jueves, 9 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 9º

 

...si algún soplo de viento te quiere 
hacer inconstante, arrójate en 
el mar de la Divina Voluntad


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a su Celestial Reina: 

               Soberana Señora y Mamá mía queridísima, veo que me llamas porque sientes el ardor del amor que quema en Tu Corazón porque quieres narrarme lo que hiciste en el Reino de la Divina Voluntad por Tu hija. Cómo es bello ver dirigir Tus pasos hacia Tu Creador, y en cuanto Él oye el sonido de Tus pasos, Te mira y se siente herir por la pureza de Tus miradas, y Te espera para ser espectador de Tu inocente sonrisa, para sonreírte y recrearse Contigo. ¡Ah! Mamá Santa, en Tus alegrías, en Tus castas sonrisas con Tu Creador, no Te olvides de Tu hija que vive en el exilio, que tanta necesidad tiene, y que frecuentemente mi voluntad asomándose quisiera arrollarme para arrancarme del Reino de la Divina Voluntad. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija de Mi Materno Corazón, no temas, no te olvidaré jamás, por el contrario, si tú haces siempre la Divina Voluntad y vives en Su Reino, seremos inseparables, te llevaré siempre estrechada en Mi mano para guiarte y hacerte de guía, para enseñarte a vivir en el Fiat Supremo, por eso aleja el temor, en Él todo es paz y seguridad; la voluntad humana es la turbadora de las almas y pone en peligro las obras más bellas, las cosas más santas, todo está en peligro en ellas, en peligro la Santidad, las virtudes, la misma salvación del alma, la característica de quien vive del querer humano es la volubilidad. ¿Quién puede confiar en quien se hace dominar por la voluntad humana?. Ninguno, ni Dios, ni los hombres, pues son semejantes a aquellas cañas secas que se doblan a cada soplo de viento, por eso hija Mía queridísima, si algún soplo de viento te quiere hacer inconstante, arrójate en el mar de la Divina Voluntad y ven a esconderte en el regazo de tu Mamá, a fin de que te defienda del viento del querer humano y estrechándote entre Mis brazos te vuelva firme y segura en el camino de Su Reino Divino. 

               Ahora hija mía, sígueme ante la Majestad Suprema y escúchame, Yo con Mis rápidos vuelos llegaba a Sus brazos divinos, y en cuanto llegaba sentía Su Amor desbordante, que como olas impetuosas Me cubrían de Su Amor, ¡oh, cómo es bello ser amado por Dios!. En este Amor se siente felicidad, santidad, alegrías infinitas, y se siente de tal manera embellecida, que Dios mismo se siente raptado por la belleza que infunde en la criatura al amarla; Yo quería imitarlos y si bien pequeña, no quería quedar atrás de Su Amor, por eso, con las olas de amor que Me habían dado formaba Mis olas para cubrir a Mi Creador con Mi amor, al hacer esto sonreía, porque sabía que Mi amor jamás podría cubrir la inmensidad de Su Amor, pero con todo esto Yo hacía la prueba, y en Mis labios despuntaba Mi sonrisa inocente, el Ser Supremo sonreía ante Mi sonrisa y con Mi pequeñez festejaba y se entretenía. 

               Ahora, en lo más bello de Nuestras estratagemas amorosas, Yo recordaba el estado doloroso de Mi familia humana sobre la tierra, a la cual Yo pertenecía, y como Me dolía rogaba que descendiera el Verbo Eterno a poner remedio, y lo decía con tal ternura que llegaba a cambiar la sonrisa y la fiesta en llanto, el Altísimo se conmovía mucho con Mis lágrimas, mucho más que eran lágrimas de una pequeña, y estrechándome al Seno Divino Me enjugaba las lágrimas y Me decían: "Hija, no llores, ánimo, en Tus manos hemos puesto la suerte del género humano, Te hemos dado el Mandato, y ahora para consolarte más, Te hacemos pacificadora entre Nosotros y la familia humana, por eso a Ti es dado el repacificarnos; la Potencia de nuestro Querer que reina en Ti se impone sobre Nosotros para dar el beso de paz a la pobre humanidad caída y en peligro". 

               ¿Quién puede decirte hija Mía lo que sentía Mi Corazón ante esta condescendencia divina?. Era tanto Mi amor que Me sentía desfallecer, y delirando sufría buscando otro amor para alivio de Mi amor. Ahora una palabra a ti hija Mía, si tú Me escuchas y pones a un lado tu querer, dando el puesto real al Fiat Divino, también tú serás amada con amor singular de tu Creador, serás su sonrisa, lo pondrás en fiesta y serás vínculo de paz entre el mundo y Dios. 

El alma: 

               Mamá bella, ayuda a Tu hija, ponme Tú misma en el mar de la Divina Voluntad, cúbreme con las olas del Eterno Amor a fin de que no vea ni oiga otra cosa que Voluntad Divina y amor. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme Me pedirás todos Mis actos y los guardarás en tu corazón, para que sientas la fuerza de la Divina Voluntad que reinaba en Mí, y después los ofrecerás al Altísimo para agradecerle por todos los oficios que Me confió para salvar a las criaturas. 

Jaculatoria: 

               Reina de paz, obtenme el beso de paz de la Voluntad Divina.



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