martes, 21 de mayo de 2024

LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. MARTES 10º: LA MODESTIA

           



            Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + 

            En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN


            Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

            Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN INICIAL


            Postrado a tus pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, te ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcances del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenme conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.


MARTES 10º: LA MODESTIA

            ¡Oh virginal amador de Jesús, San Antonio! Suplicad para mí la gracia de la continencia en todos las cosas exteriores referentes a los placeres, honras y riquezas, para que prepare a Cristo digna morada en mi corazón.     

A continuación rezamos un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria. Luego, terminamos 
rezando el tradicional Responsorio de San Antonio...




Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos 
en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 21º

 

...si trabajas llama a Jesús, si duermes 
llama a Jesús, y si te despiertas, 
la primera palabra sea Jesús


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Madre celestial: 

               Mamá Divina, Tu amor me llama poderosamente hacia Ti porque quieres hacerme participar de Tus alegrías y de Tus dolores, para encerrarlos en mi corazón como prenda de Tu amor y del amor del Niñito Jesús, a fin de que comprenda cuánto me han amado y cuánto estoy obligada a imitarlos, teniendo el modelo de vuestra vida para hacer una copia perfecta de ella; y Tú Mamá Santa, ayúdame para que pueda imitaros. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija queridísima, cómo suspiro por tu compañía para contarte Nuestra historia de amor y de dolor, la compañía hace más dulces, suaves y queridas las alegrías, y el dolor queda mitigado y correspondido por la dulce compañía de quien Nos ama. 

               Ahora, tú debes saber que apenas habían transcurrido ocho días del Nacimiento del Infante Divino. Todo era fiesta y felicidad, la misma Creación poniéndose en actitud de fiesta festejaba al Creador Niño. Pero el deber interrumpe Nuestras alegrías, porque en aquellos tiempos había una ley, que todos los hijos primogénitos debían someterse al duro corte de la circuncisión; Mi Corazón de Madre sangraba por el dolor de tener que someter a Mi querido Hijo, Mi vida, Mi mismo Creador, a un dolor tan acerbo. ¡Oh! cómo habría querido ponerme en Su lugar, pero el Querer Supremo se impuso sobre Mi amor, y dándome el heroísmo Me ordenó circuncidar al Dios Niño. Hija Mía, tú no puedes comprender cuánto Me costó, pero venció el Fiat Divino, y obedecí unida con San José, y estando los dos de acuerdo se circuncidó a Mi querido Hijo. 

               Al corte doloroso Yo Me sentí arrancar el Corazón y lloré, San José lloraba, y Mi querido Niño sollozaba; era tanto el dolor, que temblaba y mirándome, en Mí buscaba ayuda. Qué hora de dolor y de sufrimiento de parte de los tres, fue tanto que, más que mar arrollaba a todas las criaturas para llevarles la primera prenda y la misma vida de Mi Hijo para ponerlas a salvo. 

               Ahora hija bendita, tú debes saber que este corte encerraba profundos misterios: era el sello que imprimía en la pequeña Humanidad del Celestial Niño la hermandad con toda la humana familia, y la sangre que derramó era el primer desembolso ante la Divina Justicia para rescatar a todas las generaciones humanas; el querido Niño era inocente, no estaba obligado a la Ley, pero quiso someterse, primero para dar ejemplo, y después para dar confianza, valor, y decir a todos: "No teman, Soy un hermanito vuestro, igual a ustedes, amémonos y los pondré a todos a salvo, los llevaré a todos a Mi Padre Celestial como Mis queridos hermanos".

               Hija mía, qué ejemplo da el Celestial Niño, Él, que Es el Autor de la Ley, obedece la Ley. Apenas ocho días de nacido, y Se hace del cumplir la ley un deber, y Se somete al duro corte de la circuncisión, corte imborrable, como imborrable la unión que vino a hacer con la humanidad degradada. Esto indica que la Santidad está en el propio deber, en la observancia de las leyes y en cumplir la Divina Voluntad; Santidad sin deber no existe, es el deber el que pone el orden, la armonía, el sello a la Santidad. 

               Además de esto hija Mía, tú debes saber que al sustraerse Adán de la Divina Voluntad, después de su pequeña vida de inocencia, su voluntad humana quedó herida, más que por un cuchillo homicida, y por esta herida entró la culpa, las pasiones, perdió el bello día de la Voluntad Divina, se degradó tanto que daba piedad, y Mi querido Hijo después de las alegrías de Su Nacimiento, quiso ser circuncidado a fin de que esta herida Suya sanara la herida que se hizo Adán con hacer su propia voluntad, y con su sangre le preparó el baño para lavarlo de todas sus culpas, fortalecerlo, embellecerlo de modo de hacerlo digno de recibir nuevamente aquella Voluntad Divina que rechazó, que formaba su santidad y su felicidad. 

               Hija, no hubo obra o pena que Él sufriera, con la que no tratara de reordenar nuevamente la Divina Voluntad en las criaturas, por eso lo que te debe importar, en todas las circunstancias, incluso dolorosas, humillantes, es el hacer en todo la Divina Voluntad, porque éstas son la materia prima en la cual se oculta para obrar en la criatura, para hacerla adquirir su vida obrante en la criatura. 

               Ahora hija queridísima, en tanto dolor surge la más bella alegría, tanto, de detener Nuestras lágrimas; cuando fue circuncidado le pusimos el Nombre Santísimo de Jesús, querido por el Ángel. Al pronunciar este Nombre Santísimo, fue tal la alegría, el contento, que endulzó Nuestro dolor, mucho más que en este Nombre, quien lo quisiera habría encontrado el bálsamo a sus dolores, la defensa en los peligros, la victoria en las tentaciones, la mano para no caer en pecado, la medicina a todos sus males. 

               Este Nombre Santísimo de Jesús hace temblar al Infierno, lo reverencian los Ángeles, suena dulce al oído del Padre Celestial. Ante este Nombre todos se inclinan y adoran; Nombre poderoso, Nombre Santo, Nombre grande, y quien lo invoca con fe sentirá las maravillas, el secreto milagroso de la virtud de este Nombre Santísimo. 

               Ahora hija mía, te recomiendo: pronuncia siempre este Nombre de Jesús. Cuando veas que tu voluntad humana débil, vacilante, se tambalea en hacer la Divina, el Nombre de Jesús te la hará resurgir en el Fiat Divino, si estás oprimida llama a Jesús, si trabajas llama a Jesús, si duermes llama a Jesús, y si te despiertas, la primera palabra sea Jesús, llámalo siempre, es un Nombre que contiene mares de gracia, y que da a quien lo llama y ama. 

El alma a su Reina: 

               Mamá Celestial, cuánto debo agradecerte por las tantas bellas lecciones que me has dado. ¡Ah! Te ruego, escríbelas en mi corazón para que jamás las olvide, y Te ruego dar el baño de sangre del Celestial Niño a mi alma, a fin de que me sanes las heridas de mi voluntad humana, para encerrar la Divina, y como centinela me escribas sobre cada herida el Nombre Santísimo de Jesús. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme harás cinco actos de amor al Nombre Santísimo de Jesús, y Me compadecerás en el dolor que sufrí en la Circuncisión de Mi Hijo Jesús. 

Jaculatoria: 

               Mamá mía, escribe en mi corazón: "Jesús", a fin de que me dé la gracia de vivir de Voluntad Divina.



lunes, 20 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 20º

 

Me privé de Mis alegrías inocentes, 
y comencé con las obras y los 
sacrificios el oficio de Madre


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Mamá celestial: 

                Hoy, Mamá Santa, siento un arrebato de amor y que no puedo estar si no vengo a Tus rodillas maternas, para encontrar en Tus brazos al Celestial Niñito. Su belleza me rapta, Sus miradas me hieren, Sus labios en actitud de gemir y dar en llanto me arrebatan el corazón a amarlo. Mamá mía queridísima, yo sé que Tú me amas, y por eso Te ruego que me des un lugarcito en Tus brazos para que le dé mi primer beso, vuelque mi corazón en el pequeño Rey Jesús, le confíe mis secretos que tanto me oprimen, y le diré para hacerlo sonreír: "Mi voluntad es Tuya y la Tuya es mía, y por eso forma en mí el Reino de tu Fiat Divino". 

Lección la Reina del Cielo a su hija: 

               Hija Mía queridísima, ¡oh! cómo te suspiro en Mis brazos para tener el gran contento de poder decir a nuestro pequeño Rey Niñito: "No llores cariño Mío, mira, aquí con nosotros está Mi pequeña hija que quiere reconocerte por Rey y darte el dominio en su alma, para hacerte extender el Reino de Tu Divina Voluntad en ella". 

                Ahora, hija de Mi Corazón, mientras estás atenta en mirar al Niñito Jesús, préstame atención y escúchame, tú debes saber que era media noche cuando el pequeño Rey salió de Mi Seno materno, pero la noche se cambió en día; Aquél que era Dueño de la Luz ponía en fuga la noche de la voluntad humana, la noche del pecado, la noche de todos los males; y por señal de lo que hacía en el orden de las almas con Su acostumbrado Fiat Omnipotente, la media noche se cambió en día fulgidísimo; todas las cosas creadas corrían para alabar en aquella pequeña Humanidad a su Creador. 

               El sol corría para dar sus primeros besos de luz al Niñito Jesús y calentarlo con su calor; el viento imperante con sus oleadas, purificaba el aire de aquel establo y con su dulce gemido le decía te amo; los Cielos se sacudían desde sus cimientos; la tierra exultaba y temblaba, hasta en el abismo; el mar se agitaba con sus olas altísimas; en suma, todas las cosas creadas reconocieron que su Creador ya estaba en medio de ellas, y todas hacían competencia para alabarlo, los mismos Ángeles, formando luz en el aire, con voz melodiosa, de poderse escuchar por todos, decían: "Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, ya ha nacido el Celestial Niñito en la gruta de Belén, envuelto en pobres pañales".

               Tanto, que los pastores que estaban en vigilia escucharon las voces angélicas y corrieron a visitar al pequeño Rey Divino. Por eso hija querida, continúa escuchándome. En cuanto Yo lo recibí en Mis brazos y le di Mi primer beso, sentí la necesidad de amor de dar de lo Mío a Mi Hijo Niñito, y ofreciéndole Mi seno le di leche abundante, leche formada por el mismo Fiat Divino en Mi persona para alimentar al pequeño Rey Jesús. Pero ¿quién puede decirte lo que Yo sentía al hacer esto?. ¿Y los mares de Gracia, de Amor, de Santidad, que para corresponderme Me daba Mi Hijo?. 

               Por eso lo envolví en pobres pero limpios pañales y lo acosté en el pesebre, esta era Su Voluntad, y Yo no podía hacer otra cosa que seguirla. Pero antes de hacer esto hice partícipe al querido San José poniéndolo en sus brazos; y ¡oh! cómo gozó, se lo estrechó al corazón, y el Dulce Niñito derramó en su alma torrentes de gracia. Después, junto con San José pusimos un poco de heno en el pesebre, y separándolo de mis brazos maternos lo acosté dentro. Y tu Mamá, raptada por la belleza del Infante Divino, Me estaba la mayor parte inclinada ante Él; ponía en movimiento todos Mis mares de amor, que el Querer Divino había formado en Mí, para amarlo, adorarlo y agradecerle. 

               Y el Celestial Niñito, ¿qué hacía en el pesebre?. Un acto continuado de la Voluntad de Nuestro Padre Celestial, que era también Suya, y emitiendo gemidos y suspiros, gemía, lloraba y llamaba a todos diciendo en Sus gemidos amorosos: "Vengan todos Mis hijos, por amor tuyo he nacido al dolor, a las lágrimas, vengan todos a conocer el exceso de Mi Amor, denme un refugio en sus corazones".

                Y hubo un ir y venir de pastores que vinieron a visitarlo, y a todos daba Su dulce mirada y Su sonrisa de amor en Sus mismas lágrimas. Ahora hija Mía, una palabrita a ti, tú debes saber que toda Mi alegría era tener en Mi regazo a Mi querido Hijo Jesús, pero el Querer Divino Me hizo entender que lo pusiera en el pesebre a disposición de todos, a fin de que quien lo quisiera pudiera acariciarlo, besarlo y tomarlo entre sus brazos como si fuera suyo; era el pequeño Rey de todos, por lo tanto tenían el derecho de hacer de Él una dulce prenda de amor, y Yo para cumplir el Querer Supremo Me privé de Mis alegrías inocentes, y comencé con las obras y los sacrificios el oficio de Madre, de dar a Jesús a todos. 

              Hija mía, la Divina Voluntad es exigente, quiere todo, incluso el sacrificio de las cosas más santas, y de acuerdo a las circunstancias, el gran sacrificio de privarse del mismo Jesús, pero esto para extender mayormente Su Reino y para multiplicar la Vida del mismo Jesús, porque cuando la criatura por amor suyo se priva de Él, es tal y tanto el heroísmo y el sacrificio, que tiene virtud de producir una Vida nueva de Jesús, para poder formar otra habitación a Jesús. Por eso querida hija, sé atenta y no niegues jamás nada a la Divina Voluntad bajo cualquier pretexto. 

El alma: 

               Mamá Santa, Tus bellas lecciones me confunden, si quieres que las ponga en práctica no me dejes sola, para que cuando me vea sucumbir bajo el peso enorme de las privaciones divinas, me estreches a Tu materno Corazón, y yo sentiré la fuerza de no negar jamás nada a la Divina Voluntad. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás tres veces a visitar al Niñito Jesús, besándole Sus pequeñas manitas, y le dirás cinco actos de amor para honrar Sus lágrimas y para quitarle el llanto. 

Jaculatoria: 

               Mamá Santa, vierte las lágrimas de Jesús en mi corazón, a fin de que disponga en mí el triunfo de la Voluntad de Dios. 



domingo, 19 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 19º

  

...y delirando de amor hacía 
sentir Su latido en cada corazón


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Mamá Reina: 

               Mamá dulcísima, mi pobre corazón siente la necesidad extrema de venir a Tus rodillas maternas para confiarte mis pequeños secretos, y confiarlos a Tu Corazón materno. Escucha, ¡oh! Mamá mía, al mirar los grandes prodigios que obró en Ti el Fiat Divino, siento que no me es dado el imitarte porque soy pequeña, débil, y además las luchas tremendas de mi existencia, que me arrojan por tierra y no me dejan mas que un hilo de vida. Mamá mía, ¡oh! cómo quisiera desahogar mi corazón en el Tuyo para hacerte sentir las penas que me amargan y el temor que me tortura, el que pueda dejar de cumplir la Divina Voluntad. ¡Piedad, oh Madre Celestial, piedad!. Escóndeme en Tu Corazón y yo perderé la memoria de mis males, para acordarme sólo de vivir de Voluntad Divina. 

Lección de la Reina del Cielo, Madre de Jesús: 

               Hija queridísima, no temas, confíate en tu Mamá, vierte todo en Mi Corazón y Yo Me ocuparé de todo, te haré de Mamá, cambiaré tus penas en luz y Me serviré de ellas para agrandar los confines del Reino de la Voluntad Divina en tu alma; por eso haz todo a un lado por ahora y escúchame, quiero decirte lo que obró el pequeño Rey Jesús en Mi Seno materno, y como tu Mamá no perdió ni siquiera un respiro del pequeño Jesús. 

               Ahora hija Mía, la pequeña Humanidad de Jesús iba creciendo unida hipostáticamente con la Divinidad, Mi Seno materno era estrechísimo, oscuro, no había resquicio de luz, y Yo lo veía en Mi Seno materno inmóvil, envuelto dentro de una noche profunda. ¿Pero sabes tú quién formaba esta oscuridad tan intensa al infante Jesús?. La voluntad humana, en la cual el hombre voluntariamente se había envuelto, y por cuantos pecados cometía tantos abismos de tinieblas formaba alrededor y dentro de sí, de modo que lo dejaba inmóvil para hacer el bien. Y mi amado Jesús para poner en fuga las tinieblas de esta noche tan profunda, en la que el hombre se había vuelto prisionero de su misma voluntad tenebrosa, hasta perder el movimiento para hacer el bien, escogió la dulce prisión de Su Mamá y voluntariamente Se ofreció a la inmovilidad de nueve meses. 

               Hija Mía, si tú supieras cómo Mi Materno Corazón era martirizado al ver al pequeño Jesús en Mi seno, inmóvil, llorar, suspirar, Su latido ardiente palpitaba fuertemente, y delirando de amor hacía sentir Su latido en cada corazón para pedirles por piedad sus almas para encerrarlas en la Luz de Su Divinidad, porque Él por amor de ellos, voluntariamente había cambiado la Luz por las tinieblas, a fin de que todos pudieran obtener la verdadera Luz para ponerse a salvo. Hija mía queridísima, ¿quién puede decirte lo que sufrió Mi pequeño Jesús en Mi seno?. Penas inauditas e indescriptibles. Estaba dotado de plena razón, Era Dios y Hombre, y Era tanto Su Amor que ponía aparte los mares infinitos de alegrías, de felicidad, de luz, y sumergía Su pequeña Humanidad en los mares de tinieblas, de amarguras, de infelicidad, de miserias, que le habían preparado las criaturas, y el pequeño Jesús Se las ponía todas sobre Sus espaldas como si fueran Suyas. 

               Hija mía, el verdadero amor jamás dice basta, no mira las penas, y por medio de penas busca a aquél que ama; y sólo está contento cuando pone su vida para dar nuevamente la vida a aquél que ama. Hija Mía, escucha a tu Mamá, ¿ves qué gran mal es hacer tu voluntad? No sólo preparas la noche a tu Jesús y a ti, sino que formas mares de amargura, de infelicidad y de miseria, en los cuales quedas tan arrollada que no sabes cómo salir de ellos. Por eso sé atenta, hazme feliz al decirme: "Quiero hacer siempre la Divina Voluntad".

               Ahora escucha hija Mía, el pequeño Jesús, penando de amor está en acto de apresurarse para salir a la luz del día, Sus ansias, Sus suspiros ardientes y deseos porque quiere abrazar a la criatura, hacerse ver, mirarla para raptarla a Sí, no le dan más descanso, y así como un día se puso de centinela a las Puertas del Cielo para encerrarse en Mi Seno, así está en acto de ponerse como centinela a las puertas de Mi Seno, que es más que Cielo, y el Sol del Verbo Eterno surge en medio al mundo y forma su pleno mediodía. Así que para las pobres criaturas no habrá más noche, ni alba, ni aurora, sino siempre Sol, más que en la plenitud del mediodía. 

               Tu Mamá sentía que no lo podía contener más dentro de Mí, mares de luz y de amor Me inundaban, y así como dentro de un mar de luz lo concebí, así dentro de un mar de luz salió de Mi Seno materno. Hija querida, para quien vive de Voluntad Divina todo es Luz y todo se convierte en Luz, entonces en esta Luz, Yo, raptada esperaba estrechar entre Mis brazos a Mi pequeño Jesús, y en cuanto salió de Mi seno escuché Sus primeros gemidos amorosos, y el Ángel del Señor Me lo entregó entre Mis brazos y Yo lo estreché fuertemente a Mi corazón y le di Mi primer beso, y el pequeño Jesús me dio el Suyo. Por ahora basta, mañana te espero de nuevo para seguir la narración del Nacimiento de Jesús. 

El alma: 

               Mamá Santa, ¡oh! cómo eres afortunada, eres la verdadera Bendita entre todas las mujeres. ¡Ah! Te ruego por aquellas alegrías que probaste cuando estrechaste a Jesús a Tu Seno y le diste el primer beso, que por pocos instantes me cedas en mis brazos al pequeño Jesús, a fin de darle contento al decirle que juro amarlo siempre, siempre, y que no quiero conocer otra cosa que Su Divina Voluntad. 

Florecita: 

              Hoy para honrarme vendrás a besar los piecitos al Niñito Jesús, y le darás tu voluntad en Sus manitas para hacerlo jugar y sonreír. 

Jaculatoria: 

               Mamá mía, encierra en mi corazón al pequeño Jesús, para que me lo trasforme todo en Voluntad de Dios.



sábado, 18 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 18º

 

...la Divina Voluntad hace cosas grandes 
e inauditas dondequiera que Ella reina


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Madre Reina: 

               Estoy nuevamente junto a Ti Mamá celestial, vengo a alegrarme Contigo, e inclinándome a Tus santos pies Te saludo llena de gracia y Madre de Jesús. ¡Oh! no encontraré más sola a mi Mamá, sino que encontraré junto Contigo a mi pequeño prisionero Jesús. Así que seremos tres, no más dos, junto a la Mamá, Jesús y yo. Qué fortuna para mí, que si quiero encontrar a mi pequeño Rey Jesús, basta encontrar a la Mamá Suya y mía. ¡Ah! Mamá Santa, desde la altura de Madre de un Dios en que Te encuentras, ten piedad de la miserable y pequeña hija Tuya, y di la primera palabra por mí al pequeño prisionero Jesús, que me de la gran gracia de vivir de Su Voluntad Divina. Mamá Celestial, Tu pobre hija tiene necesidad extrema de Ti, siendo Tú mi Madre y la Madre de Jesús, yo siento el derecho de estar junto a Ti, de ponerme a Tu lado, de seguir Tus pasos para modelar los míos. ¡Ah! Mamá Santa, dame la mano y condúceme Contigo, a fin de que yo pueda aprender a comportarme bien en las diversas acciones de mi vida. 

Lección de la Reina del Cielo, Madre de Jesús: 

               Mi querida hija, hoy más que nunca te espero, Mi materno Corazón está henchido, siento la necesidad de desahogar Mi ardiente amor con Mi hija, quiero decirte que Soy Madre de Jesús, Mis alegrías son infinitas, mares de felicidad Me inundan, Yo puedo decir: Soy Madre de Jesús, Su criatura, Su esclava, y sólo al Fiat lo debo, me volvió llena de gracia, preparó la digna habitación a Mi Creador, por eso la Gloria, el Honor y el agradecimiento sean siempre al Fiat Supremo. 

               Ahora escúchame hija de Mi Corazón, en cuanto fue formada con la Potencia del Fiat Divino la pequeña Humanidad de Jesús en Mi seno, el Sol del Verbo Eterno se encarnó en Ella. Yo tenía mi Cielo formado por el Fiat todo adornado de estrellas fulgidísimas que centelleaban alegrías, bienaventuranzas, armonías de bellezas divinas, y el Sol del Verbo Eterno, resplandeciente de luz inaccesible vino a tomar Su puesto dentro de este Cielo, escondido en Su pequeña Humanidad, la cual no pudiéndolo contener, el centro del Sol estaba en Ella pero Su luz se desbordaba fuera, e invistiendo Cielo y tierra llegaba a cada corazón, y con Su golpe de luz llamaba a cada criatura, y con las voces de luz penetrante les decía: "Hijos míos, ábranme, denme el puesto en su corazón, he descendido del Cielo a la tierra para formar en cada uno de ustedes Mi Vida, Mi Madre es el centro donde reside y todos Mis hijos serán la circunferencia donde quiero formar tantas Vidas Mías por cuantos hijos hay". 

               Y la luz llamaba y volvía a llamar sin cesar jamás, y la pequeña Humanidad de Jesús gemía, lloraba, sufría espasmos y dentro de aquella Luz que llegaba a los corazones hacía correr Sus lágrimas, Sus gemidos y Sus espasmos de amor y de dolor. Ahora tú debes saber que para tu Mamá comenzó una nueva vida, Yo estaba al día de todo lo que hacía Mi Hijo, lo veía devorado por mares de llamas de amor, cada latido Suyo, respiro y pena, eran mares de amor que hacía salir, envolvía a todas las criaturas para hacerlas suyas por fuerza del amor y del dolor, porque tú debes saber que en cuanto fue concebida Su pequeña Humanidad, concibió todas las penas que debía sufrir hasta el final de Su Vida, encerró en Sí mismo a todas las almas, porque como Dios ninguno le podía huir, Su inmensidad encerraba a todas las criaturas, su omnividencia Le hacía presentes a todas; por eso Mi Jesús, Mi Hijo, sentía el peso y el fardo de todos los pecados de cada una de las criaturas. Y Yo, tu Mamá, Lo seguía en todo y sentí en Mi materno Corazón la nueva generación de las penas de Mi Jesús, y la nueva generación de todas las almas que como Madre debía generar junto con Jesús a la Gracia, a la Luz, a la Vida Nueva que Mi querido Hijo vino a traer a la tierra. 

               Hija Mía, tú debes saber que desde que Yo fui concebida te amé como Madre, te sentía en Mi Corazón, ardía de amor por ti, pero no entendía el por qué; el Fiat Divino Me hacía hacer los actos, pero Me tenía oculto el secreto, pero en cuanto se encarnó Me develó el secreto y comprendí la fecundidad de Mi Maternidad, que no sólo debía ser Madre de Jesús, sino Madre de todos, y esta Maternidad debía ser formada sobre la hoguera del dolor y del amor. Hija mía, ¡cuánto te he amado y te amo!. 

               Ahora escucha hija querida hasta dónde se puede llegar cuando el Divino Querer toma la vida obrante en la criatura y la voluntad humana lo deja hacer sin impedirle el paso. Este Fiat, que en naturaleza posee la virtud generativa, genera todos los bienes en la criatura, la hace fecunda, dándole la maternidad sobre todos, sobre todos los bienes, y sobre Aquél que la ha creado. Maternidad dice y significa verdadero amor, amor heroico, amor que se contenta con morir para dar vida a quien ha generado; si no hay esto, la palabra maternidad es estéril, está vacía y se reduce a palabras, pero en los hechos no existe. 

               Por eso hija Mía, si quieres la generación de todos los bienes haz que el Fiat tome en ti la vida obrante, el cual te dará la maternidad y amarás todo con amor de madre, y Yo, tu Mamá, te enseñaré el modo cómo fecundar en ti esta maternidad toda santa y divina. En cuanto llegué a Ser Madre de Jesús y Madre tuya, Mis mares de amor se duplicaron, y no pudiendo contenerlos todos, sentía la necesidad de expandirlos y de ser, incluso a costo de grandes sacrificios, la primera portadora de Jesús a las criaturas. 

               Pero qué digo ¿sacrificios?. Cuando se ama de verdad, los sacrificios, las penas, son refrigerios, consuelos y desahogos del amor que se posee. ¡Oh! hija Mía, si tú no pruebas el bien del sacrificio, si no sientes como él es causa de las alegrías más íntimas, es señal de que el Amor Divino no llena toda tu alma, y por lo tanto que la Divina Voluntad no reina como Reina en ti. Ella sola da tanta fuerza al alma, de volverla invencible y capaz de soportar cualquier pena. Pon la mano sobre tu corazón y observa cuántos vacíos de amor hay en él, reflexiona: aquella secreta estima de ti misma, aquel turbarte por cada mínima contrariedad, aquellos pequeños apegos que sientes a cosas y a personas, aquel cansancio en el bien, aquel fastidio que te causa lo que no te gusta, equivalen a otros tantos vacíos de amor en tu corazón, vacíos que, parecidos a la fiebre, te privan de la fuerza y del deseo de llenarte de Voluntad Divina. ¡Oh! cómo sentirías también tú la virtud refrescante y conquistadora en tus sacrificios si llenas de amor estos vacíos tuyos. 

              Hija mía, dame ahora la mano y sígueme, porque Yo continuaré dándote mis lecciones. Partí de Nazaret acompañada de San José, afrontando un largo viaje y atravesando montañas para ir a visitar en Judea a Isabel, que a avanzada edad, milagrosamente llegaba a ser madre. Yo iba a ella no para hacerle una simple visita, sino más bien porque ardía en deseos de llevarle a Jesús. La plenitud de gracia, de amor, de luz que sentía en Mí Me empujaba a llevar, a multiplicar, a centuplicar la vida de Mi Hijo en las criaturas. Sí hija Mía, el amor de Madre que tuve por todos los hombres y por ti en particular, fue tan grande, que Yo sentí la necesidad extrema de dar a todos a Mi querido Jesús, a fin de que todos lo pudieran poseer y amar. 

               El derecho de Madre que me fue dado por el Fiat, Me enriqueció de tal potencia, de multiplicar tantas veces a Jesús por cuantas eran las criaturas que lo querían recibir, éste era el más grande milagro que Yo podía hacer, tener pronto a Jesús para darlo a cualquiera que lo deseara. ¡Cómo me sentía feliz! Cuánto quisiera que también tú hija Mía, acercándote a las personas y haciendo visitas, fueras siempre la portadora de Jesús, capaz de hacerlo conocer y deseosa de hacerlo amar. 

               Después de algunos días de viaje llegué finalmente a Judea, y presurosa Me conduje a la casa de Isabel. Ella vino a mi encuentro festiva. Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, Mi pequeño Jesús exultó en Mi Seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios. Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la luz de la Divinidad de Mi Hijo, supo que Yo Me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: "¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?". Yo no negué el altísimo Misterio, más bien lo confirmé humildemente. Alabando a Dios con el canto del Magnificat, canto sublime por medio del cual continuamente la Iglesia Me honra, anuncié que el Señor había hecho grandes cosas en Mí, Su Esclava, y por esto todas las gentes me habrían llamado Bienaventurada. 

               Hija mía, Yo Me sentía consumir por el deseo de dar un desahogo a las Llamas de Amor que me consumían, y de externar Mi secreto a Isabel, la cual, también ella suspiraba al Mesías sobre la tierra. El secreto es una necesidad del corazón que irresistiblemente se revela a las personas capaces de entenderse. ¿Quién podrá jamás decirte cuánto bien llevó Mi visita a Isabel, a Juan, a toda aquella casa?. Cada uno quedó santificado, lleno de alegría, advirtió alegrías insólitas, comprendió cosas inauditas, y Juan en particular recibió todas las gracias que le eran necesarias para prepararse a ser el precursor de Mi Hijo. 

              Hija queridísima, la Divina Voluntad hace cosas grandes e inauditas dondequiera que Ella reina; si Yo obré tantos prodigios fue porque Ella tenía Su puesto real en Mí. Si también tú dejas reinar al Divino Querer en tu alma, te convertirás también en la portadora de Jesús a las criaturas, sentirás también tú la irresistible necesidad de darlo a todos. 

El alma: 

               Mamá Santa, me abandono en Tus brazos. ¡Oh! cómo quisiera bañar Tus manos maternas con mis lágrimas, para moverte a compasión por el estado de mi pobre alma. ¡Ah! si me amas como Mamá enciérrame en Tu Corazón, y Tu amor queme mis miserias, mis debilidades, y la potencia del Fiat Divino que Tú posees como Reina forme su Vida obrante en mí, de modo que pueda decir: "Mi Mamá es toda para mí, y yo soy toda para Ella". Mamá Santa, ven, desciende junto con Jesús en mi alma, renueva en mí la visita que hiciste a Santa Isabel y los prodigios que obraste por ella. ¡Ah! sí, Mamá mía, tráeme a Jesús, santifícame, con Jesús sabré hacer Su Santísima Voluntad. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme agradecerás al Señor a nombre de todos porque se encarnó y se hizo prisionero en Mi Seno, dándome el gran honor de elegirme como Madre Suya, y recitarás tres veces el Magnificat, en agradecimiento por la visita que Yo hice a Santa Isabel. 

Jaculatoria: 

               Mamá de Jesús, hazme de Mamá y guíame en el camino de la Voluntad de Dios, visita mi alma y prepara en ella una digna habitación a la Divina Voluntad.



viernes, 17 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 17º

 

...quiere Tu Fiat para formar 
el cumplimiento de Su Fiat


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Mamá Celestial: 

               Mamá Santa, heme aquí de nuevo sobre Tus rodillas, soy Tu hija, quiero que pongas en mi boca el alimento de Tu palabra dulcísima, que me lleva el bálsamo para sanarme las heridas de mi mísera voluntad humana. Mamá mía, háblame, desciendan Tus potentes palabras en mi corazón y formen una nueva creación, para formar el germen de la Divina Voluntad en mi alma. 

Lección de la Soberana Reina: 

               Hija queridísima, es propiamente ésta la finalidad que amo tanto, el hacerte oír los arcanos celestiales del Fiat Divino y los portentos que puede obrar donde Mi Voluntad reina completamente, y el gran mal de quien se hace dominar por el querer humano, a fin de que tú ames Mi Voluntad para hacerla formar Su Trono en ti, y aborrezcas tu querer, para hacer de tu voluntad el escabel del Querer Divino, teniéndola sacrificada a Sus pies divinos. 

               Ahora hija Mía escúchame, Yo continuaba Mi vida en Nazaret, el Fiat Divino continuaba extendiendo en Mí Su Reino, para ello se servía de los más pequeños actos Míos, incluso de los más indiferentes, como era mantener el orden de la pequeña casita, encender el fuego, barrer, y todos aquellos servicios que se acostumbran en las familias, para hacerme sentir Su Vida palpitante en el fuego, en el agua, en el alimento, en el aire que respiraba, en todo, e invistiéndolos formaba sobre Mis pequeños actos mares de Luz, de Gracia, de Santidad, porque donde reina el Divino Querer, tiene la potencia de formar de las pequeñas naderías, nuevos cielos de belleza encantadora, porque Él, siendo inmenso, no sabe hacer cosas pequeñas, sino que con Su Potencia da valor a las pequeñeces y de ellas forma las cosas más grandes, de dejar atónitos cielos y tierra. Todo es santo, todo es sagrado para quien vive de Voluntad Divina. 

               Ahora hija de Mi corazón préstame atención y escúchame, unos cuantos días antes del descenso del Verbo sobre la tierra, Yo veía el Cielo abierto y el Sol del Verbo Divino a sus puertas, como para mirar sobre de quién debía emprender su vuelo, para volverse celestial Prisionero de una criatura. ¡Oh! cómo era bello verlo a las puertas del Cielo, como vigilando y espiando a la afortunada criatura que debía albergar a su Creador; y a la Trinidad Sacrosanta observando la tierra no más extraña a Ella, porque estaba la pequeña María que poseyendo la Divina Voluntad había formado el Reino Divino donde podía descender seguro, como en su propia habitación, en la que encontraba el Cielo y los tantos soles de tantos actos de Voluntad Divina hechos en Mi Alma. 

               La Divinidad regurgitó de amor y se quitó el manto de Justicia que desde tantos siglos había tenido con las criaturas, y se cubrió con el manto de Misericordia infinita, y decretaron entre Ellos el descendimiento del Verbo, y están en acto de hacer sonar la hora del cumplimiento. A este sonido Cielo y tierra quedan estupefactos y se pusieron atentos para ser espectadores de un exceso de amor tan grande y de un prodigio tan inaudito. 

               Tu Mamá se sentía incendiada de amor, y haciendo eco al amor de Mi Creador quería formar un solo mar de amor, a fin de que descendiera en él el Verbo, Mis plegarias eran incesantes, y mientras oraba en Mi habitación, un Ángel viene mandado del Cielo como mensajero del gran Rey, se Me pone delante e inclinándose Me saludó: "Ave, ¡oh! María, Reina nuestra, el Fiat Divino Te ha llenado de gracia. Ya ha pronunciado el Fiat porque quiere descender, está detrás de mí, pero quiere Tu Fiat para formar el cumplimiento de Su Fiat".

               Ante un anuncio tan grande, tan deseado por Mí, pero jamás había pensado que fuera Yo la elegida, quedé estupefacta y vacilé un instante, pero el ángel del Señor me dijo: "No temas Reina nuestra, Tú has encontrado gracia ante Dios, Tú has vencido a Tu Creador, por eso, para cumplir la victoria pronuncia tu Fiat". Yo pronuncié el Fiat, y ¡oh! maravilla, los dos Fiat se fusionaron y el Verbo Divino descendió en Mí. Mi Fiat que era valorado con el mismo valor del Fiat Divino, formó del germen de Mi humanidad la pequeñita Humanidad que debía encerrar al Verbo, y fue cumplido el gran prodigio de la Encarnación. 

               ¡Oh! potencia del Fiat Supremo, Tú Me elevaste tanto, de volverme Poderosa hasta poder crear en Mí aquella Humanidad que debía contener al Verbo Eterno, que Cielos y tierra no podían contener. Los Cielos se estremecieron y toda la Creación se puso en actitud de fiesta, y recreándose de alegría cantaban sobre la casita de Nazaret para dar los homenajes y saludos al Creador humanado, y en su mudo lenguaje decían: "¡Oh! prodigio de los prodigios, que sólo un Dios podía hacer, la inmensidad se ha empequeñecido, la potencia se ha vuelto impotente, Su altura inenarrable se ha abajado hasta el abismo del seno de una Virgen, y al mismo tiempo ha quedado pequeño e inmenso, potente e impotente, fuerte y débil". 

                Hija Mía querida, tú no puedes comprender lo que sintió tu Mamá en el momento de la Encarnación del Verbo. Todos Me apuraban y esperaban Mi Fiat, podría decir omnipotente. Ahora hija querida escúchame, cómo te debe importar el hacer y el vivir de Voluntad Divina, mi potencia existe todavía, hazme pronunciar mi Fiat sobre tu alma, pero para hacer esto quiero el tuyo, por sí solo no se puede hacer un verdadero bien, sino que siempre entre dos se hacen las obras más grandes. Dios mismo no quiso hacer las cosas por Sí solo, sino que Me quiso a Mí junto para formar el gran prodigio de la Encarnación, y en Mi Fiat y en el suyo formó la Vida del Hombre y Dios, se ajustó la suerte del género humano, el Cielo no estuvo más cerrado, todos los bienes venían encerrados en medio a los dos Fiat. 

               Por eso pronunciemos juntas Fiat, Fiat, y Mi amor materno encerrará en ti la Vida de la Divina Voluntad. Por ahora basta, mañana te espero de nuevo para narrar a Mi hija lo que siguió a la Encarnación. 

El alma: 

               Mamá bella, yo me siento sorprendida al escuchar Tus bellas lecciones. ¡Ah! Te ruego que pronuncies Tu Fiat sobre mí, y yo pronuncio el mío, a fin de que quede concebido en mí aquel Fiat que Tú tanto suspiras, que como vida reine en mí. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás a dar el primer beso a Jesús y le dirás por nueve veces que quieres hacer Su Voluntad, y Yo repetiré el prodigio de hacer concebir a Jesús en tu alma. 

Jaculatoria: 

               Reina poderosa, pronuncia Tu Fiat y crea en mí la Voluntad de Dios.



jueves, 16 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 16º

 

Yo Me adaptaba a la vida común,
nada hacía traslucir fuera de los
grandes mares de gracia que poseía


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Mamá Reina: 

               Mi Soberana Mamá, estoy de regreso para seguir Tus pasos. Tu amor me ata y como imán potente me tiene fija y toda atenta a escuchar las bellas lecciones de mi Mamá, pero esto no me basta, si me amas como hija enciérrame dentro del Reino de la Divina Voluntad, donde viviste y vives, y ciérrame la puerta de modo que, aunque lo quisiera, no pueda salirme más. Así Madre e hija haremos vida común y seremos felices las dos. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija Mía queridísima, si tú supieras cómo suspiro por tenerte encerrada en el Reino de la Divina Voluntad, cada lección que te doy son puertas que formo para impedirte la salida y son fortaleza para ponerle muros a tu voluntad, a fin de que comprenda y ame el estar bajo el dulce imperio del Fiat Supremo. Por eso sé atenta en escucharme, porque no son otra cosa que trabajo que hace tu Mamá para halagar y raptar tu voluntad y hacer vencer la Divina Voluntad sobre ti. 

               Ahora amada hija Mía escúchame, Yo partí del Templo con el mismo valor con el que entré y sólo por cumplir la Divina Voluntad, Yo fui a Nazaret y no encontré más a Mis queridos y santos padres. Iba acompañada sólo de San José, y Yo veía en él a Mi buen Ángel que Dios Me había dado para Mi custodia, si bien tenía legiones de Ángeles que Me acompañaban en el viaje. 

               Todas las cosas creadas Me hicieron reverencias de honor, y Yo agradeciéndoles di a cada cosa creada Mi beso y Mi saludo de Reina y así se llegó a Nazaret. Ahora, tú debes saber que San José y yo nos veíamos con reserva y sentíamos el corazón desbordante, porque el uno quería hacer conocer al otro que estábamos atados a Dios con el voto de virginidad perenne. Finalmente se rompió el silencio y ambos nos manifestamos el voto. 

               ¡Oh! cómo nos sentimos felices, y agradeciendo al Señor nos prometimos vivir juntos como hermano y hermana. Yo era atentísima en servirlo, nos mirábamos con veneración y la Aurora de la Paz reinaba en medio de nosotros. ¡Oh, si todos se miraran en Mí para imitarme!. Yo Me adaptaba a la vida común, nada hacía traslucir fuera de los grandes mares de gracia que poseía. 

               Ahora escucha hija Mía, en la casa de Nazaret Yo Me sentía más que nunca enfervorizada y rogaba que el Verbo Divino descendiera sobre la tierra. La Divina Voluntad que reinaba en Mí no hacía otra cosa que investir todos Mis actos de Luz, de Belleza, de Santidad, de Potencia, sentía que formaba el reino de la luz, pero la luz que siempre surge, el Reino de la Belleza, Santidad y Potencia que siempre crece, así que todas las cualidades divinas que el Fiat Divino extendía en Mí con Su reinar, me llevaban la fecundidad. 

              La luz que me invadía era tanta, que Mi misma humanidad quedaba de tal manera embellecida e investida por este Sol del Querer Divino, que no hacía otra cosa que producir flores celestiales; Yo sentía que el Cielo se abajaba hasta a Mí, y que la tierra de Mi humanidad subía, y Cielo y tierra se abrazaban, se pacificaban para darse el beso de paz y de amor, y la tierra se disponía a producir el germen para formar al Justo, al Santo, y el Cielo se abría para hacer descender al Verbo en este germen. 

               Yo no hacía otra cosa que subir y descender de Mi Patria Celestial y arrojarme en los brazos paternos de Mi Padre Celestial y le decía con el corazón: "Padre Santo, no puedo más, Me siento consumir, y mientras ardo siento una fuerza poderosa que quiere venceros, con las cadenas de Mi amor quiero ataros para desarmaros, a fin de que no tarden más, sobre las alas de Mi amor quiero transportar al Verbo Divino del Cielo a la tierra". Y rogaba y lloraba porque Me hubiera escuchado. Y la Divinidad vencida por Mis lágrimas y plegarias Me aseguró diciéndome: "Hija, ¿quién Te puede resistir?. Has vencido, la hora divina está cercana. Tú regresa a la tierra y continúa Tus actos en la Potencia de Mi Querer, y con éstos, todos quedarán sacudidos, y Cielo y tierra se darán el beso de paz". 

               Pero a pesar de esto Yo no sabía aún que debía ser la Madre del Verbo Eterno. Ahora hija querida, escúchame y comprende bien qué significa vivir de Voluntad Divina; Yo con vivir de Ella formé el Cielo y Su Reino Divino en Mi Alma, si no hubiera formado en Mí este Reino, jamás el Verbo hubiera podido descender del Cielo a la tierra, si descendió fue porque descendió en Su Reino que la Divina Voluntad había formado en Mí, encontró en Mí Su Cielo, Sus alegrías divinas, jamás el Verbo habría descendido dentro de un Reino extraño, ¡ah! no, no, quiso primero formarse Su Reino en Mí, y descender como vencedor a Su Reino, y no sólo esto, sino que con vivir siempre de Divina Voluntad, Yo adquirí por gracia lo que en Dios es naturaleza, la fecundidad divina para formar sin obra de hombre el germen para hacer germinar de Mí la Humanidad del Verbo Eterno. ¿Qué cosa no puede hacer la Divina Voluntad obrante en una criatura. Todo, y todos los bienes posibles e imaginables. Por eso lo que más Te debe importar es que todo sea en Ti Voluntad Divina, si quieres imitar a tu Mamá y hacerme contenta y feliz. 

El alma: 

               Mamá Santa, si Tú quieres, puedes, así como has tenido el poder de vencer a Dios hasta hacerlo descender del Cielo a la tierra, no Te faltará el poder de vencer mi voluntad, a fin de que no tenga más vida, yo en Ti espero y de Ti todo obtendré. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme Me harás una visita en la casa de Nazaret y por homenaje Me darás todos tus actos, a fin de que los una a los Míos para convertirlos en Voluntad Divina. 

Jaculatoria: 

               Emperatriz Celestial, tráeme el beso de la Voluntad de Dios a mi alma.



miércoles, 15 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 15º

 

...el amor humano comparado con 
el divino se puede llamar sombras, 
pinceladas, átomos de amor...


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Mamá celestial: 

               Mamá Santa, hoy más que nunca siento la necesidad de estarme estrechada entre los brazos de mi Mamá, a fin de que aquel Divino Querer que reina en Ti, forme el dulce encanto a mi voluntad, para que la tenga encerrada y no se atreva a hacer cosas que no sean Voluntad de Dios. Tus lecciones de ayer me han hecho comprender la prisión en que pone a la pobre criatura la voluntad humana, y yo temo tanto que dé sus escapadas y tome su puesto de nuevo en mí, por eso me confío en mi Mamá, a fin de que me vigile tanto, que yo pueda estar segura de vivir siempre de Voluntad Divina. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Vamos hija Mía, ánimo y confianza en tu Mamá y propósito férreo de no dar jamás vida a tu voluntad. ¡Oh! cómo quisiera oír de tus labios: "Mamá mía, mi voluntad ha terminado, y todo el imperio lo tiene en Mí el Fiat Divino". Estas son las armas que la hacen estar muriendo continuamente, y vencen el corazón de tu Mamá para usar todas las artes amorosas de Madre, para que Su hija viva en el Reino de su Mamá. Para ti será dulce muerte, que te dará la verdadera vida, y para Mí será la más bella de las victorias que haré en el Reino de la Divina Voluntad, por eso confianza y ánimo en Mí, la desconfianza es de los viles y de aquellos que no están verdaderamente decididos a obtener la victoria, y por eso están siempre sin armas, y sin armas no se vence y se es siempre intermitente y vacilante en hacer el bien. 

               Ahora hija mía escúchame, Yo continuaba Mi vida en el Templo y Mis escapadas para allá arriba, a Mi Patria Celestial; Yo tenía Mis derechos de hija de hacer Mis pequeñas visitas a Mi Familia Divina, que más que Padre me pertenecía, pero cual no fue Mi sorpresa cuando en una de estas visitas Mías Me hicieron conocer que era Voluntad de ellos que saliera del Templo, uniéndome con el vínculo de esponsalicio según el uso externo de aquellos tiempos, con un hombre santo llamado José, y retirarme junto con él a vivir en la casa de Nazaret. 

              Hija mía, en este momento de Mi vida, aparentemente parecía que Dios quería ponerme en prueba y en riesgo. Yo no había amado jamás a ninguno en el mundo, y como la Voluntad Divina tenía su extensión en todo Mi Ser, Mi voluntad humana no tuvo jamás un acto de vida, por eso en Mí faltaba el germen del amor humano, ¿cómo podía amar a un hombre, por cuan santo fuera, en el orden humano?. Es verdad que Yo amaba a todos, y era tanto el amor hacia todos, que Mi amor de Madre Me los había escrito con caracteres imborrables de fuego, uno por uno en Mi materno Corazón, pero esto era todo en el orden del Amor Divino, porque el amor humano comparado con el divino se puede llamar sombras, pinceladas, átomos de amor. 

               Sin embargo hija querida, lo que aparentemente parecía riesgo y como extraño a la Santidad de Mi vida, Dios se sirvió de ello admirablemente para cumplir Sus designios y concederme la gracia que Yo tanto suspiraba, esto es, que descendiera el Verbo a la tierra. Dios Me daba la salvaguarda, la defensa, la ayuda, a fin de que ninguno pudiera murmurar de Mí, sobre Mi honestidad, San José debía ser el cooperador, el tutor que debía tomar el interés de aquel poco de humano que se necesitaba, y la sombra de la Paternidad Celestial, en la cual debía ser formada nuestra pequeña familia celestial sobre la tierra. 

               Entonces, a pesar de mi sorpresa, rápidamente dije Fiat, sabiendo que la Divina Voluntad no me habría hecho mal, ni perjudicado Mi Santidad. ¡Oh! si hubiera querido poner un acto Mi voluntad humana, aun bajo el aspecto de no querer conocer hombre, habría mandado a la ruina los planes de la Venida del Verbo sobre la tierra. Así que no es la diversidad de los estados la que perjudica a la Santidad, sino la falta de la Divina Voluntad y el no cumplimiento de los propios deberes en el estado en el cual Dios llama a la criatura, todos los estados son santos, también el matrimonio, con tal que dentro esté la Divina Voluntad y el sacrificio exigido de los propios deberes, pero la mayor parte son indolentes y perezosos, y no sólo no se hacen santos, sino que forman del estado de cada uno, quién un Purgatorio y quién un Infierno. 

               Por eso en cuanto conocí que debía salir del Templo, Yo no hice movimiento alguno, esperando que Dios mismo moviera las circunstancias externas para hacerme cumplir Su adorable Voluntad, como de hecho sucedió. Los Superiores del Templo Me llamaron y Me dijeron que era su voluntad, y también la costumbre de aquellos tiempos, el que Yo debía prepararme al casamiento; Yo acepté. Milagrosamente la selección entre tantos, cayó sobre San José, y así se formó el esponsalicio y salí del templo. Por eso te ruego hija de Mi Corazón, que en todas las cosas, lo que más te importe sea sólo la Divina Voluntad, si quieres que los designios divinos se cumplan sobre ti. 

El alma: 

               Celestial Reina, Tu hija se confía a Ti, con mi confianza quiero herirte el Corazón, y esta herida diga siempre en Tu materno corazón: "¡Fiat! ¡Fiat! ¡Fiat!" Te pide siempre tu pequeña hija. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás sobre Mis rodillas y recitarás 15 Gloria Patri para agradecer al Señor por todas las gracias que Me concedió hasta el quinceavo año de Mi vida, especialmente porque Me dio por compañía un hombre tan Santo, como era San José. 

Jaculatoria: 

               Reina poderosa, dame las armas para hacer guerra y vencer a la Voluntad de Dios.