por varios años, enseñó Teología Dogmática y, durante un año, Teología Moral. Deseaba seguir el método y la teología de Santo Tomás, y a muchos de los estudiantes más pobres les regaló copias de la “Summa Theologica”; a la vez, cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los seminaristas. La administración temporal de la sede le impuso grandes sacrificios. En 1887 celebró un sínodo diocesano. Mediante su asistencia en el confesonario, dio ejemplo de celo pastoral.

PATRIARCA DE VENECIA

             En el Consistorio Secreto celebrado en Junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y en el Consistorio Público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia, conservando mientras tanto el título de Administrador Apostólico de Mantua. El Cardenal Sarto fue obligado a esperar dieciocho meses, antes de tomar posesión de su nueva Diócesis, debido a que el gobierno italiano se negaba a otorgar el exequatur, reclamando que el derecho de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. Este asunto fue tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de represalia, rehusó extender el exequatur a los otros obispos que fueron nombrados durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a treinta.

               Finalmente, el Ministro Crispi, habiendo regresado al poder, y la Santa Sede, habiendo elevado la misión de Eritrea a la categoría de Prefectura Apostólica en atención a los Capuchinos Italianos, motivaron al Gobierno a retractarse de su posición original. Esta oposición no fue causada por ninguna objeción contra la persona de Sarto. En Venecia el Cardenal encontró un estado de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua.



Estampa devocional de San Pío X, ideada para ser impresa a doble cara


               También allí puso gran atención en el Seminario, donde logró establecer la facultad de derecho canónico. En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto Gregoriano y fue gran benefactor del gran compositor Lorenzo Perosi; favoreció el trabajo social, especialmente los bancos en las Parroquias rurales; se dio cuenta de los peligros que entrañaban ciertas doctrinas y conductas de algunos Cristiano-Demócratas y se opuso enérgicamente a ellas. El Congreso Eucarístico Internacional de 1897, en el Centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la Bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la Capilla conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda impresión en él y en su gente.

LA CRUZ DEL PONTIFICADO

               A la muerte del Papa León XIII, los Cardenales se reunieron en Cónclave y, después de varias votaciones, Giuseppe Sarto fue elegido el 4 de Agosto, al obtener 55 de 60 votos posibles. Su coronación tuvo lugar el siguiente Domingo, 9 de Agosto de 1903.

              Sus esfuerzos se dirigieron a promover la Piedad entre los fieles, y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, y, si era posible, hacerla diariamente, dispensando a los enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la Sagrada Comunión dos veces al mes, o incluso más. Finalmente, mediante el Decreto “Quam Singulari” (15 de Agosto de 1910), recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la discreción.

               El 22 de Noviembre de 1903, promulgó un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias, y, al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en todas partes, mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial. En la Encíclica “Acerbo nimis” (15 de Abril de 1905), planteó la necesidad de que la instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que también fuera dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en lo referente a escuelas adecuadas para la impartición de la instrucción religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de Universidades. Promovió la publicación de un nuevo Catecismo para la Diócesis de Roma.

               Pero por sobre todas las cosas, la principal preocupación del Papa era la pureza de la Fe Católica. Por esta razón, en 1907, publicó el Decreto “Lamentabili”, en el que sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la Doctrina de Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el Dogma, los Sacramentos, la Primacía del Obispo de Roma. Inmediatamente después de eso, el 8 de Septiembre de 1907, apareció la famosa Encíclica “Pascendi”, que exponía y condenaba el sistema filosófico del Modernismo.

              Una necesidad sentida durante mucho fue la de codificar la Ley Canónica, y con la intención de llevarla a cabo, el 19 de Marzo de 1904, Pío X creó una congregación especial de Cardenales; así las más eminentes autoridades en derecho canónico de todo el mundo, colaboraron en la formación del nuevo Código, que sería terminado en el Pontificado de su sucesor, Benedicto XV. En 1910 promulgó el Motu Proprio "Sacrorum Antistitum", conocido como "Juramento Antimodernista", que debía ser pronunciado por cualquiera que quisiera conservar o acceder a un oficio eclesiástico, incluida la docencia en teología.

MUERTE Y CANONIZACIÓN 

               Profundamente afectado por el estallido de la Gran Guerra -que el había intentado por todos los medios evitar-, y debilitado por una crisis bronquial, su corazón cedió tras rápida enfermedad cuando contaba 79 años.

               Cuando el Padre Pío de Pietrelcina se enteró de la muerte de Pío X, empezó a llorar como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la Guerra Mundial.



Estampa devocional con oración a María Inmaculada compuesta por San Pío X



               El 29 de Mayo de 1954, el Papa Pío X era elevado a la Gloria de los Altares por otro Papa de nombre Pío y dotado del mismo espíritu antimodernista. Ese día, Pío XII recordaría la eterna condena al Modernismo: “Cualquier teoría, como el Modernismo, que separa la Fe y la Ciencia, en su fuente y en su objeto, oponiéndose una a la otra, produce en estas dos áreas vitales de un cisma, que es tan perniciosa que un poco es más que la muerte”. (…) Con mirada vigilante Pío X observó la llegada de esta calamidad espiritual del mundo moderno, esta amarga desilusión que afectaba sobre todo a las clases cultas. Se dio cuenta de cómo una fe tan evidente, es decir, una fe no fundada sobre la revelación de Dios, sino que estén arraigadas en un terreno puramente humano, atraería a muchos al ateísmo. Así mismo, reconoció el destino fatal de una ciencia, que contrario a la naturaleza y en la limitación voluntaria, interceptó el camino a la verdad absoluta y el Bien, dejando al hombre, privado de Dios y se enfrentan a la oscuridad invisible en la que se encuentra en todo ser vestirte, sólo la actitud de la angustia o la arrogancia”.



martes, 27 de agosto de 2024

MADRE MARÍA PILAR IZQUIERDO

 


                    María Pilar Izquierdo nació en Zaragoza, el 27 de Julio de 1906, de una familia pobre, pero muy cristiana. Desde bien pequeña destacó en ella un amor inmenso a Dios, a la Virgen María y a los pobres. Aún siendo pequeña se privaba a veces de su merienda y de sus cosas para ayudar a quien consideraba más necesitado que ella. No pudo ir a la escuela por tener que cuidar de sus hermanos más pequeños mientras su madre iba a trabajar por las casas.

                    Pronto empezó probar en su propia carne las punzadas del dolor y a adentrarse en el misterio del valor redentor del sufrimiento. A la edad de 12 años fue víctima de una enfermedad misteriosa, que ningún médico supo diagnosticar. Después de cuatro años vividos por motivos de salud en Alfamén (Zaragoza), regresó a Zaragoza, donde comenzó a trabajar en una fábrica de calzado, siendo muy querida de todos, por su sencillez, su natural simpatía, su bondad y laboriosidad. Pero Dios quería llevarla por otros derroteros y la fue adentrando en el misterio de la Cruz. "Encuentro en este sufrir un amor tan grande hacia nuestro Jesús, que muero y no muero... porque ese amor es el que me hace vivir", afirmaba.

                    En 1926, mientras volvía del trabajo, se fracturó la pelvis al caer del tranvía y, en 1929, quedó parapléjica y ciega a causa de numerosos quistes y tumores que le aparecieron en la cabeza y por todo el cuerpo, teniendo que recorrer, a partir de entonces, una vía dolorosa de más de doce años entre los hospitales de Zaragoza y una pobre buhardilla de la Calle Cerdán nº 24.

La espiritualidad de la buhardilla

                    Aquella pobre buhardilla se convirtió, no obstante, en una escuela de espiritualidad y en un remanso de luz, de paz y alegría para cuantos la visitaban. Allí se oraba, se fomentaba la amistad evangélica y las almas discernían la vocación a la que Dios las llamaba. Junto a la cama de aquella enferma empezó a correr un autentico río de personas de todos los estados y condiciones sociales, sacerdotes, seminaristas y religiosos, chicos y chicas jóvenes, todos se sentían atraídos por "Pilarín", como solían llamarla, quien postrada en el lecho del dolor, decía que ella era sólo "una tontica que no sabía más que sufrir y amar, amar y sufrir".

                    Quien la conocía enseguida se sentía impresionado por el ejemplo admirable de paciencia y de amor a Dios en medio del sufrimiento, y cuantos frecuentaban aquella buhardilla sentían el deseo de ser mejores. Así surgió en torno a Mª. Pilar un auténtico movimiento espiritual de personas que siguiendo los consejos de la enferma deseaban tomarse en serio la vida espiritual y buscar la santidad.

Un nuevo comienzo

                    Sobre ese "rebañico", como Mª. Pilar designaba al conjunto de personas que estaban unidas a ella por la oración y el sufrimiento con deseos de ser fieles al Señor, velaba ella día y noche con sus oraciones, sufrimientos y ofrecimientos, a fin de que ninguna de las almas que el Señor le había confiado “se apartase de los pastos de la santidad”.

                    Desde su lecho de enferma, Mª. Pilar desplegó también un amplio apostolado ayudando materialmente a muchísimas personas necesitadas no sólo en el cuerpo, sino también en el espíritu con sus consejos y orientación.

                    Mª. Pilar, desde 1936, comenzó a hablar de la "Obra de Jesús" que habría de aparecer en la Iglesia y que tendría como finalidad "reproducir la vida activa del Señor en la tierra mediante las obras de misericordia", y por esta Obra, ella oraba y ofrecía sus dolores, a la vez que pedía oraciones y sacrificios e iba preparando a los jóvenes que frecuentaban la buhardilla y que en su día formarían parte de la misma.




                    El 8 de Diciembre de 1939, Fiesta de la Inmaculada, tal como el mismo Señor le había revelado, tras recibir la Sagrada Comunión durante la Misa que se celebró en su propia habitación, Mª. Pilar se curó milagrosamente de la parálisis, recobró instantáneamente la vista y se curó de todo, menos de los quistes del vientre, pues ella le había pedido al Señor que se los dejara para seguir ofreciéndole "lo que no tiene trampa": los sufrimientos. Inmediatamente puso en marcha la Obra que Jesús le había pedido, trasladándose, junto con varias jóvenes, a Madrid, donde ya había sido aprobada la Fundación con el nombre de "Misioneras de Jesús y María".

Las calumnias contra ella

                    Pero pronto surgieron las incomprensiones humanas y la calumnia. Hubo personas que empezaron a decir que todo lo del milagro de su curación había sido un engaño. Al fin, reconociendo que se habían confundido, en el año 1941 les dieron autorización para trabajar entre los pobres como simples particulares y, en el 1942, el Obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, aprobó su Obra como "Pía Unión de Misioneras de Jesús, María y José". Con este reconocimiento pudieron desarrollar una más amplia labor social y de apostolado en los suburbios de Vallecas y Tetuán de Madrid y, pocos meses después en el suburbio de Puente Toledo.

                    Pero no pasó mucho tiempo, tan sólo dos años, cuando volvió a aparecer el fantasma de las incomprensiones y calumnias, en este caso provenientes del seno de la misma Pía Unión. Dada aquella situación, Madre Mª. Pilar expuso al obispo lo que estaba sucediendo y que si no era remediada la causa del mal, en conciencia, tendría que retirarse de la Pía Unión. Aconsejada por su confesor, el 4 de Noviembre de 1944, con profundo dolor, tuvo que retirarse de su propia Obra.

                    "Siento dejaros porque os amo mucho, pero desde el Cielo os seré más útil. Volveré a la tierra para estar con los que sufren, con los pobres, los enfermos. Cuando más solas estéis más cerca estaré de vosotras", escribía.

                    Rodeada de su "rebañico" fiel, la Madre Mª Pilar murió en San Sebastián, a los 39 años, el 27 de Agosto de 1945, ofreciendo su vida por las Hijas que se le habían separado, a quienes recordaba con dolor y con cariño. "Las amo tanto, -decía- que no las puedo olvidar; aunque me pegaran y me arrastraran, quisiera tenerlas aquí. No quiero acordarme del mal que me hacen, sino del bien que me hicieron. Bien sabe nuestro amado Jesús que más, mucho más de lo que me hacen sufrir quiero que les dé de Cielo".



domingo, 25 de agosto de 2024

LOS DOLORES INTERNOS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



No habrá habido Santo, desde Jesucristo 
hasta nuestro días, que no haya meditado en los 
Dolores Internos del Sagrado Corazón de Jesús, 
que no los haya compadecido, y no haya 
procurado calmarlos con lágrimas...

Mons. Ezequiel Moreno y Díaz, Obispo de Pasto


                    La Madre Sor María Encarnación Rosal, nació en Quetzaltenango, Guatemala, el 26 de Octubre de 1820, época convulsa por la independencia del Imperio Español; sería un alma escogida por la Providencia para manifestar los Dolores Internos del Sagrado Corazón.

                    Ingresó en el Convento de las Betlemitas de Guatemala en 1838, en un momento terrible en que el sector masculino, fundado por el gran Pedro de San José de Betancourt, estaba extinguiéndose debido a la clausura llevada a cabo en España por el rey Fernando VII contra las Órdenes Religiosas. El último fraile Betlemita, Fray José de San Martín, impuso el hábito a Sor María Encarnación Rosal y poco después murió, después de 186 años de existencia luminosa de la Orden (de 1655 a 1841).

                    La rama femenina de la Orden Betlemita había perdido su fervor inicial y la disciplina, por eso, Sor María Encarnación, como Maestra de Novicias, Vicaria y Priora trató de enfervorizarlas y reformarlas, pero le resultó tarea imposible. Al presentar las Constituciones, que eran volver a su origen, varias de las mayores se le opusieron públicamente y para evitar una división, Sor María Encarnación pensó en hacer una nueva fundación.

                    Con las Novicias formadas por ella misma intentó realizar ese sueño inspirado de lo alto en la Antigua Guatemala, lugar donde vivió y se santificó el Santo Hermano Pedro.

                    En su biografía, Sor María Encarnación Rosal cuenta con sencillez el hecho sobrenatural que marcará su vida: "...en la noche del Miércoles al Jueves Santo de 1857 estando en oración en la capilla, entre las dos y tres de la mañana, sentí que alguien me jalaba el velo que me cubría, pero no hice caso. Y cuando meditaba la pésima traición de Judas escuché en mi interior una clara voz del Señor que me decía: ‘No celebran los dolores de Mi Corazón’. Quedé muy impresionada y convencida que era un aviso místico. Al comentarle a mis Directores espirituales ellos prudentemente dejaron la cosa en el aire. Pasando unos días, acabando de comulgar, teniéndole aún, oí la misma voz interior que me decía: No celebran los dolores de Mi Sagrado Corazón. Pero Señor -le dije- por qué no te fijas en otra monja y escuchó la misma voz en su interior: ‘Porque no hay otra más baja que tú". 




                    En otra ocasión Jesús le muestra los Dolores que asaetan Su Sagrado Corazón: "Una noche de repente, vi aparecer ante mi vista una luz clarísima, no como la del sol, sino blanquísima y suave, pues no ofendía la vista. En medio de esta apacible luz, se me presentó Nuestro Señor Jesucristo, derramando sangre de todos sus poros. Y con melifluo acento, mientras me descubría su amante Corazón, traspasado con diez dardos que sobremanera le herían y oprimían, me dijo: Estos diez dardos me traspasan, porque los hombres quebrantan los Diez Mandamientos de Mi Santa Ley".

                    Sus Directores pidieron a Sor Encarnación una señal de la veracidad de sus revelaciones, y ésta no tardó en llegar: habiéndose desatado una epidemia de cólera en la ciudad y producido muchas muertes, incluso la de varias Hermanas de la Orden, la que había sido elegida apóstol de los Dolores Internos del Sagrado Corazón se contagió y empezó rápidamente a empeorar. Vio aquí la mano de la Providencia y entendió que debía extender la Devoción a los Dolores Internos; de esta manera sanó milagrosamente, sin embargo  cuando dudó sobre lo acontecido, se empeoró, pero pidió perdón por falta de fe y se reafirmó en su promesa, curando así definitivamente. Fueron el Obispo de Granada (Guatemala) Monseñor José Cándido Piñol, con el refrendo de los Padres Taboada y Miguel Muñoz, quienes afirmarían la veracidad del fenómeno místico, además de animas a la vidente a que propagase la Devoción de los Dolores Internos del Sagrado Corazón de Jesús. 

                    La propia Sor María Encarnación dejaría por escrito lo sucedido al contar que "A la tercera noche me sucedió lo mismo, y no hallando qué hacer, me ofrecí al Señor prometiéndole que pasaría por las vergüenzas, contradicciones, trabajos y dificultades, para establecer o promover esta devoción. Al instante vino a mi alma y corazón la tranquilidad. A los dos o tres días tuve duda sobre lo que había pasado, pensando que serían cuentos míos o casualidades y como que me inclinaba a no hacer caso de lo ocurrido. En esto me comenzaron los síntomas del cólera y ya a desarrollarse y al mismo tiempo a apoderarse de mí el terror. Con esto entendí que era castigo por la duda que había tenido, y le pedí perdón al Señor y de nuevo le prometí hacer lo ya dicho. Solo esto bastó para que cesara todo y quedara buena."

                    Cuenta la Madre María Encarnación que el mismo Señor le inspiró y le dio luz de cómo había de ser la imagen que representase los Dolores Internos de Su Corazón: debería tener un Corazón con diez dardos, tres en el centro y siete alrededor. Estos dardos significaban el quebrantamiento de la Santa Ley de Dios en Sus Diez Mandamientos, pero específicamente ciertos pecados de las almas consagradas.

                    Los tres dardos del centro representan: 

    - el escándalo y sacrilegio de los malos Sacerdotes.

    - el violar sus votos las Esposas de Cristo. 

    - la persecución de los justos.

                    Los siete dardos de alrededor de Su Corazón significan: 

    - las herejías esparcidas por todo el mundo.

    - ver a Su Eterno Padre gravemente ofendido.

    - la apostasía de los malos Cristianos.

    - el olvido de Sus beneficios.

    - el desprecio de Sus gracias y Sacramentos.

    - la frialdad e indiferencia de los Suyos.

    - la poca implicación de Fe en la vida diaria de muchos que dicen ser Sus amigos.




                    El DESAGRAVIO es el fin último y exclusivo de esta Devoción a los Dolores Internos del Sagrado Corazón de Jesús, enfermo de ingratitudes y saciado de dolores, que quiere mostrarnos Sus más crueles heridas, Sus más hondas Llagas, las que cada día le producen los continuos dardos que le propinan los hombres, pero muy en particular las almas a Él consagradas 

                    Esta nueva manera de conocer y amar al Sagrado Corazón fue conocida, aprobada y difundida por el que fuera Obispo de Pasto (Colombia), el agustino recoleto Mons. Ezequiel Moreno y Díaz, que además animó a la Comunidad de Religiosas Betlemitas a practicarla, de forma especial los días 25 de cada mes. Tal fue la devoción del Obispo que en 1900 escribió un opúsculo dedicado a defensa de las revelaciones de los Dolores Internos del Sagrado Corazón, así como a su práctica piadosa, mediante diversas oraciones y una novena; la obra sería traducida al italiano en la misma ciudad de Roma y aprobada por los Censores del Papa.



jueves, 22 de agosto de 2024

EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


               ...el día de la Inmaculada Concepción de 1942, nuestro Santísimo Señor el Papa Pío XII, compadecido por los gravísimos sufrimientos con los que son afligidos los Pueblos Cristianos por causa de la cruel guerra presente, consagró también a perpetuidad al Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen y Madre al género humano que ya León XIII había dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. 

               Y para que se conservara el recuerdo de dicha consagración decretó que se extendiera a la Iglesia universal la fiesta del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María, con misa y oficio propios, a celebrarse cada año el día 22 de Agosto en lugar de la Octava de la Asunción de la misma Santísima Virgen, con rito doble de segunda clase. 

               Y ello para que, con el auxilio de la Santísima Madre de Dios, obtengan todos los pueblos la paz y la Iglesia de Cristo la libertad, los pecadores, libres de sus reatos, y todos los fieles en fin se hagan fuertes en el amor a la pureza y en el ejercicio de las virtudes. 


(Del Decreto del 4 de Marzo de 1944)



Su Corazón es un cetro con el cual 
Ella gobierna a todos aquellos 
que le obedecen en el mundo


               La Santísima Virgen describió la situación del mundo como gravísima, señaló como causa de esa situación la espantosa decadencia moral de la humanidad, nos amenazó con terribles puniciones terrenas —una nueva guerra, propagación mundial de los errores del comunismo, persecuciones a la Iglesia— y con una punición eterna mil veces peor, el infierno, si no nos enmendásemos; y, por fin, prescribió los medios necesarios para que lleguemos a la enmienda y evitemos tantos castigos.

               A pesar de algunas personas frívolas que cierran los ojos a la realidad más evidente y se complacen en afirmar que este mundo en que vivimos —de duda, de naturalismo, de indisciplina moral y de adoración de la felicidad terrena— está en orden con Dios, es necesario creer lo contrario, pues eso es lo que Nuestra Señora nos dice.

               ...no faltan, lamentablemente, teólogos optimistas, que crean en torno de sí una agradable atmósfera de simpatía afirmando que casi nadie se condena al Infierno. Nuestra Señora no obstante enseña lo contrario, y no lo hace tan sólo por medio de palabras, sino con el argumento invencible del hecho concreto: abre el Infierno a los ojos de los pastorcitos aterrorizados, para que cuenten al mundo entero lo que vieron. Y es que se debe creer en la Santísima Virgen, y no en cierta teología tibia de agua de azahar. 

               Nuestra Señora señala como remedios fundamentales para el mundo contemporáneo la oración, la penitencia y la enmienda de vida. Es de estas tres posturas meramente espirituales que Ella hace depender la manutención de la paz, la preservación de Occidente contra la propaganda comunista y la supervivencia, por tanto, de la propia Civilización.

               Podrán chocarse con esto muchos católicos mal avisados, que colocan todas sus esperanzas en medios meramente humanos. Se figuran ellos que todo estaría a salvo el día en que la Iglesia estuviese fuertemente dotada de Seminarios, Universidades, periódicos, revistas, librerías, cinemas, teatros, obras de caridad y de asistencia social. En esta concepción, todo se reduce al ámbito meramente natural. La descristianización tiene como causa la insuficiencia de nuestros medios de propaganda y de acción. El día en que hubiésemos remediado esta insuficiencia, habremos vencido la descristianización. Mientras tanto, la Santísima Virgen se aparece en Fátima, y sobre todos estos medios de acción no dice una sola palabra. 

               ...la simple lectura de los Mensajes de Fátima demuestra con cuánta insistencia la Santísima Virgen los quiere para nuestros días. La misión que Ella confió a la hermana Lucía fue especialmente la de quedarse en la tierra para atraer a los hombres hacia el Corazón Inmaculado de María. Varias veces esta Devoción es recompensada durante las visiones. Este Corazón Santísimo se presenta inclusive, en la segunda Aparición, coronado de espinas por nuestros pecados, pidiendo la oración reparadora de los hombres. Nos parece que este punto como que compendia en sí todos los tesoros de los Mensajes de Fátima.


Extractos del artículo 
"La devoción al Corazón de María salvará al mundo"
 del Doctor Plinio Corrêa de Oliveira, 
publicado en "Catolicismo", nº 30, Junio de 1953